En el pasado mes de noviembre del 2021, en Torrelodones, Madrid, Festival Flamenco. Frío, pasaban los pingüinos con guitarra y las bellotas acampaban por el suelo. Olía a humo de las chimeneas de las casas y había un gran ambiente flamenco, creado por todos los vecinos de Torre. Es que canta Estrella Morente en el Teatro Bulevar, donde su padre Enrique hizo su penúltimo concierto. Toda la ciudad era una fiesta, había llegado el flamenco.

Yo, viejo y cansado, pensé, si aquí vive mi compa del alma, al lado del Teatro, un chaval de Bormujos que revolucionó la escena de este país. El teatro, el cine, un actor para la historia.

Le llamé. Juan, que canta tu ahijada. Quedamos y nos fuimos al Teatro. Iba tambaleándose del peso de la vida.

Hablamos de aquellas noches del Candela, bar histórico del Madrid castizo, con Enrique Morente, su hermano del alma. Qué de noches. Y de su último suspiro en el Teatro Español, con ese maravilloso monólogo, La lengua madre, de Juan Jose Millás. Yo iba todas las tardes con mi Celia. Y más tarde Ricardo III, con una coraza que no podía con ella, pero no le faltaba aliento cuando aquel ser quería.

Hablamos de amores y desamores, de noches interminables en Bocaccio, en Colón, con todos los actores, y yo de oyente. De aquellos días y noches en Sevilla cuando cantaba Morente y perdíamos todos los trenes y todas las damas, hasta las del tablero. Noches de desamor y de no pasar ná.

Era flamenco y humano hasta la médula, torero generoso en la vida. Doy gracias a la vida por lo que he vivido con mi amigo, que odiaba las aceitunas, y yo también.

Teatro Bulevar, canta Estrella. Ovación a Juan Diego, amigo.