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Fotograma de la película 'La naranja mecánica'.
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Hace unos días circulaban por Internet las imágenes de unos tipos que intimidaban a unas chicas en la Feria de Jerez. Su simple presencia y sus caras lo decían todo, y a mí, que lo veía desde mi casa, se me ponían los pelos de punta y recordaba tantos momentos similares vividos por mis amigas o por mí. Esos tiparracos me recordaban a los sociópatas drugos de La naranja mecánica, solo que en lugar de llevar bombín y pantalón blanco con tirantes, iban en este caso disfrazados con el característico traje feriante.
Haciendo caso omiso de lo que las chicas les pedían (que se fueran de ahí y dejaran de molestarlas), tratan de demostrar que son ellos los que mandan, que pueden atemorizarnos y que aunque no nos toquen o nos insulten, su sola presencia puede herirnos y violentarnos. Saben que no necesitan violarnos ni abusar de nosotras para demostrar que siguen mandando, que son quienes siguen teniendo los privilegios de poder incomodar y molestar sin que les ocurra nada. Lo peor de todo es que les parece gracioso: intimidar y acosar es un juego para ellos. Los hijos sanos del patriarcado disfrutan de hacer sufrir a otras personas, a las mujeres. A la sociedad no parece importarle un pimiento, porque ellos solo están borrachos y no están haciendo nada malo.
Saben que no necesitan violarnos ni abusar de nosotras para demostrar que siguen mandando
A las mujeres se nos ha invadido siempre nuestro espacio. Nos han tocado, manoseado, piropeado, mirado de arriba a abajo, como si no fuéramos sujetos de derecho, sino objetos y propiedades de los machos. Yo, como cualquier otra mujer, he sufrido las garras del patriarcado, los abusos, las agresiones machistas, el horror de volver sola a casa mientras alguien me persigue. Durante una época mis padres me acompañaban al metro por miedo a que me ocurriera algo, porque sufrí maltrato con 16 años. Ninguna mujer debería vivir esto, pero por desgracia son más de las que nos imaginamos, más de las que las cifras pueden recoger.
Luego nos escandalizamos porque Fulanito ha matado a su mujer, y cómo puede ser, si era un tipo majísimo, que saludaba siempre y ayudaba con la compra a las vecinas más mayores. El machismo y el maltrato no empiezan en el asesinato, sino en conductas reprobables como las de la Feria de Jerez, que por desgracia son mucho más comunes de lo que pensamos. Además, son prácticas muy normalizadas y reídas por una parte de la sociedad, que aún no ha entendido que nosotras ya no vamos a seguir permitiéndolo.
Recuerdo un año en el que fui becaria en una radio de las más populares del país. Uno de sus periodistas, un señor que me doblaba la edad, aprovechaba sus ratos libres para acosarme. Años después, otras chicas becarias le pusieron una denuncia por lo mismo. Este señor había estado años acosando a muchas chicas, vulnerables, aprovechándose de su estatus y privilegios para ejercer su poder. A cambio de esos tocamientos y acosos varios, él convencería al jefe para que nos contratara. Años después, creo que todo quedó en una multa y poco más.
Las cifras hablan, y las imágenes nos cuentan la realidad que aún pervive en nuestra sociedad. Sin embargo, los y las negacionistas de la violencia machista, con Macarena Olona como mayor representante, borran una realidad que termina con la vida de mujeres por el simple hecho de serlo. Estas esquirolas de la violencia que sufrimos no hacen más que darnos la espalda por sus propios intereses de clase, y son quienes nos condenan a seguir viviendo en una sociedad machista y retrógrada que nos quiere silenciadas e invisibilizadas. Esas traidoras de nuestra causa posibilitan que el opresor siga gozando de buena salud, porque ya lo dijo una tal Simone de Beauvoir: “El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre los propios oprimidos”.
De lo único que me alegro es de que las nuevas generaciones de mujeres tengan más herramientas y formación feminista de la que tuvimos nosotras y puedan defenderse, porque eso es también el empoderamiento del que tanto se habla: plantar cara al machismo sin miedo.
Hace unos días circulaban por Internet las imágenes de unos tipos que intimidaban a unas chicas en la Feria de Jerez. Su simple presencia y sus caras lo decían todo, y a mí, que lo veía desde mi casa, se me ponían los pelos de punta y recordaba tantos momentos similares vividos por mis amigas o por mí. Esos...
Autora >
Anita Botwin
Gracias a miles de años de machismo, sé hacer pucheros de Estrella Michelin. No me dan la Estrella porque los premios son cosa de hombres. Y yo soy mujer, de izquierdas y del Atleti. Abierta a nuevas minorías. Teclear como forma de vida.
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