En política, el éxito y el fracaso se miden en función de las expectativas generadas, y las expectativas establecidas para las elecciones andaluzas son que el PP ganará sin despeinarse. Es decir, si los populares se acaban despeinando de uno u otro modo, y hay mil modos de joderse un cardado –una derrota por sorpresa, una victoria demasiado ajustada, un resultado que los convierta en rehenes del desquicie ultraderechista–, el éxito ya no lo será tanto. Quizá por eso, el fijador de pelo Feijoó se dedicó a recorrer ayer la provincia de Málaga cual guiri ávido de sol pidiendo no hacer caso, por dios, por la virgen y por los espetos, a las encuestas tan favorables. Que haberlas, haylas, pero que son eso, encuestas, repitió el líder gallego. Si en el pacto PP-franquismo sellado en Castilla y León el recién aterrizado Feijoó se permitió no decir si subía o bajaba la escalera, una nueva alianza del PP con el peroné de Franco en Andalucía sí llevaría inequívocamente su firma. Con el inconveniente que supone acudir a unas generales vendiendo moderación de la mano de la cabra de la legión. La cabra de la legión, a propósito, daba ayer un mitin en Sevilla subido a aquel banco de la calle Asunción –la más pija de la capital andaluza porque ya sabemos que la España que madruga lo hace en náuticos– en el que hace años Abascal se convirtió en meme. Si hace años estaba solo, ayer una masa de la España que, madruga, o sea, que madruga, lo arropó calurosa y españolamente en su primer gran acto de campaña.

No deja de ser un enigma que los primeros líderes nacionales en poner la carne en el asador, pasándose por la campaña andaluza, sean aquellos que menos lo necesitan. Esos a los que las encuestas les prometen la gloria. Mientras tanto, los líderes estatales de los partidos damnificados por la demoscopia, los líderes de la izquierda, se lo toman de momento con calma. Teniendo en cuenta la premisa de la ecuación del éxito y las expectativas, esto hace preguntarse a más de un militante de la izquierda andaluza mosqueado con el asunto hasta qué punto no se viviría desde La Moncloa como un rotundo éxito de cara a las generales que esto acabe en una foto del PP secuestrado por Vox que tanto beneficiaría a Sánchez. No se entiende de otra manera que se haya nombrado candidato del PSOE a un desconocido y poco ilusionante Juan Espadas, me confesaba hace un par de días un mosqueado izquierdista andaluz de renombre. La política es una ciencia inexacta en la que la victoria no siempre te hace ganar y en la que una derrota puede convertirse en un magnífico trampolín. Eso sí, lo que pase en Andalucía se quedará cuatro años en Andalucía. Y a este ritmo no parece que vaya a quedarse nada bueno.

Dos largúisimas semanas (3/06)

Comienza la campaña electoral andaluza que cubriré para ustedes durante las próximas dos larguísimas semanas que nos llevarán hasta el 19J. El arranque de la campaña coincide con la publicación del mejor dato de paro en España en 14 años. Siendo Andalucía una región históricamente azotada por el desempleo, el buen dato debería jugar en estas elecciones a favor de los partidos de la izquierda que aprueban reformas laborales fructíferas desde La Moncloa. Quizá en otro espacio-tiempo podría ocurrir. No en este. En este se espera que la izquierda pierda las elecciones en Andalucía de forma estrepitosa. Y que la ultraderecha crezca aún más, convirtiéndose en decisiva. Posiblemente entrando en el gobierno andaluz. El empleo no importa y tampoco lo que cada uno ha hecho o dejado de hacer en Andalucía durante estos años. No importa el deterioro de la sanidad pública ni que el candidato de Vox en las anteriores elecciones ande de juicios por delitos económicos. Que nada importe es el signo de este tiempo confuso. Nadie sabe qué pasa. En el año 2157 algún estudio de la Universidad de Harvard (la Universidad de Pablo Casado, que en paz descanse) conseguirá explicar este tiempo caótico: “Todo se debió al consumo de leche de coco y actimel”. Curiosamente, las posibilidades de que Vox entre en el poder en Andalucía dependerán de que el resultado de la izquierda no sea excesivamente malo. Si es excesivamente malo, quizá el PP logre más escaños que el bloque de izquierdas –también conocido como 13 Rue del percebe– y el presidente Juanma Moreno sólo necesite de Vox su abstención. Abstención. Así es como Abascal llama a hacer la mili. A propósito, un día de estos aparecerá por la campaña andaluza vestido de Gi-Joe. Porque recuerden: nada importa. Analizar una campaña política en la que ni la política ni la realidad importan demasiado es todo un reto. Yo lo intentaré. A ver qué tal sale. 

Aunque nada importe demasiado, los partidos siguen tirando de simbolismo a la hora de elegir el lugar en el que arrancar una campaña electoral. Moreno Bonilla, al que la gente confundía hace cuatro años con un corista rociero de Siempre Así y al que ahora confunden con Winston Churchill, no se aclaraba con los simbolismos, así que ayer decidió arrancar la campaña en dos lugares: Málaga y tras dos horas y media de coche, Sevilla. Si estos días alguien le pregunta si es del Sevilla o del Betis, responderá que de los dos. Aunque las encuestas le soplen a favor, nunca se sabe. Menos habiendo llegado a la presidencia de la Junta de Andalucía en 2018 logrando el peor resultado histórico del PP. Juan Espadas, candidato del PSOE y exalcalde de Sevilla, eligió Jaén por ser feudo socialista, que era como en el PSOE llamaban antiguamente a toda Andalucía. Otros tiempos. Jaén por ser ser feudo y Jaén porque Espadas necesita que lo conozcan fuera de Sevilla. Parte el candidato del PSOE y exalcalde de la capital andaluza con un nivel de popularidad que no llega al 40%. Su reto estas elecciones es que el 60% de los andaluces sepan quién es y que, al mismo tiempo, no se enteren de que fue alcalde miarma. Por parte de Ciudadanos, Juan Marín, actual vicepresidente en coalición con el PP, se fue a Jerez de la Frontera a denunciar que, igual que hubo un chiringuito de izquierdas durante décadas en Andalucía, ahora podría pasar que Andalucía se convirtiera en un chiringuito de derechas. Y no se puede permitir. Hace cuatro años y después de haber facilitado el gobierno de Susana Díaz, Marín advirtió en campaña de la corrupción del PSOE. Yo qué sé. Inmaculada Nieto, candidata de Por Andalucía, coalición de los partidos a la izquierda del PSOE, eligió Algeciras para arrancar la campaña. El motivo es que ella es de allí. Es la mejor decisión tomada por los partidos de la izquierda andaluza en los últimos años. Lo contrario hubiera sido presenciar una batalla a muerte entre las diferentes sensibilidades de la izquierda andaluza para decidir cuál debía ser el lugar de arranque de la campaña, con el riesgo evidente de empezarla el 20 de junio. Teresa Rodríguez, de Adelante Andalucía, eligió, al igual que Juan Marín, Jerez de la Frontera. ¿Quizá como guiño a Ciudadanos de cara a unir escaños y llegar a soñar con formar grupo parlamentario propio? Si a Juan Marín le dices que haciéndose andalucista consigue grupo propio, se tatúa las palabras Blas Infante en el antebrazo con letras chinas. Macarena Olona, obviamente arrancó en Granada. ¿Dónde si no, pisha?, declaró al salir del coche. Seguiremos informando. Y recuerden: no beban lácteos raros.