VITA NUOVA XS
Topaje
La Comisión ha permitido a España y Portugal establecer un tope al precio del gas, responsable del abuso en la subasta diaria. ¿Es una regulación? No. Las eléctricas no ven limitado el precio, sino que, como El Corte Inglés, te permiten fraccionar el pago
Guillem Martínez 9/06/2022
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1- Cada época tiene sus palabras para solucionar sus marrones. Conviene conocerlas, para no equivocarte de época. Como no sepas las palabras de tu época, y su auténtico significado, estás perdido. Los demás niños te quitarán el bocata en el patio de la Historia.
2- Hasta un punto del siglo XX, la solución ante una catástrofe social era la caridad. Eso creó palabras. Como las palabras Isla y Cristina, adoptadas como topónimo por una isla denominada La Figuereta, en agradecimiento a la reina María Cristina, después de que esta se estirara en 1834, y diera algo de pasta a los habitantes del municipio, afectados por el cólera.
3- Tras la IGM, con el constitucionalismo que vino de Austria y de México, el Estado adquiere la posibilidad de intervenir en profundidad en la economía para garantizar el interés general. En ese periodo nacen palabras, como nacionalizar, o como Societé Nationale des Chemins de Fer Français, o como vacaciones-pagadas.
4- Tras la IIGM, con el constitucionalismo que vino de Alemania, el Estado consagra todos sus recursos al bienestar. Pierde la capacidad de nacionalizarlo todo como un poseso, pero gana la de garantizar la educación, la sanidad, la ayuda en la vejez y en la enfermedad, y la de practicar cierto reparto de la riqueza, a partir de una cosa que se llamaba IRPF. Los parlamentos pasan a ser débiles, pero los gobiernos fuertes. Tanto que gestionan palabros como regulación. Con la regulación nacen palabras como el-precio-de-la-gasolina, han-subido-la-bombona, o han-bajado-la-luz.
5- A partir de los 70 se formula el neoliberalismo, que progresivamente se institucionaliza, de manera que, en el siglo XXI, es la única política y economía posible en el grueso del planeta. En la UE, por ejemplo, de manera legal, con papeles. Con esta simbiosis entre política y empresa, nacen palabras como subasta-diaria-del-mercado-eléctrico. Son palabras con truco, pues el mercado, como saben en sus carnes, es una subasta no diaria, sino continua, non-stop. Por lo que esas palabras deben aludir a otro cacharro. En efecto, el cacharro es un método regulado, complicado, opaco, barroco, para sustituir al mercado, evitar la competencia, provocar distorsiones entre oferta y demanda, y crear la garantía de un beneficio mayor para las empresas eléctricas. Esta garantía diaria de beneficio, facilitada por el Estado/UE, y que no hubiera comprendido Adam Smith ni jarto de opio, es tan descomunal que es inviable. Su carácter antinatural, y esto solo habla de la fortaleza cultural del neoliberalismo, solo se percibe en una guerra. Y, en ese trance, no solo duele, sino que invalida la economía.
6- En la península ibérica, un mercado energético diferenciado del europeo, la Comisión ha permitido a España y Portugal practicar ciertos retoques al precio de la electricidad, regulado –importante: sigue siendo así– a través de la subasta diaria, esa juerga. Conviene saber que a esa praxis ibérica no se le ha denominado Isla Von der Leyen, ni nacionalización, ni regulación. Se le ha denominado topaje. Palabra sumamente parecida a potaje, y que requiere, por eso mismo, de una traducción, no sea que te la comas.
7- Los gobiernos español y portugués establecen un tope al precio del gas, que es el responsable del abuso en el funcionamiento cotidiano de la subasta diaria, mucho más en guerra. Ah, vale, es una regulación, dirán ustedes. No, no lo es. El precio al que se topa el gas –una media de 48-50 euros para un periodo– lo pagará, después de ese periodo, el ciudadano, en su recibo. Y el Estado. Esto es, el ciudadano, con sus impuestos. Las eléctricas no ven limitado el precio de sus productos, sino que, como la financiera de El Corte Inglés, te permiten fraccionar el pago.
8- El topaje es una buena noticia. Es más, solo lo es en su época. En otra época sería, simplemente, una estafa. Explica, por tanto, la época. Su brutalidad. El topaje ayudará a financiar la calefacción y la transformación de alimentos a muchas familias. Permite ya observar cuál es el límite de las políticas reales de las izquierdas en la época. Es poco. Es el mismo que el del liberalismo clásico. Establecer topajes/financiación de la factura, como es el caso, y pugnar, en otra ventanilla, para establecer un impuesto de empresa cachas a las energéticas. No es mucho. No puede ser menos.
9- Por lo demás, no tengo la menor duda de que el neoliberalismo, como el fascismo en su día, acabará en los tribunales. Es cuestión de tiempo y de cambio de mentalidades.
10- Una guerra es un cambio de mentalidades a toda leche. Quien no cambia la suya, se queda en otra época. Se han tardado meses para que la Comisión aceptara este cambio diminuto, casi ridículo, en el recibo de la luz. La Comisión, que no entendió con rapidez lo que era una crisis sanitaria, no entiende con rapidez lo que es una guerra. No se lo creerán, pero el neoliberalismo, esa cosa lenta, costosa socialmente, cara, empieza a poseer, en guerra, características de otra época.
1- Cada época tiene sus palabras para solucionar sus marrones. Conviene conocerlas, para no equivocarte de época. Como no sepas las palabras de tu época, y su auténtico significado, estás perdido. Los demás niños te quitarán el bocata en el patio de la Historia.
2- Hasta...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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