1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

SEXUALIDAD

Hermanas, gracias por la revolución sexual

Es tiempo de volver a hablar de sexo en términos de afirmación del placer y la libertad

Nuria Alabao 17/07/2022

<p>Desnudo reclinado con el pelo suelto. Amadeo Modigliani (1917).</p>

Desnudo reclinado con el pelo suelto. Amadeo Modigliani (1917).

Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Osaka

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Parece absurdo agradecer a las que vinieron antes, a las que lucharon por nosotras. Suena casi ridículo apelar a la defensa de la revolución sexual en el mundo hipersexualizado de hoy. Sin embargo, muchos discursos públicos respiran un cierto puritanismo otra vez, y la mayoría provienen del propio feminismo. Discursos que dicen que la revolución sexual se hizo “para los hombres”, que contribuyen a fijar la sexualidad femenina a una determinada normatividad –“las mujeres tenemos una sexualidad distinta”, “queremos afecto, no solo sexo” o que aseguran que “no nos gusta el porno”–. No dudo de que la socialización de hombres y mujeres todavía es distinta, pero las formas de experimentar la sexualidad son cada vez más plurales y más libres. Y eso ha sido gracias a las que se organizaron y cambiaron la cultura y nuestras costumbres para siempre. Quizás sí hace falta volver la vista atrás y reconocer todo lo que hemos ganado, aunque podamos, sin duda, reflexionar sobre lo que nos queda por conquistar. ¿Por qué da miedo la libertad sexual, por qué parece que volvemos a un ambiente reaccionario en estas cuestiones?

A veces, para saber lo que hemos ganado, podemos volver la vista atrás. Mi madre, nacida en los 50, se casó para escapar del control familiar. En concreto del de su madre, mi abuela Pepa, férrea defensora de la moral tradicional que la tenía bien amarrada, con normas estrictas sobre horas de salida y de entrada –la noche era territorio vedado– y lo que era posible hacer. Hombres a solas… mejor no. Es verdad que para esa época ya había otros modelos, pero no tantos en el lugar y la clase social que ellas habitaban –la divisoria pueblo/ciudad era más marcada entonces que ahora–.

Mi abuela no era mala persona, simplemente se crió en un ambiente donde bailar estaba mal, donde estar con hombres se consideraba un peligro y lo reprodujo en su crianza. No era una controladora obsesiva ni patológica, simplemente había aprendido, a costa de su propia felicidad, que la desviación de la norma moral tenía un alto precio que se podía estar pagando toda la vida. Como lo pagó ella. De muy joven se quedó embarazada y le obligaron a casarse con un hombre al que no quería, que la acabaría abandonando muy pronto con dos niños pequeños después de una relación triste y violenta. Fue su experiencia de vida, el peligro siempre enunciado en susurros de lo que le podía pasar a las “perdidas”, la que le transmitió el mandato de hacer cumplir la moral sexual patriarcal, a ella y las mujeres de su generación. Mi madre se casó muy pronto porque quería huir de todo eso, quería decidir por sí misma algo tan básico como cuando entrar y salir de casa y respirar un poco. Es cierto que podría haberle salido mal, digamos si el marido hubiese sido el sustituto del control materno, la potestad la tenía –hasta 1975 el matrimonio conllevaba una restricción de libertades para las mujeres incluyendo la institucionalización de la violación, que no estaba reconocida debido a la figura del “débito conyugal”, a la obligación de estar disponible para el marido que existió hasta 1992–. En cualquier caso, mi madre dice que fue feliz aunque también que nunca estuvo con nadie más mientras estuvo vivo mi padre. Es decir, hasta cumplir los 68. Sus expectativas y posibilidades de experimentación estuvieron muy constreñidas por su entorno y educación.

Es la generación de mi madre la que hizo la revolución sexual en este país. Quizás ella, por estrato social, no fue la vanguardia de ningún movimiento contracultural, pero tengo que agradecerle que se asumiese rápidamente como parte de una sociedad que había cambiado, y mi crianza y la libertad de la que disfruté fueron totalmente otras. (Aunque todavía recuerdo una guerra generacional y a mi abuela diciéndome que solo las putas llegaban tan tarde a casa como yo). En cualquier caso, las que vinimos después tuvimos más fácil disfrutar del sexo y más libertad para hacerlo –tanto espacio simbólico, como real–. Con todos los discursos contradictorios que se pudiesen dar –de nuevo el “puta” en las bocas ajenas si vas con muchos chicos, etc.–, el camino fue menos empedrado.

Las que vinimos después tuvimos más fácil disfrutar del sexo y más libertad para hacerlo

Otro aspecto de ese mundo de posibles que se abría fue que también pude enamorarme y tener relaciones con mujeres, algo que mi madre no se atrevió casi ni a imaginar de joven. Algo que es cada vez más común. Es suficiente con hablar con los chavales más jóvenes para hacerse una idea de cómo viven esta cuestión con mayor normalidad que sus mayores. En España no hay encuestas, pero en EE.UU. casi el 21% de la Generación Z –nacidos entre 1997 y 2003– se identifica como LGTBI. Una cifra enorme y muy superior a las de los años anteriores. También parece haber mayor diversidad en las formas de vivir estas preferencias sexuales no normativas. No solo homosexual o bisexual, hoy se habla de pansexualidad –atracción sexual hacia otras personas independientemente de su sexo o identidad de género, es decir también hacia personas trans o no binarias–. Lo queer también ha hecho estallar muchas de esas categorías incluso más allá de las etiquetas, que abren nuevos caminos. Hoy hablar con muchos jóvenes sobre estas cuestiones es aprender cosas nuevas. (También se inauguran nuevos conflictos, como los debates que estamos viviendo a propósito de la infancia trans, paradójicamente ahora que se normaliza más y más niños se declaran así).

En fin, siento que no paro de decir obviedades, pero cuando leo eso de que “la revolución sexual se hizo para los hombres”, me pregunto qué mundo habitan esas personas que lo enuncian, si no se acuerdan de dónde venimos. Si no se acuerdan de la radicalidad del movimiento feminista de los 70, cuando teníamos todo por conquistar y el discurso era el de la “liberación” –reproduciendo el lenguaje de las luchas anticoloniales y por los derechos civiles–. Liberación que también era de la familia, del deseo y por supuesto sexual, y que dio forma a un mundo nuevo, un mundo que descubría que una parte importante de la opresión de las mujeres estaba contenida o mediada por la sexualidad pero que no lo dibujaba únicamente como un lugar de opresión, sino como un espacio que tenía que ser nuestro. Estas luchas, además, tuvieron forma muy concreta en España por derechos que todavía no teníamos –contra el delito de adulterio, para poder abortar o decidir cuándo ser madres…–. La reivindicación de la libertad sexual siempre tuvo una contracara en la lucha contra la violencia, pero nunca es solo eso. No tenemos que olvidarnos.

En esos años también se criticaron cosas como el sexo que ponía únicamente en el centro la penetración, se habló de orgasmo clitoriano y de placer, placer con mayúsculas. Se discutió sobre fantasías sexuales, y si tenían que ser de un determinado tipo o no para ser feministas o incluso si el sadomasoquismo era una práctica “aceptable”. Cosas que ahora nos parecen evidentes pero que en algún momento hubo que nombrar para hacerlas nuestras, que ampliaron mundos y posibilidades. El feminismo más liberador no es el que pone normas o reglas o dice quién puede formar parte o no, o qué sexualidad o qué porno son legítimos, sino el que abre nuevas posibilidades y libertades para todas.

Hoy el envite ultra, la contraofensiva sexual de la derecha es todavía una reacción a las luchas de los setenta y sus consecuencias. Sobre todo las que reivindicaron la separación entre sexo y reproducción –que están en el corazón de todo proyecto conservador–. Digo obviedades una vez más, pero todo eso fue la revolución sexual. ¿Se hizo para los hombres? Algunas siguen diciendo que sí, y que la promiscuidad que hoy se ha normalizado es una victoria para ellos. Si bien no podemos equiparar promiscuidad y liberación sexual, por lo menos, hemos descubierto que puede ser una opción para muchas mujeres, si lo deseamos, una opción entre otras, no es un territorio de ellos. Gracias a nuestras mayores por haberme abierto también esa puerta.

Neoliberalismo sexual

Hoy otras críticas ponen en el centro la comercialización del sexo, o señalan la sexualización del cuerpo femenino en las representaciones hegemónicas. Culpan al neoliberalismo de todo ello, una suerte de “hicimos la revolución sexual y ahora nos venden sexo”, como si no supiésemos que toda conquista es susceptible de convertirse en mercancía. Esas paradojas habitamos en el mundo que produce valor a partir de los signos y las experiencias, pero también sabemos que esa comercialización se nutre de “yacimientos de autenticidad” –alguien tiene que tener esa experiencia de manera real en algún lugar para que pueda ser vendida, y que produzca valor para algún otro no la invalida–.

Hoy el envite ultra, la contraofensiva sexual de la derecha es todavía una reacción a las luchas de los setenta y sus consecuencias

Pero de lo que se habla menos sobre el neoliberalismo es de que también ha servido para instalar el marco de que cualquier problema social o cultural es susceptible de ser resuelto recurriendo a más código penal, a más encarcelamientos o multas, al Estado punitivo. Hoy se da un conflicto fuerte entre un feminismo que cree que esta debería ser la principal apuesta para garantizar la libertad sexual de las mujeres ante a las agresiones, frente a un feminismo que sabe que necesitamos ir más allá, porque a los juicios no llegan la mayoría de estas agresiones y porque a la justicia no tenemos acceso todas por igual –la clase, los papeles, la raza son límites claros–. Precisamente, el feminismo punitivo es un tipo de feminismo que potencia y multiplica las narrativas sobre el “terror sexual” que van en detrimento de nuestra propia libertad y que suelen coincidir con posiciones que quieren prohibir y castigar la pornografía o la prostitución como si fuesen el origen de la violencia contra las mujeres.

Gayle Rubin decía que ya en los 80 buena parte de la literatura feminista atribuía la opresión de las mujeres a las representaciones gráficas del sexo, a la prostitución, o incluso a la transexualidad. “¿Qué ha pasado con la familia, la religión, la educación, los métodos de crianza, los medios de comunicación, el Estado, la psiquiatría o la discriminación laboral y salarial?”, se preguntaba. En vez de apuntar al sistema, de señalar cuestiones estructurales, se trata de prohibir las cosas que no nos gustan. Como expliqué en otro artículo, el escándalo moral funciona bien como activador político, depositamos nuestros miedos en algún lugar, creamos chivos expiatorios. Estas formas “comunicativas” de la política son más fáciles que organizarse y generar alternativas propias que no pasen por demandar la protección estatal. Lo que necesitamos, dice Raquel Osborne, “son mujeres fuertes, autónomas y con recursos para evitar lo que les hace daño y para luchar por cambiarlo”. En la era del #Metoo vuelve a acecharnos la representación de la sexualidad como un espacio de peligro, pero hoy, como ayer, existe un feminismo que también la imagina como un lugar propio, también de resistencia. La revolución sexual es nuestra victoria.

Así que gracias, hermanas, por las posibilidades de disfrutar la sexualidad, por desacralizarla. Hoy en los medios se informa tanto y de maneras a veces tan alarmistas de la violencia sexual que el sexo puede llegar a ser percibido como un terreno hostil. Volvamos a hablar del placer y de la libertad. Recuperemos el susurro del pasado, donde nuestras prácticas sexuales, en palabras de bell hooks, “pueden optar por la promiscuidad o por la castidad, por abrazar una identidad y preferencia sexual específica o por elegir un deseo cambiante, no encasillado, que se despierte tan solo por la interacción y el compromiso con personas concretas con quienes sentimos la chispa del reconocimiento erótico, independientemente de su sexo, raza, clase o incluso su preferencia sexual. Los debates feministas radicales sobre sexualidad deben salir a la luz para que el movimiento hacia la liberación sexual pueda volver a empezar”.

Parece absurdo agradecer a las que vinieron antes, a las que lucharon por nosotras. Suena casi ridículo apelar a la defensa de la revolución sexual en el mundo hipersexualizado de hoy. Sin embargo, muchos discursos públicos respiran un cierto puritanismo otra vez, y la mayoría provienen del propio feminismo....

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autora >

Nuria Alabao

Es periodista y doctora en Antropología Social. Investigadora especializada en el tratamiento de las cuestiones de género en las nuevas extremas derechas.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. antoniobuchopaes

    Muchas gracias por el artículo. Interesante contenido como para hablar, contrastar, aprender con cada párrafo. Me gusta ver esto. Me encanta! Llevo 40 años buscando el desarrollo espiritual y he podido darme cuenta que ese desarrollo tiene que poder alejarse de CONCEPTOS. Es un viaje interior para poder compartirlo con libertad y con amor por fuera, sin que se impongan unas ideas sobre otras. Muy interesante mirada sobre los riesgos y peligro de convertir la revolución social en una lucha. Dices: "existe un feminismo que también la imagina como un lugar propio, también de resistencia. La revolución sexual es nuestra victoria." Bravo! En este momento me afirmo feminista y masculinista de esa afirmación. ea! Y presento un apunte que seguro que ya conoce mucha gente: el Tantra tradicional discurre por esos caminos, no por otros. Y tiene varios miles de años. Buscando la Unidad en la Diversidad. Gracias.

    Hace 2 años 3 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí