Corría un 23 de febrero del año 1991 cuando el entonces expresidente argentino, Raúl Alfonsín, del Partido Radical (el otro gran partido de masas argentino del siglo XX junto al peronismo), fue apuntado por un exgendarme con un revólver de calibre 32. Hablaba en un acto político en la localidad de San Nicolás, al norte de la provincia de Buenos Aires. El asesino intentaba así acabar con el primer presidente de la democracia desde que esta se reinstaurase, tras la dictadura del Proceso de Reorganización Nacional. No obstante, el percutor falló y el tambor no giró. “Algún día tenía que pasar algo así (...) se trata de fanáticos y los tomo como tales”, afirmaba Alfonsín, que sobrevivió además a otros tres intentos de atentado.

26 años más tarde. 17 de octubre del 2017. Por aquel entonces, Mauricio Macri ocupaba la Casa Rosada. La entonces expresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, visitó La Peña de Morfi, un programa que rinde homenaje a las raíces argentinas. El presentador, Gerardo Rozín, pregunta a Cristina –por aquel entonces candidata a senadora nacional– dónde se veía en cinco años. “No sé qué pasará dentro de cinco años, si se acaba el mundo, si está el mundo. Hay tanto loco suelto. No tengo la vida comprada, aprendí eso”, respondía Cristina. En 2019, tras meses de silencio, salía Sinceramente, el libro autobiográfico de Cristina que pronto se convertiría en el más vendido y comentado en Argentina. Rezaban las páginas 167 y 168: “Cuando querés ser prima donna en el mundo de los hombres, en el mundo del poder, y además, para cambiar las cosas… Ahí te disparan a matar”. Tras el intento de homicidio contra CFK, el eco de aquellas palabras resuena más fuerte que nunca. Han pasado cinco años de aquella entrevista de Cristina y tres desde que saliera su libro Sinceramente.

"Es un loco suelto"... dicen los dueños de la máquina de fabricar locos sueltos. #TodosConCristina pic.twitter.com/hv9AQR8YP3

— Bea ✌️ (@BeaDixit) September 3, 2022

¿Un loco suelto?

Después de que la Fiscalía argentina pidiese 12 años de prisión y la inhabilitación de todos sus cargos públicos a Cristina Fernández de Kirchner por un supuesto caso de corrupción, la militancia peronista salió en bloque a defender a su referente política. Cristina se defendió diciendo que se trataba de una persecución del “Partido Judicial, ese partido que no se presenta a las elecciones”. Al poco, el cruce de su residencia del porteño barrio de Recoleta, donde convergen las calles Juncal y Uruguay, se llenó de miles de militantes y simpatizantes, que gritaban al unísono que “si nos tocan a Cristina qué quilombo se va a armar”. Con una banda sonora digna de una barra brava de fútbol, capitaneados por los jóvenes de La Cámpora o el Movimiento Evita, se escuchaba: “Y muchas veces nos bancamos la lluvia, los palos de la yuta (policía), y todo eso por vos”.

Uno de aquellos días, un 2 de septiembre, mientras CFK llegaba a las inmediaciones de su casa, un desconocido la apuntó a 30 centímetros de su cabeza con un arma. El revólver estaba cargado con cinco balas, pero la bala que la iba a matar se encasquilló. Todo un país en shock. Una de aquellas imágenes tan poderosas que son difíciles de eliminar de la retina y la memoria, como el derrocamiento de las Torres Gemelas o el disparo a Harley Lee Oswald. ¿Quién fue el autor material? ¿Fue acaso un “loco suelto”? Como explica la periodista Mariana Moyano, “a los locos sueltos les suele acompañar un estado de locura generalizada”. En la misma línea se muestra el profesor Cas Mudde, en su libro El regreso de la ultraderecha, cuando afirma que la mayor parte de los considerados como “lobos solitarios” por los medios mainstream pertenecen a subculturas cercanas a la alt-right, a la que llegan, en la mayoría de los casos, a través de las redes sociales. Y, efectivamente, quien disparara a Cristina lucía tatuajes con simbología nazi. Para el profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Católica de Santa Fe, Martín Sotopayba, hay alguien más detrás del asesinato: “No sé quién ni qué sectores, ni de adónde puede venir, pero creo que hay alguien detrás y toda una preparación previa”, afirma.

Pero… ¿Por qué Cristina Fernández de Kirchner?

Desde fuera, el fenómeno del peronismo y su vertiente más social (el kirchnerismo) resultan difícilmente explicables. ¿Por qué existe un vínculo tan fuerte entre una parte importante de la sociedad argentina y la figura de Cristina Fernández de Kirchner? Al otro lado de la pantalla está Mili Monse, una de tantas jóvenes criadas en una familia peronista en la Argentina, que pasó su adolescencia militando en el Movimiento Evita y actualmente lo hace en el espacio Hacemos Santa Fe. Ella, como reza una famosa canción del imaginario peronista, se crió con “una foto de Perón en la cocina”. Le preguntamos que defina quién es Cristina para ella y, con una sonrisa de oreja a oreja, explica que es la luz y el faro de su militancia política. “Mi padre me habló de política desde chiquita. Algunos de mis recuerdos más dulces son junto a él, celebrando el fin de la era de Menem y el peronismo neoliberal y el inicio del kirchnerismo de la mano de Néstor (Kirchner) y Cristina. Fue la época de la recuperación de las clases medias argentinas”, agrega.

El “profe Romero” achaca el éxito de los Kirchner a que supieron hacer políticas transformadoras, pero también comunicarlas

Al kirchnerismo, como al peronismo, se llega desde el corazón y desde lo simbólico, a través de un imaginario común; esto es, un “nosotros”. Carlos Javier Romero, popularmente conocido como el “profe Romero”, es un periodista y profesor argentino de filiación kirchnerista conocido por su gran impacto y capacidad de difusión a través de las redes sociales y la radio. Él es todo un profesional de la comunicación política, experto en construir y ampliar el “nosotros”. Según Romero, “los Kirchner consiguieron poner los derechos humanos y sociales por encima de todo”. Sus posicionamientos firmes y decididos y su capacidad para enfrentarse con éxito a organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y a gigantes mediáticos como el grupo Clarín les valieron la confianza de amplios sectores de la sociedad. “Néstor y Cristina destacaron siempre por saber ir más allá de lo que se esperaba de ellos”, apuntala Romero.

Para el profesor santafesino Martín Soto Payba, “el Pueblo encuentra en figuras como las de Néstor, Cristina o el matrimonio Perón a alguien que los interpela, los escucha, los comprende y es capaz de generar un proyecto de esperanza que aúna los valores nacionales con la justicia social”. El “profe Romero” achaca el éxito de los Kirchner a que supieron hacer políticas transformadoras, pero también comunicarlas. “Hubo política en las calles y mucha pedagogía sobre lo que estaba en juego, y, a través de valores como el amor y el cariño se consiguió generar esperanza en una sociedad que estaba emocionalmente desanimada y económicamente hundida”, explica. Ahora –añade Romero– “el golpe contra Cristina es un triple ataque: en primer lugar, contra la democracia; en segundo lugar, contra el peronismo; por último, contra el sector más transformador del peronismo”. Martín Soto Payba aprovecha el precedente del caso de Alfonsín para remarcar que la violencia política no es nueva en Argentina, y mucho menos en América Latina. Ahora bien –señala el profesor de la UCSF–, “parecía olvidada en un país donde la memoria democrática es tan importante como Argentina”.

Argentina, el peronismo y la polarización: ¿la Patria es el Otro?

La periodista Mariana Moyano narra en su podcast Anaconda con Memoria, uno de los más escuchados de la semana en Spotify Argentina, su recorrido por la manifestación que tuvo lugar en la Plaza de Mayo de Buenos Aires al día siguiente del intento de homicidio contra Cristina. Le preocupaba ver únicamente a los ya convencidos defendiendo a la actual vicepresidenta. Para su sorpresa, en aquella plaza abarrotada había muchos propios, pero también muchos extraños, que apenas seguían el hilo de los cánticos en defensa de Cristina. Y es que –apunta–, “cuando te defienden sólo los propios hay más posibilidades de que la bala salga”. De nuevo viene el recuerdo del intento de atentado contra Alfonsín: se trataba de defender la democracia.

Inmersos en una retórica de polarización, sectores importantes de las democracias se están olvidando de quienes están fuera del “nosotros”. “Aquello que se polariza con las palabras, se extrema en la calle”, apunta Moyano en su podcast. Le preguntamos cómo salir de esta retórica polarizante. “Si por algo se caracterizó el peronismo a nivel histórico y geopolítico fue por la Tercera Posición”, plantea. Y, para Moyano, esta Tercera Posición tiene que ver más con el tono del Papa Francisco que con la equidistancia o estar en el medio, como creen algunos. “Si hay un movimiento con capacidad para aislar a quienes compran la lógica polarizante (a izquierda y derecha) que cada día va a más con los algoritmos ese es el peronismo”, expone. Y es que… ¿acaso es posible volver a plantear políticas de mayorías sin recuperar la calma y la convivencia? El asalto del Capitolio y la derrota histórica en Chile parecen dos señales importantes. Sólo la historia dirá si Argentina y los movimientos populares del mundo son capaces de trazar su propio rumbo.