editorial
El furor punitivista como medida de todas las cosas
La nueva ley es un intento de generar un instrumento legal que supone un avance claro. No defendamos penas más largas ni neguemos el derecho de los reos a ver revisadas sus penas, porque esto forma parte de nuestro Estado de Derecho
17/11/2022
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La Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, más conocida como ley del solo sí es sí, ha venido a transformar la manera en la que en nuestro país se persiguen los delitos contra la libertad sexual introduciendo una perspectiva feminista. Hay elementos que era imprescindible recoger, como el hecho de que atacar sexualmente a una mujer drogada o borracha no fuese considerado agresión, sino abuso –con penas más bajas–, lo que trasladaba el mensaje de menor gravedad. Lo mismo sucedía con la mayoría de casos en los que se usaba algún tipo de intimidación para atacar la libertad sexual de las mujeres.
Con la entrada en vigor de la reforma legislativa, algunas condenas por delitos sexuales están siendo rebajadas, lo que afecta a las mujeres que han sido víctimas de estas agresiones. Se trata de una consecuencia en gran medida inevitable. Al refundir en un sólo delito lo que antes se llamaban abusos y agresión sexual, las penas mínimas descienden. Al mismo tiempo, la desaparición de muchos delitos es una operación legislativa compleja que en casos concretos puede siempre significar que alguna conducta específica sea merecedora de menor pena que con el régimen anterior.
En este punto, nuestra Constitución obliga a los jueces a aplicar retroactivamente la legislación que sea más beneficiosa para el condenado. Además, el principio pro libertate exige que, si hay una interpretación de la ley más acorde con los derechos fundamentales, sea esta la que se utilice. Los tribunales de justicia están actuando en general de manera correcta, tal y como corresponde a un sistema garantista en el que hasta el delincuente más odiado tiene derechos fundamentales.
Si el Ministerio de Igualdad, y el Gobierno de España, creen en esta ley, deben defenderla. Con argumentos, y no con ataques a jueces y abogados
Políticamente, carece de sentido poner el acento en estos casos. De una parte, porque la intención de la ley nunca fue la de aumentar las penas por delitos sexuales. España tiene uno de los códigos penales más duros en este terreno. Las penas que castigan estos delitos en nuestro país son más altas que las del resto de países de nuestro entorno. Pedir más dureza contra los violadores da votos, porque juega con los instintos primarios de una parte de la población. Sin embargo, como demuestran unánimemente todos los estudios criminológicos, no sirve para evitar los delitos. El ensañamiento con los criminales, además, tampoco implica en un Estado democrático mayor protección de las víctimas. Desde el feminismo de base tampoco se había pedido un aumento de penas, sino que se ponía el acento en la prevención y la educación, y en garantizar el derecho a una atención integral especializada y accesible para todas las mujeres, niñas y niños que hubieran sufrido violencias sexuales. La nueva ley contempla estas solicitudes, pero queda pendiente la aplicación.
Nuestra sociedad tiene un problema con la violencia contra las mujeres y sus libertad e integridad sexual. La nueva ley es un intento de generar un instrumento legal que, en muchas cuestiones, supone un avance claro. No nos dejemos cegar por el furor punitivista, no defendamos penas más largas ni neguemos el derecho de los reos a ver revisadas sus penas, independientemente del delito cometido, porque esto forma parte de nuestro Estado de Derecho. Tampoco deberíamos olvidar cuál es el objetivo que nos une: contribuir a reducir la violencia sexual contra las mujeres y lograr un proceso penal menos doloroso para las víctimas.
Si el Ministerio de Igualdad, y el Gobierno de España, creen en esta ley, deben defenderla. Con argumentos, y no con ataques a jueces y abogados. Y con valentía. Sí, algunas penas, que salen de sentencias que no podrían dictarse con la nueva ley, se reducen mucho. Es el peaje de una ley mejor, más moderna. Que obligará a los jueces a ir soltando lastre machista. Las leyes feministas nos cambian como sociedad, pero para que se vean sus efectos hace falta tiempo, aprendizaje y un poco de tranquilidad.
La Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual, más conocida como ley del solo sí es sí, ha venido a transformar la manera en la que en nuestro país se persiguen los delitos contra la libertad sexual introduciendo una perspectiva feminista. Hay elementos que era imprescindible recoger, como el hecho de que atacar...
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