Argentina
Scaloni: el Leónidas de Pujato
Criticado y menospreciado cuando fue nombrado seleccionador, ha ganado el Mundial y otros dos títulos en apenas año y medio con una filosofía de humildad, trabajo callado y sentido común
Ricardo Uribarri 21/12/2022
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Nadie en Argentina habría apostado hace años a que el siguiente en unirse a Menotti y a Bilardo en la lista de entrenadores que llevaron a la albiceleste a ganar el Mundial sería Lionel Sebastián Scaloni. La lógica hacía pensar que Pochettino, Martino, Simeone, Gallardo o Sampaoli podrían ser los llamados a conseguir ese honor. Cuando en 2018 se hizo cargo de la selección, era un técnico sin experiencia en la élite y que parecía que solo iba a ejercer labores de interino durante unos meses a la espera de que nombraran a alguien con más fama. Hoy, mientras todos los focos apuntan a Messi, es obligatorio resaltar el trabajo de una persona que en apenas año y medio ha ganado tres grandes títulos. ¿Cuál ha sido su receta?
Nacido hace 44 años (es el segundo técnico más joven en conseguir el trofeo, después de Menotti) en la localidad de Pujato, perteneciente a la provincia de Sante Fé, Scaloni no hizo una gran carrera en el fútbol de su país. Se formó en el Newell’s Old Boys, equipo con el que debutó como centrocampista en la máxima categoría en 1995, jugando apenas 12 partidos. En 1996 se marchó a Estudiantes, donde tuvo un buen desempeño y logró convertirse en titular habitual. Eso le permitió ser convocado por la selección sub-20 para el Mundial de 1997 en Malasia, donde Argentina se proclamó campeona y él fue uno de los jugadores más destacados. El Deportivo de la Coruña se fijó en él y le fichó en enero de 1998. Ahí empezó su exitoso periplo en España, tras apenas 49 partidos en la Primera división argentina.
En nuestro país vivió grandes años en el equipo gallego, donde estuvo nueve temporadas, en las que consiguió una Liga, una Copa y dos Supercopas. Posteriormente pasó por el West Ham inglés, Racing Club de Santander, Lazio, Mallorca y Atalanta, donde colgó las botas en 2015, 17 años después de irse de su país. Durante todo este tiempo, apenas fue llamado siete veces para la selección absoluta. Una vez retirado, se fue a vivir a Mallorca, donde había conocido a la que es su mujer. Como tenía claro que quería seguir vinculado al fútbol obtuvo el título de entrenador a través del curso que imparte la Federación Española, y en el que tuvo como profesor a alguien a quien puede encontrarse como rival en un banquillo: Luis de la Fuente, el recién nombrado seleccionador español. Las prácticas las hizo durante seis meses en un club de la isla mallorquina, el Son Caliu, donde guardan un gran recuerdo de él.
En octubre de 2016 le llegó la oportunidad de unirse como analista de rivales al cuerpo técnico de Sampaoli, que entonces entrenaba al Sevilla y que poco después pasó a dirigir a la selección argentina. La mala experiencia del Mundial de Rusia 2018, donde el combinado sudamericano fue eliminado en octavos de final, provocó la destitución de Sampaoli y todo su equipo, con la excepción de Scaloni, que pidió quedarse trabajando con los juveniles. El presidente de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia, le puso al frente de la selección sub-20 que debía afrontar enseguida el importante torneo de L’Alquería, en Valencia. Argentina se proclamó campeón y, de forma interina, a Scaloni le situaron como responsable de la absoluta a la espera de encontrar otro técnico con más nombre para el puesto.
El hecho de no haber tenido una gran carrera como jugador en la Liga local ni con la selección jugaba en su contra. Para muchos era un desconocido
En aquel momento, la prensa no entendió muy bien la decisión, y le calificó como incapaz e inexperto, sin darle apenas la oportunidad de demostrar su valía. Algún periodista incluso llegó a compararlo con un ladrón de coches por la forma de llegar a la selección absoluta. Aunque quizá la crítica que más daño le hizo le llegó del mismísimo Diego Armando Maradona, que afirmó que “Scaloni es un gran muchacho, pero no puede dirigir ni el tráfico”. El hecho de no haber tenido una gran carrera en la Liga local ni con la selección jugaba en ese momento en su contra. Para muchos era un desconocido, un argentino más de los muchos que se marchan de jóvenes a buscarse la vida al extranjero sin convertirse en una primera figura internacional.
Ocurrió que de los seis primeros partidos que dirigió ganó cuatro y solo perdió uno. Eso, y el hecho de no encontrar ningún otro candidato de nivel que estuviera disponible en ese momento, facilitó que fuera nombrado definitivamente en noviembre de 2018 como seleccionador. Decidió formar su equipo técnico con caras reconocibles para el público, con ascendente para los jugadores más jóvenes, y que tuvieran sentimiento por la camiseta. Así llegaron exjugadores como Pablo Aimar, Roberto Ayala y Walter Samuel, cada uno encargado de ayudarle en una faceta del juego (defensivo/ofensivo, estrategia…). Al principio, decidió no convocar a Messi. Prefirió armar antes un grupo con jugadores de su confianza al que luego se uniera Leo.
Al principio, decidió no convocar a Messi. Prefirió armar antes un grupo con jugadores de su confianza al que luego se uniera Leo
Así llegó su primera gran prueba de fuego, la Copa América de 2019, ya con la gran estrella argentina en el equipo. Y la cosa no salió bien. Tuvo muchos problemas en la fase de grupos, en la que ganó solo un partido, y tras eliminar a Venezuela se clasificó para semifinales. Allí, y en su mejor partido del torneo, cayó eliminada al perder 2-0 con Brasil. La victoria en la lucha por el tercer puesto no evitó que las dudas en torno a su figura y las críticas volvieran a aparecer. El editorial del periódico Página 12 dijo de él: “Carece de espalda propia como para soportar cualquier cimbronazo. Pierde en la comparación con cualquiera de los otros técnicos sudamericanos (…) Ojalá que el fútbol argentino no pague un precio demasiado alto por este aprendizaje”. El respaldo de los jugadores fue decisivo para que los dirigentes le mantuvieran en el cargo. Su receta en esos momentos fue la que le enseñaron sus padres cuando era joven: “Nunca bajar los brazos, sin ir contra nadie, yendo para adelante siempre”.
Después de la pandemia, llegó la hora de afrontar la Copa América de 2021. Y ahí empezó a germinar lo que Scaloni había estado sembrando con anterioridad. Argentina alcanzó la final y fue capaz de ganar a Brasil en su templo, Maracaná, poniendo fin a una sequía sin títulos de 28 años. Tras la victoria en cuartos de final ante Ecuador, surgió en las redes un mote, ‘La Scaloneta’, escenificado con un dibujo de una furgoneta que dirigía Scaloni, y con el que los aficionados querían demostrar su identificación con el manejo del equipo. El técnico había sido capaz de cambiar las lanzas con las que fue recibido por el aprecio de muchos. En una entrevista en la televisión, apenas unos días después de obtener el triunfo, el periodista Alejandro Fantino le bautizó como el ‘Leónidas de Pujato’, comparándolo con el rey Leónidas de Esparta, y sacándole la afirmación de que “nunca tendría miedo”. Algo que ya había quedado demostrado al hacerse cargo de la selección en un momento delicado y sin apenas respaldo.
Unos meses después, también se impuso en la Finalissima, un nuevo torneo disputado en Londres a partido único, que enfrentaba al ganador de la Eurocopa y de la Copa América, y donde venció a Italia. De esa forma, con una racha de 36 partidos sin perder, se presentó la albiceleste en Catar con la vitola de ser una de las grandes candidatas al título de la Copa del Mundo. Sin embargo, a las primeras de cambio, sufrió una sorprendente derrota ante Arabia Saudí, que complicaba la clasificación a las eliminatorias. Pero él mantuvo la calma en todo el momento, algo que se ha convertido en una de sus señas de identidad como técnico: “Cuando jugaba, no era tan tranquilo. Todo lo contrario. Pero aprendí mucho, me empapé mucho de los entrenadores que tuve, de cómo me gustaba que me hablen, de cómo me gustaba que lleve un grupo un entrenador. Y soy de los que piensan que el entrenador tiene que ser el ejemplo del grupo y el que tiene que ser la cabeza”, afirmó en el campeonato. La buena dirección del grupo ha sido una de las claves de su éxito.
En los 43 últimos partidos, Argentina tan solo ha sufrido una derrota
La victoria ante México, en un partido con una presión máxima, liberó al equipo, que fue claramente de menos a más durante el campeonato y que mostró a un Scaloni capaz de alternar diferentes sistemas y encontrar soluciones a lo largo de un encuentro. “No tengo predilección por un sistema. No creo que sea importante eso y si ocupar todo el ancho de la cancha. El fútbol va camino a ser vertical, nos gusta robar para llegar lo más rápido posible al arco de enfrente”, confesó sobre el juego que le gusta. Teniendo a su disposición a un Messi súper motivado para esta cita, pero con limitaciones físicas por la edad, supo armar un grupo de jugadores que trabajara para Leo y que además casaran con el estilo que más le gusta como técnico. Ese ha sido otro de los secretos del triunfo.
Toda la frialdad que mostró Scaloni a lo largo del Mundial se vino abajo tras la victoria en la final. Ahí vino un llanto público que era consecuencia de todo lo vivido en su etapa en la selección: los reproches, los menosprecios, pero también, de la enorme tensión acumulada en el Mundial. Con la problemática situación que está viviendo Argentina a nivel económico, sabía que lo que acababan de conseguir suponía dar felicidad a gente que lo está pasando mal. No ha debido ser fácil saber llevar la presión de tener detrás a todo un país al que solo le valía ganar. Más de uno se acordó en ese momento de una célebre frase de Pelé: “El gran regalo que recibís con la victoria no es el trofeo, es el alivio”. No pudo faltar tampoco en ese momento un guiño a su éxito más significativo como jugador con Argentina, al enfundarse la camiseta con la que ganó el Mundial sub-20. En el momento de los halagos, Menotti, actual director de selecciones de la AFA, tuvo claro a quién señalar: “Esto es un mérito absoluto del Scaloni y de su cuerpo técnico”. En los 43 últimos partidos, Argentina tan solo ha sufrido una derrota.
El hombre al que despreciaron, al que ridiculizaron, es el que en poco más de 18 meses ha ganado todos los títulos que puede obtener un seleccionador y, además, ha puesto fin a una sequía de éxitos que duraba casi tres décadas. Y todo con humildad (“No estoy en la misma mesa que Menotti y Bilardo. Ellos marcaron una época. Ojalá lo hayan disfrutado”, aseguró tras el triunfo), sentido común y trabajo callado. Sí, este será el Mundial de Messi. Pero también será para siempre el de Scaloni. En el Deportivo le esperan para que cumpla la promesa que un día hizo: entrenar al equipo gallego.
Nadie en Argentina habría apostado hace años a que el siguiente en unirse a Menotti y a Bilardo en la lista de entrenadores que llevaron a la albiceleste a ganar el Mundial sería Lionel Sebastián Scaloni. La lógica hacía pensar que Pochettino, Martino, Simeone, Gallardo o Sampaoli podrían ser los llamados a...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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