geopolítica
El caso Brittney Griner y el debate sobre el intercambio de presos
El canje entre la jugadora de baloncesto norteamericana condenada en Rusia y un traficante de armas preso en Estados Unidos reaviva la discusión sobre los posibles riesgos de esta práctica
Ricardo Uribarri 14/12/2022
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El intercambio de prisioneros entre países es una práctica habitual que se realiza desde hace décadas, tanto en tiempos de guerra como en los de paz, y que en la mayoría de las ocasiones se lleva a cabo con la mayor discreción. No ha sido el caso de la baloncestista estadounidense Brittney Griner, cuya detención el pasado mes de febrero en Moscú y reciente liberación a cambio de un conocido traficante de armas ruso, que cumplía condena en Estados Unidos, ha contado con la atención de medios, compañeros deportistas y opinión pública. El hecho de que una de las protagonistas del canje, realizado en el aeropuerto de Abu Dabi, en los Emiratos Árabes Unidos, sea una de las mejores jugadoras americanas de la última década, provista, además, de un distintivo perfil personal, unido a la complicada situación política internacional actual por la invasión de Rusia a Ucrania, ha dotado a este episodio de una peculiaridad que le ha hecho salirse de la norma. Un suceso que tiene sus causas y sus posibles consecuencias.
El pasado 17 de febrero, pocos días antes de que las tropas rusas invadieran territorio ucraniano, Brittney Griner decidió dejar Rusia, donde jugaba para el Ekaterimburgo. Sin embargo, en un control en el aeropuerto de Sheremetyevo, los funcionarios le descubrieron en su equipaje dos cartuchos de vapeo que contenían 0,25 y 0,45 gramos de aceite de cannabis. Unos días después, el 5 de marzo, tanto el New York Times como la agencia de noticias rusa TASS dieron a conocer la detención de la jugadora, mientras que la televisión estatal rusa mostraba una foto de Brittney detenida en una comisaría. Ella argumentó en el juicio que se celebró en julio que “no quería infringir la ley y que fue un error al hacer la maleta rápidamente”. Uno de sus letrados presentó un justificante médico del Departamento de Salud de Arizona en el que recomendaba a la jugadora el uso de cannabis medicinal para tratar el dolor. Nada de eso evitó que en agosto fuera condenada a nueve años de cárcel por posesión y contrabando de drogas.
Desde los primeros meses de su detención se empezó a hablar sobre la posibilidad de un intercambio como única salida para que la deportista pudiera volver
Ya desde los primeros meses de su detención se empezó a hablar sobre la posibilidad de un intercambio como única salida para que la deportista pudiera volver a su país. El 29 de abril, el Departamento de Estado de Estados Unidos calificó lo sucedido como detención incorrecta, lo que, independientemente del estado legal de su caso, le empujaba a negociar su liberación. Los dirigentes rusos vieron la ocasión de lograr un objetivo que llevaban persiguiendo largo tiempo: la liberación del empresario ruso Viktor Bout, conocido como “el mercader de la muerte”, detenido en 2008 y condenado en Estados Unidos a 25 años de cárcel por tráfico de armas. A ellos les interesaba que se hablara públicamente del caso porque eso suponía más presión para Biden, que ha hecho de la repatriación de los prisioneros americanos en el extranjero un objetivo. La popularidad de Brittney en su país propiciaba negociar desde una posición de fuerza.
Hablamos de una deportista a la que medios de comunicación importantes, como ESPN, ha llamado “la jugadora de baloncesto femenino más famosa del mundo”, mientras que Sports Illustrated la ha definido como “la figura más transformadora del deporte”. Se trata de una de las once únicas jugadoras en la historia que ha sido campeona olímpica, campeona mundial (dos veces), campeona de la WNBA y campeona universitaria. Fue también la primera en anotar 2.000 puntos en la NCAA (competición universitaria) y ha sido dos veces máxima anotadora de la WNBA. Seleccionada siete veces en el All-Star (equipo de las mejores de la WNBA), fue incluida en 2021 como una de las 25 mejores jugadoras de la historia de la WNBA. Su altura de 2,03 la ha permitido ser una pívot dominante que incluso realiza mates con relativa facilidad. Como curiosidad cabe decir que tiene una mano más ancha que Lebron James, una de las estrellas de la NBA. En su palmarés no pueden faltar tampoco las cuatro Euroligas que ha ganado con el Ekaterimburgo ruso. Y ahí surge una pregunta que se hace mucha gente. ¿Por qué una de las jugadoras estadounidenses más destacadas se marcha a jugar cada año desde 2015 a Rusia?
La situación para Griner se complicó cuando fue enviada a la cárcel denominada IK-2, uno de los centros penitenciarios más duros de Rusia
La temporada de la WNBA se disputa de mayo a octubre, lo que permite a las mejores baloncestistas hacer compatible el calendario norteamericano con el europeo. Y pese a que por nivel deportivo seguramente sea la competición más atractiva a nivel mundial, los equipos de la WNBA están muy lejos del potencial económico que tienen algunos de los clubes del viejo continente, como puede ser el caso del Ekaterimburgo. Las diferencias de emolumentos llegan a ser de cinco a ocho veces más en otros países que en Estados Unidos, donde hay un límite salarial marcado según los ingresos de la competición. Valga como ejemplo que Griner tiene un salario de 228.000 dólares anuales con su equipo de la WNBA, Phoenix Mercury, mientras que en los meses que juega en Rusia gana más de un millón de dólares. El propio Ekaterimburgo llegó a pagar a Diana Taurasi, otra de las mejores jugadoras estadounidenses, para que no disputara la temporada de la WNBA y se dedicara a descansar durante esos meses.
La situación para Griner se complicó en Rusia cuando, tras ser desestimado su recurso sobre la condena impuesta, fue enviada a la cárcel denominada IK-2, también conocida como Colonia Correccional Pokrov, uno de los centros penitenciarios más duros del país, a unos 100 kilómetros de Moscú, el mismo al que fue enviado el pasado año el político opositor ruso Alexei Navalny. Por su condición de estadounidense, que por su altura no fuera a pasar desapercibida, y siendo afroamericana y declarada homosexual, hubo quien temió por la integridad de Brittney en ese penal, al que fue trasladada el pasado 4 de noviembre. De ahí que se aceleraran las negociaciones comandadas por el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, y el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Labrov, para culminar el intercambio.
Sin embargo, familiares de la jugadora confiaban en que las circunstancias que le han tocado vivir la ayudaran a pasar esta difícil situación. Desde pequeña, Brittney tuvo que sufrir acoso, burlas por su apariencia e incomprensión. Lo padeció en su etapa escolar, cuando los compañeros le tocaban el pecho y le decían que si era un niño. De aquella época recuerda que hacía dibujos en los que aparecía siempre alguien llorando. Y escribía frases como “por favor, hazme normal cuando despierte”. En una entrevista en Sports Illustrated confesó: “Fue duro. Me molestaban por ser más grande, por mi sexualidad, por todo. Los profesores lo sabían y no hicieron nada”. Sintió también rechazo en su casa, porque su padre, un ayudante del sheriff en el condado de Harris, en Houston y veterano de Vietnam, se tomó muy mal el saber que su hija era lesbiana. “No voy a criar a ninguna chica gay”, llegó a decir, provocando que se fuera de casa durante unas semanas, aunque ahora su relación ha mejorado. Y asimismo tuvo problemas cuando el entrenador del equipo de la universidad bautista de Baylor, Kim Mulkey, le reprochó que se dejara ver públicamente con su novia.
Esas circunstancias pueden estar detrás de algunos problemas de agresividad que Brittney ha protagonizado en el pasado, como cuando le rompió la nariz a una contrincante en un partido en su etapa universitaria, lo que llevó a recibir sesiones de terapia, o el episodio de violencia doméstica que tuvo en 2015 con su primera esposa, Glory Johnson, cuando una discusión acabó en agresiones físicas mutuas, por lo que ambas fueron detenidas. Poco después la deportista solicitó la anulación de ese matrimonio y actualmente está casada con Cherelle Watson.
¿Puede el intercambio de prisioneros llevar a que haya más detenciones cuestionables para lograr beneficios geopolíticos o conseguir canjes?
En Estados Unidos hay gente no está satisfecha con el intercambio porque les cuesta admitir que se haya puesto en libertad a un traficante sin escrúpulos que ha proporcionado armas a dictadores, guerrillas y gobiernos de África, Asia y Colombia a cambio de una jugadora de baloncesto juzgada por un delito menor de drogas. Bout fue detenido en Tailandia y extraditado a Estados Unidos en 2010. Su historia fue llevada al cine en la película El señor de la guerra, protagonizada por Nicolas Cage. La administración Biden intentó durante muchos meses incluir en el canje a Paul Whelan, un ejecutivo de seguridad de una empresa estadounidense que en 2020 fue condenado en Rusia a 16 años de prisión acusado de espionaje, pero las autoridades rusas se negaron a ello.
La repercusión que ha tenido este caso ha reavivado el debate político sobre sus consecuencias. ¿Puede el intercambio de prisioneros llevar a que haya más detenciones cuestionables para lograr beneficios geopolíticos o conseguir canjes? El propio Blinken aseguró al respecto que “el arresto y la condena de Griner saca a la luz el comportamiento injustificado de las detenciones para hacer avanzar su agenda (en relación con la administración rusa) usando a personas retenidas”.
Por otro lado, ¿influirá lo sucedido con Brittney Griner para que haya deportistas que se piensen el ir a desarrollar su carrera a otros países, aún a costa de perder mucho dinero?
El intercambio de prisioneros entre países es una práctica habitual que se realiza desde hace décadas, tanto en tiempos de guerra como en los de paz, y que en la mayoría de las ocasiones se lleva a cabo con la mayor discreción. No ha sido el caso de la baloncestista estadounidense Brittney Griner, cuya detención...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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