ELECCIONES 2023
Sumar a la izquierda del PSOE
Ante una derecha que, con un fuerte componente autoritario y un absoluto servilismo hacia los poderes económicos, estimula la regresión democrática, necesitamos un proyecto como el que propone Yolanda Díaz
Milagros Rubio 14/12/2022
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Hay sobrados motivos para la reflexión y la rectificación de quienes hemos venido protagonizando y determinando la trayectoria de los últimos años a la izquierda del PSOE. En primer lugar, podemos concluir que ningún partido de los que actualmente están en escena puede por sí mismo pretender ocupar en exclusiva ese espacio, ni tampoco ejercer un liderazgo integrador. Ni siquiera Unidas Podemos, que obtuvo unos resultados importantes con sus 35 diputados en las elecciones de noviembre de 2019 y tiene hoy una significativa presencia en el gobierno, es ya un elemento aglutinador. No solo porque sus principales socios (Podemos e IU) están cada vez más distanciados, sino porque ni la coalición como tal ni los partidos que la componen por separado han generado las expectativas de liderazgo e ilusión que reclama el momento. Las declaraciones de Pablo Iglesias del 6 de noviembre, en la Universidad de Otoño de Podemos, y otras intervenciones en la misma dirección, se asientan en la autoafirmación de Podemos como fuerza determinante y preponderante en la izquierda. La afirmación, en clara confrontación con el proyecto de Yolanda Díaz, no es la forma más idónea para promover la confluencia, ya de por sí complicada, y parece augurar nuevas turbulencias en el intrincado camino del necesario agrupamiento de la izquierda.
Lo cierto es que a cuatro meses de las elecciones municipales y autonómicas el panorama sigue siendo bastante sombrío. Las confluencias se han llevado a cabo en Navarra, Extremadura, La Rioja y poco más. Siguen pendientes en la mayoría de comunidades autónomas y en los ayuntamientos más importantes, lo que hace pensar que los deseados avances en el terreno de la unidad pueden quedar a medio camino en muchos sitios. La cita electoral de mayo de 2023 tiene especial trascendencia para las izquierdas, por el reto que suponen los más de 8.000 ayuntamientos y 11 comunidades autónomas en liza. Siempre le hemos dado mucho valor a la presencia en esas instituciones cercanas a la ciudadanía. De los resultados van a depender, en buena medida, las opciones de consolidar un proyecto consistente en el camino hacia las elecciones generales de finales del 2023.
Hay encuestas, como la de El País del pasado 6 de diciembre, que señalan la imperiosa necesidad de la unidad de la izquierda como única forma de garantizar la continuidad del gobierno de progreso actual frente al desastre que supondría ir por separado, lo que provoca un clamor más o menos bienintencionado hacia el entendimiento entre los partidos. Ese empeño aglutinador de siglas de izquierda es sin duda un factor positivo, pero a estas alturas resulta un plan exiguo. La simple suma de siglas, siendo necesaria, no va a resolver los déficits que arrastramos, porque todos los partidos nos hemos visto sometidos a un profundo desgaste y la imagen que proyectamos carece del revulsivo en positivo que la situación demanda.
Del más avanzado e importante acuerdo surgió Unidas Podemos (Podemos + IU) y no es casual que no esté sobre la mesa la reproducción del formato. Tenemos que ser conscientes de que aquí, y en buena parte de Europa, se ha producido un fuerte deterioro de los partidos de izquierda en los últimos años. El desgaste obedece a razones múltiples, unas propias de nuestros errores y otras del contexto general en el que se desenvuelve la política en España y en el resto del mundo. En la actualidad es insuficiente la suma de siglas que ha operado en tiempos pasados y tenemos la obligación de abrir nuevos caminos, de no repetir fórmulas que han mostrado sus límites y, en cierta medida, su caducidad. Es necesario ir más allá de lo que hoy alcanzan los partidos, para generar un nuevo espacio, abierto, integrador, plural, transversal, participativo, que escuche a la gente, con un nuevo lenguaje pegado a las preocupaciones de la ciudadanía.
Tenemos la obligación de abrir nuevos caminos, de no repetir fórmulas que han mostrado sus límites y, en cierta medida, su caducidad
En este escenario con evidentes limitaciones y problemas, surge Sumar, un proyecto que, haciéndose cargo de las insuficiencias que hemos enunciado y constatado en los últimos tiempos, realiza una propuesta innovadora y audaz que pretende generar un movimiento ciudadano amplio sobre nuevas premisas. Sumar ofrece un proyecto de transformación para la próxima década y un plan de escucha y participación abierta a la gente, asociaciones, sindicatos y partidos, que apunta a las elecciones generales de diciembre de 2023. Es una propuesta ambiciosa que ya ha dado sus primeros pasos con presentaciones en diversos lugares de España, y ha tenido gran aceptación, a juzgar por la asistencia a las convocatorias y las expectativas que suscita. Se está generando una pulsión de ilusión y esperanza en torno al proyecto que a todos y todas nos conviene mimar, cuidar y estimular.
En la presentación de Sumar del pasado 8 de noviembre en Pamplona-Iruña, se pudo comprobar. Los planteamientos y propuestas que desgranaba Yolanda Díaz sintonizaban con lo que venimos trabajando en Contigo Navarra-Zurekin Nafarroa. Díaz expresó su apoyo a la coalición navarra, y la nutrida representación de esta en el acto transmitió asimismo su simpatía y apoyo a la iniciativa que encabeza la vicepresidenta del Gobierno. Fue un acto que generó en las gentes asistentes ilusión, expectativas y voluntad de abrir un nuevo camino que vaya más allá de los partidos, impulsando una unidad amplia y abierta desde la pluralidad y diversidad de la propia sociedad navarra.
Todos los partidos debiéramos estar por la labor de iniciar esta nueva etapa y ajustarnos al papel que nos corresponda jugar. Manejando el concepto de unidad en un sentido más amplio que lo que significa la suma de siglas, tenemos que empujar, apoyar y contribuir con todas nuestras fuerzas a edificar este nuevo espacio. En su configuración y proyección, debiéramos darle todo su protagonismo a esta operación renovadora y reservarnos un lugar importante y necesario, pero secundario como tales partidos, para no debilitar la percepción de la sociedad de que realmente comenzamos una nueva etapa. Los egos personales, la defensa de un estatus alcanzado que no se quiere perder y los patriotismos de partido son malos consejeros para emprender esta andadura que ha de encargarse de pasar página y borrar de la memoria de la gente los malos rollos que hemos generado en la izquierda.
No se puede dejar pasar este tren cuando la amenaza que tenemos enfrente es una derecha que, a juzgar por las encuestas, como no hagamos las cosas bien, puede alcanzar La Moncloa y ya amenaza con derogar las conquistas sociales. Estos logros son limitados, pero sirven para amortiguar los efectos de la crisis en los sectores más desfavorecidos. Necesitamos una unión como la que propone Sumar, ante una derecha que, con un fuerte componente autoritario y un servilismo absoluto hacia los grandes poderes económicos, estimula la regresión democrática al igual que en otras latitudes del mundo.
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Milagros Rubio forma parte de Batzarre.
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