GOLPE DE REMO
La generación de cristal
Ser de derechas nunca consistió en ser enemigo de la libertad, sino en serlo de que la libertad se democratizase; que fuera para todos en lugar de para una élite
Pablo Batalla Cueto 22/12/2022
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Las cosas que le pueden arruinar el día a la generación de cristal son impredecibles. El 20 de diciembre se lo arruinaba a José Manuel Soto, uno de sus miembros más esclarecidos, la imagen de Pedro Sánchez entrando a un tren antes que el rey. Los snowflakes son así de hipersensibles. Una bandera de España accidentalmente colgada del revés, una dama que no agradece que le abras la puerta, un comentario amable sobre el mal envejecimiento de una canción de los ochenta, puede soliviantar a estas gentes hasta extremos inconcebibles. Y en la medida en que sean gentes conocidas o dispongan de tribunas privilegiadas para hablar a las masas, pueden convertir nuestra vida en un infierno de turra sin fin. Un colectivo de ellos acaba de fundar un think tank –del que malicia el personal que más bien debería llamarse drink tank– llamado Pie en Pared. Contra la tiranía woke, ese irrespirable totalitarismo consistente en que José Luis García, 32 siguiendo, 16 seguidores, se pueda burlar en Twitter de la columna de gran periódico en la que clamas contra el ocaso de la civilización occidental porque alguien no se rió de un chiste de gangosos que le contaste.
La última es la de Pedro Sánchez y el rey en la inauguración del AVE a Murcia, y revela algo sobre nuestra época. La ira reaccionaria contra lo woke (o sea, lo progre: esta gente es muy de importar anglicismos innecesarios para lo que podrían nombrar en castellano) también es la ira contra que valga para todos lo que siempre valió para el rey o el papa. Hay para el soberano pronombres propios (Su alteza, su majestad, su santidad). Se le reconoce su nombre sentido: llamarse Bertie, reinar como Jorge; llamarse Karol, reinar como Juan Pablo. Se hacen, con él, protocolos especiales y discriminación positiva: uno no puede hablarle al rey de cualquier manera, uno no puede entrar en el AVE antes que el rey. Años ha, se montó una pequeña zapatiesta después de que Vicente Fox, el presidente de México, saludase a la reina Isabel II, durante el funeral de Karol/Juan Pablo, dándole dos besos.
Ser de derechas nunca consistió en ser enemigo de la libertad, sino en serlo de que la libertad se democratizase
Es lo woke, al final, una democratización de la majestuosidad y la monarquía; la manera que encuentra una época individualista de canalizar sus anhelos democráticos, niveladores: que todo hijo de vecino merezca ser tratado como un rey, con la delicadeza y la reverencia debida a un rey. Los historiadores del movimiento obrero explican que, al lado de las demandas contante y sonantemente materiales, los proletarios siempre incluyeron entre las reivindicaciones que los conducían a la huelga o la manifestación cuestiones no traducibles en libras y peniques, sino que hacían parte de una mera exigencia de respeto: que el patrón, por ejemplo, los tratara de usted. A veces, los patronos toleraban peor esas demandas de respeto que las puramente pecuniarias, algo que se parodia en la serie BoJack Horseman cuando los becarios de Hollywood van a la huelga, se sientan a negociar con el productor Lenny Turtletaub, le dicen que su única demanda es ser tratados como seres humanos y este les responde: “¡Intolerable!”.
Ese respeto colectivo que la clase trabajadora pedía en tiempos de masas movilizadas, hoy que no las hay se pide para cada ciudadano, uno por uno, pero el anhelo macro que subyace a dicha demanda es exactamente el mismo, y es la igualdad; bajar, como se alegorizaba en el tiempo de los comuneros y las germanías, a los caballeros de su caballo. Y la generación de cristal –la auténtica, la de Soto, la de Girauta– lo es porque ve de frágil vidrio el edificio de jerarquía y autoridad del que son beneficiarios y defensores y reaccionan con histrionismo ante cualquier ventezuelo en el que perciban palpitaciones de la energía que podría desmoronarlo. Ser de derechas nunca consistió en ser enemigo de la libertad, sino en serlo de que la libertad se democratizase; que fuera para todos en lugar de para una élite. En esa pugna estamos inmersos, como lo hemos estado siempre. Omnia sunt communia.
Las cosas que le pueden arruinar el día a la generación de cristal son impredecibles. El 20 de diciembre se lo arruinaba a José Manuel Soto, uno de sus miembros más esclarecidos, la imagen de Pedro Sánchez entrando a un tren antes que el rey. Los snowflakes son así de hipersensibles. Una bandera de...
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Pablo Batalla Cueto
Es historiador, corrector de estilo, periodista cultural y ensayista. Autor de 'La virtud en la montaña' (2019) y 'Los nuevos odres del nacionalismo español' (2021).
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