Disfrutonas
Camela, cultura de barrio
Que la música nos acompañe, pero que también lo haga el barrio. Es la pieza clave del cambio. Desde ahí tenemos la oportunidad de movilizarnos y de dar respuestas mucho más inmediatas a las crisis
Inés Hernand 16/01/2023
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Viernes 13, ese día de mala suerte en algunas culturas anglosajonas y una película regulera para justificar meterse mano con 14 años, resultó ser una fecha en la que se produjo un deleite transversal de barrio para los asistentes al concierto de Camela en el Wizink Center de Madrid.
Los vestigios de casi tres décadas de tecnorumba vibraban alto en la elección de vestuario de los asistentes: animal print, cordones de oro al cuello y abrigos con capucha de pelo. Piercings en el labio superior derecho, conversaciones de pandillas o nuestra adolescencia bebiendo calimocho en una carpa blanca desmontable en las fiestas, son algunos de los elementos que nos llevan a pensar en el barrio.
El concierto empieza con una puntualidad alemana de las que asustan y con el botón de la diversión y las referencias encendido: una pelea entre jedis mientras suena de fondo un medley del main theme de la Guerra de las galaxias junto con una instrumental de Cuando zarpa el amor. Yo tampoco me podía creer que tuvieran tanto sentido melódico la una con la otra, era literalmente como el delicioso punch gastronómico de Nutella y chorizo.
A los 40 segundos del mejor espectáculo que he visto en lo que llevamos de año, mucho mejor que los divorcios y las reconciliaciones fascistas previstas de antemano, aparecen ELLOS. ¡Pero si son los mismísimos Obi-Wan y Leia cantando Camela! Sencillamente icónico.
No me daba tiempo a procesar todo lo que ocurría a mi alrededor. Mientras me tiraban una cerveza por la espalda, ya estábamos cantando Nunca debí enamorarme, un himno que resulta absolutamente contemporáneo 20 años después.
Cuando llevábamos ya toda la discografía de mi vida sentimental repasada (¿Por qué me has engañado?, Sueños inalcanzables, El calor de mi cuerpo, No te acerques a mí…) nos deleitan con una simpática sorpresa: el imitador oficial de España de Michael Jackson pegándose un moonwalk de dudoso prestigio a tenor de su titulación, mientras Dioni y Ángeles se ponían un sombrero de cowboy de antelina y una chupa con flecos en las bambalinas. ¿Por qué era el imitador oficial?, te preguntarás. Pues porque, según nos contó Ángeles, es un título que da la familia de Michael Jackson de forma oficial por países.
En fin, no podíamos pedirle más a la velada, cuando de pronto hacen un zoom con un familiar que nos recibe en el salón de su casa, con sus problemas de conexión, su tapete en la mesa, sus fotografías del árbol genealógico completo… de verdad, poco pagamos para la maravilla genuina a la que tuvimos el honor de asistir. Un evento absolutamente inspiracional, y os aseguro que no hay ironía en mis palabras.
La reflexión que me surgía con el dúo de San Cristóbal de los Ángeles era la verdad que encontramos en un sentido de pertenencia, en nuestra identidad sin edulcorantes, en los tejidos colectivos: el barrio.
Ante la mutilación en las urbes de los pequeños negocios en favor de la especulación, la comida rápida y las grandes franquicias, el barrio está en peligro.
Los barrios proletarios que no se han visto azotados por la sacudida de AirBnb son señalados por el clasismo integrado del discurso colectivo a través de unos medios de comunicación que se aproximan con mirada de zoológico. Como queriendo condicionar la vida de los ciudadanos de barrio en que pongan todas sus energías en salir de ahí, en busca de una especie de carné de estatus social distinto.
Chicas, de verdad: el barrio es la pieza clave del cambio. Desde ahí tenemos la oportunidad de movilizarnos, de reivindicar nuestros propios espacios urbanísticos, nuestros comercios, de dar respuestas mucho más inmediatas ante las crisis.
No dejar morir nuestro sentido antropológico de la interdependencia tiene que ser el reto colectivo de 2023 y, por supuesto, que no caigan Morad, La Zowi o Camela, que están haciendo más por los barrios que cualquier alcalde que conozcas o vayas a conocer en tu vida.
¡Que vivan los barrios!
Viernes 13, ese día de mala suerte en algunas culturas anglosajonas y una película regulera para justificar meterse mano con 14 años, resultó ser una fecha en la que se produjo un deleite transversal de barrio para los asistentes al concierto de Camela en el Wizink Center de Madrid.
Los vestigios de casi...
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Inés Hernand
Ha sido más camarera que presentadora (Gen Playz, Saldremos Mejores, Benidorm Fest) o abogada. No le gusta la vanguardia de la precariedad AKA: coliving, coworking, meeting, call. Recomienda 'Panza de Burro' de Andrea Abreu.
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