Me llamo Silvia Soriano, soy médico de familia y trabajo en las Urgencias Extrahospitalarias Rurales de la CAM desde el año 2012. Llegué a este trabajo buscando la conciliación familiar que me era imposible en un Centro de Salud como médico de familia y con la idea de volver a la consulta en cuanto me fuera posible. Lo que nunca me imaginé es que me iba a enamorar de la Urgencia Rural hasta el punto de querer acabar mi vida profesional en ella.

Me encantó poder dedicar de nuevo a mis pacientes el tiempo que fuera necesario, aunque a veces supusiera estar una hora a las 4 de la mañana intentando entender por qué un anciano consultaba sus problemas de salud una y otra vez de madrugada, para descubrir que no podía soportar las noches sin su mujer a la que había perdido recientemente.

Me gustaba conocer a ese niño que habíamos visto crecer entre broncoespasmo y broncoespasmo, y que según llegaba a la puerta ya sabíamos que si no actuábamos rápido acabaría de nuevo en la UCI.

Me encantaba la confianza que depositaban en nosotros nuestros pacientes, sabiendo que, ocurriera lo que ocurriera, su Servicio de Urgencias siempre estaba ahí y así fue durante toda la pandemia y la borrasca Filomena. 

Pero lo mejor era la inmensa satisfacción que sentíamos las tres únicas personas que conformamos el equipo de guardia –médico, enfermero y celador– después de estabilizar a un paciente que acudía al borde de la muerte. Ese trabajo en equipo, con muy pocos medios, en silencio, con total compenetración, conociendo cada uno su función, es sin duda alguna lo más bonito de la urgencia extrahospitalaria.

Me consta que esto mismo ocurría en los 40 SUAP (Servicios de Urgencia de Atención Primaria) antes de que los cerraran durante la pandemia, y en el resto de los 38 SAR (Servicio de Atención Rural). Estos 78 centros de Urgencias Extrahospitalarias daban cobertura a 1.200.000 pacientes al año en pueblos muy alejados de los hospitales o en grandes poblaciones como Leganés o Pinto, y eran un pilar fundamental para descongestionar los Centros de Salud y las Urgencias Hospitalarias.

Los sanitarios hemos sido maltratados hasta límites insospechados, pero son nuestros pacientes los que sufren las consecuencias de este plan

Pero el 27 de octubre comenzó un plan premeditado de desmantelamiento de las Urgencias Extrahospitalarias, que convirtió 28 de esos 78 centros en centros solo de cuidados de enfermería y los restantes en un servicio de urgencias donde casi siempre falta parte de su personal (médico, enfermero o celador). Desde entonces, los sanitarios que trabajamos en esas urgencias hemos sido maltratados hasta límites insospechados, pero son nuestros pacientes, sobre todo los más vulnerables como ancianos y niños, los que sufren las consecuencias de este plan al tener que peregrinar en busca de un centro de urgencias con médico, para terminar la mayoría de las veces, al no encontrarlo, en las urgencias colapsadas de un Hospital.

Por eso el personal de las Urgencias Extrahospitalarias salimos cada semana a luchar para recuperarlas tal y como eran antes y a defender la Sanidad Pública; es el apoyo de nuestros pacientes el motor para seguir haciéndolo. 

Unámonos pacientes y sanitarios de cualquier ideología en la defensa de lo que es de todos y salgamos juntos a la calle el día 12 de febrero.

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Silvia Soriano Zulueta es médico de familia del SAR de La Cabrera.