Pilar Ruiz (Santander, 1969) es una todoterreno de la comunicación. Periodista y guionista de formación, compagina la escritura –es una firma habitual de CTXT desde su nacimiento– con la creación de guiones para televisión –entre ellos el de la serie de TVE La señora. Como directora de cine, destaca su película Los nombres de Alicia, que logró la Mención especial del Jurado en el Festival de Málaga y el Premio Especial de Jurado en el Festival de Miami. 

Hace nueve años, Ruiz publicó su primera novela, El corazón del caimán, en la que proponía un viaje entre España y Cuba marcado por la guerra. Después llegaron La danza de la serpiente –una obra exuberante y divertida ambientada en el verano de 1914 en Santander– y El jardín de los espejos –donde volvió a Cantabria para recuperar (e inventar) las leyendas que esconden sus montes y sus gentes. 

La escritora regresa de nuevo a las tierras de su infancia para dar vida a su cuarta novela, La virgen sin cabeza (Roca Editorial, 2023), en la que debuta en el suspense. Una inspectora de policía como protagonista y el rodaje de una película son los elementos centrales de esta historia muy negra en la que también hay corrupción y crimen organizado. “Las crisis alimentan el thriller”, explica Ruiz. 

La virgen sin cabeza es su primera novela policíaca. ¿El género está de moda?

Es la primera novela pero no mi primera incursión en el policíaco. Como guionista he escrito unas cuantas historias de cine negro y acabo de terminar un proyecto de serie policíaca para una gran plataforma. Y mi película Los nombres de Alicia (2005) era un thriller disfrazado de drama familiar, muy chabroliano. Creo que el interés por el género negro responde a una necesidad de quien escribe pero también de quien lee: la de confrontar la actualidad cuando se nos presenta tan llena de aristas y de contradicciones como en los tiempos que corren. El auge del género tanto en novela como en cine fue en los años 30-40, a raíz de la Gran Depresión, o sea, que las crisis alimentan el thriller. Tampoco es casual que tantos escritores de novela negra estemos vinculados al periodismo: la ficción nos permite contar cosas que jamás podríamos publicar en un medio de comunicación… ¡Ni siquiera en CTXT! Pero una venganza literaria sabe más dulce.  

No es casual que tantos escritores de novela negra estemos vinculados al periodismo

Mar Lanza, la policía protagonista de la novela, es un personaje de mujer fuerte. ¿Tópico?

Puede que ahora abunden más las protagonistas rocosas, pero a veces me parece que están escritas como si fueran hombres disfrazados. Y aún peor, tanto en la novela como en el cine se ha abusado hasta el agotamiento del asesino en serie de mujeres jóvenes y bellas: el cuerpo de las mujeres como un campo de batalla banalizado, convertido en una mera excusa narrativa. Me rebelo contra eso. En La virgen sin cabeza la supuesta fortaleza de Mar Lanza es también su debilidad. La han educado, adiestrado, diría yo, para ejercer una violencia casi mecánica que puede que le ayude a sobrevivir pero que le provoca contradicciones personales y muchas dificultades. Pero Harry el Sucio no sufriría reglas irregulares como Mar, que tiene que llevar siempre tampones en el bolso.

Cantabria siempre aparece en sus novelas y la protagonista es cántabra también. ¿Hay un porqué?

Es un personaje que me persigue desde hace años: aparecía con distinto nombre en dos películas que escribí y que no pude levantar. En una de ellas no era policía, sino delincuente habitual. Pero siempre estuvo vinculada a Cantabria; el paisaje exterior es también el paisaje interior de Mar Lanza. Es la hija de un ganadero del valle de Campoo, una zona de alta montaña con inviernos durísimos y, durante décadas, de las más pobres de la región. Lo conozco bien porque mi padre se crió allí y pasé parte de mi infancia en una de esas aldeas cerca de la estación de esquí de Alto Campoo. Una buena muestra de esa España vaciada que puede que ahora se haya idealizado, pero que en realidad ofrece muy poco a sus habitantes y menos a los jóvenes. Mar se alista en el ejército porque no encuentra otra forma de salir de allí y sirve como soldado en Afganistán. Los campurrianos son gente muy aguerrida, algunos lectores recordarán “lo de Reinosa”, como decimos allí, la huelga de 1987 por la reconversión industrial, con un obrero muerto y muchos heridos.  

Hablando de casos reales…

Sí, ahí está el ojo de periodista. Dentro de la trama de la novela, tirando de toda la historia, aunque ficcionados, hay dos casos sin resolver famosos en la historia criminal de este país. Seguro que algunos lectores y lectoras podrán reconocerlos, pero no vamos a desvelarlos aquí. Forman parte del juego. 

Me documenté sobre sentencias por acoso y violación en los cuerpos y fuerzas de seguridad

Y más casos reales. En su novela aparecen policías corruptos que se enfrentan a la protagonista. 

Claro, no deja de ser un arquetipo del género negro, pero creo que es indispensable cuando hablamos de los mecanismos secretos del poder, un tema que me interesa mucho. También me documenté sobre sentencias por acoso y violación en los cuerpos y fuerzas de seguridad, que incluían casos terribles de acoso laboral y abuso de mandos. En la novela, Mar Lanza se ha convertido en una apestada por denunciar la violación de una compañera. 

Mujeres escritoras de novela negra, ¿hay un boom?

Creo que las mujeres estamos más familiarizadas con la sangre, ¡y desde bien pequeñitas, además! En serio: la escritora de novela negra no es un fenómeno nuevo, hay mucha tradición que lo contradice: ahí está Agatha Christie, la pionera, y mi favorita, Patricia Highsmith. Aunque aún soy más fan de la adaptación de Hitchcock de Extraños en un tren, un guion escrito por la ayudante del famosísimo guionista Ben Hecht: Czenzi Ormonde, otro de esos nombres de mujer borrados de los títulos de crédito de la Historia. Por cierto; no es verdad que Raymond Chandler participara en el guion de la película: el pobre no tenía ni idea de cine, le repateaba el éxito de la jovencísima Highsmith y casi termina a leches con Hitchcock, que le despidió de mala manera. Estoy saltando de la novela al cine, no lo puedo evitar…  Pero es que de eso va La virgen sin cabeza.

[Pilar Ruiz vuelve una y otra vez al cine porque es la manera en la que mira y cuenta el mundo. Desde hace ya ocho años, analiza la actualidad en CTXT a través de una serie que lleva por título El salón eléctrico. En sus artículos, las películas sirven de espejo a la realidad, desde la guerra a la violencia machista.]

Luego está el mito de que en literatura las mujeres lo tenemos más fácil que los hombres… Pues solo el 38% de los libros publicados en España están escritos por mujeres, a pesar de que nosotras leemos más que ellos, según los datos del Ministerio de Cultura del año pasado.

El cine es un elemento nuclear de su novela.

El cine siempre está ahí, en todo lo que escribo. En esta ocasión, además, es protagonista y forma parte de la trama: podríamos decir incluso que si en El nombre de la rosa había un libro que mataba, en La virgen sin cabeza hay un guion que mata. La investigación de Mar Lanza ocurre durante un rodaje de los que en el cine llamamos “malditos”, con muertos decapitados de por medio. Me interesaba contar como es el rodaje de una película, la enorme cantidad de profesionales que hay detrás de la cámara, la complejidad que supone mover esa especie de ejército que formamos en el cine, todo eso que el público desconoce. La imagen fílmica me sirve también para reflexionar sobre la violencia contra las mujeres y cómo se retrata a través del giallo italiano, la época del destape y del cine de terror durante la Transición. 

¿Es este el comienzo de una serie? ¿Habrá más novelas de la inspectora Lanza?

Claro, ya estoy escribiendo la segunda. Mar Lanza está empeñada… Y no me atrevo a llevarle la contraria.    

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La virgen sin cabeza se presenta en Madrid el lunes 13 de marzo en la FNAC de Callao.