reseña
El sentimiento (y sentido) de la epidemiología
El nuevo libro del catedrático Miquel Porta invita a reflexionar sobre el sentido social que tiene esta disciplina cuando actúa en la sociedad
Pedro Gullón 18/04/2023
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Han pasado tres años de aquel fatídico marzo de 2020, cuando la covid-19 se instaló en el centro de nuestras vidas y la palabra epidemiología dejó de ser una gran desconocida para situarse como el eje sobre el que rotaba la conversación común que teníamos en los espacios públicos (entonces virtuales, debido al confinamiento).
En estos tres años mucho se ha escrito y hablado sobre esta profesión y disciplina científica. En numerosas ocasiones desde un desconocimiento absoluto (nunca olvidaremos las declaraciones de un juez sobre el famoso cursito para médicos). Pero la mayoría de ellas reivindicando su esencia, valores y métodos, que no nacieron en el año 2020 sino varios siglos antes. Hemos intentado (y aquí utilizo la primera persona del plural) que en estos tres años se conozcan la naturaleza y algunos conceptos de la epidemiología, para qué podemos utilizarla, qué poblaciones se afectan más por el covid-19, cómo medimos sus efectos, o cómo podíamos mitigar las consecuencias de las diferentes olas.
Todo esto nos ha ayudado a comprender parte de los métodos y usos de la epidemiología. Sin embargo, pocos textos han profundizado en los sentimientos y sentidos de la epidemiología. Conocemos el cálculo de la incidencia acumulada y su interpretación estadística, pero no hemos debatido lo suficiente sobre qué sentimientos nos provoca la epidemiología, qué sentido tiene y qué papel juegan sus propuestas (muchas de ellas, políticas, en los mejores sentidos de la palabra) para intentar construir un mundo más saludable y justo para todas las personas. Ahora que quizá va quedando atrás lo peor de la última pandemia es un buen momento para pensar en ello. Y aquí es donde el libro de Miquel Porta, Epidemiología cercana: La salud pública, la carne y el oxidado cuchillo del miedo (Triacastela, 2022) nos ofrece un balcón o una azotea desde la que mirar la disciplina con una perspectiva amplia, relevante para sectores muy numerosos de la ciudadanía.
Porta, uno de los catedráticos de Epidemiología y Salud Pública con más relevancia de España, utiliza una mezcla de textos antiguos y nuevos para dar continuidad a las conversaciones que considera más necesarias. Y lo hace a través de la combinación de tres elementos que no suelen encontrarse entrelazados: la divulgación científica, la reivindicación de las humanidades y el arte como parte de la epidemiología, y una reflexión sobre el significado de las cosas.
La epidemiología nos ofrece herramientas técnicas y científicas para lidiar con las incertidumbres
En el ámbito de la divulgación científica, el autor parte de una sinceridad científica real, y a la vez dura: no lo sabemos todo, ni la ciencia nos va a dar las herramientas para mantener un control de la realidad absoluto. La epidemiología nos ofrece herramientas técnicas y científicas para lidiar con las incertidumbres y para que desde la política podamos actuar con el mejor conocimiento disponible. Pero eso no quita que el conocimiento pueda ser actualizado, o que en las decisiones influyan múltiples elementos (la democracia, el poder, los conflictos de interés, los relatos, las ideologías). La tentación de pensar en ejemplos de lo que hemos vivido en estos últimos tres años es grande; por suerte, Miquel Porta expande la mirada y pone el foco en otros riesgos para la salud pública, como los contaminantes ambientales o los hábitos de consumo de alimentos, para los que reserva dos interesantes capítulos que permiten comprender cómo organismos técnicos como la IARC (de las siglas en inglés International Agency for Research on Cancer) evalúan los conocimientos existentes sobre qué productos son cancerígenos o no. La regulación planetaria es uno de los temas del libro.
Más allá de la cuantificación y los métodos, la epidemiología se convierte en cercana cuando entronca con nuestra vida diaria. Y una buena forma de entroncar o conectar es a través del “arte y los textos artísticos”. La música, muy presente en el libro, hasta para explicar las implicaciones del genoma humano, sirve para expresar realidades y sentimientos del día; por tanto, ¿por qué no puede servir también para expresar los sentimientos de la epidemiología y la salud pública?
Desde la epidemiología muchas veces hemos reivindicado que las ciencias sociales deben tener un lugar más central en nuestros debates, que no podemos comprender las enfermedades y su distribución sin profundizar en sus causas políticas, sociales y económicas. Sin embargo, Miquel va más allá y reivindica que tampoco podemos entender las enfermedades y su distribución sin atender a las expresiones culturales y artísticas del día a día (como por ejemplo una simple canción), sin profundizar en la filosofía de la salud, sin conversar con los relatos que se generan socialmente en torno al significado de las enfermedades, y sin el poder de la comunicación. Dentro de todo esto, uno de los debates más difíciles y que más pueden retar al lector del libro es el de cómo la epidemiología y la salud pública pueden ser (y, de hecho, en muchas ocasiones son) herramientas de miedo en lugar de herramientas contra el miedo de enfermar. Herramientas de sometimiento en vez de herramientas para la emancipación. Y cómo a veces el miedo es un sentimiento que nace de construcciones e imaginarios que generamos desde la propia epidemiología o desde el periodismo. Necesitamos, pues, construir relatos alternativos que alejen el miedo a la enfermedad, el miedo a actuar sobre las causas primarias de enfermar (las causas sociales, ambientales, políticas); relatos que utilicen la epidemiología y las artes para pensar mundos más saludables construidos colectivamente, y no cocos que anuncian el fin del mundo, contribuyendo lamentablemente a la “condición póstuma” de la que habla la filósofa Marina Garcés.
Y si profundizamos en las expresiones que tiene la epidemiología, lo tenemos que hacer también en el significado que adquiere, en su propio sentido. De la definición más teórica (irónicamente, Miquel Porta es el editor del Diccionario de Epidemiología, el texto de referencia internacional para las definiciones teóricas) al propio sentido social que cobra cuando la epidemiología actúa en la sociedad.
A participar en estas reflexiones pueden sentirse atraídas personas de trayectorias muy diversas, interesadas por muchos tipos de saberes, profesiones, culturas y artes. Además, en los significados individuales y sociales que adquieren la epidemiología y las instituciones de salud pública es donde encontramos su capacidad real de actuación e influencia. Al igual que en el significado de la política encontramos su utilidad, o en el significado de lo que es un “experto” su capacidad comunicativa. Por eso, las construcciones de unas instituciones de salud pública fuertes siempre van a tener que atender a los significados que adquieren. La batalla actual sobre la epidemiología y la salud pública que queremos está totalmente inmersa en ello: ¿qué significa exactamente que vayamos a tener una Agencia Estatal de Salud Pública? ¿Cómo va a estar dotada? ¿Tiene algún significado una “ley de pandemias”? No son estas cuestiones puramente técnicas, lo sabemos perfectamente. Por eso el debate atañe a tantas personas, comunidades, redes y organizaciones.
La respuesta a estas preguntas no siempre está explícita en Epidemiología cercana, pero sus amenas páginas pueden servirnos para poder pensarlas, para poder hablar de ellas, para ensayar respuestas. Para que la epidemiología no regrese al marginal o invisible lugar que tenía antes de 2020, sino que se vuelva todavía más cercana, y sepamos qué sentimientos y sentidos queremos construir con las herramientas científicas, culturales y sociales de las que disponemos. En nuestras manos está decidir cómo construir un mundo más saludable para todos los seres que habitamos (y habitaremos) nuestro planeta, y en las manos del lector de este libro empezar a conversar sobre ello.
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Pedro Gullón es profesor de Epidemiología y Salud Pública en la Universidad de Alcalá, coautor del libro Epidemiocracia (Capitán Swing, 2020).
Han pasado tres años de aquel fatídico marzo de 2020, cuando la covid-19 se instaló en el centro de nuestras vidas y la palabra epidemiología dejó de ser una gran desconocida para situarse como el eje sobre el que rotaba la conversación común que teníamos en los espacios públicos (entonces virtuales, debido al...
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