1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

cementerios y ciudades

¿Tenemos que ser necesaria e inevitablemente clientes de la industria funeraria?

La emergencia climática obliga ahora más que nunca a hacer una reflexión sobre nuestras costumbres mortuorias

Carmen Estrada 2/05/2023

<p>Imagen del cementerio Highgate, en Londres. / <strong>Panyd</strong></p>

Imagen del cementerio Highgate, en Londres. / Panyd

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

 Frente a los demás es posible procurarse seguridad, pero en lo tocante a la muerte todos los seres humanos habitamos una ciudad indefensa.

 Epicuro. Fragmento A31

No hace mucho asistí al entierro de una amiga en un pueblo pequeño. Era una mujer joven, no creyente y con conciencia de la emergencia climática. En el tanatorio encontré su cuerpo maquillado, refrigerado, con un ropaje de aspecto sintético, en el preceptivo ataúd de madera con asas y crucifijo de metal. Al iniciarse el cortejo, un sacerdote católico dijo un responso y, una vez en el cementerio, la introdujeron en un nicho de hormigón que taparon provisionalmente con ladrillos en espera de la definitiva losa de mármol. Una gran cantidad de flores, organizadas sobre soportes en forma de coronas, expresaban torpemente el cariño de los muchos amigos que dejaba. 

Aquella desoladora escena, tan poco acorde con la vida y el pensamiento de mi amiga, fue posible porque la muerte es un tema tabú que rara vez aparece en nuestras conversaciones, lo que impide cualquier tipo de planificación. Sin embargo, la muerte es un proceso natural que afecta a todos los seres vivos por igual y que como tal debería ser tratada: hablar de ella con naturalidad, poner los medios para que se produzca de forma digna y planear nuestro entierro de acuerdo con las ideas con las que hemos vivido. 

Si la muerte está ausente en las conversaciones privadas, más aún lo está en el discurso público. Hablar de la muerte no da votos

Si la muerte está ausente en las conversaciones privadas, más aún lo está en el discurso público. No forma parte de los temas que un candidato a cualquier cargo institucional suele tratar. Hablar de la muerte no da votos. La consecuencia de ello es que la muerte queda a cargo fundamentalmente de quienes hacen negocio con ella, y son sus intereses económicos y no nuestras convicciones los que prevalecen. 

Casi todos los cementerios españoles fueron inicialmente construidos como cementerios monumentales, en los que tanto la piedra como elemento no perecedero como el arte que se procuraba en las sepulturas –al menos para aquellos que podían costeárselas– trataban de evocar la añorada eternidad que se suponía seguiría a la muerte. Con los años y el crecimiento de la población, la imagen que predomina en los cementerios actualmente es la de extensiones de tumbas de mármol compactadas y muy similares entre sí, que alternan con la verticalidad de paredes de nichos, osarios y columbarios. La omnipresencia del hormigón, revestido de granito o mármol, el plástico de muchos ornamentos, el uso de herbicidas, y la vegetación escasa y controlada suponen un impacto medioambiental considerable. Por otra parte, la simbología religiosa es omnipresente y resulta casi imposible sustraerse a ella. Ningún otro tipo de enterramiento está permitido por la ley.

La incineración es la opción por la que optan casi la mitad de los españoles actualmente. Aunque se considera menos dañina desde el punto de vista medioambiental, supone un importante consumo de combustibles fósiles y una expulsión a la atmósfera de gases de efecto invernadero y otros contaminantes. Además, el destino que se da a las cenizas tampoco es inocuo, pues las que se conservan en los cementerios lo hacen en columbarios particulares o en depósitos comunes que, de nuevo, implican nuevas construcciones.

La emergencia climática obliga ahora más que nunca a hacer una reflexión sobre nuestras costumbres funerarias. Por ello, desde comienzos de este siglo ha surgido un movimiento internacional para dar prioridad a la sostenibilidad en los rituales y procedimientos funerarios, intentando que sean menos consumidores de recursos y menos contaminantes, al mismo tiempo que más conectados con la naturaleza. La actuación más relevante en este sentido ha sido la creación de cementerios naturales.

Sobre las tumbas se deja crecer la vegetación, aunque está permitido colocar alguna señalización discreta

Se trata de cementerios localizados en espacios naturales de interés ecológico o paisajístico en los que los cuerpos, introducidos en ataúdes o sudarios de materiales biodegradable, son inhumados directamente en la tierra, sin material constructivo alguno, lo que permite una descomposición natural con un impacto mínimo sobre el medioambiente. Sobre las tumbas se deja crecer la vegetación, aunque está permitido colocar alguna señalización discreta. Si el terreno no es arbolado, plantones de árboles autóctonos en la proximidad de las tumbas permiten su reforestación a medida que avanza la zona de enterramiento. El mantenimiento del lugar se hace sin pesticidas, herbicidas ni fertilizantes. No se trata de crear un parque domesticado ni un jardín con un césped impoluto, sino una pradera o un bosque.

Esta práctica resulta reconfortante para muchas personas que sienten que, a través de la muerte, sus cuerpos pasan a formar parte del ciclo de la naturaleza, pero también es una forma de que espacios de interés por su biodiversidad o sus cualidades paisajísticas adquieran protección frente a posibles usos especulativos, al tiempo que proporcionan a la población circundante un espacio verde amable, relajante, de unión con la naturaleza, donde se pueden celebrar ceremonias de recuerdo, pero también pasear o realizar otras actividades propias de un parque público.

Actualmente existe un buen número de cementerios naturales en distintos países. En Reino Unido, el Natural Death Center agrupa actualmente a doscientos setenta, pero también Bélgica, Países Bajos o Francia, entre otros, han incorporado la idea. De forma paralela, investigaciones en curso intentan encontrar las condiciones naturales más adecuadas para que la transformación de los cuerpos en humus se produzca de forma rápida y evitando los procesos de putrefacción que tienen lugar en los enterramientos habituales en fosas o nichos. Esto sería fundamental si, ante la emergencia climática, los enterramientos naturales se convirtieran en una alternativa mayoritaria. 

Según la legislación vigente en nuestro país, cualquier cadáver ha de pasar por la industria funeraria

Según la legislación vigente en nuestro país, que data de 1974 –momento en que España era una dictadura y aún no había evidencias científicas del cambio climático y la emergencia medioambiental–, cualquier cadáver ha de pasar por la industria funeraria. Estas empresas son las únicas autorizadas para trasladarlo, prepararlo para su exposición al público y conducirlo a su destino final en el cementerio o crematorio. También tienen la exclusiva de la venta de ataúdes y, por tanto, controlan sus precios. Muchas de sus actuaciones requieren una reflexión sobre su sostenibilidad. Así, los cadáveres se transportan en bolsas de plástico, se introducen en ataúdes de madera no controlada, laminado o conglomerado, con frecuencia importados de China, tratados con barnices, complementados con adornos metálicos y forrados o acolchados con tejidos sintéticos. Los cuerpos se pueden embalsamar si se desea y, en cualquier caso, son tratados con productos cosméticos para su exposición en las salas de los tanatorios. Las tradicionales coronas suelen estar fabricadas con flores de invernaderos, a veces de importación, insertadas sobre soportes de materiales plásticos y metálicos. 

Es cierto que algunas funerarias están ofertando actualmente servicios ecológicos. Se trata de ataúdes fabricados con maderas certificadas, barnizados al agua y revestidos de tejidos orgánicos en lugar de sintéticos, todo lo cual resulta en un incremento significativo del precio. Alternativamente, algunas empresas independientes han diseñado y fabricado ataúdes de cartón que reducen el gasto energético y los contaminantes resultantes de la incineración. Estos productos están homologados y se ofertan a precios muy reducidos, pero posiblemente debido a la presión de la industria funeraria, están teniendo serias dificultades para la autorización de su venta en la mayor parte de las comunidades.

Actualmente, según datos proporcionados por Funos, de un total de 1.100 operadores que existen en España, solo cinco de ellos tienen en sus manos el 60% del negocio funerario. Estas grandes empresas, además de dar los servicios, poseen tanatorios, cementerios y hornos crematorios. La primera de ellas es propiedad del fondo de inversiones canadiense OTPP.

Toda la población es cliente necesaria e inevitablemente de la industria funeraria. El volumen de negocio es por tanto seguro y espectacular. Como no tenemos el hábito de planificar nuestros ritos funerarios, los familiares del difunto se encuentran sin haberlo deseado en el papel de compradores de un producto sobre el que probablemente nunca han reflexionado. Urgidos por los plazos, no tienen tiempo para comparar distintas ofertas como solemos hacer en otro tipo de compras ni experiencia para diferenciar con claridad unas de otras. Las funerarias dirigen hábilmente al cliente hacia la oferta más conveniente para ellas. Y como después no se comparten esas experiencias, cada nuevo cliente llega desprovisto incluso de referencias de los que le precedieron.

Otra asignatura pendiente en nuestro tratamiento de la muerte es su desacralización. Un cementerio, un “camposanto”, se sigue considerando zona sagrada. En el cementerio municipal de Sevilla, de 288 calles que contiene, solo una llamada Aurora no tiene nombre de Cristo, de Virgen o de santo. En la gran mayoría de tanatorios, especialmente en lugares pequeños o para personas con escasos recursos, es difícil conseguir un lugar digno para hacer ceremonias de despedida en ausencia de símbolos religiosos. Hasta donde conocemos, solo la Generalitat catalana ha legislado en este sentido, promoviendo que los símbolos no sean fijos a fin de facilitar que cada grupo de usuarios pueda colocar los que desee en función de sus creencias y necesidades.

Es preciso una actualización de la legislación funeraria que permita formas de enterramiento más acordes con los nuevos tiempos y la situación del planeta

Es preciso, por tanto, una actualización de la legislación funeraria que permita formas de enterramiento más acordes con los nuevos tiempos y la situación del planeta, y que obligue a las empresas a proporcionar productos sostenibles a precios razonables. En este sentido sería interesante que los distintos niveles de la Administración, especialmente los ayuntamientos, impulsaran la creación de funerarias públicas o, alternativamente, de economía social, las cuales contribuirían sin duda a la transición ecológica imprescindible en esta materia. Pero también es necesario un cambio cultural que traiga el tema a las conversaciones, al intercambio de opiniones, a pensar en la muerte y a planificarla cuando se tiene salud. Para ello, el testamento vital es un buen instrumento y actualmente se encuentra a disposición de los ciudadanos. Porque de esa falta de atención por parte de la población en general se sirven los políticos para no tocar una legislación que puede resultar impopular e incluso incómoda, así como las empresas funerarias que, en ausencia de unas normas actualizadas, campan por sus respetos buscando impunemente el máximo beneficio económico.

--------------

Carmen Estrada ha sido catedrática de Fisiología Humana y neurocientífica hasta su jubilación. Ha traducido y adaptado La Odisea en la edición de Malpaso ilustrada por Miguel Brieva. Es autora de Cumplir treinta años en los años treinta (Aconcagua, 2019) y de Odiseicas. Las mujeres en la Odisea (Seix Barral, 2021).

 Frente a los demás es posible procurarse seguridad, pero en lo tocante a la muerte todos los seres humanos habitamos una ciudad indefensa.

 Epicuro. Fragmento A31

No hace mucho asistí al entierro de una amiga en un pueblo pequeño. Era una mujer joven, no...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autora >

Carmen Estrada

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

5 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Carlos

    Para quien sepa inglés recomiendo este podcast sobre como compostar a nuestros seres queridos. Most Germans choose to be cremated when they die. But this process has many environmental downsides. A green funeral startup from Berlin wants to make human composting the new normal. But just how eco-friendly is this and why hasn't it taken off in Germany yet? https://open.spotify.com/episode/3Nsy24mQ73WtjnNN8GxdIr

    Hace 1 año 6 meses

  2. Fernando

    Artículo imprescindible, gracias.

    Hace 1 año 6 meses

  3. Marcoafrika

    Parece lógico que la muerte no sea una de nuestras prioridades mientras estamos vivos y más lógico que no pensemos demasiado en los vivos que permanecen una vez que nosotros hayamos desaparecido. Sin embargo este, podríamos denominar, “principio egoísta” no lo es tanto cuando nos toca a los, todavía vivos, pagar los ritos funerarios del que ha muerto y por lo tanto somos los vivos los que deberíamos tomar decisiones drásticas al respecto. ¿Seguir dejando en manos de las funerarias el saqueo de nuestras economías?, porque lo es, la parafernalia de la muerte está en manos del puro comercio abusivo. Ya es hora de tomar cartas en el asunto y abrir un debate sobre la forma más sostenible de desaparecer en el combate con la muerte, que desde luego no es la de la inhumación o la cremación actuales: cara, contaminante y para mas recochineo, dependiente de una religión que muchos no solo no aceptamos sino execramos. Aunque muchos optemos por esparcir las cenizas de nuestros difuntos donde ellos hayan dispuesto (si lo han hecho mientras vivían), nos arriesgamos a ser multados por ser esta una práctica ilegal...Lo de la muerte, como todo lo demás, está en manos del capitalismo puro y duro, ese sistema al que parecemos condenados mas allá de la muerte precisamente.

    Hace 1 año 6 meses

  4. manuel-avalos

    Desde hace algunos meses tengo en mi agenda dedicarle tiempo, cuando pueda, a planificar cómo quiero ser enterrado el día que me toque, los meses pasan y sigue pendiente, no es que tenga prisa pero si me va preocupando ya el tema. Este artículo me ha mostrado que el problema no era disponer de tiempo sino disponer de la información necesaria y libre de intereses e imposiciones mercantilistas. Agradezco mucho a la autora Carmen este escrito por señalar de forma clara tanto objetivos coherentes para este asunto como sus obstáculos, enormes obstáculos. Al menos ahora lo tengo mucho más claro, muchas gracias Carmen.

    Hace 1 año 6 meses

  5. jmfoncueva

    Me parece interesantísimo el artículo. Me temo que es muy difícil cambiar en lo más mínimo toda esa parafernalia. Únicamente, por lo que observo (suelo leer a diario las esquelas de mi Tierra), en alguna ocasión solicitan desviar el gasto en flores a alguna ONG, o rechazarlas directamente. Salud y paz, que nos retrasen ese consumo.

    Hace 1 año 6 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí