COMPROMISO SOCIAL
La política se cuela en la burbuja de Cannes
Las reivindicaciones sindicales y feministas están presentes durante la primera semana del prestigioso festival de cine, aunque sus principales figuras se ponen de perfil
Enric Bonet Enviado especial a Cannes , 24/05/2023
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Una escena que refleja las contradicciones de la actual edición del Festival de Cannes. Tras haber pisado la alfombra roja de turno, Harrison Ford daba el 19 de mayo a mediodía una rueda de prensa en el lujoso hotel Carlton. Era la presentación de la quinta entrega de Indiana Jones. Mientras el actor estadounidense hablaba bajo los flashes, afuera otros actores (sociales) intentaban atraer la atención de los medios. Decenas de sindicalistas de la CGT y trabajadores hoteleros se habían concentrado enfrente del establecimiento para protestar contra las precarias condiciones laborales y el impopular aumento en Francia de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa).
Dentro la estrella de Hollywood, fuera los sindicalistas. Esta división dentro-fuera ha sido recurrente en esta primera semana en Cannes. Si bien la política ha resonado a lo largo de los primeros seis días del festival francés, también ha reflejado la burbuja de bling-bling en la que se encuentra encerrado el prestigioso certamen.
Después de que Francia viviera en los últimos meses la oleada de manifestaciones más multitudinaria del siglo XXI, sorprenden las pocas referencias a esas protestas por parte de directores, actores u otras figuras del séptimo arte. Nada que ver con lo sucedido en Mayo del 68. Jean-Luc Godard, François Truffaut y otros cineastas de la Nouvelle Vague obligaron entonces a cancelar el festival antes de que terminara. Lo hicieron para solidarizarse con la revuelta de estudiantes y trabajadores. Hubo un antes y un después en el certamen.
La “hipocresía” del festival
“No estamos en la misma época que el Mayo del 68. Nos gustaría romper la burbuja en que el mundo capitalista ubicó al festival de Cannes”, aseguraba a CTXT Céline Petit, secretaria general adjunta de la CGT en el departamento (provincia) de los Alpes Marítimos, en el sudeste de Francia. En la concentración frente al Carlton, esta sindicalista criticaba las precarias condiciones de los invisibles de Cannes, como las azafatas, agentes de seguridad, trabajadores precarios de la producción cinematográfica o los taxistas y chóferes privados. Varios de ellos sí que han asistido a las protestas.
“Hay una hipocresía evidente en el Festival de Cannes. Las personalidades del cine miran películas que hablan sobre la miseria en cualquier rincón del mundo con trajes o vestidos que pueden valer varios miles de euros”, lamentaba Léa, de 32 años, una espectadora habitual del festival que asistió el domingo a la principal manifestación en contra de la reforma de las pensiones durante el evento.
Centenares de personas protestaron por las calles de la elegante localidad de la Costa Azul, pero lo hicieron lejos de la Croisette y del Palacio de Festivales, donde se celebran los principales actos del festival. En ese amplio perímetro, prohibieron cualquier manifestación o concentración, como las caceroladas. Un ejemplo más de las recurrentes limitaciones al derecho a manifestarse con que el Gobierno de Emmanuel Macron quiere amordazar la oleada de indignación. Sin ser sorprendente, aunque sí preocupante, esta prohibición ha contribuido a la desconexión de un festival que históricamente destacó por su compromiso político y social.
Manifestante muestra una pancarta en referencia a Macron y el festival de Cannes / E. B.
Nada que ver con el Mayo del 68
La decisión de crear el festival surgió en 1939 en oposición a la Muestra de Venecia, controlada en ese momento por la Italia de Mussolini. El Mayo del 68 resonó como un huracán en Cannes. Numerosos directores y actores se solidarizaron con esa revuelta. Por ejemplo, algunos como Carlos Saura se pegaron a las cortinas rojas delante de la pantalla para boicotear las sesiones; otros como Alain Resnais retiraron sus filmes; o como Monica Vitti y Louis Malle, dimitieron del jurado. “Os hablo de la solidaridad con los estudiantes y los obreros, mientras que vosotros me habláis de un travelling. ¡Sois unos estúpidos!”, reprochó Godard a sus compañeros de profesión. Y en 1969 apareció la sección independiente Una Quincena de Cineastas, creada por una asociación de directores, que se celebra en paralelo al festival oficial.
Ese compromiso continuó a pesar del paso de las décadas. En 2004, en plena invasión estadounidense de Irak, el jurado premió con la Palma de Oro el documental Fahrenheit 9/11 de Michael Moore, muy crítico con George Bush, a pesar de que en esa edición había otras películas probablemente con mayor calidad cinematográfica, como la surcoreana Old Boy de Park Chan-wook. En 2018, pocos meses después de la irrupción del #MeToo, 82 mujeres –entre ellas, la actriz Cate Blanchett (presidenta del jurado) o las directoras Agnès Varda y Céline Sciamma– protestaron contra el machismo imperante en el certamen. Hasta entonces solo una película dirigida por una mujer (El piano de Jane Campion) había sido galardonada con la Palma de Oro. La segunda fue Titane de Julia Ducournau en 2021.
Este año las figuras del festival han obviado hasta ahora asuntos como la reforma de las pensiones. Estas solo han estado presentes en las distintas protestas sindicales –de pequeño formato y sin la presencia de personalidades del cine–, y en la proyección el domingo de la película colombiana Amor, mujeres y flores, organizada por la CGT y un colectivo feminista. Esta edición de Cannes no concluirá hasta el 27 de mayo y aún debe llegar un cineasta tan comprometido como Ken Loach. Pero, de momento, el balance resulta más bien pobre.
Triste espectáculo para el feminismo
A la indiferencia social hay que sumarle la escasa conciencia con respecto a la violencia machista de un festival que, para su ceremonia de apertura, seleccionó la película Jeanne du Barry. Protagonizada por Johnny Depp – que se llevó una gran ovación–, esta cinta de época dirigida por la francesa Maiwenn es una de las más flojas del certamen. La inauguración supuso, según Le Parisien, “una redención” para Depp, condenado varias veces por la justicia en relación con el maltrato a su exmujer, la actriz Amber Heard. “No estaba para nada al corriente del affaire Depp/Heard”, dijo el jueves Thierry Frémaux, principal responsable del festival, en unas surrealistas declaraciones con las que intentó esquivar la polémica.
Además, Maiwenn no solo es conocida en Francia por su oposición al movimiento feminista, sino que en febrero agredió en un restaurante –ella misma ha reconocido los hechos– al periodista Edwy Plenel, director del diario digital Mediapart, que destapó hace unos años las supuestas violencias sexuales ejercidas por el director y productor Luc Besson, el primer marido de Maiwenn.
Otra polémica, más confusa, agitó los primeros días del festival debido a la presencia en competición de Le Retour, de Catherine Corsini. Varios organismos le retiraron ayudas públicas porque la película contiene una escena de contenido sexual que no había sido declarada ante la comisión que se encarga de catalogar las cintas y de introducir el veto para los menores si procede. A ello se sumó la denuncia de una joven actriz contra uno de los asistentes de rodaje por abusos sexuales. Todos estos escándalos han menoscabado la imagen de un festival que, en esta edición, presenta más mujeres cineastas que nunca en competición (siete por un total de 21 en la principal categoría) y una presencia considerable de películas africanas.
Divorcio incipiente entre el mundo de la cultura y el macronismo
A pesar de ello, la alfombra roja desplegada a Depp y Maiwenn ha reforzado la imagen de una industria cinematográfica francesa que se resiste a los avances del feminismo. “Quiero politizar mi retirada del cine para denunciar la complacencia generalizada de esta profesión con los agresores sexuales y, más en general, la manera en que este medio colabora con el orden mortífero, ecocida y racista del mundo actual”, aseguró la actriz Adèle Haenel, de 34 años, en la carta en la que anunció su retirada del séptimo arte. Un anuncio por parte de esta intérprete comprometida –muy activa en los últimos meses con el grupo Révolution Permanente, una escisión del Nuevo Partido Anticapitalista– que tuvo una gran repercusión en el país vecino.
¿El cine francés se ha vuelto inofensivo? ¿Se ha convertido en un universo de intereses, hipocresías y vanidades ajeno a cualquier anhelo de transformación social? “El cine francés dice ser de izquierdas, pero en realidad no lo es. Se trata de un espacio de centroderecha con una gran presencia de la burguesía parisina, desconectada de la realidad del resto de Francia”, sostenía el exjefe de redacción de Cahiers de Cinéma, Stéphane Delorme, en una entrevista a principios de 2020 para CTXT. Entonces, Delorme y todos los periodistas de la revista dimitieron debido a la adquisición de la histórica publicación, cuna de la Nouvelle Vague, por un grupo de inversores formado por influyentes productores y empresarios multimillonarios.
Delorme criticaba la hostilidad del mundo del cine con la revuelta de los ‘chalecos amarillos’. Tres años después, sería exagerado decir que buena parte de las figuras de la industria cinematográfica se muestran afines al macronismo. Una de las novedades de la actual ola de protestas ha sido el divorcio entre la Francia biempensante –algunas de las críticas más duras las formularon intelectuales moderados, como el historiador Pierre Rosanvallon o la economista Esther Duflo– y el neoliberalismo con tintes autoritarios de Macron.
Unas 300 personalidades de la cultura, entre ellas los directores de cine Michel Haznavicius y Cédric Klapisch o las actrices Juliette Binoche y Laure Calamy, pidieron en marzo la retirada de la reforma de las pensiones en una tribuna en el diario Libération. “Voy a ir a Cannes, llevaré un vestido sobre la alfombra roja. ¿Soy yo quien debe hacer una revolución? No estoy segura de ello, pero quizás sí que la necesitemos (una revolución)”, afirmaba el 17 de mayo la actriz Virginie Efira en una entrevista en el programa de televisión Quotidien. Unas declaraciones llenas de ambigüedad que reflejaban una posición creciente en el séptimo arte en Francia: la incomodidad con el macronismo no se traduce en compromiso.
Una escena que refleja las contradicciones de la actual edición del Festival de Cannes. Tras haber pisado la alfombra roja de turno, Harrison Ford daba el 19 de mayo a mediodía una rueda de prensa en el lujoso hotel Carlton. Era la presentación de la quinta entrega de Indiana Jones. Mientras el actor...
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