1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

meritocracia

Movilidad social, igualdad de oportunidades y cultura de élite

En los últimos años diferentes estudios han demostrado que el problema del planteamiento dominante es que se entienden los méritos de los individuos al margen de su contexto socioeconómico

Hugo de Camps Mora 7/06/2023

<p>Inequidad.</p>

Inequidad.

La boca del logo.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Una aspiración fundamental de los gobiernos de la gran mayoría de países occidentales desde el último tercio del siglo XX es promover la movilidad social. Los países que comparten esta visión presuponen que, de este modo, fomentarán el concepto de ‘meritocracia’, y que así promoverán el desarrollo de sociedades más ‘justas’. Esta tendencia se ejemplifica bien en las palabras que Pedro Sánchez pronunció en la Cumbre del Tercer Sector Contra la Pobreza Infantil del 2018: “Vamos a promover la movilidad social y la igualdad de oportunidades para que la vida de los niños y niñas no se vea condicionada por su origen socioeconómico. Por justicia y por dignidad como país”. Según esta visión, la justicia social depende más de la “igualdad de oportunidades” que de la “igualdad de condiciones”. No se trata de redistribuir recursos para que todos los individuos tengan una condición socioeconómica parecida, sino de garantizar que estos, independientemente de dónde hayan nacido y crecido, tengan la misma capacidad de alcanzar la cima de la jerarquía social. Así pues, esta concepción de la sociedad considera que las condiciones socioeconómicas en las que nacen y crecen los individuos no deberían otorgarles ninguna ventaja sobre los demás. Este modelo, por tanto, no problematiza necesariamente las desigualdades; sólo lo hace cuando las cree injustas por haber sido heredadas. 

Desigualdad y acoso escolar

En los últimos años, diferentes estudios han problematizado la idea de que se pueda garantizar la igualdad de oportunidades sin abordar la cuestión de la desigualdad socioeconómica de los entornos en los que las personas nacen y crecen. El problema del planteamiento dominante, han demostrado, es que entiende los méritos de los individuos al margen de su contexto socioeconómico. El caso del acoso escolar es uno de los mejores ejemplos para demostrar los problemas que tienen las sociedades más desiguales para poder garantizar la igualdad de oportunidades. El acoso escolar puede definirse como la exposición intencionada, continua y prolongada a actos físicos o emocionales hirientes realizados por individuos de estatus social superior al de la víctima. Los niños que son víctimas de acoso escolar a los ocho años tienen más probabilidades de padecer trastornos de ansiedad y depresión en la edad adulta. Esto, a su vez, influye negativamente en su potencial académico. El hecho de que el acoso escolar varíe entre países y contextos sociales (afecta de un 5% a un 70% de la población) sugiere que se trata, en gran medida, de un fenómeno social y culturalmente variable. 

La prevalencia del acoso escolar estaba relacionada con la asistencia a escuelas con grandes disparidades económicas entre los estudiantes

Usando datos de escuelas de treinta y cinco países europeos (incluido el Reino Unido) y de Norteamérica durante el curso académico 2001/2002, el estudio Socio-Economic Inequality in Exposure to Bullying investigó acerca del acoso escolar. Su principal conclusión fue que la prevalencia del acoso escolar no estaba relacionada con el nivel económico del país de residencia o del colegio al que se asistía, sino que, de hecho, estaba relacionada con la asistencia a escuelas con grandes disparidades económicas entre los estudiantes, y con crecer en países con grandes desigualdades económicas. Las conclusiones del estudio sugieren que un aumento del 10% en la desigualdad de ingresos está correlacionado con un aumento del acoso de alrededor del 34%. Según señalaron los investigadores, una de las razones de esta correlación puede ser que la aceptación de una sociedad jerárquica y segregada se manifiesta en el comportamiento de los niños entre sí. Cuando existen grandes desigualdades económicas, afirman, un mayor número de personas se ven excluidas del acceso a los indicadores de estatus y éxito. La investigación se suma a la literatura existente que muestra que los adolescentes son muy conscientes de las diferencias socioeconómicas, y que esto ayuda a promover un entorno social en el que se normalizan las burlas, el rechazo y la humillación. El impacto de estos comportamientos también se refleja en la alta incidencia de trastornos psicológicos que experimentan las personas con menos recursos en las sociedades más desiguales.

En contextos socioeconómicos muy desiguales, por lo tanto, los adolescentes de entornos socioeconómicos más desfavorecidos tienen más probabilidades de sufrir acoso escolar. De este modo, también tienen una mayor probabilidad de sufrir las consecuencias personales, sociales y materiales asociadas a esta experiencia. El hecho de que estos adolescentes tengan más probabilidades de sufrir daños físicos y mentales que otros explica que existan más barreras que impiden a determinados estudiantes desarrollar su potencial académico. Así, las sociedades que aspiran a fomentar la igualdad de oportunidades no pueden simplemente obviar la cuestión de la desigualdad socioeconómica. El modelo hegemónico de movilidad social está diseñado para premiar a las personas en base a sus acciones individuales; sin embargo, al no considerar que estas están condicionadas por el grado de desigualdad socioeconómico en el que tienen lugar, es incapaz de cumplir sus objetivos. 

El amargo sabor del ‘éxito’

A pesar de que existan grandes barreras que limitan la movilidad social, es indudable que ciertos individuos consiguen mejorar su situación socioeconómica con respecto a la de sus progenitores. Estos casos dan pie a que las críticas a la meritocracia suelan encontrarse con respuestas del tipo: “¿Y qué hay de Amancio Ortega? No tenía nada y ahora mira dónde está”. Frases como esta presuponen que, a pesar de la dificultad que conlleva, cualquier persona que realmente se esfuerce puede acceder a las recompensas de ser socialmente móvil. La concepción hegemónica de la movilidad social supone que es así, ya que la medida de las recompensas sociales se mide en términos de mayores ingresos o de un mayor estatus. Sin embargo, el uso de los ingresos o del estatus como los únicos indicadores de la movilidad social oculta las formas más complejas en que los individuos experimentan estos procesos. Los estudios arriba mencionados demuestran que los procesos de movilidad social también tienen un componente sociocultural, y que este debe tenerse en cuenta a la hora de evaluar si la movilidad social garantiza la ‘igualdad de oportunidades’. Quizás para la sorpresa de algunos, algunos estudios recientes demuestran que no todos los individuos que ascienden socialmente experimentan su cambio de condición como algo totalmente gratificante. Sobre todo en sociedades más desiguales, explican, los procesos de movilidad social tienden a generar ansiedad, frustración y una sensación de desarraigo en las personas que los viven.

En las sociedades más desiguales los procesos de movilidad social tienden a generar ansiedad, frustración y una sensación de desarraigo en las personas que los viven

En un estudio llevado a cabo en 2013, los sociólogos Phillip Brown, Diane Reay y Carol Vincent analizaron las experiencias de nueve estudiantes de clase trabajadora en Southern, una universidad de élite de Luisiana. Se centraron, fundamentalmente, en explorar las tensiones y ambivalencias que experimentaban al desenvolverse en un entorno socioeconómico de estatus “superior”. Durante las entrevistas, una de estas estudiantes, Lindsay, explicó la forma negativa en que su familia veía este proceso. Tal y como ella misma explica, sus padres consideraban que no hacía falta que fuese a la universidad. Precisamente por ese motivo, cada vez que ella sacaba el tema, sus padres mostraban abiertamente su rechazo por la forma de vida que había elegido. El testimonio de Lindsay revela que, para algunos, “ascender” socialmente implica una dolorosa dislocación de los propios orígenes sociales y culturales. 

Además de sentirse excluidas por el entorno social de donde “provienen”, algunas de las personas que “ascienden” socialmente tampoco son aceptadas en su “nuevo” grupo social. A este respecto, por ejemplo, la expresión “nuevo rico” refleja muy bien la estratificación de ciertas élites, que no están dispuestas a aceptar siquiera a los que han superado los obstáculos que existen para ascender socialmente. El sociólogo Sam Friedman es experto en estudiar las dificultades que experimentan algunas de las personas socialmente móviles a la hora de adaptarse a sus nuevos entornos profesionales. En una de sus investigaciones entrevistó a Helen, una mujer que había crecido en un entorno de clase trabajadora en el sur de Londres y que en aquel momento dirigía un prestigioso teatro. A pesar de su gran éxito, Helen consideraba que la élite del teatro la rechazaba. En su opinión, esto se debía principalmente a sus señas de identidad de clase trabajadora, como su acento y su forma de vestir. Helen explicó que podría fingir y cambiar su voz, pero que ella en el fondo no era así. Literalmente, afirmó: “Nunca voy a estar en ese club”. Aunque Helen considera que “podría” intentar adaptarse al mundo cultural de su nuevo entorno ocupacional, mostraba conciencia del trabajo emocional añadido que esto requería. El testimonio de Helen ejemplifica el tipo de costes que pagan las personas socialmente móviles: incluso en los casos en que una persona mejora su situación socioeconómica, puede experimentar una sensación de “dislocación social”, al encontrarse situada entre dos ámbitos culturales distintos. Al mismo tiempo que pueden ser rechazados en la cultura de su origen socioeconómico, tampoco se integran en la de “destino”.

Los casos descritos anteriormente ejemplifican el trabajo emocional adicional que deben llevar a cabo las personas de clase trabajadora para participar en culturas académicas y ocupacionales estructuradas en torno a normas sociales y culturales de élite. En contra del modelo hegemónico de movilidad social, estos ejemplos demuestran que el origen socioeconómico sigue influyendo en la capacidad de las personas para acceder a recompensas sociales a lo largo de su vida. Incluso en los casos en los que las personas de clase trabajadora tienen una movilidad ascendente, no gozan de las mismas oportunidades de acceder a aquellas. Por el contrario, suelen estar expuestas a mayores fuentes de daño psicológico y emocional para adaptarse a estos entornos que sus homólogos de las clases media y alta. 

Los ejemplos expuestos demuestran que, en contextos más desiguales, las personas con menos recursos sociales tienen menos probabilidades de ser consideradas “meritorias”; y que, incluso cuando lo consiguen, son más propensas a experimentar los procesos de movilidad social de manera traumática. Las sociedades más desiguales, por tanto, fomentan que las trayectorias personales estén influenciadas por el origen socioeconómico. Precisamente por este motivo, estas sociedades son incapaces de garantizar la igualdad de oportunidades.

Por mucho que aspire a hacerlo, el modelo hegemónico de movilidad social simplemente reformula la manera en que se accede a las élites, y no garantiza el desarrollo de sociedades más justas. Mientras no se redistribuyan recursos y se reduzcan desigualdades socioeconómicas, las vidas de las personas continuarán estando condicionadas por sus orígenes.

--------------

NOTA. Tres buenos libros acerca de la cuestión que trata este artículo son Contra la igualdad de oportunidades, de César Rendueles (Barcelona: Seix Barral, 2020); Against Meritocracy, de Jo Littler (Londres, Routledge, 2018) y El sueño de la igualdad de oportunidades, de Angel Puyol (Barcelona: Gedisa, 2010). 

Una aspiración fundamental de los gobiernos de la gran mayoría de países occidentales desde el último tercio del siglo XX es promover la movilidad social. Los países que comparten esta visión presuponen que, de este modo, fomentarán el concepto de ‘meritocracia’, y que así promoverán el desarrollo de sociedades...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Hugo de Camps Mora

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. vinadomingojordi

    Supongo que lo conoce usted, pero por si acaso. Un referente clásico del asunto de los traumas asociados al cambio de grupo social hacia arriba está estudiado por John Goldthorpe. En educación, se suele citar un trabajo suyo como ejemplo de metodología impecable para encontrar la causalidad de un fenómeno social. En este caso, Goldthorpe concluyó que una de las claves del éxito académico está en la superación del miedo al desclasamiento, hacia abajo, obviamente, pero (sorpresa) también hacia arriba, poniendo abajo y arriba en cuarentena como conceptos, por la evidente relatividad de estas ideas. También está bien leer los comentarios de Goldthorpe en lo referente a otro tema central del artículo de usted: este autor observó en países con una contrastable movilidad social una correlación evidente entre éxito académico y políticas de redistribución de la riqueza. De hecho, Goldthorpe concluyó para su país, Reino Unido, que las únicas ocasiones en que había habido movilidad social, ésta no había venido de políticas educativas, por muy presupuestadas con generosidad que estuvieran (en la época del primer Blair, por ejemplo), sino de las necesidades del mercado laboral una vez agotados los caladeros de las clases medias y altas para los puestos bien remunerados, como consecuencia de guerras o revoluciones tecnológicas. Muchas gracias por escribir sobre este asunto, pues aunque no hable directamente de educación, somos ya unos cuantos trabajadores del ramo los que estamos hartos del marco que lo reduce todo a innovación pedagógica versus clase magistral y de las caricaturas asociadas (pedabobos contra rojipardos), ignorando unos y otros los asuntos socioeconómicos, que son los que determinan casi todo.

    Hace 1 año 3 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí