El Ayuntamiento de Badajoz vivió el 12 de julio una de esas escenas que le hacen a uno plantearse con demasiada frecuencia si no estará siendo víctima de un show de Truman mientras los demás se descojonan a su costa. El PP extremeño del “nunca pactaré con los machistas, homófobos y racistas, que no, que era broma”, proponía cambiar de una vez de tema con un minuto de silencio en homenaje a Miguel Ángel Blanco, concejal de Ermua asesinado por ETA hace 26 años –cifra redonda donde las haya–. Los concejales de Vox, a los que sus compañeros del PP no les explicaron que sacar a ETA en campaña es simplemente una estrategia propagandística y que, en realidad, ETA desapareció hace 12 años, se negaron a guardar el minuto de silencio porque de él también participaban concejales del PSOE extremeño, “cómplices de los asesinos de ETA durante estos cuatro años”. Recuerdo una vez, cuando, de pequeño, nos llevaron a cazar gamusinos y uno de los padres se metió tanto en el papel de cazador que, agitando la bolsa llena de piedras, simulando el descontrolado empuje del animal atrapado, acabó dándole un bolsazo de cuatro puntos de sutura en la cabeza a uno de los niños al que el gamusino le terminó mordiendo, dijo otro padre con la cara pálida.

Hace bien Vox tomándose al pie de la letra la campaña propagandística y atizándonos a todos en la cabeza con ella. Las mentiras están para defenderlas hasta el final. Harían bien, tanto Vox como sus pálidos socios del PP, explicándole a la población, lógicamente preocupada por aquello de tener un gobierno de la mano de terroristas, qué van a hacer si llegan a La Moncloa. No parecería ético ni moral que, con un gobierno PP-Vox, España siguiese sometida a leyes aprobadas por ETA. Sería un escándalo y una traición al votante, cuyo principal reproche al sanchismo es haber gobernado con ETA, no eliminar todos y cada uno de los restos del paso del terrorismo etarra por el Gobierno de España. No se podría tolerar, llegado el caso, que PP y Vox mantuviesen el salario mínimo interprofesional (SMI) por encima de los 1.000 euros. Se hace urgente bajarlo en nombre de las víctimas del terrorismo. No se les ocurrirá a Feijóo y Abascal, queremos pensar quienes creemos en la palabra de los políticos, mantener la subida de las pensiones, aprobada gracias a una negociación que acabó con la estratégica abstención de Bildu, es decir, ETA.

Esperemos que deroguen, por tener el sello de ETA, decenas de medidas sociales. Deberán PP y Vox ser valientes y no hacer cálculo electoral con la posibilidad de que los votantes de la derecha se viesen afectados por estas derogaciones. Sabrán entender que, en nombre de la dignidad, un país no puede estar gobernado por legislación terrorista. Adiós a la eutanasia, adiós a las ayudas para paliar los efectos de la guerra de Ucrania que se mantendrán en el tiempo, adiós al tope de la electricidad, al aumento de becas, a la ley rider y a las ayudas al alquiler. En nombre de la decencia, no debe quedar nada. Lo contrario significaría que todo era una mentira. Estoy seguro de que el votante de derechas estará vigilante llegado el caso. Tras la derogación de todo lo que haya tocado el terrorismo que durante estos años ha gobernado España, habrá que trabajar para que algo así nunca vuelva a suceder. El primer paso será ilegalizar a ETA, es decir, a Bildu. La tarea no será fácil. Con ETA desaparecida y con el partido independentista vasco condenando la violencia del pasado, tocaría cambiar la ley de partidos. No bastará ya con no tener vínculos con ETA ni condenar la violencia, ni mostrarse solidario con sus víctimas, como hace Bildu, para ser legal. Habrá que tapar ese agujero legal proponiendo un texto claro. Un texto que impida que todo partido vasco de izquierda independentista participe de la vida política. Hoy es Bildu, pero mañana podría ser cualquier otra formación de izquierdas vasca la que, condenando la violencia y cumpliendo la ley, quiera colarnos de nuevo a ETA en el Gobierno. Hay que demostrar valentía. Cosa que, más allá de rimas fáciles de segundo de la ESO, PP y Vox no han hecho. Hay que decir bien claro que si Bildu es ETA, los más de 400.000 votantes de EH Bildu en las pasadas elecciones municipales son terroristas a los que hay que combatir. Con la cárcel, diría la lógica más básica.

PP y Vox deben mirarse a sí mismos porque aquí nadie está libre de ser cómplice del terrorismo. Son centenares las votaciones en las que la derecha ha coincidido con Bildu en el sentido de su voto. Es decir, son centenares de veces las que PP y Vox han ido de la mano de los terroristas. Nunca más debería pasar y estoy seguro de que los votantes del bifachito tomarán muy buena nota si esto ocurre. Si un posible nuevo gobierno de la derecha mantiene leyes aprobadas durante esta legislatura con el voto a favor de Bildu, estaremos hablando de un escándalo gigantesco. De eso, o de un país que es una gigantesca broma mientras la gran mayoría de la población lo ignora.