Procesando la campaña exprés
‘Shusto’ o ‘Muette’
La campaña consistirá en un combate absoluto entre dos bloques. Uno, el de un gobierno de coalición entre la Tercera Vía y una socialdemocracia más dura. Otro, con la nueva extrema derecha trumpista, el PP, y la rancia, católica y señoritinga
Guillem Martínez 7/07/2023
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1- En términos generales, las campañas electorales no eran importantes cuando el Estado del Bienestar iba a velocidad de crucero, o así se lo creía él mismo. Las campañas, en aquellos glory days, eran una serie de ruidos para intentar decantar a un 10%-12% de indecisos. Hasta que, de pronto, los indecisos han pasado, zas, a ser entre el 20% y el 30% del electorado. Hay más indecisos que, pongamos, católicos practicantes. Concretamente, el doble. Ambos colectivos ilustran una crisis de fe en sus respectivas disciplinas.
2- Entre el 20% y el 30%, como Santo Tomás, duda. Duda entre las dos grandes opciones. Que ya no son partidos, sino bloques, bandas sonoras, comunidades de sentido y, lo que es peor –es decir, inabarcable–: sentimientos. Un bloque estaría formado por los partidos de la Comisión Europea, cuyos programas no sobrepasan lo acotado, lo solicitado, por la Comisión. La Comisión, básicamente, es algo que se mete en política. Constantemente. Más con los Fondos Europeos. Como ya ha averiguado Meloni, solo te llega esa pasta si cumples con las políticas señaladas por la Comisión. Si no, nástics. Los partidos de la Comisión no son épicos, en tanto que la Comisión no es épica. Incluso carece de alma. Solo se puso épica en 2008, con la austeridad. Lo que hizo retroceder 100 años la causa de una Comisión con alma.
3- El otro bloque es el soberanismo, los partidos con problemas –implícitos, que no explícitos, por ahora– con el concepto Europa. Son partidos nacionalistas –esto es, épicos por definición–, y suelen estar familiarizados con las herramientas de las nuevas extremas derechas –el fake, la confusión y la guerra cultural–. Sus programas limitan por arriba con la Comisión, como todo el mundo. Pero por abajo, limitan con un mundo anterior a la Comisión, repleto de luz, electricidad y fantasías –ideológicas, religiosas o estraperlistas– de las derechas patrias. Por lo visto ya en Castilla y León, estos soberanismos no suprimen leyes, sino que las entorpecen o las invalidan dejando de desarrollarlas o de dotarlas de presupuestos. El resultado es una reforma severa de las funciones del Estado, si bien sin reformas legales. Por lo visto ya en Andalucía, ese juego –o, glups, sus jugadores– tiene poco recorrido, por lo que, tarde o temprano, se produciría un conflicto directo con Europa.
Los partidos de la Comisión no son épicos, en tanto que la Comisión no es épica. Incluso carece de alma
4- A un bloque le podríamos llamar Shusto –es el bloque que conduciría a un gobierno de coalición entre la Tercera Vía y una socialdemocracia más dura, si bien sin correlación de fuerzas para liderar el bloque Shusto–, y al otro le podríamos llamar Muette –es el bloque que conduciría a un gobierno de coalición entre una nueva extrema derecha, en contacto con los USA desde los 90 del siglo XX, modernuqui y trumpista –esto sería el PP–, y una extrema derecha antigua, rancia, post paseillo, católica, señoritinga, que no ha sabido ser –afortunadamente, o la situación sería otra– el laboratorio de léxico y de ideas ultras para el que fue creado –esto sería Vox–. ¿A estas alturas del partido hay quien puede dudar entre Shusto y Muette? Sí, concretamente, lo dicho, un 20%-30%. ¿Por qué? Hipótesis: en un mundo sin posibilidad alguna de cambios, sin democracia real, en el que la Comisión, un organismo no electo, dirige y limita los accesos al futuro, un cambio radical –el único, por lo visto, posible– es el que ofrece el soberanismo: volver al pasado. Y su viva la muette.
5- La campaña consistirá, por tanto, en un combate absoluto entre dos bloques, en sus diversos tramos. En este momento gana el bloque Muette sobre el bloque Shusto, con un 47%, sobre un 41%. Son 6 puntos de diferencia. Pero hace un mes eran casi 10. Lo que indica que los indecisos y los decisos mantienen una relación dinámica con la precampaña. Y, ahora, claro, con la campaña. Es posible que la pérdida de esos más de 3 puntos obedezca al miedo. Esto es, a percibir con miedo los pactos post 28M entre PP y Vox, y sus primeros elementos visualizados, como el estraperlismo, el aumento de sueldos municipales por encima de lo decoroso o, incluso, por encima de lo sumamente indecoroso.
En este momento gana el bloque Muette sobre el bloque Shusto, con un 47%, sobre un 41%
6- Esta campaña consistirá en –bloque Shusto– Sumar buscando electorado por su izquierda –parece ser que lo está encontrando, a partir de la dinámica de bloques, del miedo a la Muette–, y en un PSOE buscando votos a su derecha, donde abunda ese 20%-30% de indecisos. Ambas dinámicas darán pie a una campaña, como mínimo, contradictoria, incluso poco edificante, en el pack Shusto. En el bloque Muette la campaña consistirá, en la región PP, en a) evitar provocar –más– miedo, y en conseguir señalar al PSOE como el culpable y el único responsable de un pacto entre Vox y PP. Es el Pressing-PP, una energía desmesurada y continua para presionar a PSOE para que facilite el gobierno al partido más votado que, todo apunta a ello, sería el PP. Para culpabilizarlo del triunfo de la Muette. Felipe González, por ejemplo, juega en esa Liga. No te digo más. Vox, en el mismo pack, continuará con dinámicas antiguas, escuadristas, incluso, como las pancartas de la Escuela de Goebbels que va colgando Vox y/o su entorno en MAD. Ese extremo-derechismo antiguo es Pressing-PP –“fíjate con quién me estás obligando a pactar en contra de mi voluntad, etc.”–, si bien también, y por el mismo precio, es ensanchamiento del Constitucionalismo, el trade-mark de la extrema-derecha esp, en el que caben, cada vez más, visto lo visto, objetos anticonstitucionales más gordos y de lado.
7- Empieza la campaña. Bloques. Shusto o Muette.
1- En términos generales, las campañas electorales no eran importantes cuando el Estado del Bienestar iba a velocidad de crucero, o así se lo creía él mismo. Las campañas, en aquellos glory days, eran una serie de ruidos para intentar decantar a un 10%-12% de indecisos. Hasta que, de...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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