en primera persona
Alemania ha “ahorrado” más de la cuenta
El avión oficial que se quedó varado en Abu Dhabi refleja la decadencia de la locomotora de Europa, famosa en el pasado por su modernidad, orden y puntualidad
Carmela Negrete Berlín , 26/08/2023
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Hace mucho tiempo que cerraron en mi barrio la oficina de correos. Para mandar un paquete, las alternativas ahora son empresas privadas que ofrecen franquear online y te lo recogen en casa o en un punto de recogida. Escojo la segunda opción y me acerco al buzón más cercano, ya que en el pasado pedí que me lo recogieran en casa y tan solo te dicen el día, pero no la hora, por lo que tienes que esperar todo el tiempo hasta que llega el repartidor.
La máquina no tiene etiquetas para imprimir, así que me acerco al supermercado de enfrente, donde también se pueden dejar los paquetes. La cajera me dice que no tienen la opción de imprimir etiquetas. Me callo y espero al día siguiente y la imprimo en la oficina. Busco en el navegador dónde puedo depositar el paquete y me dice que en un kiosco a la vuelta de la esquina. El vendedor de ese establecimiento de bebidas y tabaco me dice que el paquete no tiene el formato requerido. Lo dudo, pero me voy y busco el centro más cercano del Deutsche Post, otrora correo estatal alemán, en la Kantstraße, una de las principales avenidas de la ciudad. Allí seguro que no tendré más problemas.
Veo de lejos el cartel amarillo y pienso: por fin. Al entrar observo que aquí también venden bebidas y tabaco, y que el mostrador de correos está al fondo. En el mostrador hay una nota escrita a mano: “No aceptamos tarjetas Visa o MasterCard”. Entrego el paquete sin problemas y le comento al trabajador mi odisea. Llega otro que parece ser el jefe y, a pesar de haber realizado ya la entrega, me dice que no, que el paquete no tiene el formato adecuado y tengo que comprar un envoltorio allí. Vuelvo a dudar, y pago los dos euros. Hace tiempo que desistí de intentar discutir.
Con la reunificación alemana comenzó la privatización del correo en el país
Con la reunificación alemana comenzó la privatización del correo en el país. Hasta entonces, trabajar para el Deutsche Post suponía ser funcionario, con la seguridad y beneficios laborales que ello conlleva. Para el usuario, con todos los fallos que pudiera tener el correo, su oficina, la eficiencia y el posible mal humor de su empleado eran también algo en lo que podía confiar. La escritora y editora Sabine Nuss lo resumía en 2020: “A principios de los ochenta había en la República Federal Alemana unas 29.000 oficinas propias de correos, 35 años después no hay ni una filial propia más, y en cambio hay 13.000 agencias privadas de correos”. Las tiendas de conveniencia, que en Madrid regentan muchas veces ciudadanos chinos o paquistaníes y en Berlín turcos o kurdos, ofrecen aquí servicios de paquetería a cambio de una comisión irrisoria, lo que supone “un ahorro del 60% de los costes”, escribía Nuss en un artículo en Deutschlandfunk.
Entre 1989 y 2006 se eliminaron 173.000 puestos de trabajo en el Deutsche Post y se crearon 46.000 en las nuevas empresas que surgieron, repasa en su artículo. “Las condiciones laborales se volvieron inseguras, los contratos a tiempo completo fueron sustituidos por empleos no indefinidos, por trabajo temporal y empleados de temporada”, explica. Y la guinda: el jefe de correos ganaba antes quince veces más que un repartidor, “ahora el jefe del Deutsche Post privatizado, Frank Appel, gana 268 veces más”.
Una noticia me distrae de mis indagaciones sobre el correo: la ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, tiene que interrumpir su viaje a Australia, Nueva Zelanda y Fiji después de que el avión oficial se quedase varado en Abu Dhabi. Los alerones de aterrizaje no querían funcionar y tuvieron que deshacerse de combustible en el aire para poder aterrizar de emergencia. El diario Bild comenta al respecto: “Nos hemos convertido en una nación industrializada cuyos aviones gubernamentales no pueden volar”. Y en otro comentario constata: “Queda la pregunta de por qué hay tantas cosas rotas en Alemania. En realidad, ya solo se puede ir seguro a pie”.
Suena exagerado y , por supuesto, éste es un diario amarillista que no se puede tomar en serio. Pero es que el resto de medios habla desde hace años de ese ruinoso estado de la infraestructura alemana. Aún está por crear una red de telefonía móvil que dé cobertura y llegue a todos los rincones de la República. Cuando vas a algunos pueblos, de repente, no puedes llamar o entrar en internet con el teléfono, igual que en las autopistas, en los autobuses interurbanos o en los trenes de larga distancia. La digitalización de la administración pública (que podría utilizarse, por otro lado, para deshacerse de personal y empeorar el servicio) también es un tema que el país arrastra desde hace décadas. Pocos son los que tienen un documento de identidad digital y menos los que lo utilizan para realizar trámites online. Según datos de la OCDE, en 2022 tan solo un 8% de las conexiones a internet en Alemania se dieron a través de fibra óptica, frente al 81% español.
Durante la pandemia, el estado de la administración pública sanitaria quedó en evidencia con la emisión de los datos de nuevos infectados diarios y de los contactos de infectados, que a menudo no llegaban a tiempo porque muchas oficinas de sanidad trabajaban con teléfono, libreta y fax para transmitir dicha información, que a continuación tenía que ser introducida en el sistema digital de forma manual. Muchos nos llevamos las manos a la cabeza en aquel entonces, acostumbrados a trabajar en entornos digitales.
El gobierno prometió en 2020 invertir 4.000 millones de euros y contratar a 5.000 personas más para las oficinas de sanidad hasta 2026 para este fin. Esta tarea avanza al parecer despacio, pero avanza y, todo sea dicho, al menos eran éstas oficinas que se encargaban de llevar los contactos de los infectados y no los propios médicos. Del estado de la sanidad, tras la pandemia que sacó a relucir los trapos sucios de las condiciones laborales y la falta de personal, hablamos en otro momento en detalle, ya que el Gobierno planea cerrar cientos de hospitales para “optimizar” el servicio.
Esta ausencia de digitalización supuso durante la pandemia que la escuela de mi hijo estuvo cerrada durante meses sin clases ni encuentros online
En primera persona, esta ausencia de digitalización supuso durante la pandemia que la escuela de mi hijo estuvo cerrada durante meses sin clases ni encuentros online, salvo los organizados por la maestra de religión por su cuenta. Daban unas fotocopias cada semana y se podía llamar por teléfono a la pedagoga. Por supuesto, no todas las escuelas públicas están tan mal dotadas y existe un abismo con las privadas. En la nuestra, ni siquiera ella tenía ordenador o tablet del colegio. La digitalización en la escuela primaria es algo discutible, sin embargo, también offline la educación en Alemania parece empeorar. Uno de cada cuatro alumnos de cuarto de primaria no sabe leer y escribir de forma adecuada, según el último Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora de 2021 de la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo. Con respecto al estudio anterior de 2017, el valor ha empeorado en un 5%.
En las escuelas hay un atraso de inversión de unos 50.000 millones de euros, según aseguraba en diciembre pasado el banco gubernamental de desarrollo KfW. No se trata solo de ordenadores, sino de los propios edificios. “Durante décadas se ha invertido muy poco y los edificios de muchas escuelas en Alemania se encuentran en mal estado”, explicaba un reportaje de la televisión pública ZDF. El motivo, al parecer, no es solo económico, sino también burocrático y de falta de personal o de empresas en condiciones de llevar a cabo las obras.
De la infraestructura que sí existe, la red de ferrocarril era una de las joyas de la corona y hoy destaca por su impuntualidad
De la infraestructura que sí existe, la red de ferrocarril era una de las joyas de la corona y hoy destaca por su impuntualidad. Un amigo, que frecuentemente viaja en tren entre ciudades alemanas para visitar a su pareja, suele hacer bromas en su Facebook como ésta: “Así se gana el Deutsche Bahn la confianza de sus clientes: dos horas y media de retraso, ninguna información y quedarse varado en la pampa”. En julio, solo el 64% de los trenes de alta velocidad salieron o llegaron puntuales a su destino, según datos del Deutsche Bahn. Suiza ha empezado a no dejar pasar algunos trenes alemanes porque alteran sus propios horarios al no llegar puntuales. La empresa, privatizada también después de la reunificación, planea renovar unos 42.000 kilómetros de vías hasta 2030. Las inversiones que no se hicieron en los últimos años llevarán, por ello y a pesar del nuevo plan de saneamiento, a más retrasos, trenes abarrotados y cancelaciones en los próximos tiempos.
Muchas vías, pero también carreteras y autopistas, puentes y otras construcciones necesitan reparaciones por todo el país. Según un estudio del Instituto para la Economía Alemana (IW)publicado el pasado junio, desde 1990, el Estado alemán habría gastado unos 45.000 millones de euros anuales menos de lo necesario para mantener las infraestructuras en óptimo estado. (Y ello, a pesar del superávit en las cuentas). Los economistas Hubertus Bardt y Michael Grömling, de dicho instituto, creen que serán necesarios unos 450.000 millones en inversiones en la próxima década para compensar las inversiones no realizadas en el pasado y “garantizar el bienestar”.
Unos 16.000 puentes de los 130.000 existentes en el país deben ser reparados y modernizados. Como explicaba un reportaje de la televisión pública WDR, publicado después de la catástrofe sucedida en Génova, estos puentes provocan kilómetros adicionales de atascos en carreteras y autopistas. Algunos son muy antiguos, otros fueron construidos en un periodo en que había menos tráfico y los camiones llevaban menos peso.
“Alemania tiene una infraestructura de transportes destartalada y eso no es solo un problema para las personas que tienen que ir de un punto a otro, sino que también es un factor económico que hace a Alemania como emplazamiento industrial cada vez menos atractivo”, decía el presidente del Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW), Marcel Fratzscher, en un programa monográfico sobre este tema en el canal público Phoenix el pasado mayo. El experto advierte de que el 54% de los productos de la industria alemana se destinan a la exportación y para ello es fundamental un sistema de autopistas, puertos y puentes con capacidad para asumir ese trasiego.
Para el próximo año se esperan recortes sociales en función del borrador de presupuesto que el ministro de Finanzas, Christian Lindner, presentó el 5 de julio y que todavía está en discusión. La herencia de los 16 años de gobiernos de la canciller Ángela Merkel será más difícil de solventar debido al freno de la deuda constitucional, introducido en 2009, y que el liberal Christian Lindner ha reactivado ahora, tras haber sido pausado durante la pandemia.
La Asociación Alemana de Bienestar Paritario” (DPWV) ha alertado de los riesgos de dichos recortes: “No podemos quedarnos callados y ver cómo una política de austeridad sin escrúpulos destruye la infraestructura social”, asegura el jefe de dicha organización, Ulrich Schneider, en su web. Afectados se verán, según los planes, muchas áreas como el servicio de ayuda a personas dependientes, el apoyo a parados, la ayuda psicológica a refugiados, pasando por la Agencia Federal para la Educación Cívica (bpb), los créditos universitarios, los programas de intercambio académico DAAD o el Instituto Goethe. El ahorro se calcula en unos 30.600 millones en comparación con el presupuesto actual. En el ámbito de la defensa se planea, sin embargo, un aumento de 1.700 millones de euros.
Las medidas neoliberales de privatización y desregulación han llevado al empobrecimiento y al sucesivo despojo de derechos laborales y sociales
La confederación alemana de sindicatos DGB ha criticado los planes del gobierno de coalición como “una decisión política fatal”, ya que no hay nada que impida “los gastos financiados por créditos más que la ideología”. Para la central, la deuda alemana en función de su poderío económico es “muy baja y en comparación internacional nada problemática”. Y pide al gobierno que se vuelva a desactivar el freno de la deuda debido a la situación excepcional que el aumento del costo de la energía y la guerra en Ucrania suponen.
Puede que Alemania haya “ahorrado” y “optimizado” más de la cuenta, a pesar de tener unas finanzas marcadas por el superávit (o tal vez es por ello que éste existía). Los problemas no son nuevos, ni se han producido a raíz de la pandemia, del cambio climático o de la crisis desatada por la guerra de Ucrania, sino que éstas tan solo los han empeorado. Las medidas neoliberales de privatización y desregulación han llevado al empobrecimiento y al sucesivo despojo de derechos laborales y sociales en un proceso continuo desde la reunificación. Recetas de austeridad que dieron a Europa para estabilizar una moneda de la que se beneficia su economía y que ahora se vuelven también en contra de ésta, que pierde competitividad.
Hace mucho tiempo que cerraron en mi barrio la oficina de correos. Para mandar un paquete, las alternativas ahora son empresas privadas que ofrecen franquear online y te lo recogen en casa o en un punto de recogida. Escojo la segunda opción y me acerco al buzón más cercano, ya que en el pasado pedí que...
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