1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

crisis

Castillos en el aire

El declive energético en España y otros países está causado por un modelo que se basa en un despliegue masivo de aerogeneradores y parques fotovoltaicos, cuya viabilidad plantea muchas dudas técnicas

Antonio Turiel 28/08/2023

<p>Aerogeneradores en Muras (Galicia). </p>

Aerogeneradores en Muras (Galicia). 

Santi Villamarín (CC BY-ND 2.0)

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Un fantasma recorre el mundo de las renovables desde hace semanas, uno llamado Siemens Gamesa. A principios de junio, Siemens anunciaba que había tenido que gastarse1.000 millones de dólares adicionales para arreglar ciertos problemas técnicos en sus turbinas. Ese adicional es importante, porque el año pasado la división de éolica, Gamesa, no solo perdió 2.000 millones de dólares, sino que tuvo que pasar por un concurso de acreedores. Se alegaba, a finales de 2022, que el elevado coste de las materias primas y algún pequeño problema con algunos aerogeneradores instalados (que había afectado a una minúscula fracción del total) habían originado esas pérdidas. Se suponía que tras el concurso de acreedores y con el nuevo plan de negocio, el camino estaba expedito para un nuevo período expansivo de Gamesa durante 2023. Sin embargo, a principios de agosto Siemens tuvo que avisar que lleva acumuladas durante los primeros meses de este año pérdidas de 4.500 millones de dólares. Lo que es peor, los problemas de Gamesa amenazan a la viabilidad económica de la matriz (antes de la pandemia, Siemens tenía beneficios netos alrededor de los 8.000 millones de dólares anuales, así que estas pérdidas son más que significativas).

¿Qué está pasando con Siemens?

La subida del precio de las materias primas es, sin duda, un factor importante, pero ni de lejos explica el torbellino en el que está atrapada ahora mismo su filial Gamesa. El problema parece centrarse en algunos aerogeneradores de sus modelos 4.X (con una potencia instalada de hasta 5 MW) y 5.X (con una potencia instalada de hasta 7 MW). Según parece, algunos de esos aerogeneradores parecen presentar fallos en las aspas e incluso en su integridad estructural después de unos años funcionando. Al principio se decía que el porcentaje de aerogeneradores que había fallado era muy pequeño (aproximadamente el 0,04%), pero esa cifra era engañosa porque, en primer lugar, se refería al total del parque de generadores (y no específicamente a los 4.X y 5.X) y, segundo, porque los fallos son estructurales y ha obligado a Gamesa a revisar (y reparar o modificar) muchos más generadores que simplemente los que han fallado. Actualmente se reconoce que el problema puede afectar a entre el 15 y el 30% del total de 132 GW de potencia eólica instalada mundialmente. Eso quiere decir que afectaría a entre a entre unos 20 y 40 GW instalados. De acuerdo con Siemens hay unos 2.100 4.X y unos 800 5.X; asumiendo una potencia de 5 MW para los 4.X y de 7 MW para los 5.X, eso son 17.1 GW instalados, es decir, que los datos no cuadran pues aunque el problema afectase a todos los 4.X y 5.X (y la noticia dice que solo afecta a algunos), no llegamos ni a los 20 GW de la franja inferior de potencia instalada afectada (el lector avisado se habrá dado cuenta de que todos los datos vienen de Reuters: es curioso que los periodistas no han intentado cruzar los datos). En fin, a falta de confirmar qué ha pasado aquí (quizá algún dato sea erróneo, quizá hay también otros modelos afectados, quizá se está contabilizando también modelos de otras empresas. Está claro que, contrariamente a la imagen que pretende proyectar la industria, el problema es probablemente mucho más masivo de lo que se dice.

Un dato interesante es que el modelo 4.X se lanzó al mercado entre 2017 y 2019, y el 5.X a partir de 2019. Es decir, que las turbinas han empezado a fallar a los 3-4 años de su instalación en el caso de los 5.X, y en menos de 6 años en el caso de los 4.X.

¿Qué quiere decir esto?

Quiere decir que la ingeniería de los 4.X y los 5.X no estaba suficientemente testeada antes de lanzarla al mercado, y que al cabo de unos pocos años los aerogeneradores se averían, en algunos casos catastróficamente. Arreglar estos aerogeneradores no es sencillo: estoy seguro de que todas las pruebas, planos y simulaciones decían que los aerogeneradores aguantarían sin problema los 20 ó 30 años vida útil, así que ahora hay que analizar qué ha fallado, por qué ha fallado y encontrar una solución correctiva que pueda aguantar otros 14-17 años más. Algo muy complicado cuando el diseño de base parece estar viciado y uno no tiene manera de saber si lo podrá corregir, solo se pueden poner parches.

Es por ese motivo que hay mucha preocupación en Siemens: si los fallos se empiezan a multiplicar, las obligaciones económicas en las que puede incurrir podrían llevarles a la bancarrota. Sin saber cuáles son las garantías y responsabilidades es difícil cuantificar el riesgo al que están expuestos, pero quédense con este dato: en 2021 el coste típico por MW instalado era de 1,3 millones de dólares. Si lo que está comprometido son unos 20 GW de potencia instalada (el valor inferior que contemplábamos), su coste de instalación sería alrededor de los 26.000 millones de dólares. En un momento determinado, a Siemens le podría interesar más dar por perdidos todos esos aerogeneradores que intentar repararlos. El problema, por supuesto, es que eso supondría aceptar quedar completamente excluida del mercado eólico, pues no solo perdería los suculentos contratos de mantenimiento, sino que obviamente nadie le volvería a encargar nunca nada. Así que por el momento aprietan los dientes e intentan aguantar, confiando en que la sangría parará, pero obviamente no pueden perder varios miles de millones de dólares al año solo para intentar mantenerse en un mercado con un futuro incierto.

¿Podría pasar con otras compañías?

Desde el principio de esa crisis se planteó si este problema era exclusivo de Gamesa o si realmente afectaba a otras grandes compañías. Y aunque algunos analistas hablaron del riesgo de contagio, de manera oficial se está insistiendo que es un problema único de Gamesa. Eso se dice. Sin embargo, el año pasado las pérdidas del sector fueron masivas: a los 2.000 millones de pérdidas de Gamesa hay que añadir los 2.200 millones de General Electric Wind Power, los 1.600 millones de Vestas o los 250 millones de Nordex. La causa aducida para justificar estas pérdidas, por supuesto, han sido el encarecimiento de las materias primas, aunque en algún caso se ha comentado que había habido algún caso por “revisión de turbinas instaladas”.

Hace unos meses estuve cenando con un ingeniero de Vestas. Me comentó que un compañero suyo había ido a visitar una fábrica de la competencia, “a ver cómo hacían para que no les revienten los aerogeneradores de 5 MW”. Oficialmente se comenta muy poco; por ejemplo, en diciembre pasado Vestas hizo una provisión de 210 millones de dólares para hacer frente a reparaciones y mejoras” en sus turbinas instaladas. Por el momento, el problema parece ser principalmente de Gamesa, pero no me sorprendería si vemos que en los próximos meses otras compañías comienzan a tener problemas serios.

Pero, ¿realmente no podemos construir aerogeneradores de 5MW o más que duren 20 años?

Esa pregunta me la hizo hace unas semanas un amigo ingeniero cuando le estuve comentando estas cosas. Y mi respuesta fue sencilla: claro que sí sabemos construir aerogeneradores tan grandes que sean duraderos. El problema no es construirlos: el problema es que sean comercialmente rentables. Si lo hacemos todo reforzadísimo en titanio y fibra de carbono, seguro que eso aguanta lo que le echen, pero, ¿qué precio tendría? Sería carísimo, sería comercialmente inviable. Es el eterno problema de la diferencia entre lo técnicamente factible y lo económicamente rentable.

Lo lógico es que se hubiera ido haciendo desarrollos paulatinos, con muchas horas de testeo, analizando todos los problemas antes de lanzarlos al mercado. Sin embargo, la vorágine renovable actual ha hecho que se lanzasen los modelos de 5 MW y 7 MW sin suficiente seguridad, y ahora los problemas se multiplican. Y para más inri ahora se está hablando ya de modelos de 10 MW, de 15 MW, etc. La pregunta es por qué pasa esto.

La Primera Burbuja Renovable.

Lo que está caracterizando los primeros años del declive energético inevitable de nuestra sociedad, causado por la llegada al cénit de producción de los combustibles fósiles y el uranio, es la Primera Burbuja Renovable. Esta burbuja está basada en el modelo de Renovable Eléctrica Industrial (REI) que se está intentando imponer a machamartillo, y que se basa en un despliegue masivo de aerogeneradores y parques fotovoltaicos. Un modelo cuya viabilidad plantea muchas dudas técnicas, algunas que hemos repetido en diversas ocasiones, y otras nuevas que se están haciendo especialmente evidentes en el caso de España, aunque en otros países pasan cosas parecidas.

Para empezar, no hay demanda para todas las nuevas instalaciones eléctricas que se proyectan. Éste es un tema con numerosos matices (ahora comentaremos algunos), pero lo primero y primordial es no negar los datos. Y los datos de Red Eléctrica Española son bastante claros:

 



De manera semejante a lo que ha pasado en otros países de la OCDE, el consumo eléctrico anual en España tocó techo en 2008 (con 281.000 GW·h, equivalente a una potencia media de 32 GW) y ha seguido una trayectoria más o menos descendente desde entonces: en 2022 el consumo se situó en 250.500 GW·h, equivalente a 28,6 GW de potencia media. El comportamiento desde 2008 no es una simple línea recta descendente, sino que hay subidas y bajadas, pero es innegable que en 2008 se produjo un cambio de tendencia: hasta el 2008 el consumo crecía cada vez más rápido, desde entonces oscila alrededor de una línea ligeramente descendente.

Suelo encontrarme todo tipo de argumentaciones para explicar este comportamiento: desde una supuesta mejora de la eficiencia a ritmos nunca vistos desde 2008 hasta un incremento “exponencial” del autoconsumo. Resulta dificilísimo argumentar con datos estos efectos sobre un período tan largo como son 15 años, cuando además la causa parece clara, tanto en España como en el resto de la OCDE: la causa principal (obviamente no la única, pero sí la de más peso) es la caída del consumo industrial desde la crisis del 2008, de la cual en muchos sentidos nunca nos hemos recuperado. En todo caso, el hecho es que dada la caída del consumo en la red de alta tensión (que es lo que mide Red Eléctrica Española) se necesita argumentar muy convincentemente por qué hacen falta tantos sistemas de REI, que justamente irían a alimentar la red de alta tensión.

La causa principal es la caída del consumo industrial desde la crisis del 2008

El argumento estrella es que vamos a sustituir todo el consumo energético actualmente no eléctrico y no renovable por consumo eléctrico renovable. Este tema lo hemos tratado con una gran extensión (por ejemplo, hablando del coche eléctrico o del hidrógeno verde), y los datos disponibles nos indican que tal cosa es muy difícil, y en algunos casos es directamente imposible. Cuando se hace ese tipo de argumentación, se debería mostrar que las cosas van más allá de la mera factibilidad técnica y que realmente pueden implementarse a gran escala y con una relación de coste/beneficio razonable. Lo cierto es que pasan los años, se ponen muchas subvenciones sobre la mesa, pero las objeciones técnicas siguen ahí, y cada vez son más graves, a medida que conocemos mejor los detalles de cómo se quieren implementar estas soluciones.

Se puede argumentar que podemos incrementar nuestras exportaciones de electricidad gracias a las nuevas renovables, y en ese sentido se está usando como prueba el dato del año pasado, en el que las exportaciones de electricidad fueron récord. El año pasado, en plena crisis nuclear francesa, las exportaciones de electricidad fueron efectivamente muy importantes, pero al final Francia está siguiendo el mismo camino descendente de consumo eléctrico de España, también desde 2008, y resulta por tanto complicado argumentar que esa perspectiva es realmente sostenible.

Se ven ya, ahora mismo, muchísimas lagunas y agujeros en el modelo REI que se quiere para España

De todas maneras, y sin necesidad de ir a los grandes planes, se ven ya, ahora mismo, muchísimas lagunas y agujeros en el modelo REI que se quiere para España. 

No hay suficientes puntos de conexión a la red de alta tensión, al punto de que actualmente es más valioso tener un derecho de acceso a la red que las propias plantas renovables. Y Red Eléctrica es bastante prudente en sus planes de expansión, porque está lidiando con la dificultad de gestionar con una producción renovable intermitente y asíncrona (para más detalles, consulten la serie de posts de Beamspot sobre “La lavadora de medianoche”).

No hay capacidad real de compensar la intermitencia de los sistemas REI  con almacenamiento masivo: a pesar de que se insiste en que los problemas de intermitencia se pueden compensar usando baterías u otros sistemas, la realidad es que la cantidad de materiales requeridos y el precio de instalación es prohibitivo si uno quiere realmente compensar la intermitencia a una escala apreciable. Tomemos por ejemplo el proyecto de Naturgy de invertir 117 millones de euros en un sistema de almacenamiento de 290 MW·h. Para una potencia media consumida en España de 28,6 GW, eso equivale a una media de 36,5 segundos del consumo de España. A estos precios, tener una capacidad de almacenamiento equivalente a un día medio en España (unos 686 GW·h) costaría unos 277.000 millones de euros, y para tener el equivalente a 28 días (el mínimo que explica Beamspot que sería necesario para compensar las variaciones estaciones, siendo optimistas) necesitaríamos 7,75 billones de euros. Por supuesto que se pueden y deben introducir otras medidas, como gestión de la demanda, que permitirían reducir estos costes, pero estos números simples ya nos da una idea de los órdenes de magnitud implicados en cualquier sistema de almacenamiento masivo. Y eso sin contar con la escasez de materiales o el encarecimiento general de los procesos de extracción en minas por la falta de diésel.

No es viable hacer interconexiones de larga distancia, como se argumentaba hace muchos años: las pérdidas se vuelven prohibitivas cuando la distancia recorrida es de miles de kilómetros, aparte de la dificultad de mantener la sincronía de la red, la necesidad de poner caros bancos de compensación para evitar sobrevoltajes, etc.

Hay un secreto a voces en el sector, uno que me han repetido varias veces en los últimos meses: todo el mundo sabe que el actual despliegue masivo de renovables REI es una burbuja, todo el mundo sabe que podremos mantener la actual locura como mucho dos años más. Básicamente, hasta que se acaben los fondos NextGeneration y se agote la inercia de lo ya comenzado. Al margen de lo atinado o no de estas impresiones personales que me han compartido más de una ingeniera y más de un consultor, lo cierto es que la actual locura no parece tener mucho sentido a tenor de los datos.

Tenemos prisa por hacer la transición, nos dicen. Parece que de repente hay mucha gente, gente con dinero, que se ha dado cuenta de que el cambio climático es algo urgente. Y es verdad: la situación es muy preocupante y los nuevos indicios que se acumulan presagian lo peor. Pero, ¿es que se piensa que no se ha investigado y desarrollado durante años? ¿Es que creen que podemos tener hoy un modelo funcional de aerogenerador de 5 MW, mañana uno de 10 MW y pasado uno de 15 MW? Hay prisa, sí, pero para intentar mantener este tinglado, este sistema económico esencialmente insostenible. Y la causa real, lo que de verdad les preocupa a los amos del dinero, no es el cambio climático (que a alguno de ellos preocupará, quizá), sino la crisis energética que nos está atropellando a marchas forzadas

Fruto de esas prisas, de esa ansia por mantener lo insostenible, todo lo que se ha construido en los últimos años son castillos en el aire: aerogeneradores con ingenierías defectuosas, parques sin demanda, sistemas de almacenamiento inexistentes, conexiones ingestionables... Y ya se sabe lo que le pasa a un edificio sin cimientos sólidos.

Este texto fue publicado originalmente en The Oil Crash

 

Un fantasma recorre el mundo de las renovables desde hace semanas, uno llamado Siemens Gamesa. A principios de junio, Siemens anunciaba que había tenido que gastarse

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Antonio Turiel

Investigador científico en el Instituto de Ciencias del Mar del CSIC.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. juan-ab

    Muchas gracias, una vez más, Antonio Turiel por tanta y tan necesaria información. Como bien dices, "Y la causa real, lo que de verdad les preocupa a los amos del dinero, no es el cambio climático (que a alguno de ellos preocupará, quizá), sino la crisis energética que nos está atropellando a marchas forzadas. " Y lo que ahora no dices, porque ya lo has dicho y repetido, es que dentro del movimiento ecopolítico, hay algunas personas que defienden a toda costa el "Nuevo pacto verde" (Green new deal) personas que, si bien preocupándose por el cambio climático, de un tiempo a esta parte han cambiado sus concepciones (y sus convicciones) y lo que más parece interesarles es un puestito político en cierta organización. El efecto puede ser demoledor: una supuesta organización de izquierdas aboga por mantener un sistema económico que nos ha traído hasta aquí a base de implementar lo que hasta la saciedad vienes (venís) alertando de hace tiempo, que se trata de castillos en el aire.

    Hace 9 meses 24 días

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí