procesando el yuyu
Puigdemont-lingus
A cambio de algo que no se llamará necesariamente amnistía, y que, en esta ocasión, no debería ser una chapuza legislativa, Junts abandonará su trayectoria desde 2012
Guillem Martínez 25/09/2023
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1- El auto de fe del domingo 24S en MAD se parece a la sesión de no-investidura del martes 26S en la que solo importa a la semiótica, que a su vez no importa, snif, a casi nadie en edad de reproducirseZzzzz.
2- Interpretación, no obstante, del 24S: a) El señor o la señora que gestiona el pinganillo de Ayuso ha llegado a su límite profesional, aquel en el que el siguiente paso lógico sería acceder al liderato del PP y, con él, al del Imperio, si bien todo eso no podrá ser, debido al absoluto canguelo que provoca ese dúo –Ayuso & The Pinganillette– en el resto de territorios, aún no habituado íntimamente al léxico de cuando matas a 8.000 ancianos –se dice rápido–. A b) Feijóo ya se le ha instalado en el rostro la cara de resignación propia del hombre que pudo reinar, pero que no consumó por una serie de errores propios, intrínsecos al ser humano, pero también por otra serie de errores de sus superiores, intrínsecos al organigrama de PP, inhumano. Por otra parte, y al margen de a) y b), lo importante y fundamental del acto fue, como siempre en los exámenes tipo test, la c): hubo muy poca gente.
3- Los actos constitucionalistas y los actos procesistas se van pareciendo en que van atrayendo cada vez a menos seres vivos, si bien del mismo perfil. El perfil que acude cuando la nación se ve amenazada / je reste à mon lit douillet. Y, en efecto, las dos naciones de ambos públicos están seriamente amenazadas. Por sí mismas. Ambas han devenido un par de corpus tan estrictos, tan verticales, tan exclusivos e innegociables, tan sellados por sus respectivas derechas extremas, que corren el riesgo de desaparecer en este siglo, por inoperancia y desinterés, cuando Europa deje, otra vez, de ser blanca. Es posible que, tras esa fase, sólo permanecerán, en Europa, las culturas con capacidad de ser abiertas, de recibir, de facilitar cohesión, de facilitar, en general. De modificarse, de aceptar neologismos y, en general, neo-cosas. De relativizarse. De desdogmatizarse. Si eso es así, abracen con fuerza a las culturas esp y cat que han quedado dibujadas a principios del siglo XXI, porque, es un decir, no las volverán a ver.
El 27S, en la votación de Feijóo como presi, la única intriga será ver si algún dipu se pasa al bando PP
4- La ausencia de público en esas manis, empero, habla de sus ausentes. Explica que los héroes de ambos extremos están cansados. En su casa. Que la guerra, de desgaste además, ha sido larga. Y que las guerras largas traen sorpresas. Los japoneses, que fueron a la última guerra a defender su medioevo, volvieron de ella jugando, oh sorpresa, al béisbol. El cansancio es, en ese sentido, el mejor amigo de lo improbable. De este ulterior cansancio mutuo ha nacido ya, en la cabeza de muchos, algo que podría llegar a las manos de muchos. Que las derechas peninsulares pacten algún día, y solventen lo poco que separa al neoliberalismo peninsular de derechas. Y –es el béisbol, amigo– jueguen al Béisbol Salvaje. Y, glups, arrasen.
5- Está claro que ese pacto, ese verdadero compromiso histórico, no sucederá esta semana. Lo que quita intriga al 24S. El 27S, en la votación de Feijóo como presi, la única intriga será ver si algún dipu se pasa al bando PP. No por dinero, por supuesto. El dinero, en fin, no es un concepto importante en la política, si bien no sucede lo mismo con el concepto mucho-dinero.
6- Bueno, el 27S analizaremos ese espectáculo, que hoy analizamos lo contrario. Cambios en la sala, que puede dibujar futuros cambios, su mecánica, en esta legislatura.
7- La legalización del lenguacooficialing en el Congreso es, de hecho, un cambio, esa cosa tan poco frecuente. Y solo comparable, en el tiempo y en su modalidad, al sucedido en La Gloriosa –primera revolución democrática en Esp, 1868; sí, muy tarde; y sí, muy breve–, cuando en el Congreso se escuchó, por primera vez, el castellano a través de sus acentos gallego, vasco, catalán, andaluz, canario, cubano, etc. Los acentos, que hoy parecen algo tan normal que ya no escuchamos, en su día fueron un escándalo y un motivo de estupor. El fin del castellano y, lo habrán adivinado, de Esp. Hasta que, como todo en la vida, su repetición constante pasó a facilitar su normalidad. Y eso es lo que pasará con el cat, el vasco y el gallego en breve, ese espacio de tiempo que, por otra parte, no siempre ha sido posible en la política esp.
8- Lo importante del asunto es que, si esa normalización lingüística se produce, habrá sido posible gracias a un a), b) y c), siendo a) cambio en el Reglamento del Congreso, votado por b) 180 dipus –bueno, 179; sí, se equivocó al apretar el botón el dipu del PP de turno, que la Divina Providencia nos envía en cada legislatura, para disculparse por todos sus envíos posteriores a La Gloriosa–, y en el marco –no lo olvidemos– de una c) negociación, curiosa, importante, determinante, con Junts, para una investidura.
9- Los puntos a), b), y c) son la pera. Explican lo que está pasando. Apuntan maneras. Pueden explicar una legislatura que aún no se ha producido. Comprender a), b) y c) ahorra tiempo, que es la función fundamental del periodismo y de la lencería, esos dos objetos determinantes, llegados a un punto sin retorno, en la toma de decisiones.
Las izquierdas deben incorporar el concepto plurinacional en todas las naciones peninsulares, y en todos los individuos
10- Sobre a). Un cambio en el Reglamento es algo inestable. No es nada. Puede ser procesismo si no fuera porque existe, tiene un papelito que demuestra su existencia. Sí, puede desaparecer como nació, en un plis-plas, con otra mayoría parlamentaria. Pero esa cosa tan cutre como el cambio a través de un texto menor ha provocado un cambio que, si le dejan, operará un cambio aún mayor, tal vez fabuloso, en las mentalidades: posibilitar que el cat, gallego y vasco dejen de sonar rarunos al que los oye, de manera que, zas, dejen de ser rarunos más objetos. En cierta manera, esa era la poética de Maragall, cuando el Estatut de 2006, que integraba –primero en el articulado, de manera literal y diáfana, y posteriormente, y a tomar pol XXXX del articulado, en una suerte de preámbulo– la plurinacionalidad del Estado. No coló, en tanto PSOE –sí, ZP, hoy amiguito de todos los niños y niñas–, el PSC y CiU sabotearon la jugada. Y en tanto el fallo del TC al respecto –de mayoría progresista; ojo–, que inauguró, en 2010, una tradición de fallos con palabros muy raros –esa cosa que en provincias se considera propia del notario–, y de escaso aparato y calidad.
11- En todo caso, si se consigue una legislatura progresista-conservadora –PSOE, socialdemocracia y nacionalismos progresistas, conservadores y extraordinariamente conservadores–, ¿se optaría por la poética Maragall –ese defenestrado– para emitir procesos constituyentes discretos, si bien creadores de grandes cambios de mentalidad, por la puerta de atrás, como ha pasado con lo del cambio en el Reglamento del Congreso? ¿Estamos ahí, existe esa voluntad? ¿Será una dinámica? ¿Se dispone, en esta emisión, de un TC responsable, listo y sensible a esa propuesta intelectual? Lo sabremos en breve, amiguitos. Pero vayamos a la cosa b), los 179 dipus que compondrían la posible mayoría gubernamental de Sánchez.
12- La mayoría de 179 dipus –más el / la dipu del PP de turno, que vota, aparentemente, con la punta del paraguas– explica que esos cambios pueden ir hacia la normalización de la cosa plurinacional, sin reforma constitucional –ese imposible– alguna. ¿Es eso de izquierdas? Sí, si bien no lo es con el carácter constante e infinito que plantean estos días diversos exlíderes populistas que ahora, tras una escisión y pico, están o en Sumar, o en Sumar y pico. Las izquierdas, y esa es su diferencia y patrimonio, deben amparar, bajo la sombrilla de la normalidad y, furiosamente, el mayor número de derechos posibles arrancados al Estado, cualquier identidad colectiva e individual. Cualquiera. No una o dos. No se pierdan, en ese sentido a la filósofa Rosi Braidotti en su Posthumanismo, libro en el que aborda la ulterior transformación de la noción de identidad humana, esa cosa cada vez menos monolítica y más amplia, compartimentada e indefinible. La identidad hoy, para las derechas, es, como siempre, una. Tal vez dos. Para las izquierdas son muchas identidades –nacionales, culturales, sexuales, de género, alimentarias, religiosas…–, y deben ser protegidas, amparadas, integradas e informadas, a partir de los hechos, de que, siendo todas sagradas/humanas, ninguna de ellas es el centro del mundo, esa cosa que ya no existe.
13- La plurinacionalidad, a su vez, no es el federalismo, el origen de las izquierdas españolas/Pi i Margall. Puede ser su contrario, incluso si pensamos que el federalismo es la doma de la bestia, limitar al Estado limitando su soberanía. Las izquierdas deberían, en efecto, repartir la soberanía –la que queda, tras el soberanicidio de la UE; en casa somos muy de los soberanicidios, por otra parte– hasta que quede poca y no haga pupa. Las izquierdas no deben limitarse a la opción plurinacional, que mola. Deben incorporar el concepto plurinacional en todas las naciones peninsulares, y en todos los individuos. Y deben proteger a la ciudadanía fabricando mecanismos de delimitación, por ejemplo, de la soberanía española y catalana. Mecanismos que impidan lo sucedido desde 2014: la judicialización de la política –abuso esp–, pero también la omisión de minorías –de varias minorías, que conforman más del 50% de la sociedad– en una sociedad –abuso cat–.
14- Y, claro, las izquierdas deben legislar con un itinerario social fuerte. Itinerario que, por lo que se percibe, no está sucediendo. Porque a) no lo consideran necesario, en tanto es más necesario alcanzar un b) pacto con Junts. Lo que, a su vez, es algo normal en esta época. Época: la política se basta a sí misma y no se sale de sí misma, por lo que es absolutamente aberrante, si bien absolutamente normal, que la política busque una solución a temas planteados en la política –como el procesismo– antes que a temas planteados en la sociedad –exempla: la vivienda, la inflación, la semana laboral griega, un IRPF trucho, la insuficiencia del trabajo para abandonar la pobreza; se dice rápido–.
16- Lo que nos lleva al tema c) –sí, es un lío de letras, pero hagan como mi madre y síganme la corriente–. El aludido marco en el que ocurre todo esto, que no es otra cosa que una c) negociación, curiosa, importante, determinante, con Junts, para una investidura. Una negociación que se va dibujando, por debajo del dibujo que dibuja.
La normalización del cat en el ámbito estatal y europeo posee, hoy, mayorías sociales gansas en Catalunya, del 80%, que superan los bloques
17- A saber: a cambio de algo que no se llamará necesariamente amnistía, y que, en esta ocasión, no debería ser una chapuza legislativa, sensible de ser protestada y desguazada en el TC, Junts abandonará su trayectoria desde 2012. Con todas las letras. Adiós al Plan Pond’s de indepe fake en siete días. No desaparecerá, por supuesto, el discurso unilateralista. Pero nunca irá más lejos de la flor de los labios. Por lo visto, la nueva hoja de ruta, el nuevo itinerario, el camino, nunca culminable y a culminar del nuevo nacionalismo conservador, será el cat –la lengua–. Es posible que ello supla a la política en el Estado. Pero es posible que lo haga mucho más en Europa, donde la cosa irá para largo, si finalmente va. Importante: a diferencia del procés, ese ya cadáver, la normalización del cat en el ámbito estatal y europeo posee, hoy, mayorías sociales gansas en Catalunya, del 80%, que superan los bloques (Fuente: CEO, el CIS cat). Y que los superarán un tiempo, hasta que los gestores del tema se pongan supremacistas. Otra vez. El procesismo, con toda su deriva trumpista, irá a la papelera secreta del catalanismo conservador, donde están productos poco edificantes y de los cuales nadie se acuerda: como el racismo antisemita de Prat de la Riba, en el que Esp era semita y Cat, como su nombre indica, germánica. O el nazismo de los años treinta. O el colaboracionismo de la Lliga con el Franquismo en la guerra, aportando información, y en la postguerra, facilitando cuadros a un movimiento garrulo y con cuadros chungos. O el caso Banca Catalana, que nunca ocurrió tampoco.
18- El Estado no es una ONG. Y también tiene cosas que ganar con la amnistía. El 19S, el TEDH empezó a evaluar los recursos de los –entonces– presos cat. De no haber una amnistía que paralice una sentencia del TEDH, el Estado se expone a un duro correctivo. O el procesismo. O –mi opción favorita– ambos. Lo que invita a suponer que, en efecto, habrá amnistía.
19- Pónganse monos/as, que nos vemos el 27S. O igual antes.
1- El auto de fe del domingo 24S en MAD se parece a la sesión de no-investidura del martes 26S en la que solo importa a la semiótica, que a su vez no importa, snif, a casi nadie en edad de reproducirseZzzzz.
2- Interpretación, no obstante, del 24S: a) El señor o la...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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