movilidad vírica
El éxodo urbano durante la pandemia, un privilegio de las clases acomodadas
La mitad de la emigración madrileña hacia zonas rurales de menos de 10.000 habitantes en 2020 fue protagonizada por personas con estudios superiores. En el caso de Barcelona, esa cifra rozó el 60%
CTXT / Observatorio Social ‘la Caixa’ 28/12/2023
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Ya han pasado casi cuatro años desde el inicio de la pandemia de Covid-19, y su impacto en el mundo entero sigue siendo objeto de múltiples investigaciones. El virus hizo que el sistema se viese forzado a detenerse, provocando profundas modificaciones en las dinámicas que configuraban las sociedades. En este caso, el Observatorio Social de la Fundación ‘la Caixa’ ha puesto el foco en los cambios habitacionales que se produjeron durante los años 2020 y 2021; más concretamente, el informe ‘¿Qué fue del éxodo urbano desde la pandemia?’ analiza el fenómeno de los desplazamientos poblacionales de seis grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza y Málaga) hacia las zonas rurales.
La conclusión más destacada confirma una de las hipótesis que ya se barajaban, surgidas de un simple vistazo a los perfiles de personas que huyeron del mayor encorsetamiento al que se veían abocados los núcleos urbanos durante los meses de restricciones sanitarias: “Las personas con condiciones socioeconómicas más favorables lideraron los cambios de movilidad del 2020”.
2020 supuso pérdidas de población que llegaron a triplicar los registros previos a la llegada de la Covid-19
Si bien existía una tendencia, entre trabajadores y trabajadoras en posiciones socioeconómicas cómodas, a buscar refugio en la tranquilidad de los pueblos, esta se incrementó notablemente con la llegada de la pandemia. En 2018 y 2019, el 38,5% de los nuevos residentes en poblaciones de menos de 10.000 habitantes que procedían de Madrid contaba con estudios superiores. Durante el año 2020, este porcentaje ascendió hasta el 47,6%. Es decir, prácticamente la mitad de la emigración que abandonó la capital hacia zonas rurales ese año pertenecía a una clase socioeconómica más o menos acomodada.
Este fenómeno se observa, con una intensidad similar, en el resto de las ciudades analizadas, con la excepción de Sevilla, donde el incremento de migrantes con estudios superiores también se produjo, pero en menor medida. En el caso de Barcelona, por ejemplo, casi se alcanzó un 60% de nuevos habitantes rurales pertenecientes a esta categoría formativa en 2020.
Desde una perspectiva más genérica, resulta interesante comprobar cómo se modificaron las dinámicas de movilidad entre municipios rurales y urbanos dentro del contexto pandémico. Según el propio informe, “los desplazamientos con destino a las grandes ciudades centrales españolas fueron los que experimentaron un cambio más notable tras la pandemia”, puesto que los seis núcleos urbanos observados experimentaron una reducción de las llegadas poblacionales de un 19%. Esto, sumado al incremento de casi el 7% anual de las personas que abandonaron dichas ciudades, justifica la utilización del concepto “éxodo urbano”. De hecho, 2020 supuso pérdidas de población que llegaron a triplicar los registros previos a la llegada de la Covid-19 en las ciudades analizadas.
Los resultados muestran también una preferencia bastante definida por los municipios alejados de las grandes urbes. Así, el área metropolitana de Barcelona vio reducida la tasa de nuevos residentes procedentes de la ciudad condal en un 20,2% en 2020. Mientras eso ocurría, en Madrid aumentaban en un 6% las salidas hacia municipios situados a entre 20 y 40 kilómetros de la capital. No obstante, esta tendencia no implica una desconexión con la ciudad, puesto que “un análisis territorial más detallado constata que los principales destinos rurales suelen estar bien conectados con los espacios urbanos”.
La extensión del periodo de observación al año 2021 ofrece una comparativa que permite vislumbrar cómo la paulatina desaparición de la coyuntura pandémica más restrictiva fue reduciendo este éxodo urbano. Por un lado, quienes salieron de las grandes ciudades lo hicieron, en mayor medida, para establecerse en sus áreas metropolitanas, con un incremento de las tasas de salida hacia municipios de más de 10.000 habitantes situados a 10-20 km del centro urbano del 15,4% en Valencia, el 19,6% en Sevilla y el 20,4% en Málaga con respecto a 2019. Por el otro, el pico de emigración hacia zonas rurales decreció notablemente con respecto a 2020, aunque en casos como el de Barcelona siguió siendo un 67,6% superior al año 2019.
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CTXT / Observatorio Social ‘la Caixa’
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