ANÁLISIS
Netanyahu quiere convertir a Catar en el chivo expiatorio de la masacre del 7 de octubre
Catar financió a Hamás durante años, dio cobijo a sus dirigentes y lo legitimó como poder político. Pero todo lo que hizo fue con el pleno consentimiento y estímulo de Israel
Alon Pinkas (Haaretz) 4/01/2024
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Si se pregunta a muchos israelíes y a algunos estadounidenses, responderán con enfado que todo es culpa de Catar. Por endeble que sea el argumento, se ha convertido en la tónica en Israel en los últimos tres meses: culpar vehementemente a Catar por su complicidad financiera y política en el vil y despiadado atentado terrorista que cometió Hamás el 7 de octubre.
Estos críticos aseguran que Catar financió generosamente a Hamás, dio cobijo a dirigentes de Hamás y permitió al grupo legitimarse como poder político. En resumen, todo es culpa de Catar.
Esto puede ser cierto, pero está totalmente desprovisto de contexto político. Como tal, es una forma indolentemente cómoda de elegir un chivo expiatorio para desacreditar y desviar las críticas y alejar la responsabilidad de quienes deberían asumirla, en particular el primer ministro Benjamin Netanyahu.
En primer lugar, Hamás cometió las atrocidades, no Catar. En segundo lugar, Catar canalizó dinero hacia Gaza para mantener el régimen de Hamás a petición de Israel. En tercer lugar, en 2018, cuando Catar estaba considerando si detener los pagos, Israel envió emisarios de alto nivel a Doha para suplicar a los cataríes que continuaran con los mismos. En cuarto lugar, Catar es indispensable para mediar en la liberación de los rehenes israelíes. Ya lo ha hecho y continúa haciéndolo. En quinto lugar, desde una perspectiva geopolítica más amplia de un Oriente Próximo de posguerra, Catar podría y debería ser una parte central de la solución, y desde luego no el problema.
Mapa político de Oriente Próximo. / Google Maps
La financiación de Hamás parece ser el asunto más relevante, amargo e incómodo. El hecho es que todo lo que hizo Catar fue con el pleno consentimiento y estímulo de Israel, y como parte de una política deliberada.
Catar hizo lo que Israel le pidió. Puede que a algunas personas les resulte incómodo admitirlo
Udi Levi, antiguo jefe de la unidad Harpoon del Mossad –la ya disuelta división de contraterrorismo financiero creada para examinar las finanzas de Hamás– no es partidario de la participación de Catar. Sin embargo, describe con detalle cómo todo lo que hicieron los cataríes se llevó a cabo en coordinación con Israel.
El 10 de diciembre, The New York Times publicó un extenso artículo de investigación que revela hasta qué punto Israel fomentó que Catar financiara a Hamás. Una semana después, el mismo periódico cita al mismo Udi Levy acusando a Netanyahu de ignorar las advertencias del Mossad sobre la financiación catarí.
Catar no estaba canalizando fondos ilícitos a Gaza de un modo subrepticio. Hizo lo que Israel le pidió y lo que Israel aprobó. Puede que a algunas personas les resulte incómodo admitirlo, pero esa es la realidad.
Esta acusación contra Catar está surgiendo lentamente también en Washington, donde se cuestiona la supuesta complicidad
Israel animó a Catar a canalizar dinero a la Franja de Gaza porque servía a una política; una mala política, pero una política al fin y al cabo. Formaba parte del concepto muy manifiesto, muy coherente y muy erróneo del Sr. Netanyahu de que fortalecer a Hamás debilitaba a la Autoridad Palestina al crear un contrapeso en la política palestina que, de este modo, le eximía de tener que tratar con los palestinos en cualquier proceso diplomático.
En marzo de 2019, dirigiéndose a su facción parlamentaria del Likud, Netanyahu dijo que “cualquiera que quiera frustrar el establecimiento de un Estado palestino tiene que apoyar el fortalecimiento de Hamás y la transferencia de dinero a Hamás”. Un año antes, en 2018, su gabinete, de hecho, aprobó transferencias de dinero catarí a Hamás. Que Netanyahu intente ahora negar esa política o endulzarla es propio de él: es manipulador y mendaz. Sin embargo, demasiada gente conoce la realidad, y ningún ataque a Catar cambiará eso.
Esta acusación contra Catar está surgiendo lentamente también en Washington, donde se está cuestionando la supuesta complicidad del Estado del Golfo. Pero las Fuerzas Aéreas estadounidenses mantienen allí la enorme base aérea de Al Udeid, y también el cuartel general avanzado del Mando Central de Estados Unidos (CENTCOM, por sus siglas en inglés). Esto contribuye a una visión más completa de Catar.
Por su relación con los Hermanos Musulmanes, Catar se ha convertido en un “Estado bisagra” en la política de Oriente Próximo
En Washington existe un proceso –aunque lento– de configuración de una perspectiva más amplia del panorama geopolítico de Oriente Próximo tras la guerra, que Israel sigue negando. Estados Unidos ve la guerra como un catalizador para la formación y consolidación de dos ejes enfrentados: el eje de la anarquía, el desorden y el terrorismo, que incluye a Irán, Siria, Hezbolá, Hamás y los hutíes en Yemen, con el apoyo y la tutoría de Rusia. En el lado opuesto está lo que podría llamarse un “eje del orden”, que incluye a los estadounidenses, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Israel y, sí, Catar.
En muchos aspectos Catar es único por su política exterior regional y sus canales abiertos de comunicación con Estados Unidos, Arabia Saudí, Hamás e Israel. En una región reconfigurada desempeña un papel fundamental.
Por sus relaciones con los movimientos de los Hermanos Musulmanes y la influencia que ejerce sobre ellos, Catar se ha convertido en una especie de “Estado bisagra” en la política de Oriente Próximo. En ese sentido, podría verse atraído por un eje de orden liderado por los estadounidenses.
“El camino hacia la paz de la región pasa por Doha. No sólo es el lugar de residencia del ala política de Hamás, sino que Catar actúa como hucha de Hamás y punto de entrada al sistema financiero internacional. De este modo, sólo Catar puede frenar a Hamás, garantizar que un Hamás derrotado no vuelva a alzarse y asegurar que las potencias árabes suníes estén unidas para hacer frente a los desestabilizadores apoyos rusos e iraníes”, escribió Jason Pack en noviembre en la revista Foreign Policy.
Jason Pack también cita Rentier Islamism: The Influence of the Muslim Brotherhood in Gulf Monarchies (La influencia de los Hermanos Musulmanes en las monarquías del Golfo), de Courtney Freer: “El liderazgo catarí ha enfatizado repetidamente su deseo de mantener lazos con grupos [islamistas no estatales], no necesariamente para apoyarlos, sino para aprovechar el acceso como forma de facilitar la mediación”.
A Catar le encantaría conservar y ampliar este papel. Sin embargo, los críticos afirman que Doha tiene un interés personal o una inclinación ideológica por mantener a Hamás a flote. Eso, simplemente, no tiene sentido.
El 7 de octubre, Hamás puso en verdadero peligro la posición de Catar y menoscabó su prestigio
Teniendo en cuenta lo que ocurrió el 7 de octubre y después, se trata de una crítica totalmente errónea que obedece a motivos ocultos: eludir la responsabilidad de Netanyahu. De hecho, es anatema para la política exterior catarí y su propia imagen de mediador y mitigador. El 7 de octubre, Hamás puso en verdadero peligro la posición de Catar y menoscabó su prestigio, de modo que ¿qué interés tendrían los cataríes en resucitar a la organización terrorista que no ha hecho más que provocar matanzas y devastación en Gaza?
Con respecto a que la Gaza de posguerra tenga un condominio (soberanía temporal compartida), un fideicomiso internacional o una fuerza internacional limitada, Catar deberá ocupar un lugar destacado, junto con Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y la Autoridad Palestina. Con respecto al mapa geopolítico más amplio, el acuerdo trilateral entre Estados Unidos, Arabia Saudí e Israel, del que se hablaba antes del 7 de octubre, puede que ahora sea más urgente. Pero puede, y debe, incluir a Catar.
En 1996, Catar fue el primer Estado del Golfo en establecer relaciones diplomáticas con Israel (rotas en 2009 a causa de la operación israelí Plomo Fundido en la Franja de Gaza). En agosto de 2023, el primer ministro catarí, Mohammed bin Abdulrahman Al Thani, dijo: “Nosotros no estamos en guerra con Israel, los israelíes están ocupando a los palestinos”. Israel haría bien en reducir sus ataques contra Catar, así como algunos miembros del Congreso. Las consideraciones estratégicas son mucho más importantes.
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Este artículo se publicó el 1 de enero en Haaretz.
Traducción de Paloma Farré.
Si se pregunta a muchos israelíes y a algunos estadounidenses, responderán con enfado que todo es culpa de Catar. Por endeble que sea el argumento, se ha convertido en la tónica en Israel en los últimos tres meses: culpar vehementemente a Catar por su complicidad financiera y política en el vil y despiadado...
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Alon Pinkas (Haaretz)
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