1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Patologías sociales

Atención primaria (en los tiempos que corren)

La búsqueda de experiencias que nos hagan sentir el mundo y no tan solo asimilarlo como un dato sólo es posible desde unas prácticas que no piensen ‘sobre’ la atención sino ‘con’ la atención

Oier Etxeberria 23/02/2024

<p>Vicente Ameztoy. S/T. 1975./ <strong>Cortesía Artium Museoa, Vitoria-Gasteiz. © Gert Voor in't Holt</strong></p>

Vicente Ameztoy. S/T. 1975./ Cortesía Artium Museoa, Vitoria-Gasteiz. © Gert Voor in't Holt

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Hoy, cuando la alienación sensorial que producen los entornos digitales es motivo de preocupación en sectores cada vez más amplios de la sociedad, es conveniente recordar que –desde sus inicios– el desarrollo de la modernidad fue reconocible por su insistencia en alterar y manipular el sistema perceptivo. El surgimiento y la evolución de la opinión pública o el desarrollo de los centros urbanos y el arte moderno son, en ese sentido, procesos paralelos a la producción de todo tipo de estímulos orientados a colonizar la psique humana. Explorar los pormenores de esta industria sirve para entender cómo y bajo qué nuevas circunstancias la naturaleza narcótica de estos procedimientos sigue operando y afectando a nuestros modos de atención, observación y razonamiento.

La historia occidental de finales del siglo XIX es testigo del desmoronamiento de la vida psíquica. Los cuadernos médicos de la época abundan en descripciones detalladas: convulsiones, gestos y movimientos imprevistos, contracciones, desvanecimientos y espasmos. La lista de desórdenes nerviosos y las referencias constantes a la dificultad de integrar la realidad observada crecen a medida que nos vamos acercando a los archivos. Son síntomas que convocan una lista de enfermedades inédita, en la que destacan la abulia, la apatía, la neurosis, la neurastenia o la más famosa y popular de todas, la histeria. Los primeros estudios científicos sobre la atención surgen en este contexto en el que la fatiga nerviosa y el malestar psicológico comenzarán a ser algo manifiesto.

Pero este aspecto clínico sólo puede ser comprendido si tenemos en cuenta el papel que cobra la atención en una economía emergente. Su equilibrio será fundamental a la hora de producir hábitos de consumo e integrar al sujeto en una serie de ambientes y escenarios altamente inestables. Un entorno que autoriza al individuo a expresar su opinión; lo invita a formar sus creencias y apetitos personales más allá del corsé moral que prevalecía en épocas pasadas. La cohesión social se encuentra ante preguntas totalmente nuevas en relación a cómo gestionar estas fuerzas internas que han de manifestarse al exterior.

Según Balzac, los nuevos ritmos que dicta la ciudad obligan a sus habitantes a vivir en una especie de cacería ininterrumpida

Según las lentes de Honoré de Balzac, los nuevos ritmos que dicta la ciudad obligan a sus habitantes a vivir en una especie de cacería ininterrumpida. París en el siglo XIX es una auténtica jungla, un espacio en el que cada día se comienza de cero. Las nuevas mercancías han producido una realidad envolvente y convulsa a la vez. La brusquedad de los cambios que provocan recuerda a las interrupciones que suceden durante el sueño. Para algunos visionarios como Walter Benjamin, la unidad de la experiencia se ha roto ya que lo percibido y lo recordado han dejado de reconocerse mutuamente. La energía excesiva que asalta a la conciencia –no sólo en los campos de batalla, sino también en la fábrica y en las relaciones cotidianas de la vida en la ciudad– hace que esta se bloquee, aislando la conciencia actual del recuerdo del pasado. Todos estos sobresaltos fisiológicos son, asimismo, un anuncio de formas estéticas y políticas del futuro. De invenciones que conducen a la época hacia lugares insospechados.

Pero la embriaguez que impregna a la experiencia urbana no significa que el ojo del Estado haya dejado de agudizar su mirada. La capacidad para leer y analizar que adquieren las herramientas gubernamentales durante este periodo es fundamental para comprender los cambios que se avecinan. La transparencia y la claridad se convierten en una suerte de ideal para un poder que necesita nuevas herramientas de control. La creación de un Sistema Internacional de Unidades, dirigido a estandarizar las prácticas de medición, la implementación del censo poblacional, la reordenación de enormes masas forestales, los procesos de “haussmanización” que se dan en los centros urbanos o la ubicuidad que adquiere un objeto mecánico como el reloj forman una secuencia en la que las cosas, pero también las relaciones intersubjetivas, son consideradas bajo un nuevo prisma. Como decía Marx, la producción capitalista no sólo proporciona un objeto para el sujeto, sino que también proporciona un sujeto para el objeto. De ese modo, y por muy paradójico que pueda parecer, se produce una sincronización entre la estandarización industrial y los procesos de singularización individual arriba mencionados.

El impulso energético que este universo precisa es inusitado, y la extracción de energías fósiles se intensifica notablemente. Aunque también se puede pensar que es la sociedad en su conjunto la que empieza a ser concebida como un sistema energético. Las leyes dinámicas, ahora calculables siguiendo las sofisticadas técnicas que los científicos europeos han desarrollado, pueden ser aplicadas tanto a las fuerzas que despliega la naturaleza como a la potencia que la mecánica industrial ha alcanzado, pero en última instancia, el tratamiento que se les da a los cuerpos en movimiento tampoco difiere de ellos, como bien señalan los trabajos realizados por el fotógrafo e investigador Eadweard Muybridge. La economización de la atención, el interés por sus rendimientos es al fin y al cabo consecuencia de esta concepción energética que caracteriza a la época, y en la que la imaginación, la sensibilidad y el lenguaje son emplazados a contribuir a un ideal productivo que se proyecta al infinito.

La imaginación, la sensibilidad y el lenguaje son emplazados a contribuir a un ideal productivo que se proyecta al infinito

La energía está en todas partes y los desperdicios y desperfectos que produce su consumo acelerado se asumen como algo natural e inevitable. De ese modo, el término explotación ya no responde solamente a la imagen de un cuerpo dedicado a un trabajo muscular, sino también a la cada vez más compleja interacción social en la que se inscribe ese cuerpo. Y si en la producción fabril el sistema perceptivo tiene que concentrar y fijar su atención en una actividad fragmentada y repetitiva, cuando asiste a un concierto en la ópera, a un evento deportivo o sencillamente camina por un bulevar cuidadosamente alumbrado, tiene que vérselas con una fuerza inmersiva diseñada para atraer y capturar sus sentidos. Son dos direcciones en principio contrapuestas de la atención, una es individual y tiene que ver con la capacidad de concentración y focalización, la otra, tiene en cambio una dimensión colectiva y se encuentra ligada a un proceso cercano o paralelo a la distracción. Sus diferencias se complementan en los detalles. Al fin y al cabo, las dos movilizan fuerzas que se sitúan más allá de la conciencia individual y operan siguiendo principios afectivos, automatismos e intensidades que no se pueden cuantificar fácilmente.

Aunque el siglo XIX puede ser considerado poco menos que un prototipo o un proyecto experimental. Algo así como la exploración de una realidad que justo comenzaba a dar sus primeros pasos. Y si el deseo de querer racionalizar lo que en última instancia parecía imposible de racionalizar pudo manifestarse en algún momento como una quimera, la historia de la visión y la cognición del siglo XX se encargaran de hacer de esa misma imposibilidad su punto de partida. El análisis clásico que limitaba su campo a formas regulares y funciones constantes será sustituido por la formalización de las irregularidades mismas. Las modelizaciones emprendidas en relación al estudio del sistema nervioso y la lógica computacional, siguiendo las teorías del feedback, darán lugar a un pensamiento sistémico llamado cibernética, y a través de esta, la comunicación y el control tomarán un nuevo significado.

Obviamente, ya estamos hablando de otra ciudad y otro estilo de vida, de otro momento histórico en el que la fascinación por las estructuras de acero y cristal ha dado paso a los cables de silicio, el níquel, el cobre y los hilos de oro. La metrópoli que comienza a levantarse se escala en todas direcciones y promueve la convergencia entre el sistema técnico y el sistema social y económico. Pero la asunción de las lógicas desarrolladas por la cibernética y el management exigen algunos reajustes en el sistema perceptivo. Según la historiadora de la ciencia Orit Halpern, en esta nueva arquitectura digital, la atención y la distracción se han vuelto prácticamente indistinguibles, se imbrican en espiral, en un campo sensorial que se concibe como algo extensible al infinito. Aunque para entender las novedades del paradigma cibernético es preciso distinguir dos fases históricas. La primera arranca hacia finales de los años 1940, y se vincula sobre todo a la administración y la planificación urbana. Años más tarde, gracias a la potencia alcanzada por las supercomputadoras, su alcance se extiende prácticamente a todos los campos de la vida. Dando paso a una nueva estrategia económica que perfila el modelo del capitalismo digital actual, basado en la extracción, acumulación y monetización de todo tipo de datos. Pero ambos procesos parten en realidad de la misma base. La aplicación de sistemas autorregulados aptos para calcular, anticipar y reaccionar bajo condiciones cambiantes. Se caracterizan por ordenar el conocimiento siguiendo modelos predictivos y autorreferenciales, en sustitución de las obsoletas formas jerárquicas del archivo y la taxonomía.

Lo que el algoritmo pone enfrente y consagra como posibilidad es siempre el pasado

Sin embargo, como nos enseñan las patologías contemporáneas de la atención, la violencia que se esconde tras estos modelos circulares existe, y no deja de manifestarse como síntoma de un amplio malestar. Cuando cualquier respuesta posible termina siendo tutelada por la probabilidad y su cálculo de lo semejante, la espontaneidad se desintegra o se convierte en una antigualla mística. Aunque es importante no olvidar que lo que el algoritmo pone enfrente y consagra como posibilidad es siempre el pasado. Lo ya sabido y registrado con antelación. Este proyecto de ir reescribiendo continuamente el pasado en el futuro, desafortunadamente, no solo afecta y trastorna a las experiencias cognitivas individuales. Ya que, como argumenta la investigadora Ana Teixeira Pinto, se presenta como la posibilidad de cancelar la temporalidad histórica. Los esfuerzos colectivos por ir introduciendo cortes o cambios inesperados a través del conflicto y la disputa en esta dimensión temporal pueden ser, según su lógica, redirigidos hacia otros mecanismos de regulación y retroalimentación. La nueva gobernanza que proponen los ideólogos de esta meta-ciencia es, por lo tanto, inseparable de la ideología neoliberal del fin de la historia y del eclipse generalizado de la atención a la que autores como Amador Fernández Savater han hecho referencia en esta misma revista.

Si el mundo responde ahora a una gigantesca acumulación de registros y datos, estos siempre podrán ser re-ordenados, analizados y procesados, pero dentro de un marco que se autorregula (como el mercado mismo) y en el que no hay, ni hay porqué buscar, nada nuevo bajo el sol. Como resultado, el conocimiento se resume en una especie de ejercicio de reiteración de lo que ya se sabe. Y la atención, antaño requerida para el pequeño detalle o la documentación meticulosa, pasará a formar parte de lo anacrónico, puesto que lo que ahora se precisa es aumentar constantemente la capacidad para buscar patrones, tendencias e ideas que circulan a gran velocidad.

La separación entre el conocimiento y la experiencia no para de aumentar, dejando al sentido común en manos de las plataformas de comunicación

Cualquier orden social tiende a fosilizar su rostro en forma de naturaleza. Sin embargo, los marcos de comprensión y atención que produce en el momento de su petrificación contienen un punto ciego. Señalar esta zona que queda fuera de lo perceptible y lo pensable ha constituido el modelo sobre la cual se ha erigido tradicionalmente la crítica. El problema es que hoy, cuando la confianza basada en nuestras propias experiencias y en nuestros sentidos es tan escasa, la posibilidad de la crítica tiene que enfrentar el mismo peligro que el resto de los saberes que conforman –consciente o inconscientemente–, la vulgaridad cibernética. Esto es, quedar excluida en manos de los especialistas. “Cuando el saber se especializa, crece el volumen total de la cultura. Esta es la ilusión y el consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos! ¡Oh, eso es lo que nadie sabe!”, auguraba a comienzos del siglo XX Juan de Mairena, el apócrifo profesor al que dio vida Antonio Machado. Un siglo más tarde, vemos cómo esta separación entre el conocimiento y la experiencia no para de aumentar, dejando al sentido común en manos de las plataformas de comunicación, garantes últimos de lo verdadero y de lo que es factible o no en este mundo.

Mientras tanto, poco sorprende que la aparición de los desarrollos de la informática y la proliferación de los dispositivos electrónicos que nuestra generación ha conocido como ninguna otra haya dado lugar a todo tipo de trastornos cognitivos y psicosociales, con síntomas que tanto recuerdan a aquellos a los que nos hemos referido al comienzo de este texto. Trastornos de la atención que la medicina ya comienza a tratar desde la óptica de la farmacogenética y que vienen a engrosar una lista que parece no tener fin: déficit de atención, hiperactividad, anorexia, vigorexia, nomofobia, trastornos de angustia, disforia social, hikikomori, insomnio tecnológico, etc.

Esta es la situación que hay que enfrentar, tanto desde la práctica artística como del activismo en defensa de los bienes comunes digitales. Existen suficientes argumentos y desarrollos teóricos capaces de señalar los resquicios que contiene este lenguaje absoluto en el que se ha convertido hoy la captura tecnológica. El desafío consiste en ser capaces de extender estas líneas hacia la superficie, a un lugar cuya contemplación permita la escucha profunda. Como cualquier otro campo de estudio, el análisis de la atención exige tomar cierta distancia de ella, pero no de forma completa. Si lo que se busca es una especie de reentrenamiento de la percepción, no cabe otra posibilidad que dejarse arrastrar y abandonarse a ella, al estilo de lo que Simone Weil y toda su filosofía de la atención podrían reclamar. La búsqueda de experiencias que nos hagan sentir el mundo y no tan solo asimilarlo como un dato sólo es posible desde unas prácticas que no piensen sobre la atención sino con la atención. En ese sentido, conviene aclarar que el uso de la locución atención primaria no pertenece solamente al plano de la fabulación o el retruécano. Ya que la dimensión asistencial a la que remite el término es concreta, y no del todo ajeno al orden de los cuidados. De ese modo, más allá de intentar contribuir a un aparato crítico, la atención primaria apuntaría a una especie de energía vital que sólo puede ser actualizada desde una diligencia interna. Aunque su defensa de la interioridad es práctica y no metafísica. Los compromisos que lo íntimo ha ido adquiriendo con el entorno mediático sólo podrán ser disueltos si son confrontados con una dimensión común y un conjunto de tradiciones, de imágenes y de ritos instruidos en el arte del extrañamiento. El ejercicio en sí mismo puede parecer agotador, sin embargo, en los tiempos que corren, como advertía Paul Valéry en su diálogo imposible con Monsieur Teste, “no hay manera de entrar en uno mismo sin haberse armado hasta los dientes”.

----------------------------------------

Oier Etxeberria (Azpeitia, Guipúzcoa, 1974) es artista y músico. Como artista su trabajo se interesa por los modos en los que los lenguajes y sus respectivas economías van configurando la realidad. También ha formado parte de grupos como Akauzazte y ha publicado Locuela y C14

Hoy, cuando la alienación sensorial que producen los entornos digitales es motivo de preocupación en sectores cada vez más amplios de la sociedad, es conveniente recordar que –desde sus inicios– el desarrollo de la modernidad fue reconocible por su insistencia en alterar y manipular el sistema perceptivo. El...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Oier Etxeberria

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí