Crónicas desde el infierno (22)
La hambruna se apodera del norte de Gaza
Los gazatíes que aún permanecen en el norte tienen que recurrir al pienso destinado a animales para alimentar a sus hijos ante la negativa de Israel de dejar paso a la ayuda humanitaria
Mahmoud Mushtaha Gaza , 16/02/2024
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Desde la declaración de guerra contra los residentes de la Franja de Gaza y la imposición de un bloqueo total, que impide la entrada de suministros alimentarios, Israel mantiene cerrados los pasos fronterizos entre la Franja de Gaza y el mundo exterior. Solo el paso de Rafah está parcialmente abierto para la entrada limitada de ayuda en el sur de la Franja. Entretanto, el norte del territorio asiste a un estricto asedio desde que las fuerzas israelíes entraron por tierra en la ciudad de Gaza, cometiendo masacres y actos de genocidio contra la población civil.
Han comenzado a aparecer signos de hambruna, especialmente tras el rechazo a coordinar la entrada de ayuda humanitaria en el norte, con la guerra desatada durante 125 días consecutivos. Algunos habitantes de Gaza recurren al pienso animal para utilizarlo como alternativa al trigo en la elaboración del pan en medio de una grave escasez de alimentos.
“Israel nos trata como animales”, así resume Moumen Al-Harazin, de 29 años, las condiciones de vida en el norte de Gaza, en el barrio de Al-Daraj. “Hemos llegado a la fase de hambruna; nos hemos convertido en animales, comiendo su comida y viviendo su vida. No hay refugios, ni agua limpia, ni comida adecuada. Básicamente no hay comida en absoluto. Ahora nos vemos reducidos a comer pienso”, explicó Al-Harazin. La situación es calamitosa para cientos de miles de palestinos del norte de Gaza, que padecen hambruna debido al agotamiento de los alimentos esenciales tras cuatro meses de guerra y bloqueo. Hamza compra pellets de cebada destinados al ganado, los limpia y los muele como sustituto de la harina y el trigo.
“Los signos del hambre y la sequía son evidentes; todos hemos perdido peso. Yo he perdido 18 kilos en los últimos cuatro meses”, explica Al-Harazin. Las evidencias de la hambruna aparecieron cuando los productos enlatados y la harina, de los que los residentes de Gaza habían dependido para su sustento desde el comienzo de la guerra, empezaron a desaparecer de los mercados. A esto siguió la desaparición de la harina de trigo de los estantes, lo que llevó a los palestinos a recurrir a la molienda de granos de maíz y cebada, utilizados normalmente para la producción de piensos.
Naciones Unidas lamentó la negativa de Israel a coordinar la entrada de ayuda humanitaria en el norte de la Franja de Gaza, señalando que “cada retraso cuesta más vidas”. Stefan Dujarric, portavoz del secretario general de la ONU, declaró: “Nuestros colegas humanitarios nos han informado de que, entre el 1 y el 11 de enero, sólo fue posible entregar en el norte de la Franja de Gaza tres de los 21 envíos de ayuda humanitaria, incluidos alimentos, medicinas, agua y otros suministros vitales”. Dujarric subrayó que “la reiterada denegación de entrada de ayuda y la falta de coordinación por parte de las autoridades israelíes dificultan la capacidad de Naciones Unidas para responder a las crisis y desastres humanitarios en el norte de Gaza”.
“No hay harina ni alimentos en buen estado para comer. Los niños pasan hambre durante horas, así que hemos recurrido a moler pienso para animales a partir de trigo, cebada y maíz”, afirma Um Malik Harara, de 67 años. Se vio obligada a huir a la escuela Abu Bakr Al-Razi después de que la aviación israelí destruyera su casa en el barrio de Shuja'iya, en la que antes vivían 34 miembros de su familia. Ahora están todos hacinados en una sola aula. “Estamos soportando duras condiciones, enfrentándonos a la muerte por la guerra, el hambre y el frío intenso. Los niños se mueren de hambre y no sé cómo consolarlos o alimentarlos. Todos los días intentamos apaciguarlos con un pan elaborado a partir de una mezcla de cebada y maíz, pero la cebada está seca y no les llena la barriga”, contó Um Malik. Explicó que la guerra ha cambiado sus vidas. De disfrutar antes de buenas condiciones de vida y alimentos de alta calidad a comer ahora lo que comen los animales.
En el refugio de la escuela Abdel Fattah Hamoud, los signos de agotamiento y desesperación marcan el rostro de Zeinat Marzouk mientras lucha contra el hambre y la enfermedad junto a sus hijos. “Tuve que comprar harina de cebada porque no encontraba harina blanca. Es de muy mala calidad, originalmente destinada a la alimentación animal”, explica Zeinat. Su relato refleja las dificultades a las que se enfrentan muchos residentes del norte de la Franja de Gaza. “Hemos comido arroz durante mucho tiempo, pero ahora su precio se ha triplicado y ya no podemos permitírnoslo. Falta harina de trigo, y las harinas de maíz y cebada tienen precios desorbitados y un sabor horrible”, se lamenta. Con lágrimas en los ojos, Um Asaad Marzouk cuenta que el pan hecho con harina de cebada “sabe fatal y los niños se niegan a comerlo, pero no pude encontrar otra cosa, así que lo compré, y básicamente está desapareciendo de los mercados, y nos vemos obligados a comerlo”.
Ismail al-Thawabta, director general de la Oficina de Medios de la Franja de Gaza, declaró a los medios de comunicación locales: “Más de 400.000 palestinos están sufriendo una auténtica hambruna en el norte de la Franja de Gaza”. El organismo sostiene que el territorio necesita 1.300 camiones de alimentos diarios para paliar la crisis de hambre, de los cuales 600 se destinan al norte y 700 a Gaza para hacer frente a las condiciones de hambruna que padece.
Mohsen Deeb, de 39 años, responde con una mezcla de pena y dolor cuando se le pregunta por la situación alimentaria. “Estamos comiendo alimentos destinados al ganado”. Mohsen, padre de seis hijos, se encuentra actualmente desplazado en la escuela Al-Shuja'iya, y habita en un aula no apta para vivir. La escuela fue bombardeada durante la incursión de las fuerzas israelíes por tierra, pero no hay suficientes viviendas ni refugios para los desplazados, por lo que a Mohsen no le queda más remedio que convertir un aula en vivienda.
“No tenemos ningún atisbo de vida normal, ni sueño reparador. Trituramos la comida de los pájaros, lo que resulta en ‘copos secos’ que nos vemos obligados a comer”, dijo Mohsen. “Estoy perdido, lidiando con múltiples crisis, desde los estragos de la guerra hasta la destrucción de mi hogar, y ahora la crisis del frío en un aula sin ventanas y comida en malas condiciones”, expresó Mohsen.
“El mercado está vacío, nadie se preocupa por nosotros, y no hay entregas de ayuda. Compramos pienso para animales lleno de gusanos. Me duele profundamente cuando mis hijos lo comen, sabiendo que no es apto, pero no tengo nada más que darles”, relató el exhausto padre. “Antes les daba la mejor comida de los mercados. Que Dios nos ayude si la guerra sigue así”, añade, con la voz cargada de desesperación.
De acuerdo con un informe publicado el pasado 4 de febrero por Euro-Med Human Rights Monitor, la guerra de las fuerzas israelíes contra Gaza ha causado ya 35.096 víctimas mortales, entre ellas 13.642 niños y 7.656 mujeres, y 67.240 heridos de diversa consideración. El informe cita también 108 masacres, la destrucción generalizada de infraestructuras y una catástrofe humanitaria sin precedentes, según informan las autoridades de Gaza y las Naciones Unidas.
Desde la declaración de guerra contra los residentes de la Franja de Gaza y la imposición de un bloqueo total, que impide la entrada de suministros alimentarios, Israel mantiene cerrados los pasos fronterizos entre la Franja de Gaza y el mundo exterior. Solo el paso de Rafah está parcialmente abierto para la...
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