1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

ALTERNATIVAS

El arte de imaginar lo imposible

Belén Gopegui considera la literatura como un laboratorio donde hacer experimentos y, al mismo tiempo, como un jardín donde cultivar la capacidad de acción

Rubén A. Arribas 21/04/2024

<p>La escritora Belén Gopegui. / <strong>Unai Arnaz Imaz</strong></p>

La escritora Belén Gopegui. / Unai Arnaz Imaz

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

“El cine cambió la manera de soñar de mi abuela”. Esa frase del historiador y crítico Elvis Mitchell en el documental ¿¡Soy lo bastante negro para ti!?, a propósito de cómo el cine afroamericano de los 70 modificó el imaginario cultural estadounidense, podría resumir cómo entiende Belén Gopegui la literatura. Parafraseando a Mitchell, la escritora madrileña plantea novela tras novela, ensayo tras ensayo, una misma cuestión: necesitamos una literatura que cambie nuestra manera de soñar, es decir, que nos ayude a imaginar alternativas a este mundo injusto y hostil con tantos millones de personas. Si no somos capaces de hacerlo, difícilmente podremos convertir en realidad esas vidas más vivibles y menos precarizadas que anhelamos. 

¿Estamos escribiendo literatura en esa dirección? La pregunta subyace casi en cada intervención de la autora, sea en el formato narrativo que sea. Si nos atenemos a lo que dice su reciente ensayo Pequeñas heridas mortales (Debate, 2024), la respuesta sería que no, o no al menos en la proporción necesaria. Algo que caracteriza a nuestro tiempo, explica ahí Gopegui, es la intensidad con que el capitalismo promueve la “atrofia del sentido de la responsabilidad”, ya que invierte miles de millones de euros en promocionar que el único modo de organizar el mundo es el actual. La ferocidad con que defiende su hegemonía es tal que, pasadas unas décadas, hasta las personas más combativas terminan sintiendo que no hay manera de “modificar siquiera un ápice el rumbo de un sistema ecocida, explotador, enloquecido”. El sistema gana por desesperación.

Por eso, si queremos evitar el espíritu apocalíptico y pesimista que suele acompañar la mayoría de vaticinios sobre el futuro, Gopegui apela a recuperar una literatura capaz de proponer respuestas a los asuntos que urgen en el presente. Para vivir en un mundo donde las viviendas no sean bienes de lujo que arruinan la economía familiar, donde se garantice la financiación de las leyes de dependencia o donde el aire de las ciudades no sea un problema de salud, primero hay que poder concebir esos escenarios como posibles. Conseguido eso, después hay que imaginar el camino que podría llevarnos hasta ahí. 

Curiosamente, mientras a la crítica cultural le resulta sencillo aplaudir y celebrar que la ciencia ficción haya anticipado algunos avances de la neurociencia –véase la buena recepción dispensada a los libros de Rodrigo Quian Quiroga–, le cuesta horrores admitir que pueda suceder algo similar entre la literatura política y la organización social. Al respecto, la advertencia es siempre la misma: la ficción debe ser, sobre todo, un entretenimiento.

En ese sentido, leer a Gopegui ayuda a imaginar otra literatura posible; una donde el oficio de escribir, como tantos otros –bombero, personal sanitario, guarda forestal, docente, etc.– se ejerce con responsabilidad cívica. También con sobriedad, sin alharacas. La suya es una literatura donde importa menos rendir cuentas ante el mercado, la crítica académica, los suplementos culturales o el narcisismo propio que ante la comunidad.

La autoayuda y el hambre de pautas

Si retomamos la pregunta sobre la producción literaria actual y nos atenemos a El murmullo (Debate, 2023), la respuesta sería similar. Hoy el modelado de la subjetivación social, subraya Gopegui, recae mucho más en los libros de autoayuda que en la literatura. Al fin y al cabo, el primero es el género literario por excelencia de la cultura de masas.

Algo interesante de este ensayo –tesis doctoral convertida en libro de divulgación– es que Gopegui lee y analiza estos libros como si fueran obras de ficción. De ahí que una de sus conclusiones resulte tan llamativa en términos literarios: “La literatura de autoayuda pone de manifiesto el hambre de pautas, el hambre de un relato accesible y popular con el que orientarse en un entorno, donde hay –como un supuesto rasgo de la vida sin más, pero no solo– dolor inmerecido, donde la fortuna no acompaña siempre a las y los audaces, y donde a menudo faltan motivos para seguir”.

Más allá de las razones habituales que cualquiera podría sospechar –la competencia de otras formas de ficción o la menguante comprensión lectora–, Gopegui pone el acento en que los libros de autoayuda están cubriendo una necesidad de la que antes se ocupaba la alta literatura. Sea por sus pactos con el poder y el mercado, sea por sus anhelos de vanguardia, esta ha ido abandonando desde los 80 el territorio donde antes era fuerte: dar pistas sobre cómo construir una vida buena; proponer modos de estar y actuar en el mundo. Conforme la literatura ha ido escurriendo el bulto de esa tarea clásica, la autoayuda ha ido ganando protagonismo y, a fuerza de mercantilizar las emociones, ha vuelto muy rentable la llamada industria de la felicidad. 

Por cierto, leemos también en El murmullo que es falsa la típica asociación entre autoayuda y bajo nivel cultural. Según los estudios académicos, la mayor parte de su público pertenece a la clase media universitaria, muy interesada en recibir consejos sobre cómo competir mejor en los mercados laboral y emocional. Digamos que son lectoras y lectores que buscan que les cuenten, entre otros, el cuento de la meritocracia, el de haz emerger tu mejor yo o el de cómo ser mejor que el resto.

Imaginar (o no) el sentido de la vida

Lejos de ironizar sobre este tipo de lectura –aunque sin legitimar por ello sus falacias–, Gopegui apuesta por desplazar la crítica hacia lo político y lo literario. Así, sostiene que quienes leen autoayuda parten de una premisa compartida por muchos otros lectores y lectoras: leen porque buscan respuesta a dudas o  problemas que consideran importantes. Otra cosa es, según Gopegui, que elijan la autoayuda como un atajo que les permite eludir el “costoso proceso de organizarse colectivamente en abierto conflicto con el orden dominante”.

Ahora bien, si eligen ese camino más sencillo, es porque el sistema tiene el monopolio a la hora de ofrecer soluciones. Y estas siempre son de carácter individual e inciden sobre lo mismo: somos responsables de nuestro fracaso; nunca nos esforzamos lo suficiente; siempre hay alguna habilidad o recurso que deberíamos adquirir o entrenar.

En cambio, rara vez los libros de autoayuda reflexionan, por ejemplo, sobre si la falta de salud mental está relacionada con una “forma de organización económica social que derriba con una mano lo que supuestamente quiere sostener con la otra”, y de qué modo eso impide que construyamos “vidas vivibles”. Y no reflexionan sobre ello por una sencilla razón: cuestionar la injusticia del entorno sería tirar piedras contra su tejado.

Llegados a ese punto, El murmullo pone el acento sobre una cuestión crucial: si dejamos que el discurso de la autoayuda sea el encargado de contestar las preguntas importantes, ¿qué tipo de respuestas dará? Pues las propias del espíritu de la época: el fin justifica los medios y no importa el daño que causes a otras personas con tal de maximizar tu beneficio económico. Tómense el funcionamiento del sector farmacéutico mundial o la creciente privatización de la sanidad pública española como ejemplos sobre cuánto le importamos al capitalismo. 

La ausencia de una literatura capaz de ayudarnos a imaginar alternativas favorece la idea de que el futuro será la profecía autocumplida del apocalipsis

En un contexto así, la ausencia de una literatura capaz de ayudarnos a imaginar alternativas favorece la idea de que el futuro será la profecía autocumplida del apocalipsis que ya estamos esperando. En Pequeñas heridas mortales, Gopegui recuerda algo fundamental al respecto: “El sentido de la vida es imaginario”. Puesto que el propósito de nuestra existencia no viene dado y nos lo tenemos que fabricar, la literatura puede tener mucho que decir. Alguien podría opinar lo contrario, claro; en ese caso, Gopegui le recomendaría preguntarse acerca de quién tiene la propiedad de los medios de producción subjetiva. O dicho de otro modo: ¿de qué ficciones están hechos nuestros sueños de un mundo mejor?

Entender lo que nos pasa

Fiel al espíritu ficcional con que Gopegui explora el discurso de la autoayuda, incluye en El murmullo una cita fundamental de Juan Carlos Rodríguez, catedrático de literatura y voz marxista de referencia, que sirve para atisbar el meollo de la cuestión: “¿Qué discursos objetivos y qué sueños subjetivos convendría producir a partir de ahora para darle un verdadero sentido a la lectura de nuestra vida?”.

A continuación, Gopegui acota lo siguiente: “Se trata de procurar crear las condiciones para que esta respuesta no venga dada de antemano y de ensayar una formulación distinta a la que ofrecen la ideología hegemónica y el sentido común de la época”. Si leemos la obra de Gopegui a la luz de esa pregunta, podríamos concluir que concibe la escritura como un ejercicio de compromiso cívico, y no como una vía para satisfacer la demanda del mercado editorial, perseguir objetivos comerciales o explotar el narcisismo personal. Para ella, escribir pasa por asumir la responsabilidad de convertirse en una voz que enuncia algo de interés general para el bien común. 

Para ella, escribir pasa por asumir la responsabilidad de convertirse en una voz que enuncia algo de interés general para el bien común

En su conferencia Ella pisó la luna (Random House, 2019), donde rescata la figura de su madre, Gopegui razona así sobre qué historias escribir: “Hay cientos de miles de vidas de mujeres que no solo merecen ser contadas, sino por las que hemos de luchar para que se cuenten, porque ganarle la pelea a las estructuras depende también de las historias que tengamos. A ver, no es que sería bonito o interesante que se contaran, es que las necesitamos para entender lo que nos está pasando”.

Gopegui, que fue siempre reacia a lo autobiográfico, escribe sobre su madre no por el vínculo familiar o sentimental, sino porque que considera que contar su historia –con toda su complejidad– puede romper algún engranaje, por mínimo que sea, en alguna de las mastodónticas estructuras que impiden variar siquiera un ápice el rumbo hacia el desastre. Ese mismo razonamiento valdría también para su ficción: novelas como Existiríamos el mar, El comité de la noche o Quédate este día y esta noche conmigo intentan comprender qué nos pasa como sociedad.

En definitiva, hay en Gopegui una voluntad de asumirse, parafraseando al sujeto colectivo que narra Desesperación silenciosa de la vida diaria –el manual de socioyuda que cierra El murmullo–, como una voz más dentro de “una suma de voces” cuya presencia “se parece a la neblina”. Hay voluntad también de ser, continuando con la metáfora atmosférica, una gota más entre las muchas que constituyen esa nube baja y poco densa, pero que humedece aquello que toca. Lo importante no es distinguir las gotas, sino saber “que están ahí”, su compañía. La humedad es un trabajo colectivo.

Una literatura performativa

Suele decir Gopegui que lo imposible es solo una provincia lejana de lo posible. Como buena seguidora del pensamiento científico, sus novelas suelen ser expediciones que parten de los últimos territorios conocidos y viajan rumbo hacia eso que los cartógrafos antiguos llamaban terra incognita. Lo que ocurre es que ella, en vez de buscar el nacimiento de un río o el estrecho que comunica dos océanos, formula hipótesis sociales. En La conquista del aire, por ejemplo, plantea la posibilidad de que el dinero anide “hoy en la conciencia moral del sujeto” y de qué modo eso condiciona las amistades.

En El murmullo, encontramos un pasaje esclarecedor sobre este asunto a raíz de una conversación entre el filósofo Günther Anders y el escritor Bertolt Brecht. En ese encuentro, el primero le dice al segundo que ve su literatura como una suerte de experimento científico donde poner a prueba hipótesis sociales y sacar conclusiones sobre su factibilidad. Para Gopegui, como para Anders o para Brecht, lo importante no es interpretar el mundo, sino transformarlo; de ahí que su literatura no vaya de plantearle preguntas sofisticadas al lector ni de romper corsés formales, sino que va de ensayar respuestas imaginativas ante el desaliento y la enorme cantidad de dolor inmerecido que produce la actual organización social. Gopegui considera la literatura como un laboratorio donde hacer experimentos –pero sin necesidad de que nada ni nadie se rompa– y, al mismo tiempo, como un jardín donde cultivar la capacidad de acción.

Para Gopegui, como para Anders o para Brecht, lo importante no es interpretar el mundo, sino transformarlo

Al respecto, resulta significativo este fragmento del novelista Víctor Sombra en una entrevista concedida a El Ministerio: “En Gopegui hay una vertiente casi performativa muy singular. La novela no es solo un espejo o una cámara en la que examinar conductas sociales e individuales, sino un artefacto diseñado para provocar determinadas reacciones. Gopegui contempla lo que pasará cuando cerremos el libro, quiere anticipar e influir en nuestros siguientes pasos. Diseña espacios imaginarios para acercar y hacer viable la solidaridad y la contestación. En este sentido, la lectura llama a buscar la complicidad, a pasar la mirada de la página a quienes nos rodean”.

Parte de esa complicidad emana del tipo de vínculo que ella establece con la literatura. Así, en El murmullo, defiende que no debe ser tan nítida la frontera “entre el yo y la comunidad, entre la casa y el afuera, entre los recursos y los objetivos”. No es que les reclame a quienes escriben ficciones que pierdan su individualidad, sino que las escriban sin olvidar la intersección “de otros muchos proyectos, vidas, colectividades críticas” que son. Solo así, acota Gopegui citando a Ursula K. Leguin, es posible construir voces narrativas que no hablen en beneficio del ego del autor o autora, sino en favor de la comunidad. Y ahí reside el meollo del discurso gopeguiano: menos convertir los nombres en marcas personales y más construir comunidad desde el anonimato. Quizá así seamos capaces de soñar alternativas transformadoras.

“El cine cambió la manera de soñar de mi abuela”. Esa frase del historiador y crítico Elvis Mitchell en el documental ¿¡Soy lo bastante negro para ti!?, a propósito de cómo el cine afroamericano de los 70 modificó...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí