El Instituto Nacional de Estadística ha publicado un módulo de la Encuesta de Condiciones de Vida sobre transmisión intergeneracional de la pobreza. Según sus datos, un 9,7% de los adultos entre 25 y 59 años vivía en hogares cuya situación económica consideraba mala o muy mala en la adolescencia, mientras que un 43% lo hacía en hogares con una situación económica que valoraban como buena o muy buena.

De los adultos que vivían en hogares con una situación económica mala o muy mala cuando eran adolescentes, un 19,3% tenía educación primaria o inferior en 2023, un 31% contaba con educación secundaria de primera etapa, un 25% con educación secundaria de segunda etapa y un 23,3% tenía educación superior. 

La distribución entre los adultos que vivían en hogares con una situación económica buena o muy buena resulta mucho más desigual: más de la mitad, el 53% tenía el año pasado educación superior, un 22% tenía secundaria de segunda etapa, un 19% secundaria de primera etapa y solo un 5% contaba únicamente con educación primaria.

Si nos fijamos en el nivel educativo de los padres, la situación es similar. El 40% de los adultos cuyos padres tenían solo estudios de educación secundaria de primera etapa o inferiores había alcanzado ese mismo nivel educativo en 2023. Sin embargo, una cifra semejante, el 36%, había obtenido una educación superior.

El caso opuesto resultó ser mucho más infrecuente: apenas el 6% de los adultos cuyos padres tenían educación superior se habían quedado en la educación secundaria de primera etapa. El 77% de ellos contaba con estudios superiores, al igual que sus progenitores.

La encuesta comparó la situación económica del hogar en la adolescencia con el nivel de renta de los adultos.

El 9,7% de los encuestados vivía en hogares con una situación económica mala o muy mala cuando eran adolescentes. De ellos, un 25% se sitúan como adultos en el primer quintil de renta, el más desfavorecido. Otro 26% está en el segundo quintil. Solo un 9% alcanzó el quinto quintil, el más rico.

Entre las personas que vivían en hogares con una situación económica buena o muy buena en su adolescencia, un 24% se sitúa en el quinto quintil, el más rico, pero un 16% está en el primero, el más pobre.

La encuesta incluye otros datos sobre la relación entre el hogar en la adolescencia y la situación en la vida adulta.

Por ejemplo, el 18% de los adultos se encuentra en riesgo de pobreza. La mayoría vivieron su adolescencia en hogares con ambos progenitores, y entre ellos la cifra es del 17%, pero entre aquellos que vivieron solo con su padre o su madre sube al 20%. Un 22% de quienes vivieron en otro hogar privado sin sus padres están en riesgo de pobreza y para los que vivieron en un hogar colectivo o institucionalizados, la cifra es del 30%.

El 34% de aquellos cuya madre ha nacido fuera de la Unión Europea están en riesgo de pobreza. La cifra es del 24% para aquellos cuya madre procede de otro país de la UE.