SI BREVE
Las variables impiden ver el árbol
Los tertulianos hablarán de pactos para ver quién puede ser presi del Govern. Pero el candidato no viene dado por los escaños alcanzados. Al candidato lo propone el presi del Parlament, la primera variable, la importante
Guillem Martínez Barcelona , 13/05/2024
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Sin duda, la mejor pregunta del mundo sigue siendo, dos puntos, ¿y ahora qué? Y lo es porque a) es sencilla, b) es de rabiosa actualidad, se formule cuando se formule, y c) carece, en cualquier caso, de respuesta clara y breve. Más aún cuando se habla de futuribles cat, esa disciplina de la parapsicología. El siguiente artículo no es más que un intento serio de responder al y-ahora-qué de esta emisión. Ahí va. Aparten a los niños. ¿Y ahora, qué? Pues depende de varias variables. Afortunadamente, como casi siempre, finitas, al punto que, lo crean o no, las voy a numerar.
1- La primera variable, la más importante y determinante, es el sistema de elección del presi cat, fijada en –lo que queda de– el Estatut. A saber: el candidato a ser presi no viene dado por los escaños alcanzados. A un candidato no lo propone, así, la ciudadanía, la cultura democrática, el sentido común o su madre. Lo propone, de hecho, lo contrario a una madre: el presi del Parlament. Recordemos, en ese sentido, que ganadores de elecciones cat no fueron, ni tan siquiera, propuestos por el presi del Parlament, como fue el caso de Arrimadas, en 2017, o el de Illa, en 2021. El presi del Parlament, la segunda autoridad en Cat, tiene un gran peso específico, a pesar de haber sido un cargo detentado, estadísticamente, por personas sin ningún tipo de peso específico. Alguno llegó a pasarse su mandato jugando a la nintendo en la Mesa. La ley determina que el Parlament –y claro, su Mesa, y en ella, su presidència– debe ser constituida no más allá de los 20 días posteriores a las elecciones. Lo que invita a suponer que eso sería más bien sobre el 10 de junio. Para ese día, debe haber un pacto claro para la presidència del Parlament. La tradición procesista es que el partido ganador entre el procesismo –Junts, en esta emisión– cede la presidència del Parlament al partido procesista perdedor –ERC, en esta emisión–, a cambio de la presidència de la Gene. Si, llegados al día de autos, ese acuerdo se repitiera, no hay tutía. Si el presi del Parlament fuera otro, o siendo de ERC, obedeciera a otro tipo de acuerdo y lógica, el presi de la Gene, todo indicaría a ello, sería Illa. La primera variable, la determinante, la importante es, por consiguiente, saber quién será presi del Parlament. Los tertulianos, incluso ese día, aún hablarán de pactos para ver quién puede ser presi. Pero –psssssss– tanto ustedes como yo sabemos que el tema –y no es un tema baladí– es saber quién será presi del Parlament. Lo que nos lleva a la siguiente variable: las elecciones europeas.
2- La semana que viene –es decir, ya– empieza la campaña de las europeas. Hasta después del 9J la política cat pinta que no emitirá. Salvo propaganda electoral. Sí, vale, los partidos de guerra cultural –la mayoría parlamentaria cat: Junts, Aliança, PP, Vox y, según el ciclo, ERC– emiten, todo el año, campaña electoral. Pero, en todo caso, pinta que ningún partido interrumpirá su discurso épico, de campaña, para sustituirlo por un discurso ético, de coaliciones y pactos. Lo que impedirá discernir más tarde la tercera variable: la cosmovisión ERC.
Puigdemont solo perderá su acta el mismo día en el que se constituya el nuevo parlamento europeo. Ese día su extradición será automática
3- El procés no es –no ha sido– más que el combate ritual –ritual: para iniciados, miles de votantes que han visto, desde 2012, un combate sangriento y silencioso entre Convergència y ERC; tan sangriento que ha significado, para dirigentes de esos partidos, cárcel, exilio y la pérdida de un millón de votos desde 2017; es, vamos, la descripción de lo que viene siendo un mal negocio–, para establecer quién sería el partido superviviente –y líder, por tanto– del catalanismo. Es muy posible que ese combate haya concluido el pasado domingo 12M, con la victoria definitiva de Junts, que ofrece a la sociedad una variable clara: las emociones, diarias, sentimentales, de la continua guerra cultural. Lo que concluiría el procés y daría paso al siguiente periodo, en el que algo que se autoproclama independentismo detentaría el nuevo autonomismo. En todo caso, y sea o no efectiva esa victoria de Junts, ERC, hoy, está KO. No emite. Aragonès ha renunciado a su acta de diputat –sin ella, no se puede ser presi en Cat–. Puede no haber nadie al volante. O puede no haberlo en breve, si los responsables de la ruina en ERC –los que decidieron supeditarse a Convergència desde 2012– deciden emular la vergüenza torera de Aragonès. Ahora mismo, ERC, un partido exitoso en la I República Italiana –tanto en un Govern Illa, como en un Govern Puigdemont, serían imprescindibles, lo que les supondría la presidencia–, parece no emitir, no analizar, no querer hacer nada. Aragonès ha declarado que no apoyarán ninguna lista. Pero eso son declaraciones. Es decir, nada. Salvo que esa pataleta sea el indicio de que ERC se va a meter, por un tiempo, debajo de la cama. Si eso fuera así, la indecisión, el absentismo de ERC puede prolongarse más allá del 9J. Y puede culminar con la asunción de a) un rol secundario, bajo Junts, o de b) otro tipo de rol con PSC. Nadie lo sabe. Ni ellos, me temo. Hay indicios de a). El principal es que eso ya lo han hecho. Y hay indicios de b), como que ERC ha firmado algún tipo de pacto de legislatura con el PSOE, que le impediría echarse al monte, en modo a), en la partida de Mossen Puigdemont. El motivo principal para un acuerdo de gobierno razonable: ERC, a diferencia de Junts, tiene la obligación de alimentar a sus cuadros. Junts no lo hace. Tiene pocos y todos cobran sueldo –alto, respetable– por cargo electo, y no necesitan cargos gubernamentales. Esta es la gran diferencia de Junts con Convergència, esa máquina de alimentar cuadros a cambio de fidelidad, superada por la fidelidad gratuita, patriótica, cristiana de Junts. Lo que nos lleva a la variable Junts.
4- Junts es un partido muy difícil de analizar, pues es radicalmente vertical, y sus decisiones dependen de una sola persona. Lo que explica que, estadísticamente, Junts no tome buenas decisiones, como podría ilustrar la situación de esa persona, una de las personas peor aconsejadas del mundo, por otra parte. Junts, oficialmente, va a luchar por un Govern con ERC y CUP. Poco viable, en principio, pero que entretendría a medios y votantes hasta el 9J. Es muy posible que, posteriormente, Junts pugne por la repetición de elecciones –llegados a, más o menos, el 26 de agosto, serían convocadas de manera automática, mi favorita–. Es muy posible que repetir elecciones le perjudicara. Pero el mundo de las decisiones unipersonales y arbitrarias es así, como demostró el reverendo Jim Jones. Para acabarlo de liar, la toma de decisiones en –esa persona de– Junts obedece a las leyes líquidas de la guerra cultural. Es decir, obedece a otras variables, relacionadas con el espectáculo. Una de ellas es la amnistía.
5- Se intuye que Junts querrá capitalizar la amnistía. Para ello, tendría que esperar a que se apruebe –puede ser antes de este verano, si el Senado, de mayoría PP, deja de quemar el Reichstag un rato–. La idea, supongo, pasaría por una vuelta de Puigdemont, mediática, televisada, por todo lo alto –en modo El Pretendiente entra en Madrid, si bien en BCN–, antes del 26 de agosto/la repetición electoral. Lo que nos llevaría a otra variable: ¿Eso sería posible? O, lo que es lo mismo: ¿La amnistía, una vez aprobada, sería efectiva? ¿Podrá volver Puigdemont?
Hoy son posibles más variables que ayer, lo que habla de una cierta tranquilidad que ha aportado la amnistía, aún no aprobada y con futuro incierto
6- La amnistía no tiene por qué ser efectiva. Lo veremos en tiempo real, en todo caso. Si la Justicia decide puentearla –tiene varios mecanismos para volverla ineficaz; todos reposan en la idea de independencia, neutralidad y legitimidad democrática, que el tramo alto de la Justicia ha perdido absolutamente–, hay pocas posibilidades de detenerla. Al menos, a corto plazo. La variable Deep State, la variable participación del Estado para prolongar la crispación, e impedir un Govern de izquierdas y, si es posible, una crisis en el Gobierno de Coalición, no es descartable. En absoluto. Como tampoco es descartable otra variable, muy unida a ella: la extradición de Puigdemont, y la paralización no solo de la vida política en Cat, sino de opciones alejadas del chillo y la crispación.
7- Recordemos, en ese sentido, que Puigdemont posee acta de diputado europeo. Un papelito importante, en tanto ha impedido su extradición, desde Italia, por ejemplo. Puigdemont solo perderá su acta el mismo día en el que se constituya el nuevo parlamento europeo. Ese día su extradición sería no solo factible, sino automática, si es por el cargo de terrorismo, delito no beneficiado en una ley de amnistía de la que ni siquiera sabemos si será respetada por los jueces.
8- El Govern-sutra, las diversas posturas y variables que conducen a un Govern o a unas elecciones, es un compendio limitado, pero muy abierto. Puede ser mucho más abierto, pues puede integrar esta otra variable: un Govern PSC-Junts. Parece improbable, pero se podría conseguir, con un leve esfuerzo del Deep State. En general, hoy son posibles más variables que ayer, lo que habla de una cierta tranquilidad y relajo que ha aportado la amnistía, aún no aprobada y con futuro incierto. Hay, incluso, más variables, infinitas, si pensamos en la variable cobre.
9- El día de las elecciones, Renfe Rodalies / Cercanías se fue al garete, por el robo de 40 metros de cable de cobre. La provincia de BCN quedó paralizada. Lo sigue estando al día siguiente. Rodalies no es competencia de la Gene, claro. Pero lo es la seguridad. Evitar que en Cat se produzcan más del 50% de todos los robos de cableado de cobre del Estado. Lo que ilustra cierta inoperatividad gubernamental. Continuada y en los últimos 10 años. Esa inoperatividad culminó, tal vez, en 2020, cuando la Gene, gobernada en coalición por Junts y ERC, fue unos de los dos Gobiernos europeos que emitieron instrucciones –por escrito, como en los años 40– para negar servicios –la atención sanitaria, en este caso– a grupos de ciudadanos. Algo importante. Cruzar una frontera. Esta variable –la ausencia de cultura democrática, de cultura de autogobierno, de interés por lo común– amplía las variables de lo posible y lo asumible. Hasta lo inverosímil. Hasta el ridículo. Compren palomitas, por si las flies.
Sin duda, la mejor pregunta del mundo sigue siendo, dos puntos, ¿y ahora qué? Y lo es porque a) es sencilla, b) es de rabiosa actualidad, se formule cuando se formule, y c) carece, en cualquier caso, de respuesta clara y breve. Más aún cuando se habla de futuribles cat, esa disciplina de la parapsicología. El...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí