SI NO TAN BREVE
Elecciones Cat: ‘dramatis personae’
El procés está culminando/concluyendo con el aplazamiento absoluto de la cosa indepe, si bien en beneficio de un identitarismo amenazado por la inmigración, ese combustible de las nuevas extremas derechas
Guillem Martínez 7/05/2024
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1- No hay ambiente electoral en Cat. Estuvo, supongo, a punto de haberlo. Pero la carta de Pedro Sánchez in love lo eclipsó. Cuando, cinco días después, se pudo observar que todo había sido un sencillo Will Smith, ya era demasiado tarde para la campaña, que, como sucede con los niños actores, fracasó, al habérsele negado su propia infancia. Una campaña de medio pelo, truncada, por desarrollar, ofrece pocos datos e impresiones al observador. Salvo su aludida interrupción abrupta, una señal del nuevo signo de los tiempos: Cat, durante una década un sistema propagandístico propio y autosuficiente, ahora puede ver interrumpida hasta su campaña electoral por otro sistema propagandístico externo. Sic transit gloria mundi, etc.
2- La poética de los actos electorales tampoco ayuda a olfatear lo que se cuece en las almas. Se trata de actos electorales en modo Guerra del Líbano, aquella guerra que empezaba cada día a la misma hora, cuando llegaban los periodistas, y finalizaba, también diariamente, cuando fichaban y se iban. Plis-plas. La excepción a esa tendencia están siendo las campañas del PSC y de Junts. Vigorosas, de otra época, tal vez de otro reino. A saber: a) PSC ha montado actos de la vieja escuela, llenos a tutiplén, con un Pedro Sánchez que, tras la carta, parece haber ampliado público y vis dramática. Esos actos gastan tanta estética descamisada de los años ochenta que dan ganas de darse un chute de jaco, y que todo acabe de una vez. Y b) Junts, actualmente el partido más raruno de Europa –no se pierdan el punto 8–, que no hace actos de campaña, sino que se limita a una suerte de misa diaria con formato de mítin, emitida desde la Cat francesa, según se sube a la derecha. Ese acto diario es, por cierto, un éxito de asistencia, que ilustra que el procesismo no está pajarito, sino que sigue siendo, como mínimo, lo que siempre fue: la principal fuente de ocio para las parejas jubiladas, o a punto de estarlo, con ingresos nutritivos.
Un 40% –mucho, lo nunca visto, la opción mayoritaria– no sabe lo que votará
3- Si la campaña no dice, por ahora, nada de sí misma, ¿lo dirán las encuestas? Supongamos que sí. La última encuesta del CIS, además de su habitual escasa fiabilidad, fija como ganador al PSC –29,8%-33,2%–, que ampliaría ventaja sobre Junts –15,4%-18,1%– y ERC –15,2%-17,9%–. Ojo: Aliança Catalana –a partir de ahora AC–, el nuevo partido de ultraderecha local más convencional, vinculado a la escuela racista francesa, con algunas notas florales italianas, podría sacar escaño/s –3%-4,4%–. Lo importante de la protoencuesta del CIS es, no obstante, el agujero negro que señala: un 40% –mucho, lo nunca visto, la opción mayoritaria– no sabe lo que votará. Lo que invalida el compendio, y hace aún más indescifrable a una sociedad que, sistemáticamente, suele mentir. Esa sociedad críptica recibe luces, y sombras, en otras encuestas. No se las pierdan.
4- Este fin de semana, apareció una encuesta llamativa en el diario Ara, que a) mostraba que ningún bloque tendría mayoría absoluta, lo que indica que b) esto podría acabar en modo olla de grillos, y/o con la c) consiguiente repetición de elecciones. En otro orden de cosas, señalaba también que AC podía llegar –pumba– a los siete escaños. La encuesta de 40dB., para El País/la SER, un objeto serio y que suele coincidir más con la realidad que la ouija del CIS, también habla de mayoría del PSC –pasaría de 33 a 40 escaños–, pero, ojo, seguido por un Junts que le tira el aliento en la nunca –pasa de 32 a 36, en modo subidón-subidón–, ERC –de 32 a 26–, PP –pasa de 3 a 13; se dice rápido–, Vox –baja uno, de 11 a 10–, Comuns –baja tres, de 8 a 5–, y CUP –baja cinco, de 9 a 4–. Como ven, a las izquierdas no les ha sentado nada bien el procés –no se pierdan el punto 9–. Lo que es un indicio de lo que fue el procés, esa cosa que está culminando/concluyendo con el aplazamiento absoluto de la cosa indepe, si bien en beneficio de la cosa identitaria-amenazada-por-la-inmigración-y-más-aun-por-el-Islam, ese combustible de las nuevas extremas derechas. ¿Quién iba a decir que un proceso identitario, sin otro interés político que el de crear mayorías vía polarización, iba a acabar de morros en la extrema derecha?
5- Más allá de las encuestas está ese indicativo del estado de ánimo de cada partido frente a sus expectativas, que viene confirmado por su gasto en campaña electoral. Si el optimismo –del partido y de los bancos– es un indicio, tomen nota. PSC lidera el gasto, con 2,5M€ –un, guau, 25% más que en 2021–, le sigue ERC, con 1,7M€ y, empatados, Junts y PP –ambos con 1,6M€; pas mal; importante: en 2021 el PP solo confió en sí mismo por valor de 800.000€–. Vox se está pelando 1,2M€, mientras que Comuns y CUP se gastarán, respectivamente, 700.000€ y 400.000€. Muy poco/pocas expectativas, parece.
6- Más allá de las tendencias que parecen señalar la a) campaña interruptus, las b) encuestas y el c) gasto –tendencias que, por cierto, son las que se intentan potenciar o invertir en los debates televisivoZzzzz: una mayoría social sin voto decidido, pujanza de PSC, pujanza de Junts, al menos sobre ERC, desaparición de C’s, subidón del PP, la entrada en el Parlament de un/otro partido en modo Rassemblement National–, se debe señalar que los partidos que compiten en las elecciones son, como sucede en todas las elecciones, otros partidos, variaciones siempre distintas a sí mismas respecto de las últimas elecciones. Como decimos en catalán: Nihil est annis velocius / no hay nada más veloz que los años.
El PSC parece dar por finalizado el tiempo de transición que otorgó al procesismo para que hiciera sus cosas de procesistas
7- El PSC es, así, un PSC diferente. Parece dar por finalizado el tiempo de transición que otorgó al procesismo para que hiciera sus cosas de procesistas una o dos legislaturas y, luego, adelantara casilla. Quiere gobernar, si bien aún no sabe cómo –¿en solitario? ¿Govern tecnócrata? ¿En coalición? ¿Con quién? ¿Tripartit? ¿Con ERC a pelo? ¿Con Junts?–. Todo dependerá de los resultados. En términos generales, cualquier posibilidad es posible. Lo que habla de la caída de la rigidez patriótico-simbólico-católica en Cat, que tanta asfixia provocó durante diez años. El PSC de hoy es, aunque solo sea por esa voluntad explícita de gobernar, nuevo. Es un PSC que ha hecho la travesía del procés/desierto. Con cierto éxito, si pensamos que otras izquierdas –CUP, Comuns– no la superaron, o no con todas las plumas. El new PSC se ha desprendido de todo vestigio maragallista –esa sensación, casi siempre frustrada, de que dentro del PSC podía haber otro PSC– , y de sectores catalanistas que hace diez años ingresaron en el procesismo, sin pena ni gloria –los tránsfugas, como decía Pujol Jr., solo son interesantes hasta que dejan su partido–. Es un PSC que ha recuperado cierta musculatura en el cinturón, y al que nadie le tose por su izquierda, lo que le permite cuadros disciplinados. Es decir, bien pagados. Por lo demás, es un PSC en modo muy neoliberal/negocietes –tendencia en el Ajuntament de BCN, donde el PSC aún no ha pactado con nadie, lo que habla de cierta paralización, que puede suponer un polvorín en un tiempo, si llegan a coincidir los residuos secos del neoliberalismo y de la paralización; en términos generales, cuando eso ha sucedido, como pasó en los reinados de Hereu, o Trias, la cosa ha acabado como acaba Bob Esponja; con horcas y antorchas–. La gestión, o el abandono, de la cosa Hard Rock –un macrocomplejo de casinos de otra época; concretamente de antes del cambio climático, de antes de que en Europa se volviera a hablar de reindustrialización y planificación del territorio–, será determinante. O no. A su vez, hoy sabemos más del líder del PSC. Practica un liderazgo más férreo y nítido, con exceso de seguridad, lo que no es malo, si bien tal vez ejerce todo ello a través de más órdenes de las necesarias, si atendemos al hecho de que –me dicen desde dentro– tiende a someter a régimen a cuadros con exceso de peso.
8- La rareza europea de Junts es la siguiente: es el único partido mundial que ha renunciado a los cargos y la pasta que suponen los cargos. ¿Carece de cuadros? No. Tiene un reducido grupo de cuadros fieles, que acceden a honor y pasta a través del cargo electo. Es, por lo mismo, un partido en el que manda una sola persona, que decide quién será profesional de la política, y quién no, con un método artesanal, apriorístico. Todo esto parece algo muy hippy. Pero, si se fijan, es una dinámica extraordinariamente vertical, que potencia la fidelidad, si bien impide el tráfico de ideas y de opiniones en su interior. Lo que convierte a Junts en a) un partido previsiblemente impredecible. Y lo que b) se visualiza en la número dos de la lista de BCN. Anna Navarro, otra gran decisión personal del líder. En principio se trataba de una CEO USA, calificada por varias revistas económicas, que nadie conocía, como una gurú en Silicon Valley, si bien hoy está un tanto desaparecida en campaña, a la vez que proliferan los rumores sobre su verdadero lugar en la pirámide trófica de Silicon Valley. El objetivo de Junts en estas elecciones es ganar a ERC. Punto pelota. Y parece ser que eso es lo que está pasando, gracias al uso del léxico, que impide la percepción de que Junts ha optado, de cuatro patas, por la vía ERC: la vuelta a la política. En Cat gustan mucho estas mentirijuelas. Veremos. Importante: Junts ha sido apoyado, en estas elecciones, por Pujol, que hace meses ya adoptó en público puntos de vista de extrema derecha francesa –teorías de la sustitución, que él denomina minimització/minimización de los cats frente a la inmigración–, si bien permutando, y esto es una originalidad, al inmigrante musulmán por el castellano-hablante, sudamericano, peninsular, guineano, filipino o de la isla de Wam. De hecho, se preveía que la inmigración iba a ser el gran tema de esta campaña, si bien ha quedado silenciado. Supongo que para distanciarse de AC. Importante también: Junts es una sola persona, y esa persona, en breve, puede perder cualquier iniciativa sobre su vida, por lo que, en teoría, podría utilizar ahora la única carta que le queda para a) vencer el 12M, sí o sí, a cualquier otro partido procesista, y b) ejercer la autodeterminación personal, en las pocas semanas que aún pueda hacer eso. Se trata de su vuelta, que aún podría estar amparada por su acta de eurodiputado, todavía activa. Su vuelta sería, en ese sentido, una recapitalización personal, un giro en esta campaña sosa, tal vez una victoria absoluta. Su vuelta, antes del 12M, sería lo más lógico. Y, quizás por ello, lo más improbable.
9- Es sintomática –de la época– la profusión de partidos nacionalistas y de guerra cultural en Cat. Quizás ello explica, además del procés, una Edad de Oro de las derechas en Europa. En esta convocatoria disponemos, además de Junts, esa derecha trumpista, de dos derechas cat más. Se trata de Alhora –un nombre que es un error comercial de base: alhora significa ‘a la vez’, pero también ‘Junts’–. Es el partido de la consellera Ponsatí, enfrentada a Puigdemont por matices y purismos. El partido, que se dio a conocer con la propuesta –pujolista, una idea de Pujol que empezó a cambiar en 1981– de crear dos itinerarios escolares, segregados según su lengua. Esta idea, un tanto racista, y que llevaría al catalán a la marginalidad, ha tenido su éxito, a través de la firma de personas sensibles al proyecto, entre ellos algunos, snif, de mis profesores, lo que explica la permeabilidad de la sociedad ante las propuestas de las nuevas extremas derechas. Alhora está protagonizando una campaña discreta, de actos con micrófono en la acera, en modo grupo-de-la-cabra-con-trompeta, si bien, en esta ocasión, el grupo es de rostros pálidos heterosexuales. El otro grupo/la otra derecha sería AC. No han sido muy listos. En la lista de BCN no han puesto al gran ideólogo, un señor que se llama Aragonès porque es, precisamente, primo de Pere Aragonès, lo que ha quitado visibilidad a un hecho determinante en esta época: hay fachas hasta en las mejores familias. El discurso indepe, antiprocesista, pero también antimusulmán, puede tener su éxito. Si bien explica un fracaso: las izquierdas sensibles, de una manera u otra, al procés, no supieron vertebrar una crítica a ese crecepelo, y, posteriormente, no han sabido vertebrar un soberanismo o independentismo alejado de esa estafa. Dejan esa iniciativa a la derecha. Por lo que las derechas, que no solo modularon el procés, parecen modular el pack nacionalismo postprocés. Metáfora de todo esto: según la encuesta de El País/la SER, el partido que más votantes –que no militantes, se supone– cede a AC es la CUP.
Las derechas, que no solo modularon el procés, parecen modular el pack nacionalismo postprocés
10- ERC acude a las elecciones envuelto en una mala gestión, que no ha percibido, al punto de haber convocado elecciones anticipadas. Al desastre de la sequía –levemente corregido en campaña gracias a las primeras grandes lluvias en casi 3 años–, se suma su gestión de la sanidad y de la enseñanza. Y preciosismos, como lo ocurrido poco antes de campaña, cuando, en el entrañable marco de unas oposiciones, se filtraron algunas preguntas, tuteladas, en principio, por el Govern. ERC, como Junts, tan solo aspira a ganar al otro gran partido procesista. Sin una gran acción de gobierno, sin la épica revolucionaria de Junts, ese partido post-carlista, puede hacerlo por lo que ERC es. Es decir, por lo que Junts no es. Y lo que ERC es, esta mañana a primera hora, está explicado en la persona de Aragonès, que proviene de antepasados directos falangistas, desarrollistas, luego fundadores de AP, luego convergentes. ERC, tal y como ha quedado la cosa, sería la evolución liberal, natural, de toda esa tesitura, frecuente en Cat y en la Península. Hubiera sido una evolución exitosa, de no haber sido interrumpida por el procés, ese objeto convergente que dio lugar a Junts, otra evolución de Convergència, más conservadora, patriótica. Y con las notas personales y carlistas de su fundador ausente.
11- PP apunta subidón. Se come, todo apunta a ello, a C’s, que muere como nació, epistemológicamente en el PP. Pero, en el trance, el PP se come a muchos más votantes que, esto es importante, acceden al voto PP a través de una campaña edificada en el fake y en la guerra cultural, edificada contra la amnistía y contra el Gobierno Sánchez, el epistolar. Cat es, esta mañana a primera hora, el único territorio peninsular en cuyo parlamento coincidirán varios partidos, muy nutridos, de nacionalismos opuestos y, socorro, emisores de guerra cultural. ¿Qué puede salir mal? Será importante ver, tras el 12M, de dónde viene el voto Vox, ahora que el PP vuelve a la vida en Cat. ¿Clase alta? ¿Reponedores del súper, la exclase exobrera, ese colectivo omitido en la política?
12- CUP, la posibilidad nunca confirmada de un procesismo de izquierdas, parece decaer en esta emisión de votos. Como Comuns, muy implicado en la reforma del Código Penal –fueron parte fundamental para la consecución de la reducción de delitos de malversación y la elisión del de sedición, si bien a cambio, ay, uy, de ampliar los delitos de manifestación–, parece que no verá muy reconocida su obra abstracta. El procés, en fin, ha sido una apisonadora para unas izquierdas que fueron más sensibles a la política que a la sociedad, ese otro negociado, y que no supieron leer la facilidad con la que las derechas y las extremas derechas reconducirían la polarización sustentada en identidad. El procés no fue mucho más que eso.
1- No hay ambiente electoral en Cat. Estuvo, supongo, a punto de haberlo. Pero la carta de Pedro Sánchez in love lo eclipsó. Cuando,
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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