SI NO TAN BREVE
La cultura
La campaña, como la política, es una esfera autónoma de la realidad. Ni la OPA del BBVA ni la sequía le afecta
Guillem Martínez 9/05/2024
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1- Dos noticias cruzan la campaña electoral catalana en las últimas horas. A saber: a) lo de la sequía y b) lo del Banc de Sabadell. La cosa a) y b) podrían haber afectado a la campaña. No lo han hecho, pues la campaña, como la política, es una esfera autónoma de la realidad. Veamos, en todo caso, la cosa a) y la cosa b), esas cosas que no huelen, no traspasan, no se notan, tampoco en campaña.
2- Sobre a). Con tan solo unos pocos días de lluvia bíblica, el Govern ha acordado, en plena campaña electoral, suavizar el grado de alarma ante la sequía. Zas. Los informativos de TV3, ese género, han invertido una parte importante de su tiempo en explicar eso. Y, más aún y con más detalle, en explicar que eso supone poder llenar la piscina de manera legal. Hablan tanto de piscinas que dan ganas de pillar una. Lo que explica lo que es una piscina. Es un anhelo –no se pierdan La España de las piscinas, de Jorge Dioni, Arpa, BCN, 2021–. El anhelo de piscina es la urbanización, la hipoteca, el coche y el segundo coche, el cole concertado. Y la alarma, los okupas, la inmigración, que ha venido a hacerse pipí en la piscina. La piscina es, así, una foto finish de la clase media. Es decir, de sus miedos. Son miedos importantes, en tanto son los miedos de la clase que vota, en cada comicio, como posesa. O, mejor, como poseída por sus miedos, al punto que vota sus miedos. La noticia del cambio de grado en la alarma ante la sequía –es decir, la noticia de las piscinas– recuerda lo que se vota en Cat. Ya no es tanto el miedo a desaparecer como nación, sino lo que había detrás de ese miedo durante diez años: el miedo a desaparecer, a secas, lo que viene siendo el gran miedo de la clase media, esa chula-piscinas, desde su nacimiento en el XIX. Cat, eso parece tras diez años de Sturm and Drang, vuelve a estar donde siempre. En Europa y en el miedo determinante de las clases medias, que eclosiona, como en todas partes, en varios partidos derechistas, y en la derechización de aquellos que no deberían serlo –no se pierdan el punto 4–.
El BBVA ha apostado por una OPA hostil al Banc de Sabadell, lo que ha redoblado el celo patriótico en la campaña
2- Sobre b). Tras plantearlo por las buenas, el BBVA ha apostado por una OPA hostil al Banc de Sabadell –a partir de ahora, BS–, lo que ha redoblado el celo patriótico en la campaña. Si bien esta noticia de la OPA es de otra época. Concretamente, de cuando el BS –y La Caixa– eran empresas Cat. Como recordarán, hace 1.000 años, en 2017, y en lo que fue una protesta empresarial de la banca –exagerada–, ante la Gene –muy exagerada también en aquella época–, los bancos cat se fueron de Cat, si bien à la cat. Es decir, sí pero no, en modo simbólico, a medias, sin fijar la sede social en MAD, que es donde el cuerpo y la dinámica financiera esp les pide estar. En ese sentido, BS es un banco con doble sede –Sant Cugat, una de las capitales del calvinismo cat, y Alacant, una de las capitales del despelote financiero contrarreformista valenciano–. Lo que hace al BS doblemente ambiguo y, por ello, doblemente cat. En casa tenemos mucho cariño al BS –no solo nos regaló un llavero, sino que es el banco que nos echó de casa, lo que me posibilitaría conocer mundo; sin el BS, Sant Cugat, el Viso, la Promenade des Anglais, The Hamptons, hoy para mí serían solo nombres exóticos–. La OPA, en todo caso, entra dentro del pack cosas-de-banqueros. No nos afecta. O, al menos, no nos afecta más que la absoluta desregularización del sector más regulado del mundo. No más que el despelote diario del euríbor, o que el rescate de la banca de 2012, aún no devuelto. En esta semana, en ese sentido, se ha publicado en las páginas de economía una noticia que alude a aquellos tiempos, y que es más importante que el número Pimpinela entre el BS y el BBVA. Agárrense. En 2023, la renta real de los hogares –que aumentó un 5,2%; pas mal– recuperó el nivel anterior a la crisis de 2008. Lo que explica que han sido necesarios 15 años para superar aquella crisis, que consistió en la suma de a) una crisis financiera, b) el abandono de la sociedad por sus políticos y/o c) el establecimiento de la austeridad, un sistema sanguinario que ha posibilitado, lo dicho, una crisis de 15 años –se dice rápido; ese periodo ya no es un ciclo económico; es una guerra; larga–, que ha afectado a la renta de los hogares, pero, más incluso, a la riqueza de los hogares –en ese sentido, no solo ha sido una guerra, sino que la hemos perdido–. Los datos españoles del World Inequality Report 2022, del grupito de Piketty, que confirman esa destrucción, son para salir corriendo. Hacia ningún sitio. La política española falló durante años, creando, conscientemente, desigualdad acusada, una nueva sociedad. Que al parecer sueña con piscinas mecánicas. Uno de los indicios de ese fallo, de ese abandono social –hubo, por supuesto, otros, igualmente violentos– fue la supresión de la política en Cat, por diez años. Ahora parece querer volver. En la forma de El Guardián entre las Piscinas –no se pierdan el punto 5–.
3- La política es el arte de hablar de una piscina sin aludir a una piscina. En general, es el arte de aludir sin decir. Algo planetario, que se acerca al arte en sociedades que han codificado una capacidad poderosa para tergiversar el lenguaje, algo que sucede, tradicionalmente, en la poesía y en, ejem, su contrario, el fascismo. Y ese es el caso de la sociedad esp, poco dada a la poesía y, donde por cerca de diez años –como poco–, algo no ocurrido –un atentado de ETA en Atocha– fue el centro de la política. O como la sociedad cat, donde por cerca de 10 años, algo no ocurrido –un proceso de indepe, que nunca fue gestionado más allá de su propaganda– fue el centro de la política, y no de la poesía rimada. Veámoslo. Veamos lo que se dijo sin decirlo en el debate del TV3, un debate acaecido hace ya dos días. Lo que nos permitirá hablar no de lo que se dijo –poco, nada–, sino de las cosas categóricas, determinantes, que no se dijeron y que, paradójicamente, coparon el relato –poético–.
Los políticos del debate como los medios asumieron que Illa será presi. Lo que está por ver en un país que no dice la verdad bajo ningún concepto
4- En el momento del debate seguía líder en intención de voto el grupo de los indecisos –lo nunca visto; un 40%–. Los partidos ya tienen datos que explican quién es ese señor o señora, lo que anhela. Y pinta que anhela el peor tipo de piscina: la que tiene forma de riñón. A saber: PSC está en modo conservador, al punto de cesar en la emisión de mensajes pachamama y por la paz y el amor en el mundo. Es más, el día del debate, el CM de Illa sacó un tuit con la foto, juntos, de Illa y de Miquel Roca –exdirigente de CiU, abogado de la infanta lista y, en otro orden de cosas, un caballero que fue descrito por Tarradellas en estos términos: “Solo se sonroja cuando dice la verdad”–. Junts, a su vez, está exhibiendo algo que nunca ha poseído: realismo, itinerarios políticos fuera del procés y responsabilidad gubernamental, con llamadas a lo que sesgó a berridos y lágrimas patrióticas: el diálogo social, el cierre de heridas. Mezcla todo ello con la reivindicación de un 1-O sumamente descafeinado, que ya no es una jornada histórica, sino sentimental. Como el día de la madre o, mejor aún, el de la Mare de Déu de Montserrat. ERC se suma a esa Cat que ya no es un oasis de tranquilidad, pero sí una piscina tranquila, permitiendo rellenar de agua, como si no hubiera un mañana, las piscinas que se deseen. PP, un partido de guerra cultural, que se permite actos desmesurados, como traer a Ayuso a un mitin en una plaza barcelonesa, en la que, tradicionalmente, se reúne –únicamente– la extrema derecha esp, compagina ese hecho con su cabeza de lista, Alejandro Fernández, un tipo divertido, aparentemente dialogante y aparentemente moderado –recuerden: el peor de todos siempre es Speer–. Vox se presenta como un partido piscinero más, si bien con el agua más fría. Incluso exhibe bandera catalana en carteles y actos. Su originalidad, gore e inamovible, es la cosa antimusulmana. Que, me temo, ha venido a quedarse, a ser una brutalidad dentro de la normalidad –no se pierdan el punto 8–. A esta Cat de la caseta i la piscineta se ha sumado la –aún– extraparlamentaria –y, por lo tanto, fuera de los debates televisados– Acció Catalana. Comuns y CUP se quedan un tanto fuera de la piscina. Comuns es el único partido que ha verbalizado su voluntad de un Govern tripartit para la piscina, cuando todo el mundo evita hablar de ese futuro.
5- El debate, básicamente, fue eso/ese cultivo de la piscina. Es más, quedó claro que algo ha pasado –ese algo es la amnistía– que ha acabado con los discursos enfrentados y en espiral. Y nadie se cree los conflictos insolucionables, los bloques, las épicas, y eso se nota continuamente. Quizás por eso son útiles las treguas en una guerra: porque tras un día sin matar, cuesta mucho volver al tajo –a ver cuándo hace una tregua la Justicia; a ver–. Hubo, no obstante, tres momentos importantes, extraños, en los que no se dijo nada, pero en los que quedó evidenciado el carácter bárbaro de la piscina. Se trata, como habrán adivinado, de las cosas 1) 2) y 3).
6- La cosa 1) es la menos raruna. Pero había que ponerla en algún sitio. Illa explicó que cuando sea presi nombrará consellera de Interior a Núria Parlón, actual alcaldesa de Santa Coloma de Gramanet, y que pondrá de capo de la poli a Trapero –expulsado a las tinieblas exteriores por ERC, cuyo conseller de Interior es un tránsfuga del PSC–. Lo extraño es que coló. Es decir, tanto los políticos del debate como los medios, toleraron, asumieron que Illa será presi. Lo que está por ver en un país que no dice la verdad bajo ningún concepto, y vota en secreto cosas inconfesables, al punto que la FORTA ya no hace encuestas a pie de urna, pues todo el mundo miente con su voto, inconfesable en público.
Vox puso a prueba a Junts, un partido que en campaña no ha hablado de inmigración, pero que en su momento aplicó la misma ecuación racista
7- La cosa 2) fue la definición que hizo Josep Rull –no es el número dos de la lista de Junts por BCN, pero Junts está evitando que hable, por la boca de la cara, su número dos, Anna Navarro, al parecer un error de casting de Puigdemont. Rull, católico practicante, habla como un cura. Por eso sorprendió, aún así, su definición ecuménica de Hard Rock, un megacompendio de casinos que, de forma asociada, potenciará una industria de la prostitución paralela, al uso. Rull afirmó que Hard Rock era como Port-Aventura: “Una font'entreteniment familiar” que, además, “vol reforçar la qualitat del nostre sector turístic”. Lo que confirma que la mentira, cultivada con intensidad, una vez asentada en la plaza por diez años, se seguirá utilizando con profusión. Ya no para el procés, pero sí para cualquier asunto cotidiano. Socorro.
8- La cosa 3) es la más inquietante. Para arañar votos a Junts, Vox, que unió en casi todas sus intervenciones inmigración con delincuencia, puso a prueba a Junts, un partido que, en esta campaña, no ha hablado de inmigración, pero que en precampaña se aplicó, y mucho, en el tema, fabricando la misma ecuación racista que está vendiendo Vox en campaña. Rull aquí estuvo brillante. Negó cualquier “relació entre inmigració i delinqüència”. Como un jabato. Si bien hizo hincapié en el hecho de su oposición absoluta contra la “reiteració delictiva”. Dos palabros que los alcaldes de Junts, que antes de la campaña hicieron un acto que vinculaba inmigración y delincuencia, utilizaron para sus linchamientos extremo-derechistas.
9- Empieza a ser necesaria una extremo-derecha cat y esp, como Acción Catalana o Vox, simplemente para que otros partidos, que utilizan la misma cosmovisión, pero otro léxico completamente diferente, dejen de serlo otra legislatura.
10- La piscina es, básicamente, una forma de hablar.
1- Dos noticias cruzan la campaña electoral catalana en las últimas horas. A saber: a) lo de la sequía y b) lo del Banc de Sabadell. La cosa a) y b) podrían haber afectado a la campaña. No lo han hecho, pues la campaña, como la política, es una esfera autónoma de la realidad. Veamos, en todo...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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