1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

XAVIER GUËLL / MÚSICO Y ESCRITOR

“Queda la duda de si Shostakóvich hubiera sido tan grande sin Stalin”

Esther Peñas 18/07/2024

<p>Xavier Güell. / <strong>Galaxia Gutenberg</strong></p>

Xavier Güell. / Galaxia Gutenberg

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

26 de enero de 1936. La ópera de Shostakóvich Lady Macbeth de Mtsensk se representará por undécima vez, pero en esa ocasión con el mismísimo Stalin entre el público, que abandona la obra antes de finalizar, y escribe una crítica demoledora en el Pravda: “Caos en vez de música”. A partir de ese momento, la vida del músico queda amenazada. Cualquier otra composición que firme será severamente examinada. Entre la pulsión creativa y experimental y el acatamiento a las directrices del Partido, se desarrollará desde entonces su oficio. Con una prosa apasionada, el director de orquesta Xavier Güell (Barcelona 1956) presenta Shostakóvich contra Stalin (Galaxia Gutenberg), la tercera entrega de su tetralogía Cuarteto de la guerra, tras los dedicados a Bartók y Strauss.

En cualquier caso, ¿el caos es incompatible con la música?

El caos es incompatible con la música… lo normal sería contestar que sí, pero del caos surge la música y, de alguna manera, está en relación con ella. La música no solo es orden, sino también una cierta explosión, una gran explosión, que podría identificarse con el caos según cómo se entienda el caos. No lo conocí personalmente, pero una de las cosas que aprendí de John Cage, a quien he programado en muchos ciclos musicales, tanto en Madrid como en Barcelona, es que organizar un sistema musical, una armonía musical desde la diversidad más absoluta, por ejemplo, cuando estás sumido en los ruidos de una ciudad, ruidos que van y vienen y proceden de múltiples puntos, es posible. Es decir, es posible, de ese caos inorgánico, no organizado, construir también música. De hecho, toda su música aleatoria, formidable, en la que el azar es sustancial, puede responder a ese caos que él es capaz de escuchar con una cierta organización. 

¿Cómo es posible que después de las vanguardias, que aportaron tanta experimentación, belleza y fortuna, en Rusia se cercenase por completo el impulso artístico?

Fue el 26 enero 1936. Shostakóvich está a punto de cumplir treinta años. Hay que recordar lo que había ocurrido desde la Revolución de octubre, en 1917, hasta principios de los años 30, cuando la Unión Soviética vive una explosión artística en todas las disciplinas, respetada y favorecida. El ministro de Cultura de entonces, Anatoli Lunacharski, un gran hombre, favorece y admira las vanguardias, las posibilita, estimula la creación experimental y vanguardista, desde el suprematismo de Malevich hasta el cine de Eisenstein, pasando por el músico Roslavets, el dramaturgo Meyerhold o el poeta Maiakovski. Eso se interrumpe de cuajo desde que Stalin se consolida en el poder. Nikolái Shvérnik hizo todo lo posible para que Stalin no fuera su sucesor, pero entonces Lenin estaba casi acabado, y consigue ser el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, aunque tarde unos años en hacerse con el poder absoluto. Entonces todo cambia, Stalin entiende que los artistas son soldados del pueblo, y tienen que cumplir dos misiones ineludibles: con sus obras acercarse al pueblo, hacer obras sencillas y directas que lleguen a su corazón y, en segundo lugar, ensalzar en esas obras los logros del sistema comunista. Eso mata a la mayor parte de los artistas de su tiempo, que tienen que renunciar a sus convicciones estéticas y asumir las dos obligaciones que manda el partido. Hay casos especialmente dramáticos, los de artistas con enorme talento destrozados al tener que cambiar radicalmente la orientación de sus obras.  

Stalin entiende que los artistas son soldados del pueblo, y tienen que cumplir dos misiones: llegar al corazón del pueblo y ensalzar el sistema comunista

Shostakóvich era el artista mimado de la Unión Soviética, adepto, además, a la revolución. ¿Qué ocurrió? 

Antes del 36, ya lo demostró con su Segunda, Tercera y Cuarta sinfonías, o con obras como la Sonata para piano: ser el gran compositor de vanguardia, una especie de Schönberg eslavo o ruso, que atendía a los principios de la revolución, porque Shostakóvich pensaba que la revolución alcanzaría el zénit a través del arte. Él estaba, a sus treinta años, consolidado como la gran esperanza soviética en la música; todo el mundo la conocía, y dentro de la Unión Soviética se había ganado el respeto y la admiración de los miembros del Partido y de su entorno, por ejemplo, el del Mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov o el de Gorki. En ese momento, Stravinski está en el exilio, y Prokofiev, de capa caída.  

¿Le cogió de improviso la amenaza implícita de la crítica de Stalin?

Sí. Se le advierte de que esa noche debe acudir a Moscú porque habían confirmado asistencia el propio Stalin, su ministro del Interior, Beria, su ministro de Cultura, Aleksándrov, y el de Asuntos Exteriores, Mólotov. Shostakóvich sabía que nada bueno le depararía ese distinguido público. Él estaba nervioso y desconfiado esa noche, sobre todo cuando, antes de que acabaran los cuatro actos de la ópera, Stalin y sus ministros abandonaron el teatro. Poco después, apareció en la tercera página del Pravda, órgano oficial del Partido Comunista, el artículo “Caos en vez de música”, con el que comenzábamos esta conversación. Fue una crítica feroz, brutal, un ataque furibundo a Shostakóvich, a su modernidad, a su atonalidad, a su polirritmia, a cualquier elemento de vanguardia de esa ópera. Una amenaza no velada sino directa. En ese artículo se viene a decir que, si no cambia su forma de escribir música, se atenga a las consecuencias, es decir, o bien a la deportación a un campo de trabajo en Siberia, o bien a ser fusilado, como acabaron tantos otros artistas que se desviaron de las líneas marcadas por el partido. A partir de ese momento su vida cambia drásticamente, sabrá lo que es el miedo.  

Stalin criticó feroz y brutalmente a Shostakóvich. Una amenaza no velada sino directa

Es una pregunta un tanto perversa pero, ¿se entiende Shostakóvich sin Stalin?

No lo sabemos. Sabemos que es el único creador que es capaz de transformar el miedo en energía creativa. Esa es su grandeza absoluta, cómo es capaz de asumir el miedo y no vencerlo en modo alguno, sino crear a través de él, como si el miedo fuera una droga inyectada en las venas. Sabemos que el miedo le producía escalofríos, pero resultaban creativos. A partir de la sensación de desamparo enorme, era capaz de construir un mundo musical que no hubiera construido si no fuera por esa presión, me parece. A partir de la Quinta sinfonía, cuando se recupera a los ojos del partido, después del fiasco que supuso Lady Macbeth, es capaz de regenerarse, de aparentar una cosa y ser otra, de esconderse en su propia obra, de hacer una música muy popular y a la vez insuperable; a día de hoy, no nos olvidemos, Shostakóvich es uno de los tres o cuatro compositores más tocados en el mundo, por encima de Stravinski y Prokofiev. De alguna manera, Stalin fue determinante en la composición de Shostakóvich, ese miedo fue el elemento que dinamizó una música que no se hubiera hecho en otras circunstancias; el miedo fue la marca musical de Shostakóvich. Esa es la pregunta, si Shostakóvich hubiera sido tan grande sin Stalin, sin ese terror que consiguió vertebrarlo a través de un impulso creativo. Pensemos en la Quinta, la Séptima, la Octava. Sin esta presión brutal, su música hubiera sido distinta. Shostakóvich muere en 1975, obsesionado aún con Stalin, fallecido en 1953, pero del que seguía leyendo biografías. Entretanto, se implicó cada vez más con el partido. Pero había sido él quien había compuesto la séptima sinfonía, Leningrado, una pieza emblemática contra el nazismo, un exaltado canto en favor de la libertad. Y Stalin sabía que, después de él mismo, Shostakóvich era más popular entre los rusos. 

Esta novela, como las anteriores, no deja de ser un alegato a la fraternidad. 

Tiene razón, es que mis novelas hablan, en el fondo, de lo mismo, del amor, del odio, del valor, de la cobardía, de cómo superar el miedo, de cómo salir de situaciones extraordinariamente dramáticas y de entender la muerte, el destino humano, de manera conjunta, puesto que todos vamos a morir y, si cada uno de nosotros compartimos el mismo final, deberíamos vivir en mayor fraternidad. Da igual si somos ricos, pobres, obtusos o inteligentes. Somos hermanos, tenemos un destino común. Esto también lo sabía Shostakóvich.

Shostakóvich es uno de los tres o cuatro compositores más tocados en el mundo, por encima de Stravinski y Prokofiev

¿Es más íntegro Shostakóvich que Strauss, quien pactó con Hitler?

Son dos casos distintos, aunque con un cierto paralelismo. Strauss, cuando Hitler llega al poder, tiene setenta años, se siente mayor, no quiere abandonar Alemania, pero tiene dos nietos, hijos de su único hijo, casado con una judía; es decir, judíos, a quienes adora. Por otro lado, Strauss trabajaba para componer con el gran poeta Hugo von Hofmannsthal, pero se murió de pena (bueno, de un ataque al corazón) dos días después de que su hijo, con veinte años, se suicidase. Así que Strauss se queda sin libretista para sus obras, y encuentra un gran sustituto en Stefan Zweig, judío. Sí, Strauss pacta con Hitler. Acepta presidir la Cámara de Música del III Reich a cambio de que los nazis respeten a sus nietos, a su nuera y a Zweig. El pacto acaba mal, y hoy en día Strauss sigue siendo recordado como un hombre que pactó con el nazismo. Lo mismo se puede decir de Shostakóvich, que pactó con un monstruo, aunque de diferente forma. Ayudó a muchos artistas a escapar de los campos de concentración, una vez muerto Stalin, como hizo con Weinberg, y hace lo que puede por los judíos. Pero sí, hay paralelismos entre Strauss y Shostakóvich.

Shostakóvich, en algún momento de su vida, dejó escrito que “no puede arreglar el mundo con la música”. ¿De qué modo nos alimenta, nos sostiene, la belleza?

Nos da esperanza. Nos ampara de manera instantánea, pero no salva ni cura. La condición humana tiene luces y sombras, y un terrible defecto: incide en sus errores. Como el hombre es capaz de lo mejor y lo peor, una obra de arte, dependiendo de cómo se interprete, podría hacernos mejores, en función de qué melodía de las que llevamos dentro active. Ten en cuenta que, en los campos de concentración, hacían entrar a los presos a las cámaras de gas mientras sonaban marchas de Wagner. La obra emblemática del partido nazi y la del propio Hitler, con la que celebraba sus cumpleaños, era la Novena de Beethoven, una composición que habla de la libertad, de la fraternidad, de un futuro conjunto. Esa música es un canto a la unidad. Y, sin embargo, los nazis la pervirtieron, no la entendían, o la entendían de un modo envilecido. Hay una melodía mala en los seres humanos, también una que despierta la bondad. Depende de cómo la interpretes y la sientas. De la manera de escuchar y leer la obra de arte, de eso depende todo.

¿Pueden establecerse paralelismo entre Stalin y Putin?

Rusia nunca ha conocido la libertad. Pasaron de los zares a los dirigentes soviéticos de los que Putin, el actual, un pobre y gris funcionario de la KGB, de manera sorprendente, ayudado por Andropov, accede al poder, sin preparación alguna. Él mantiene los sueños expansionistas de Stalin, pero tiene menor calado, digamos que es un Stalin en pequeño. Deberíamos pensar en un proyecto europeo de futuro que incluya a Rusia. Tenemos más que ver con la cultura rusa, con Chéjov, Tolstoi, Dostoievski, Shostakóvich o Kandinski que con la cultura norteamericana. Europa no se puede entender como un territorio a margen de la Rusia. Por eso, que Rusia y China formen una unión es una equivocación. Pero ese sueño europeo parece quedar cada vez más lejos, pese a la extraordinaria potencia cultural con la que cuenta.

26 de enero de 1936. La ópera de Shostakóvich Lady Macbeth de Mtsensk se representará por undécima vez, pero en esa ocasión con el mismísimo Stalin entre el público, que abandona la obra antes de finalizar, y escribe una crítica demoledora en el Pravda: “Caos en vez de música”. A partir de ese...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autora >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

2 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Marcoafrika

    Sería aconsejable que artículos sobre cualquier materia estética, artística, política, etc, separasen el grano del trigo. Y cuando se vierten opiniones sobre el contexto social de los personajes sobre los que trata el o la articulista, se intente hacerlo con conocimiento y rigor. Mejor no decir sandeces sobre Putin o Stalin o sobre no se sabe que error en la alianza económica y estratégica de Rusia y China, "equivocada" según la autora que así muestra su adherencia (o adhesión aunque no sea lo mismo) ignorante, al sacrosanto bloque occidental promovido por el Imperio terrorista y belicista de los EEUU. Solo nos faltaba que Ctxt se adhiera (otra vez lo de adherencia) al pensamiento único de los tontos útiles que ignoran el mundo en el que viven y la historia en la que se mueven y que nos conduce al suicidio colectivo si la cosa sigue así. En fin, paciencia, aunque pronto habría que pensar en leer otras revistas. 

    Hace 3 meses 29 días

  2. Enrique

    Que Rusia se haya acercado a China y se haya alejado de Europa, ¿es cosa sólo de Putin? ¿No han empujado en esa dirección británicos, alemanes, polacos, lituanos...?

    Hace 4 meses 1 día

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí