La primera vuelta de las elecciones legislativas francesas no ha dejado grandes sorpresas, pero sí un serio mensaje de alarma. Tras la innecesaria e irresponsable decisión del presidente Emmanuel Macron de disolver la Asamblea Nacional y convocar elecciones anticipadas, los sondeos venían anticipando las dinámicas confirmadas por el voto del domingo 30 de junio, que consolida la coexistencia de tres grandes bloques: la extrema derecha lepenista, la nueva unión de las izquierdas y, aunque muy debilitado, el macronismo, al cual podemos sumar la derecha tradicional de Los Republicanos que no ha querido pactar con Marine Le Pen.

La Reagrupación Nacional lepenista se ha convertido, con el 33,1% de los votos, en el primer partido, confirmando el resultado de las europeas 

Con una participación del 66,7%, unos veinte puntos más que en 2022 y la mayor desde 1981, la Reagrupación Nacional lepenista se ha convertido en el primer partido, confirmando el resultado de las europeas de hace tres semanas. Junto al sector escindido de Los Republicanos liderado por Eric Ciotti, los ultras suman el 33,1% de los votos, casi quince puntos porcentuales más que en las legislativas de hace dos años. Hablamos de más de 10,5 millones de votos, con una neta preponderancia del voto rural y de las pequeñas ciudades. El Nuevo Frente Popular, la alianza de izquierdas que va de La Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon a Plaza Pública de Raphaël Glucksmann pasando por el Partido Comunista, el Partido Socialista y los Verdes, ha mejorado los resultados de la NUPES de 2022: con 9 millones de votos, ha rozado el 28%. En tercera posición se ha situado la coalición macroniana, Juntos, con 6,5 millones de votos, el 20%, cinco puntos menos que hace dos años. Finalmente, Los Republicanos que se han negado a pactar con Le Pen han conseguido el 6,6%, poco más de dos millones de votos.

Aunque previsible, la victoria de la extrema derecha, que tiñe casi todo el Hexágono de color pardo, es muy preocupante. Es una señal más de la ultraderechización de Europa, en uno de los países fundadores de la UE. La posibilidad de que, tras Italia, Finlandia, República Checa y Croacia, una fuerza política ultranacionalista, xenófoba, autoritaria y euroescéptica llegue al poder en París es real. Por más que su candidato, el joven y telegénico Jordan Bardella, se intente presentar como moderado, emulando a Giorgia Meloni, la Reagrupación Nacional representa una amenaza para los valores democráticos y para la propia Unión Europea. 

Sin embargo, debemos apuntar como mínimo dos consideraciones. En primer lugar, no todo está escrito: el sistema electoral francés prevé la segunda vuelta si ninguno de los candidatos que se han presentado en las 577 circunscripciones ha superado el 50% de los votos. En esta primera vuelta, solo 76 candidatos han sido ya elegidos, de los cuales 37 son de la Reagrupación Nacional y 32 del Nuevo Frente Popular. Los otros 501 diputados se decidirán en la segunda vuelta que se celebrará el próximo domingo. 

El Nuevo Frente Popular ha sumado más de tres millones de votos a los conseguidos por la NUPES en 2022

Jamás ha habido tantas circunscripciones donde hayan pasado a la segunda vuelta tres candidatos. En 260 distritos, el partido de Le Pen ha quedado en primera posición, y en 485 de las 577 consigue pasar al segundo turno. El Frente Popular lo hace en 446. Esto significa que es imprescindible y urgente construir frentes republicanos entre las izquierdas y el bloque macronista para evitar que se divida inútilmente el voto y que la extrema derecha consiga más escaños. Muchos dirigentes, empezando por Mélenchon y el mismo Macron, han apuntado ya a la necesidad de que el candidato que ha quedado tercero se retire para concentrar el voto en quien tenga más posibilidades. Hay tiempo hasta este martes a las 18 horas. Esa decisión es crucial. Y hará falta humildad y valentía porque lo que está en juego no es secundario. Evidentemente, queda la incógnita de qué harán los electores de Macron y de Los Republicanos en los lugares donde tengan que apoyar al Frente Popular, pero es necesario que, como mínimo, haya una postura clara por parte de las dirigencias de los partidos al respecto. 

En segundo lugar, debemos subrayar también la importante movilización de los electores de izquierdas. El Nuevo Frente Popular ha sumado más de tres millones de votos a los conseguidos por la NUPES en 2022. Es una señal importante que muestra no solo que una parte de la población se ha movilizado por el miedo a que la extrema derecha gobierne el país, sino que ha querido premiar la capacidad de las izquierdas para conformar en un tiempo récord una coalición con un programa compartido, dejando a un lado las diferencias y las rencillas frente a una amenaza real. 

Lo que es fundamental, pues, es que esta Francia de izquierdas siga movilizada y vaya a votar el próximo domingo. Y que muchos de los que se han abstenido –más de un 30% del censo– se levanten del sofá, entendiendo lo que está realmente en juego. Los votantes de extrema derecha no se quedarán en casa, no lo olviden. Depende sobre todo de los demás que puedan formar el primer gobierno ultraderechista en Francia desde la vergüenza de Vichy. Lo que ha pasado en Estados Unidos en 2020, en Brasil en 2022 y en España en 2023 son claros ejemplos de ello. 

El voto del domingo es, pues, un aviso muy inquietante, pero queda aún una semana y nada está escrito. Confiemos en que la ciudadanía salga en masa a votar contra los racistas para preservar los valores republicanos tantas veces olvidados por los gobernantes de nuestras democracias liberales.