Tecetipo
Peinado fue a Moncloa a recoger su querella
Al tiempo que la selección de basket se enfrentaba a Grecia en los JJOO, el juez llegaba a la casa del presidente representando a la España de quienes se oponen a un invento griego llamado democracia
Gerardo Tecé 30/07/2024
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Hay días que hacen que toda una carrera profesional merezca la pena, y este era uno de esos días para Juan Carlos Peinado. Una vez por la mañana. Al tiempo que la España baloncestística se enfrentaba a Grecia en los Juegos Olímpicos de París, el juez llegaba en coche a la Moncloa representando a la selección española de quienes se enfrentaban a un invento griego llamado democracia. Un invento sobrevalorado. Tanto que unas cuantas acusaciones inconexas lanzadas desde panfletos ultraderechistas deben servir para poner contra las cuerdas al presidente elegido por las urnas. Perdón. Olviden lo de presidente, ya que el juez Peinado no acudió al palacio de la Moncloa para tomar testimonio a ningún presidente, a pesar de que la investigación gira en torno a un posible caso de tráfico de influencias, sino a un esposo, el de Begoña. Gómez. Como presidente, Pedro Sánchez hubiera tenido derecho a declarar por escrito y librarse del circo que el juez instructor le tenía preparado. Pero esta es una prebenda de la que no puede beneficiarse quien simplemente es un marido profundamente enamorado de su mujer y el juez Peinado se había encargado de desconocer, días antes y por escrito, cuál era el oficio de ese tal Pedro Sánchez al que quería interrogar instalando cámaras en su domicilio. Menudas casas se gasta la gente, le comentó metido en el papel de desconocido al chófer mientras pasaban los controles de seguridad y registraba las cariñosas palabras de su hija, miembro del PP de Madrid, antes de la excursión: que tengas un día de lo más imparcial, papi.
Tras aquellos muros esperaban al Pedro Sánchez presidente del Gobierno de España, el Pedro Sánchez esposo de una investigada en un proceso de instrucción sin pies ni cabeza y el Pedro Sánchez aficionado al baloncesto al que aquel juez le había jodido, irremediablemente, el primer cuarto del partido de la selección. Todos hemos leído sobre las capacidades estratégicas de un Sánchez que parece entender la política como el basket, un juego de posesión de la pelota y control de los tiempos que le ha servido para ganar mil y una batallas. Todos menos Juan Carlos Peinado, que, desconocido del oficio del investigado, cruzó el umbral del complejo de la Moncloa sin saber qué iba a encontrarse. Y lo que se encontró fue que, tras varios días de instalación de cámaras y micrófonos, un Sánchez esposo apareció fugazmente por la sala habilitada para decirle que, si como presidente debería haber tenido derecho a declarar por escrito, como pariente de la investigada tenía derecho un no declarar. Y que buen viaje de vuelta. El show anulado recientemente por Bertín Osborne endureció algo más.
Mientras los técnicos reconocían el cableado y Sánchez encendía la tele para ver el segundo cuarto, Juan Carlos Peinado recorría la ruta inversa de vuelta a los juzgados con cierta sensación de vacío, pero también con la satisfacción del deber cumplido, ya que en la radio los portavoces del PP, Vox, Hazte Oír, Abogados Cristianos y la Santa Inquisición apuntaban que el silencio de Pedro Sánchez lo hacía “aún más sospechoso”. Objetivo logrado y nueva categoría jurídica establecida. Si antes teníamos sospechoso y para nada sospechoso –categoría también conocida como M Punto Rajoy–, ahora tenemos “aún más sospechoso”. Pero de pronto, una última hora en esas mismas emisoras que sonaban en el coche afectaba al juez. Al parecer el tal Pedro Sánchez, además de esposo que se había acogido a su derecho a no declarar en un caso que afecta a su pareja, era también presidente del Gobierno. Un presidente que se acababa de querellar contra el juez por prevaricación tras meses de un proceso cargado de irregularidades y decisiones arbitrarias, como obviar el resultado de las investigaciones que decían que no había delito. Como dicen en mi pueblo, Peinado fue a por trabajo y le miraron lo de abajo. Dicho de otro modo, el estratega Sánchez experto en manejo de los tiempos había vuelto a hacerlo: el juez Peinado había ido a la Moncloa a recoger en persona su propia querella por prevaricación. ¿Qué tal el día, papi?, preguntó la hija.
Hay días que hacen que toda una carrera profesional merezca la pena, y este era uno de esos días para Juan Carlos Peinado. Una vez por la mañana. Al tiempo que la España baloncestística se enfrentaba a Grecia en los Juegos Olímpicos de...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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