Les escribo para contarles que en CTXT estamos felices porque se acerca nuestro décimo aniversario, y un poco inquietos porque necesitamos llegar al 15 de enero de 2025 con 3.000 suscriptores y suscriptoras más. Objetivo 10.000.

Me explico. Los ingresos anuales de CTXT dependen entre un 65% y un 75% de las aportaciones de los lectores. Suscripciones, donaciones, venta de libros y talleres suman unos 500.000 euros anuales que nos permiten equilibrar las cuentas. Pero este año vamos a necesitar aumentar ese porcentaje porque las instituciones políticas –todas, menos el Ajuntament de Barcelona– han decidido vetarnos del reparto de la publicidad institucional.

Ni Almeida, ni Ayuso, ni Moreno Bonilla, pero tampoco Pedro Sánchez o los ministros y ministras del PSOE y de Sumar han tenido a bien contar con la revista CTXT para difundir una sola campaña de publicidad institucional desde que llegaron al poder. La excusa oficial es que la audiencia de CTXT (unos 8 millones de lectores al año de media, desde 2015 hasta hoy) es insuficiente para entrar en esas campañas.

Resulta extraño, porque cada año estos gobiernos, tanto los trumpistas como los progresistas, riegan con millones de euros de nuestros impuestos a medios sin lectores reales ni suscriptores; muchos entran en el reparto gracias a que falsean sus audiencias con todo tipo de trampas ajenas al periodismo, por ejemplo sumando recetas de cocina o incluso enlaces ocultos a páginas porno; otros simplemente son sobornados, sin audiencia que lo justifique, para escribir a favor del partido en el poder. 

Este estado de cosas, que en el caso de los ayuntamientos y comunidades autónomas bipartidistas no es en absoluto una sorpresa ni una novedad, se reproduce también en los criterios de reparto del Gobierno progresista. Su actitud hacia los medios críticos desde posiciones de izquierda ha sido muy parecida a la que practican sin el menor rubor (pese a que los tribunales han dictado que es ilegal) los gobiernos regionales y municipales de la derecha y la ultraderecha: a los amigos y afines, lo que se pueda; al enemigo o al que no acepta consignas, las migajas o lo menos posible.

La gran ironía es que Moncloa reparte unos 100 millones de euros anuales de publicidad, y buena parte de ese dinero (que aportan los ciudadanos pagando sus impuestos) sirve para financiar a algunos de los peores chiringuitos y pseudomedios de la bulosfera a los que Sánchez acusa ahora, con años de retraso, de enfangar el espacio público y querer subvertir la voluntad de las urnas a base de publicar noticias falsas y de fabricar persecuciones judiciales y mediáticas.

El presidente del Gobierno ha prometido poner orden en este caos que socava la democracia y la libertad de información, pero la única medida concreta anunciada hasta ahora es la promesa de inyectar 100 millones de euros en el sector. Vista la tendencia de estos últimos años, en CTXT somos bastante escépticos acerca de la intención real de Sánchez de promover un pluralismo real y de defender a los medios que tratan de hacer un periodismo crítico y valiente, pero serio y contrastado. Así que no nos queda otra que pedirles a nuestros lectores que no se crean nada, y animarles a que se suscriban a CTXT. 

Su dinero servirá para financiar periodismo honesto y de servicio público, hecho por una micropyme con 190 pequeños accionistas que trata y paga lo mejor posible a sus trabajadores y colaboradores y que abona sus impuestos a una tasa mucho mayor que la que pagan la gran banca, Amancio Ortega, Mercadona o las eléctricas.

Este modelo precario, siempre incierto, merece ser defendido por la ciudadanía, porque permite que en la sociedad haya medios independientes y libres, que defienden los derechos y libertades de todos y no están controlados por gentuza sin escrúpulos. 

No me extiendo más, solo darles las gracias por aguantar este espameo veraniego y, sobre todo, por acompañarnos siempre en este camino que va ya para 10 años sin más salvavidas que su compromiso con la existencia de medios dignos y democráticos. 

Que tengan ustedes muy buen verano.

¡Salud y libertad!

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