CONSERVACIÓN
El lince ibérico reconquista sus tierras
La recuperación de este felino, que ha pasado de 94 ejemplares a 2.021 en apenas dos décadas, demuestra que las acciones coordinadas entre ciencia, administraciones públicas y sociedad civil dan resultado
Gorka Castillo Madrid , 2/08/2024
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Ágil, rápido y fuerte, el lince ibérico ha regresado de las sombras de su extinción. De los 94 ejemplares que existían a principios de este siglo se ha pasado a 2.021, según el último censo que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) anunció, en un emotivo acto, el pasado mes de junio en el Senado. Esta extraordinaria cifra saca a este bellísimo felino, endémico de la Península Ibérica, de la lista roja de especies en peligro crítico y lo sitúa a la par de otros 13 grupos catalogados de “vulnerables”, como el leopardo, el león o la pantera de las nieves. “Es la mayor prueba de que las acciones coordinadas entre ciencia, administraciones públicas y sociedad civil dan resultado”, reconoce a CTXT el coordinador del Plan de Recuperación del Lince Ibérico en España y Portugal, Javier Salcedo, que dirige el ambicioso proyecto europeo ‘Life LynxConnect’, creado para armonizar las medidas que han permitido reanimar al lince ibérico durante las dos últimas décadas.
Organizaciones conservacionistas como World Wildlife Fund (WWF) han visto recompensados largos años de trabajo, unas veces mejorando la conectividad entre poblaciones dispersas al sur de Sierra Morena, otras, protegiendo y restaurando sus delicados hábitats. Y siempre alerta ante la obstinada amenaza del hombre. Como ocurrió en 2019 con la muerte de cuatro ejemplares que habían sido reintroducidos en los Montes de Toledo. Cazadores furtivos les dispararon a bocajarro. Una de las hembras abatidas era madre de cuatro cachorros tan pequeños que no tuvieron posibilidad de sobrevivir. Aquel fue uno de los ejemplos que ilustran la profundidad insondable de la incultura medioambiental que aún pervive en algunos cerebros encajonados. “Pero también hemos demostrado que es posible recuperar especies en peligro de extinción con el trabajo colaborativo. Y por eso nos sentimos felices de haber apostado por el lince ibérico cuando quedaban menos de 100 ejemplares en la península”, se congratula Ramón Pérez de Ayala, experto en lince ibérico de WWF.
Organizaciones conservacionistas como WWF han visto recompensados largos años de trabajo
Entre las claves que han obrado el milagro se encuentran los cuatro proyectos ‘Life’ cofinanciados entre la UE, administraciones locales, ecologistas y socios privados, iniciado en 2002 y que, en principio, concluye en 2026. Los objetivos que se fijaron se han cumplido con creces: han logrado mejorar las poblaciones de conejo, protegido las dehesas de bosque mediterráneo donde el felino es el rey, perfeccionado la conservación ex situ del animal y han multiplicado la suelta al mundo salvaje de ejemplares nacidos en cautividad. “Los principios fueron duros porque había que cambiar un sistema. Tuvimos que aprender a sacarlos adelante fuera de su ambiente natural y a preparar a los cachorros que nacían para vivir en la naturaleza”, recuerda Salcedo, que participó en los primeros programas de cría iniciados en 2003. Aquellos esfuerzos tuvieron su recompensa. El 28 de marzo de 2005, Saliega, una hembra procedente de la población de Sierra Morena dio a luz a la primera camada nacida en un centro de cría. “La imagen de aquellos tres cachorros fue absolutamente memorable”, añade el coordinador del programa ‘Life’.
Desde entonces, el lince ha extendido sus dominios hasta alcanzar diez núcleos territoriales: Doñana, Sierra Morena oriental y central, Montes de Toledo, Vale do Guadiana portugués, el valle extremeño de Matachel-Ortiga, Valdecañas-Ibores, Sierras Béticas, Campos de Hellín y las tierras altas murcianas próximas a Lorca. Ahora se estudia reintroducirlo en Castilla y León, la Sierra de Alcubierre aragonesa y Madrid, mientras que en un horizonte no muy lejano se vislumbra favorecer la colonización de los bosques bajos de la Comunidad Valenciana y de la zona de Agramunt en Lleida. En Portugal, donde la población de lince ibérico quedó extinguida por completo a finales de los años 80, comenzó su renacimiento en 2009 tras la donación de la hembra Azahar por parte del Zoobotánico de Jerez al Centro Nacional de Reprodução de Silves, en el Algarve. Azahar alumbró dos cachorros junto a Drago, un hermoso macho de cuatro años nacido en cautividad.
El 14 de marzo de 2018 liberaron a Opala en el parque natural del Vale do Guadiana. Y, desde entonces, hay censados 291 ejemplares en el país vecino, de las que 53 son hembras reproductoras con 100 cachorros distribuidos por diferentes puntos del Alentejo. Un éxito de la reintroducción de especies cautivas gracias a una selección genética que ha favorecido una reproducción exitosa. “Estamos hablando de un total de 400 ejemplares liberados desde 2010 en España y Portugal, que se mueven en una extensión de al menos 3.320 kilómetros cuadrados, cuando en 2005 eran solo de 49 kilómetros cuadrados”, apunta Javier Salcedo. De hecho, el crecimiento de la población se ha vuelto exponencial gracias a las técnicas de reintroducción acometidas. Los desafíos que tienen por delante siguen siendo enormes. Además de la caza ilegal, la población de conejo de monte, la presa predilecta del lince, ha decrecido un 70% en los diez últimos años. Luego están los atropellos en carreteras que cruzan sus asentamientos. El pasado año fallecieron de forma prematura 189 animales. “El desafío al que nos enfrentamos es reducir la cifra del 7% de muertes por esta causa, que es una barbaridad”, afirma Ramón Pérez de Ayala, coordinador de WWF. “El reto es que las poblaciones no se queden desconectadas unas de otras”, plantea. Y recuerda el caso de Kentaro como gran metáfora del drama.
Un éxito de la reintroducción de especies cautivas gracias a una selección genética que ha favorecido una reproducción exitosa
Kentaro nació en Portugal, en el centro de cría de Silves en 2013. Un año después fue liberado junto a su hermano Khan en los Montes de Toledo. A diferencia del resto de linces reintroducidos, los dos hermanos emprendieron una extraordinaria aventura. Khan tomó rumbo sur y regresó a Portugal. Kentaro, en cambio, se desplazó hacia el norte y no se detuvo durante los dos años siguientes. Recorrió casi 3.000 kilómetros a través de Castilla-La Mancha, Madrid, Aragón, La Rioja, Castilla y León y Galicia hasta que, finalmente, entró en Portugal, caminó hacia Maia y allí fue atropellado. Pese al jarro de agua fría que supuso la noticia, Pérez de Ayala resalta la “información magnífica” que proporcionaron los collares con sistemas de GPS que ambos ejemplares llevaban insertados y que permiten a los científicos conocer su comportamiento y ubicación. Hoy, más del 30% de los linces en libertad están radiomarcados. De aquella experiencia, también extrajeron una valiosa conclusión: “Es posible conectar las distintas áreas de movilidad del lince en la Península”, aunque resalta que los casos de Kentaro y Khan fueron una excepción inaudita. “Los linces pueden recorrer entre 40 y 50 kilómetros, pero siempre vuelven a la zona inicial”, dice. Bueno, siempre no. Kentaro no miró atrás. Tampoco Litio, un indómito macho nacido en el centro onubense de cría El Acebuche que en 2016 inició un asombroso viaje desde el sur de Portugal atravesando ríos y montañas, caminos y autopistas, hasta llegar al área metropolitana de Barcelona, donde fue capturado dos años más tarde como si tal cosa. Los científicos que analizan a diario el comportamiento del lince ibérico, sus actitudes y reacciones frente a cualquier estímulo externo, quedaron entre admirados y absortos ante semejante proeza.
Su vida, la de un solo ejemplar, tiene un valor incalculable. De hecho, podría asegurarse que la mera existencia del lince ibérico en el siglo XXI es una de las maravillas inexplicables que brinda la naturaleza. Hace ocho años 50 especialistas españoles se reunieron para descifrar el enigma de su debilidad para reproducirse. Secuenciaron su genoma completo y descubrieron que el lince ibérico es una de las especies con menor diversidad genética del mundo. Menos aún que el orangután de Borneo u otros homínidos desaparecidos como los neardentales. La “extrema erosión” sufrida por su ADN a lo largo de los milenios le convierten en un animal extremadamente vulnerable, condenado a la infertilidad y a contraer enfermedades congénitas. El estudio también desvela que lleva cientos de años al límite de la desaparición. En concreto, desde que separó su camino biológico del lince europeo hace unos 300.000 años. El Lynx Pardinus quedó aislado en la Península por las glaciaciones, que convirtieron los Pirineos en una barrera casi infranqueable. Pero el genoma muestra que los felinos a uno y otro lado siguieron cruzándose esporádicamente hasta hace unos 2.000 años, lo que pudo ser clave para que la especie siga existiendo, gracias al aporte genético.
El lince ibérico es una de las especies con menor diversidad genética del mundo
Es por esto que el nuevo programa Life LynxConnect, dotado con 18,7 millones de euros hasta 2026, va a centrar buena parte de sus esfuerzos en la creación de núcleos que permitan la conexión entre poblaciones diferentes. El objetivo es evitar el aislamiento que favorece la endogamia de la especie a través de reintroducciones en Aragón, Madrid, Zamora, Granada, Palencia y, quizá, también en zonas del Sistema Pirenaico donde llegó a campar a sus anchas cuando el conejo abundaba. Pese a tantos avances experimentados, será complicado que el Lynx Pardinus alcance algún día la variedad genética de la que ya gozan otras especies emparentadas como el lince boreal, el canadiense y el gato montés.
Por eso, en centros de reproducción como el de Silves, el Acebuche en Doñana o la Olivilla en Jaén se afanan en seleccionar los ejemplares que más puedan enriquecer a las poblaciones donde se introducen. “Estimamos que para alcanzar esa buena situación se necesitan 750 hembras, pero si tenemos en cuenta la tendencia a la endogamia, deberíamos aumentar el número hasta unas 1.100 hembras reproductoras y ocho nuevas poblaciones con más de 3.000 ejemplares. Con estas cifras, la supervivencia del lince a largo plazo es viable sin necesidad de intervención humana”, asegura el director del proyecto, Javier Salcedo.
Para el experto de WWF, Ramón Pérez de Ayala, aún no ha llegado el momento de cantar victoria. “Estamos a medio camino pero continuaremos trabajando para garantizar su recuperación definitiva. Nosotros pondremos el foco en recuperar al conejo de monte y acabar con la caza ilegal que sigue existiendo”, concluye. El lince ibérico, el cazador infalible que sale de su guarida cuando el sol declina, ha empezado la reconquista de las dehesas peninsulares que el hombre le arrebató.
Ágil, rápido y fuerte, el lince ibérico ha regresado de las sombras de su extinción. De los 94 ejemplares que existían a principios de este siglo se ha pasado a 2.021, según el último censo que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) anunció, en un emotivo acto, el pasado mes de junio...
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Gorka Castillo
Es reportero todoterreno.
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