1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 1341 Conseguido 66815€ Objetivo 140000€

Cerrar brechas

No hay derechos culturales sin justicia social

A propósito del acceso y democratización de la cultura

Santiago Eraso Beloki 4/09/2024

<p>La biblioteca de Babel.</p>

La biblioteca de Babel.

Erik Desmazier

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Desde que a mediados de los años setenta fui responsable de la biblioteca pública municipal de mi pueblo, Tolosa, y unos años después primer director de la Casa de Cultura, hasta la reciente presentación del Plan de Derechos Culturales, promovido por el actual Ministerio de Cultura, la cuestión del acceso y democratización de la cultura es el tema y la preocupación más recurrente entre las personas que nos dedicamos a la gestión cultural.

Es cierto que se ha avanzado mucho en la ampliación de derechos, pero seguimos constatando que aún falta mucho por hacer. ¿Por qué, a pesar de todos los esfuerzos institucionales, planes estratégicos, congresos, laboratorios, etc., hay tanta gente que se queda al margen de lo que entendemos por cultura? ¿No será que cuando afirmamos el derecho a la cultura, con demasiada frecuencia, olvidamos enunciarlo junto a la exigencia de otras políticas económicas que amplíen la justicia social? ¿No será que seguimos pensando esos derechos como si el sistema cultural fuera autónomo e inmune a la economía capitalista en la que se inscribe y desdeñamos que reproduce los mismos mecanismos de desigualdad y genera las mismas lógicas de segregación y exclusión, incluidas las propiamente culturales?

Las instituciones culturales no están aisladas de la realidad, de sus problemas humanos

Las instituciones culturales –sean las que sean en su extensa diversidad y condición económica– no son entidades separadas de la vida, más bien son campos dialécticos donde se dirimen formas opuestas de concebirla. Aunque cierto idealismo nos haga pensar lo contrario, no están aisladas de la realidad, de su dinamismo y composición social, sus problemas humanos, tensiones políticas y encrucijadas culturales. Si la pretensión es ensanchar los derechos culturales, abrir más las instituciones, hacerlas más permeables, escuchar mejor todo lo que las circunda, deberíamos aceptar, de partida, la condición expuesta de cualquier experiencia cultural y asumir que siempre están afectadas por el contexto social y económico en las que se inscriben para, de ese modo, poder aplicar políticas de redistribución más justas y equitativas.

Soy consciente de que ni el Ministerio de Cultura, ni los departamentos culturales de las comunidades autónomas o de los ayuntamientos, y mucho menos las instituciones culturales que de ellos dependen, tienen potestad para modificar el sistema económico y aplicar otras políticas de redistribución de las rentas del capital y del trabajo o derogar la ley de extranjería –por poner dos ejemplos de discriminación social. Sin embargo, sí tienen responsabilidad a la hora de exigir a los gobiernos correspondientes otras políticas que puedan atenuar las dificultades que numerosas personas tienen para participar o ser activas en la “vida cultural”, por lo menos como la entendemos desde las convenciones del sistema (dicho sea de paso, la diversidad de formas culturales existe más allá de las instituciones y se manifiestan a través de sus propias dinámicas, muchas veces alejadas o, al margen, de las propuestas hegemónicas).

Políticas que, como está tratando de implementar con muchas dificultades el actual Gobierno, impliquen contratos dignos y salarios justos, cumplimiento de las leyes vigentes sobre duración de las jornadas laborales, reducción del tiempo de trabajo, ampliación de rentas sociales (mejora de las pensiones y del ingreso mínimo vital o, yendo más allá, la puesta en marcha de la renta básica universal), para poder reducir la pobreza, mejorar las condiciones de vida y, de ese modo, ensanchar las potencias de la subjetividad creativa. Políticas económicas que, del mismo modo, acompañen a políticas fiscales que deberían favorecer a los más débiles de la cadena productiva y exigir más a los que más acumulan o concentran capital y recursos.

Alguna vez he comentado que más valen diez mil actividades para cien o mil personas que cien macro eventos para cien mil

Me refiero a políticas que defiendan a los sectores más frágiles y desprotegidos del tejido social y creativo. Políticas que incentiven más las iniciativas pequeñas y distribuidas en el territorio, con el apoyo a asociaciones, cooperativas, colectivos o pequeñas empresas, eventos y festivales, etc. y menos a los macro eventos centralizados. Alguna vez he comentado que más valen diez mil actividades para cien o mil personas que cien macro eventos para cien mil.

Por tanto, el derecho a la cultura no debería enunciarse únicamente desde el giro lingüístico de los cuidados, tan nombrados y, paradójicamente, tan maltratados; o desde del discurso ambientalista o el decolonial que, muy a menudo, terminan siendo modas formales despolitizadas, novedades políticamente correctas que se convierten en obsoletas antes de que afecten a las estructuras funcionales de las instituciones, sino desde la intención de trabajar con un compartido sentido ecológico y una justa economía de medios, mejor distribuida en relación con los presupuestos, las necesidades de personal y con adaptación saludable a calendarios sostenibles. Es decir, a través del equilibrio sensato entre temporalidades laborales y programaciones asumibles, desde la acción, sí, pero con prudencia y capacidad para confrontar este tiempo de excesos actual, de productivismo acelerado que está generando en el mundo tanta precariedad, ansiedad, medicalización e inseguridad social.

Hay más barreras de las que pensamos para acceder a las instituciones y, muchas más, para involucrarse en ellas

Sabemos que además de la capacidad económica, de la disponibilidad de tiempo o de una actitud proactiva, hay más barreras de las que pensamos para acceder a las instituciones y, muchas más, para involucrarse en ellas y participar en su constitución. Entre ellas, como se menciona en La cultura no es una autopista. Los museos podrían ser jardines. Toma de decisiones y distribución en el ámbito de la producción artística y cultural –recopilación de textos coordinada por Lucía Egaña Rojas y Giuliana Racco–, se podrían citar el tipo de programación, la “calidad artística”, las políticas institucionales sobre integración, capacitismo, inclusión/exclusión y diversidad o las que tienen que ver con las condiciones sociales y laborales de trabajadores y usuarios, la aplicación de determinadas normativas restrictivas de acceso, la falta de trasparencia en la gestión de recursos, los excesos de los procedimientos administrativos, etc. En la medida que sus márgenes de maniobra lo permitiesen, las instituciones públicas, en lugar de ser continuadoras de las macropolíticas segregadoras, deberían actuar como modelos ejemplarizantes de otros modos de hacer.

Asumir una condición política democrática, social, feminista, ecologista, decolonial y antirracista, más allá de gestos estéticos, supone tomarse en serio las complejas formas de coexistencia entre lo geofísico (el cambio climático), lo económico (la distribución justa de las rentas del capital y el trabajo), lo cultural (la diversidad y la pluralidad democrática), a la vez que confrontamos con otras políticas las formas de producción depredadoras que, al servirse de nuestras vidas para explotarlas y acumular riqueza, ha generado el capitalismo.

Por otro lado, parafraseando a Laura Quintana en Espacios afectivos. Instituciones, conflicto, emancipación, para imaginar procesos de transformación también es importante saber desde dónde, con quién se habla; y desde esa condición escuchar a la comunidad social hablante en la que se inscribe para fomentar la participación, y sobre todo ser consciente de las formas de poder y los mecanismos de control institucional que se ejerce y que por tanto determinan y condicionan los saberes, los discursos y los regímenes sensoriales que produce.

Más allá de desarrollar herramientas para extender los derechos culturales de la forma más democrática posible –dice Quintana–, el trabajo de mediación conlleva dejarnos interpelar mucho más por voces, visiones, lógicas sociales y prácticas culturales que han sido marginalizadas, incluso despreciadas, por las formas dominantes de producción de conocimiento; dejarnos alterar por vidas, experiencias, lenguajes, narrativas que nos abran posibilidades sensibles aún no materializadas, aunque sean intempestivas y nos revuelvan las cómodas convenciones que, casi siempre, descartan la emergencia de lo impensado, de lo que puede surgir justamente como inédito o que está orgullosamente presente, pero que el paternalismo (patriotismo) cultural o ciertas concepciones de la identidad patrimonial eluden.

Aún podemos optar por políticas que incentiven procesos participativos continuos de formación o entretenimiento

Jazmín Beirak, actual directora general de Derechos Culturales, ha afirmado en reiteradas ocasiones, por ejemplo en su libro Cultura ingobernable, que uno de los grandes retos de la política cultural es cambiar la perspectiva y los objetivos para hacer partícipe a la ciudadanía de las actuaciones que les interpelan directamente. Existe –dice– una brecha entre las personas que conforman el mundo de la cultura y quienes no, una sensación de que los asuntos de la cultura solo tienen que ver con quienes trabajan directamente en él. En ese sentido, Beriak cree que el problema de fondo es cómo se entiende la cultura en la sociedad, ya que habitualmente no se la considera igual de importante que la sanidad, la educación o el trabajo. Desde mi punto de vista, la transversalidad social de la que tantas veces habla la directora de Derechos Culturales solo se podrá conseguir si, para empezar, frenamos entre todas la tendencia a la privatización de los sectores públicos que son los que garantizan la distribución de la justicia social y posibilitan el desarrollo de la sensibilidad individual y las prácticas colectivas en comunidades, sean las que sean y estén donde estén.

Sigo convencido de que aún podemos optar por políticas que incentiven procesos participativos continuos de formación o entretenimiento a lo largo de toda la vida. Mediaciones afectivas capaces de integrar la creciente diversidad ciudadana, de clase, de cultura, de religión, de género, de lengua, entendiéndola como una oportunidad y no como una amenaza. Sigo pensando, a pesar de ser un pesimista con esperanza como dice Terry Eagleton, que podemos llevar a cabo esa labor desde la raíz y no meramente de manera formal o estética, como es habitual. Un modelo de política cultural, heredero de esa idea ilustrada de la cultura como derecho, pero revisitado desde una concepción radical como lo plantea Marina Garcés en Nueva ilustración radical, donde nos indica que al mismo tiempo deberíamos activar nuestra moderación del deseo porque imaginar es asimismo poder hacer presente lo ausente, lo que ya ha sido (con cuidar mucho más lo que ya existe, bastante habríamos avanzado), lo que no ha podido ser, lo que podría ser de otro modo o lo que quizá algún día será. No hay imaginación –añade Garcés– sin educación, sin trabajo y sin relación con los lenguajes, las imágenes, las percepciones y los límites culturales de cada época y contexto social; transformar escuchando, pero hacerlo con sentido común para poder detenerse en el momento justo porque si no ponemos límites a la producción en esta fábrica global de la innovación en la que pretenden embarcarnos los delirios camino de Marte, la creatividad y la imaginación crítica quedan bloqueadas por la ansiedad programática.

Remedios Zafra, a la que precisamente estos días han homenajeado en su pueblo natal Zuheros, poniéndole su nombre a la Casa de la Cultura, al final de su libro El bucle invisible, habla también de imaginar las necesidades de un futuro, pero interrumpiendo el bucle que nos ata a las formas de vida mediadas por el capitalismo veloz en el que vivimos, unas mucho peor que otras. Descuidar el futuro, es descuidar el nosotros, dice. Y si estamos hablando de imaginación del trabajo futuro no es posible separarlo del contexto socioeconómico. Ante el bucle que anticipa al del sur como emigrante, al del distrito periférico como pobre, al enfermo como inútil, a la mujer solo como madre o al inconforme como infeliz, precisamos –subraya– más reflexión pausada, más investigación y ciencia, siempre educación y cultura; más pausa para comprendernos y menos poderes económicos sobrepuestos al poder ciudadano. O como nos dice en su último libro El informe. Trabajo intelectual y tristeza burocrática “[…] desde al amor que nos llevó a nuestros trabajos (investigar, crear, escribir, enseñar, etc.) y la necesidad de salvarlos”. ¡Qué así sea!

Desde que a mediados de los años setenta fui responsable de la biblioteca pública municipal de mi pueblo, Tolosa, y unos años después primer director de la Casa de Cultura, hasta la reciente presentación del Plan de Derechos Culturales, promovido por el actual Ministerio de Cultura, la cuestión del acceso y...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Santiago Eraso Beloki

Investiga y trabaja en el campo del arte y la cultura. Autor de un blog sobre Arte, Cultura, Ética y Política donde aborda sendas obsesiones personales: Pensar Europa y La Cultura como Bien Común.

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. vinadomingojordi

    Escribo mi comentario desde el más puro egocentrismo: no sé nada de gestión cultural, me dedico a la educación, pero al leer su escrito no he podido dejar de pensar que, al menos hasta que usted entra en cuestiones más, digamos, técnicas, lo que usted dice sobre la cultura y sus dificultades para llegar a las clases desfavorecidas o invisibilizadas es exactamente igual a lo que se puede decir de la educación. Algunos, muy pocos, estamos hartos de las batallas entre pedagogos renovadores y profesorado obsoleto, con ese hartazgo del que no se siente representado ni por la iniciativa esclavista laboral promulgada por los primeros ni por los simplones conceptos sobre la educación y las luchas para hacerse un hueco en la vida de los segundos. Unos y otros ignoran, en el sentido de no saber (o no querer saber, que viene a ser lo mismo) y de hacer como que no existe todo lo referente al estado de incapacidad en que se encuentra un porcentaje muy elevado del alumnado como consecuencia de la miseria económica en la que vive. Como dice el profesor Xavier Bonal, donde no hay condiciones mínimas de educabilidad, no hay educación, como intuyo que usted coincidirá en que difícilmente habrá cultura. Muchos son ya los años de contrarrestar esta obviedad con historias resilientes de criaturas que ganan el Nobel pese haber nacido en un pesebre o, en el caso de la cultura, no sé, de William Henry Davies que viajaban con el ganado en los cargueros, compartiendo pienso y garrapatas, y luego fueron capaces de escribir poesía de mérito. Estos no suelen ser casos muy frecuentes. No desesperemos: poco a poco aumenta el número de artículos que hablan de la pobreza como la que estropea la fiesta de la media de España del informe PISA y la potencia del gueto escolar que fastidia esa media, mientras disminuye el número de escritos sobre cómo de tonto y vago es el profesorado o qué retrasados son los pedagogos. Espero que pase igual en la cultura y se ponga en el centro de los debates la dificultad de acceder a lo espiritual, a lo inmaterial, cuando lo material no se posee.

    Hace 23 días

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí