Jayati Ghosh / Economista
“Los superricos pagan una tasa media de impuestos de entre cero y 0,5 %”
Andy Robinson Río de Janeiro , 18/11/2024
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La cumbre del G20, que se celebra los días 18 y 19 de noviembre bajo la presidencia brasileña en Río de Janeiro, está a punto de alcanzar un consenso sobre una atrevida propuesta de aplicar un impuesto sobre la riqueza o la renta de los llamados “superricos” del planeta, una de las prioridades para el Gobierno de Lula. De salir adelante, los Estados podrían disponer de entre 200.000 y 250.000 millones de dólares en ingresos adicionales a nivel mundial. En estos momentos, según destacó Lula en su discurso al inicio de la cumbre, 3.000 personas tienen una riqueza superior a 13 billones de dólares –más que del PIB agregado de América y América Latina– mientras que 733 millones de personas pasan hambre. Solo uno de los 19 países reunidos esta semana se opone la propuesta: Argentina, cuyo presidente, Javier Milei, llegó a Río tras participar en el banquete que dio Donald Trump en su residencia de Mar-a-Lago, en Palm Beach, para celebrar su victoria y en el que fue fotografiado con el anfitrión y con el hombre más rico del mundo, Elon Musk.
En esta entrevista, mantenida el mes pasado en Washington, la economista Jayati Ghosh, una de las impulsoras de la idea del impuesto para los superricos explica por qué es necesario y cómo se diseñaría. Nacida en la India en 1955, Ghosh es especialista en desarrollo de la escuela heterodoxa, que tras 35 años en la Universidad de Jawaharlal Nehru en Delhi, se incorporó al iconoclasta departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Amherst en Massachusetts, junto a Bob Pollin e Isabella Weber.
¿Cómo se definiría el término de superrico?
Bueno, Gabriel Zucman, de la escuela de Economía de París, que preparó el informe sobre el impuesto para el G20 de Brasil, propuso aplicarlo a los billonaires, o sea, a los milmillonarios. Pero solo hay 3.000 multimillonarios en todo el mundo. Así que yo diría que sería para gente con 70 millones o 50 millones. Estamos hablando de gente muy, muy, muy rica.
¿Cuántos impuestos pagan los superricos?
Menos que nosotros. Jeff Bezos, por ejemplo, no paga ni un centavo de impuesto sobre la renta. Todos los superricos tienen asesores fiscales y contables que les aconsejan que se endeuden para su consumo con el fin de pagar intereses desgravables y registrar pérdidas. Que declaren ganancias de capital no realizadas. Así que no pagan impuestos. Hay estudios rigurosos sobre el tema en Estados Unidos, Canadá, Francia. Y, para los superricos, resulta que la tasa media de impuestos es entre cero y 0,5 %. Compara eso con los impuestos que tú y yo pagamos.
El impuesto sobre los superricos sería gravado en cada país por su cuenta, ¿verdad?
Sí. Serían impuestos totalmente nacionales. Tenemos que generar recursos fiscales propios. Los gobiernos de todo el mundo los necesitan desesperadamente. Especialmente los países en desarrollo como el mío, donde la desigualdad es obscena. Lo necesitamos para la protección social, para el desarrollo, para el cambio climático. Para todo. Y sabemos que la riqueza, el patrimonio, está distribuido de forma extremadamente desigual, aún más que los ingresos.
Los billonarios ya están incorporándose directamente al poder político.
Sí. La riqueza conlleva poder. Una vez que eres rico, tienes demasiado poder para el bien social y económico. Puedes influir en los gobiernos, comprar una plataforma mediática porque te gusta la idea y luego cambiarla de la manera que quieras. Puedes volar a la luna si te apetece. Eso es demasiado poder. Así que tenemos que moderar ese exceso de poder que viene de un exceso de riqueza.
¿Cómo se explica el aumento del patrimonio de los superricos?
Nada justifica ese exceso de riqueza. No es resultado de la productividad, sino el resultado de las instituciones que hemos creado. Y el motivo por el cual la situación va a peor es que los superricos pueden influir en esas mismas instituciones para cambiarlas a su gusto. Así que, por muchos motivos, un impuesto sobre la riqueza es muy importante.
¿Hay mucho apoyo a la propuesta?
Es enorme. Hubo una encuesta del Club de Roma, del cual soy miembro. Hicimos un estudio con Gallup y el 68 % de las personas encuestadas en 17 países de la OCDE apoya un impuesto para los superricos. Sólo el 11 % cree que es una mala idea. En India, el apoyo era el 80 % porque tenemos niveles de desigualdad de riqueza francamente obscenos.
Entonces, ¿cuál es la idea?
Cada superrico debería pagar un mínimo del 2 % de su riqueza como impuestos. Esto no significa que sea un impuesto sobre el patrimonio. Se puede gravar sobre los ingresos por dividendos, o sobre alguna otra ganancia de capital no realizada. Cómo lo gravemos no importa. Quiero decir, hay diferentes formas de hacerlo, en diferentes contextos. El FMI cree que es mejor gravar las rentas del capital que la riqueza. Y no tengo ningún problema con eso. La cuestión clave es que el superrico debe pagar el 2 % de su patrimonio. El economista francés Gabriel Zucman lo ha planteado así en el informe que elaboró para el Gobierno brasileño con vistas a su presidencia del G20. Es parte de la agenda brasileña del G20.
¿Hay algún precedente?
Sí. La idea es igual que el tipo mínimo del impuesto de sociedades del 15% que se aprobó en la OCDE. Esto sirve para contrarrestar el truco empresarial de desplazar los beneficios de las multinacionales a paraísos fiscales. Ya sabes, cuando, por ejemplo, Google dice al Gobierno español: “Lo siento. Yo no genero ningún beneficio en su país. Tengo que pagar regalías por la propiedad intelectual y eso va a Irlanda. Es una lástima, pero no puedo pagar impuestos aquí”. E Irlanda tiene un tipo impositivo muy bajo, de solo el 12,5 %. Es la famosa táctica. Pero con el nuevo plan adoptado por la OCDE, el país en el que opera esa empresa puede decirle: “Vale, pero si solo pagas el 12,5 % en Irlanda, te vamos a gravar el 2,5 % restante aquí”.
¿Y se aplicaría el mismo sistema a los individuos de elevado patrimonio que a las empresas, correcto?
Sí. Es la misma idea aplicada a los individuos. Es decir, el principio de este impuesto mínimo ha sido aceptado por la OCDE para las empresas. Hay que hacerlo también para las personas superricas.
¿Cómo sería aplicado a individuos?
La idea es esta: que cada país aplique un impuesto mínimo del 2 % sobre el patrimonio de los superricos. Si ellos dicen que todo su dinero está en las Islas Caimán, pues, el país en el que tiene residencia dice: “Pero usted no está pagando ningún impuesto en las Islas Caimán, así que, según la nueva normativa, yo puedo gravar un 2 % sobre su patrimonio”.
¿No habría problemas de mudanza y fuga de capitales?
No, porque Zucman tiene otra idea, que creo que es realmente buena. Es verdad que normalmente haces eso y todos amenazan con trasladarse. Está sucediendo en Inglaterra ahora mismo con el fin del régimen “non dom” (residentes temporales). Entonces, Zucman propone un exit tax–impuesto de salida– en función de cuánto tiempo has estado en el país y la cantidad de riqueza que has acumulado mientras estabas en ese país. O sea, el superrico tiene que pagar incluso si se marcha del país.
¿Pero cómo se aplicaría un impuesto de salida?
Pongamos el caso de Gérard Depardieu. ¿Te acuerdas de que en 2012 se trasladó a Bélgica porque pensaba que el tipo impositivo francés era demasiado alto? En la medida en que todavía tiene algún negocio en Francia, ese impuesto de salida se le aplicaría si quisiera volver a París, por ejemplo, para cenar. Antes de volver a Bélgica, tendría que pagar.
¿Cómo va a implementar esto el G20?
Ya sabes que las cumbres del G20 son lugares donde se habla más que se toman decisiones. Y eso está bien porque es mejor hablar que ir a la guerra. Pero no conduce necesariamente a nada. Sin embargo, lo que ha sucedido a nivel mundial es que ha habido dos grandes cambios. Uno fue en 2016, cuando conseguimos el intercambio automático de información bancaria. 142 países firmaron. Toda la información bancaria se intercambia automáticamente entre jurisdicciones fiscales. Muchos paraísos fiscales se quedaron fuera; Estados Unidos se quedó fuera. Pero ya es suficiente para empezar.
¿Cuál es el otro cambio?
Hemos conseguido, gracias a la Unión Africana, un acuerdo para crear una convención tributaria de la ONU. Lo cual es un logro enorme. Sí. No significa que todos los países tendrán que implementar los mismos impuestos. Sólo establecer los principios sobre los que se pueden basar las leyes fiscales. Así que es una especie de armonización. El traslado de beneficios y todo eso se volverá realmente mucho más difícil. Estos son avances muy importantes.
¿Qué falta por hacer?
Son grandes avances y el impuesto para los superricos será otro. Pero los superricos no suelen guardar el dinero con su propio nombre. Utilizan fideicomisos. Así que necesitamos registros de activos que identifiquen a los beneficiarios finales de todos los fideicomisos. Normalmente, el fideicomiso lo controla tu contable o tu abogado. La UE ha introducido esa regulación, en la que tienes que identificar al beneficiario final. El problema es que no comparten la información con los demás. Así que, si un multimillonario en India tiene un fideicomiso, la UE puede saber quién es el beneficiario efectivo. Pero el gobierno indio no lo sabrá. Necesitamos compartir. Cada país debe hacer este registro de activos y luego compartir esa información. Si la gente lo supiera, lo exigiría. No hay suficiente ruido al respecto. Hay que comunicarlo mejor. Y esto es el trabajo de medios como el tuyo.
La cumbre del G20, que se celebra los días 18 y 19 de noviembre bajo la presidencia brasileña en Río de Janeiro, está a punto de alcanzar un consenso sobre una atrevida propuesta de aplicar un impuesto sobre la riqueza o la renta de los llamados “superricos” del planeta, una de las prioridades para el Gobierno de...
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Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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