a contraflecha
El sueño americano produce monstruos
Es mucho más sano y te hace más feliz vivir en un entorno de vínculos sociales y afectivos fuertes, en un entorno comunitario de cuidados, que competir y ver enemigos por todas partes como dicta el sistema
Paco Cano 21/01/2025
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En El sueño de una noche de verano, Shakespeare anula la razón de sus personajes envenenándoles de amor. A partir de esa voluntad cegada, todo es confusión, dislate y enredos. Así, la bella reina de las hadas se enamora de un ser embrujado sin percatarse de su bestialidad. Titania, arrastrada por el éxtasis y con los sentidos bloqueados, pierde la razón hasta el punto de aceptar a un ser mitad hombre y mitad asno como objeto de su deseo.
Sirva esta metáfora para intentar explicarnos, ahora que se va a producir el nombramiento, los 75 millones de votos que consiguió Donald Trump para ser elegido presidente de EEUU. En este caso no se trata del sueño estival de Shakespeare, sino del cegador sueño americano: la competitividad, el triunfo económico a costa del otro, sea este otro quien sea. El capitalismo, en definitiva. Ante esa obnubilación aspiracionista sucumbieron emigrantes latinos que ahora verán a compatriotas ser expulsados de manera inmisericorde –si no lo impiden los patronos explotadores que necesitan mano de obra barata–, mujeres que no escucharon aquello de “grab them by the pussy” o afroamericanos hacinados en los projects a los que Trump desprecia y considera una carga.
No se trata de qué vieron en Trump, sino de lo que la ceguera capitalista no les dejó ver: un medioasno de gestos ridículos y frases denigrantes al servicio de los poderes que les restarán derechos y calidad de vida. La pulsión onírica del Make America Great Again, con su reivindicación imperialista e individualista, anula cualquier duda o mal presagio sobre lo deseado e identifica como único obstáculo a quien se tiene al lado. El sistema impone su darwinismo social y el mercado te envenena para creerte citius, altius y fortius que los demás, aunque la experiencia te diga lo contrario.
75 millones de votantes optaron por quien, para eliminar posibles utopías contagiosas, amenaza con anexionarse Canadá
Cuenta Bernie Sanders: “Muchísima gente está furiosa con las compañías de seguros médicos que obtienen enormes beneficios negándoles a ellos y a sus familias la atención sanitaria que necesitan desesperadamente. Las historias se suceden sin cesar: ‘Mi madre estaba en tratamiento contra el cáncer y no pude conseguir atención para ella. La compañía de seguros la rechazó. Algún burócrata la rechazó. Murió’. O ‘mi hijo está sufriendo porque no podemos conseguir los medicamentos recetados que necesitamos, rechazaron la petición del médico’. Lo que estamos viendo, la avalancha de ira contra las compañías de seguros, es un reflejo de lo que la gente siente por el actual sistema sanitario (...) La manera de reformar este sistema es que la gente se una y entienda que es un derecho de todos los estadounidenses poder ir a la consulta de un médico cuando lo necesiten y no tener que pensar antes de dónde sacar el dinero. Esta no es una idea radical. Existe a ochenta kilómetros de nosotros, en Canadá”. A pesar de esta furia, 75 millones de votantes optaron por quien defiende los intereses de las empresas aseguradoras y de las farmacéuticas y quien, para eliminar posibles utopías contagiosas, amenaza con anexionarse Canadá. El sueño americano produce monstruos.
Decía Gramsci: “El viejo mundo está agonizando. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Es el tiempo claroscuro de Trump, Milei, Netanyahu y Musk, entre otros. El viejo mundo que cita Gramsci se muere porque el ser humano ha sucumbido ante la neurosis y el malestar crónico provocados por un individualismo salvaje, deseos inauténticos y la falta de esperanzas.
Mientras soportamos el tiempo de los monstruos (winter is already here) es el momento de ir recuperando las utopías robadas, de diseñar el mundo nuevo que llega. Así lo imagina mi compañero Gerardo Tecé para su hijo: “Allí la verdad y el respeto siguen ganando por goleada. Cuando alguien, con las prisas, le da un codazo a otra persona en el metro, simplemente pide perdón. No se inventa que se estaba defendiendo de una agresión previa, ni que el otro es un delincuente que merecía ese codazo, ni ninguna otra gilipollez. En la cola de la frutería, la gente respeta su turno. Si alguien, un Elon Musk de barrio, se intenta colar argumentando que tiene más dinero que los demás clientes, el resto le dirán que muy bien, pero que espere la cola. En el parque infantil, padres de uno y otro signo les dicen a sus hijos que no se pega, que los juguetes se comparten”. ¿A que no es tan difícil? Prueben a imaginar el suyo, comiencen cambiando el deseo de tener por la posibilidad de ser.
Hay dos modos fundamentales de existencia, el yo y el nosotros. El segundo nos acerca a la felicidad. La Universidad de Harvard lleva casi noventa años realizando un estudio sobre felicidad con personas de todas las edades y niveles económicos y concluye que lo único que conduce a la misma son los vínculos humanos, las relaciones de apego y que los cuidados y los afectos se vinculan no solo con el bienestar sino con la expectativa de vida de las personas. Es mucho más sano y te hace más feliz vivir en un entorno de vínculos sociales y afectivos fuertes, en un entorno comunitario de cuidados, que competir y ver enemigos por todas partes como dicta el sistema. Toca decidir.
En El sueño de una noche de verano, Shakespeare anula la razón de sus personajes envenenándoles de amor. A partir de esa voluntad cegada, todo es confusión, dislate y enredos. Así, la bella reina de las hadas se enamora de un ser embrujado sin percatarse de su bestialidad. Titania, arrastrada por el...
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Paco Cano
Mis ciudades: Cádiz, Madrid, NY, Washington DC y, ahora, Barcelona. Mis territorios: las políticas culturales, la articulación ciudadana, los cuidados y el común.
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