Estados Unidos
Trump usa la tragedia de Los Ángeles como una oportunidad política
El presidente electo emplea la crisis por los incendios como una baza para castigar a los líderes demócratas. Es muy probable que trate de denegar a California los los fondos de respuesta a desastres
Sasha Abramsky (Truthout) 11/01/2025
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Los Ángeles, la segunda ciudad más grande de Estados Unidos, está siendo consumida por los peores incendios de su historia. Y en lugar de expresar solidaridad y empatía, nuestro futuro presidente está jugando a burdos e infantiles juegos políticos.
El miércoles por la mañana, mientras decenas de miles de residentes estaban siendo evacuados ante los devastadores incendios en el tramo litoral que comprende desde Santa Mónica hasta Malibú, así como en el interior, en la región de Altadena, Donald Trump se lanzó a las redes sociales para publicar ataques sin sentido contra el “gobernador Newscum” y las políticas hídricas que supuestamente favorecían a las especies de peces en peligro de extinción en detrimento de los seres humanos. Al margen de la sintaxis, Trump escribió que “esto es por culpa de él”.
Mientras tanto, los bomberos luchaban desesperadamente por contener el fuego propagado por los vientos huracanados de Santa Ana, y las llamas se acercaban a lugares de interés cultural como el museo Getty Villa.
Más tarde, inexplicablemente, Trump trató de culpar al presidente Biden de que las bocas de incendios de la zona afectada se quedaran sin agua y escribió: “NO HAY AGUA EN LOS HIDRANTES, NO HAY DINERO EN LA FEMA (siglas en inglés de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias). ESTO ES LO QUE ME DEJA JOE BIDEN. ¡GRACIAS JOE!”
Para que quede bien claro, estos incendios no tienen nada que ver con las políticas relativas a la conservación de los peces; ni el presidente de EE. UU. lleva personalmente un control diario de la funcionalidad de las bocas de incendios de todas las ciudades del país.
Si hay una causa fácil de entender sobre estos incendios es el hecho de que los fuertes vientos de Santa Ana soplaron con violencia en una zona reseca por la falta de lluvia este invierno. En parte, sencillamente se trata de mala suerte en una región históricamente seca, pero además es probable que sea un síntoma del rápido calentamiento del planeta, producto de la crisis climática de origen antropogénico que Trump ha tachado reiteradamente de bulo.
Por desgracia, la absurda táctica de Trump de culpar de los incendios a los esfuerzos de conservación medioambiental y a los políticos demócratas está dentro de la línea de otros innumerables ejemplos de su zafio comportamiento. El día anterior, el martes, el nuevo líder de Estados Unidos dio una conferencia de prensa en la que amenazó con una operación militar contra Panamá y Dinamarca, y se comprometió a adoptar medidas extremas de coacción económica contra Canadá a menos que este país aceptara disolverse y someterse a Estados Unidos.
Los presidentes estadounidenses del siglo XXI no deberían proferir amenazas militares tan abiertamente expansionistas
Nada de esto es normal. Los presidentes estadounidenses del siglo XXI no deberían proferir amenazas militares tan abiertamente expansionistas al modo de los fascistas europeos de mediados de siglo. Desde luego, no deberían exigir que un estrecho aliado simplemente deje de existir. Tampoco que aviven la discordia política cuando una gran ciudad estadounidense se enfrenta a un desastre sin precedentes.
Imagínense la reacción del Partido Republicano si el presidente Biden hubiera ridiculizado en X a figuras políticas de Florida y Carolina del Norte tras los recientes desastres naturales. Imagínense las peticiones de castigo político que habrían tenido lugar si cualquier otro presidente se hubiera aprovechado de un tornado o un terremoto, una inundación, un incendio o un huracán, para intentar marcarse un tanto político con poco esfuerzo.
Por desgracia, estamos en un mundo totalmente nuevo que recompensa a Trump por sus atropellos en lugar de castigarlo. En un mundo así, lo tentador es simplemente desconectar. Después de todo, el cerebro humano no puede tolerar tanta toxicidad. Sin embargo, se trata de algo extremadamente grave y, por lo tanto, vale la pena prestarle atención.
Cuando el huracán María devastó Puerto Rico en 2017, Trump entró en guerra política con los líderes de la isla y luego lo convirtió todo en un espectáculo
Cuando el huracán María devastó Puerto Rico en 2017, Trump entró en guerra política con los líderes de la isla y luego lo convirtió todo en un espectáculo de entretenimiento. Restringió la cantidad de ayuda que se enviaría a Puerto Rico y visitó la isla devastada únicamente para dedicarse a lanzar rollos de papel a los residentes desesperados y, como un sádico director de circo, observar cómo se peleaban por estas necesidades básicas.
Después de que los incendios forestales devastaran California en 2018, Trump soltó una perorata en la que culpaba al estado por no rastrillar mejor sus bosques y posteriormente, en 2019, amenazó con cortar la ayuda federal de emergencia. “A menos que se pongan las pilas, lo cual es poco probable, he ordenado a la FEMA que no envíe más dinero. ¡Es una situación vergonzosa que cuesta vidas y dinero!”. Peor aún, durante el primer mandato de Trump, sus ayudantes informaron de que trató de evitar el envío de dinero federal de emergencia a California porque era un estado demócrata y no le gustaban sus prioridades políticas.
En 2020, en los últimos días de su primer mandato, Trump logró, brevemente, bloquear la distribución de fondos de ayuda para desastres en California. Sin embargo, poco después, ante el revés político, dio marcha atrás y permitió que se enviara la ayuda a dicho estado.
En los últimos meses, el equipo de Trump se ha reafirmado en la idea de retener todos los fondos federales a las ciudades y estados que adopten políticas de “asilo” diseñadas para frustrar sus esfuerzos de deportación masiva de inmigrantes. Puesto que Los Ángeles y California tienen este tipo de políticas en vigor, es muy posible que, el próximo 20 de enero, Trump ponga trabas que dificulten el flujo de fondos de la FEMA y otros hacia el oeste para proporcionar ayuda en respuesta a esta enorme catástrofe.
Si la presidencia de Trump promete caos, es probable que ese caos se experimente más acusadamente en los estados demócratas que han sufrido desastres y necesitan ayuda del gobierno federal para reconstruirse. Ahora existe la posibilidad real de que las víctimas del incendio de Los Ángeles no sólo tengan que asumir la pérdida de sus hogares y negocios, sino que también tengan que lidiar con la realidad de un presidente que ha amenazado repetidamente con denegar los fondos de respuesta a desastres de California y que cree que tiene derecho a castigar a los estados cuyos líderes no muestren suficiente lealtad al único e inimitable Donald J. Trump.
Independientemente de las filiaciones políticas de cada uno, un escenario así debería provocar escalofríos a cualquiera a quien le preocupe el futuro de este país.
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Este artículo se publicó originalmente en Truthout.
La traducción es de Paloma Farré.
Los Ángeles, la segunda ciudad más grande de Estados Unidos, está siendo consumida por los peores incendios de su historia. Y en lugar de expresar solidaridad y empatía, nuestro futuro presidente está jugando a burdos e infantiles juegos políticos.
El miércoles por la mañana, mientras decenas de miles de...
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