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Batalla entre Dizaster y Aczino, del 25 de abril de 2022. / Red Bull Batalla
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Sirva como preámbulo la existencia de un debate en la esfera del hip hop en español que gira alrededor del concepto “rimas disonánticas” y de un personaje dudoso que las ejecuta llamado Navas. Si eres filólogo y ya te has llevado las manos a la cabeza, este asunto no es para ti. Simplificando lo que es también un problema de terminología (¿pueden existir las rimas que no rimen?), lo que se debate es si cabe participar en una batalla escrita, ganar y ser llamado rapero cuando uno construye patrones sin rimar. Las posiciones son muy encontradas y no puedo compartirlas todas. Tampoco ayuda el mal comportamiento del personaje Navas. Pero creo que resulta objetivo que la comunidad del hip hop es formalmente más conservadora que la de los poetas contemporáneos, al seguir en un estadio del debate en el que se plantea si existen la poesía y la musicalidad sin rima, algo que todos los poetas de hoy en día ya saben que no es necesario. Algunos dirían incluso que “los sonetos y las rimas dan cringe”. Es un debate del que la comunidad del hip hop nunca sacará nada en claro, pues para saber si existe la poesía sin rima se necesita un consenso sobre lo que es la poesía. ¿Dónde se encuentra la poesía, qué forma toma? ¿Lo saben ustedes?
Este era mi preámbulo para la siguiente introducción a las batallas escritas. Yo lo considero un pasatiempo constructivo, me encanta ver batallas escritas en mi tiempo libre y, después, cuando alguien viene a visitarme, hago proselitismo y le muestro alguna de las que merecen la pena. Una vez una amiga vio una batalla escrita de la Liga Bazooka y dijo que aquello era “el Sálvame para tipos cis hetero”. Podríamos dejar el análisis aquí, porque aquello no era mentira, pero no podría entregar un artículo tan corto. Las batallas escritas son todo un fenómeno de masas en países hispanohablantes y de habla inglesa. Este es un artículo de la Rolling Stone de cuando Jaloner estuvo en el Luna Park con todas las entradas vendidas. Las batallas de G Sony superan los diez millones de visitas en YouTube, personajes como Facu HDR y su actitud de turro son absolutamente virales en la Argentina, etc.
Pero antes que prosiga con la fama de esta disciplina, se merece una mejor definición. Una batalla escrita es una mezcla entre una batalla de gallos (como las que patrocinan Red Bull y Urban Rooster) y una obra de teatro: hay tres rondas a capela con un rival pactado de antemano en las que vale decirse de todo y en las que improvisar no es el objetivo, porque se trata de traerlo todo memorizado de casa, sino el nivel de la pluma, el estilo, la elección de la palabra precisa, la capacidad de humillar.
¿Está la poesía en alguna de estas cuatro cosas? No hay ganador oficial porque no suele haber jurados y está muy mal visto consultar el móvil o emplear otros recursos si no tienes el texto bien aprendido. Así como en el freestyle el dogma es la improvisación y dejar la mente en blanco, en las batallas escritas el dogma es la memoria y la capacidad de formar una historia o diálogo. También se valora mucho la teatralidad, o el llamado delivery, así como la capacidad para gestionar la reacción de la multitud (cuando el público se pone a su favor y cuando se pone en contra, lo que también sucede cuando algunos no tienen la localía).
Las competiciones vivieron un parón con la pandemia, pero en 2022 la liga de Dtoke volvió renovada y desde entonces su ascenso a la fama ha sido meteórico
Si el rap en español de Violadores del Verso se extendió por la península en los noventa debido a la proximidad en Zaragoza de una base militar estadounidense, las batallas escritas se extendieron gracias a que migrantes mexicanos de USA volvieron a su país con la intención de crear una liga que emulara las gringas. Así pues, la primera liga de batallas escritas en español en 2012 fue Spit MX, creada por Grave y Eptos, a la que siguió Línea 16 que hizo evolucionar el modelo haciendo la tercera ronda con una base musical en lugar de a capela, como las dos rondas anteriores. Si bien es cierto que la disciplina en México tiene mucho arraigo, fue en Argentina donde, en 2014, uno de los más grandes referentes del freestyle argentino, Dtoke, creó una liga de batallas escritas en un bar de Zona Sur llamada Liga Bazooka. Las competiciones vivieron un parón con la pandemia, pero en 2022 la liga de Dtoke volvió renovada y con un canal de YouTube, y desde entonces su ascenso a la fama ha sido meteórico, llenando escenarios cada vez más grandes y con batallas cada vez más virales en las que se enfrentan compañeros de bandas caídas en desgracia o batalleros (battlecats) con opiniones políticas opuestas, todo “muy picante”, que dirían. ¿Está ahí la poesía?
Si tuviera que iniciarlos hoy en las batallas escritas de la Liga Bazooka les pondría dos combates de G Sony, primero contra Coqeein Montana (7,2 millones de visitas), en la que se debaten abusos de género contra una popular rapera llamada La Juaqui, y segundo contra Chilli Parker (3,3 millones de visitas), que contrapone facherío contra feminismo e incluye la aparición del padre de Santiago Maldonado. ¿Está la poesía en la crítica feminista o en los presos políticos? No lo sé.
A continuación, como para demostraros que no todo es testosterona, os pondría los combates de Replik y Jaloner (un espectáculo de figuras poéticas como aliteraciones o multisilábicas), el de Mecha y HDR (donde, pudiendo hacer mala sangre, el campeón argentino opta por la compasión), y el combate de Blue One contra Papi Terro (en el que pactaron hacer una tercera ronda solo de elogios). ¿Está la poesía en las figuras literarias, en la compasión o en la amistad? Tampoco lo sé. Lo que sí sé es que los que saben de batallas escritas no me perdonarán si en esta introducción no menciono la batalla de Aczino contra Dizaster, porque son los dos exponentes más famosos y fue la primera batalla bilingüe viral de la historia.
Para terminar este apunte sobre la fama de este fenómeno, diré que ahora hay todo tipo de ligas por todo el mundo. Por mencionar solo algunas, está la española Código Bushido, la uruguaya 18 Barras, la chilena Barrabase, la colombiana Liga Esmeralda, la Iron Battle argentina, la High Bars y las Batallas Cannábicas mexicanas. ¿Estará la poesía en el éxito de la disciplina?
¿Está la poesía en la descortesía, en la habilidad para humillar o en el control de masas?
Como en el mundo de la tauromaquía, existe toda una jerga para el disfrute de los iniciados. La podemos repasar buscando trazos de poesía. Para empezar, está el word play, que es cuando se emplea la misma palabra con significados distintos, algo que podría también ser un calambur o una antanaclasis. Cuando el word play es de un verso entero, que se repite poniendo las pausas en distintos lugares, se le llama slow it down. ¿Está la poesía en el calambur? ¿Estará la poesía en el espacio entre palabra y palabra? ¿Y en el espacio entre verso y verso?
Name flip son los juegos con el nombre del rival, y los esquemas son cuando durante cuatro, ocho o doce versos se repite una pauta. ¿Está la poesía en la narración?
El set up es la preparación para el punchline, el verso con el que termina el patrón, y sale de analizar el rival, sus discos, sus batallas anteriores, sus errores públicos y privados. ¿Está en esa investigación la poesía?
¿Está la poesía en la superioridad estilística o moral con tu contrincante?
Relacionado con el entorno están el trash talk, cuando hablas en el turno del rival añadiendo cizaña; el face switch, que es cuando una barra es tan doliente que cambia la cara del contrincante o de su esquina, y el crowd control, que es cuando alguien gestiona bien sus esquemas y domina el público con su delivery. ¿Está la poesía en la descortesía, en la habilidad para humillar o en el control de masas? ¿Está la poesía en la superioridad estilística o moral con tu contrincante?
Finalmente, están las gun bars y tu guacha bars. Las primeras son juegos de palabras con armas y las segundas con la novia del rival. ¿Está la poesía en jugar a ser gánster o en la misoginia?
Así podría seguir un buen rato, pues tengo anotada más jerga en mis apuntes, pero ya queda clara la idea de que las batallas escritas están llenas de ricos recursos que no se pueden lograr en la improvisación. Pese a lo cual, no sabemos dónde se encuentra la poesía del evento.
Yo no tengo respuestas. Cabe la opción de que todo lo anterior, de la A a la Z, sea poesía, de las gun bars al calambur. Entonces me pregunto si también no sería poesía el iris que lee, la batalla con navajas o un cuento de Borges.
¿Es poesía también la testosterona de toda esta disciplina? Solo tengo dudas para ustedes, queridos lectores. Espero que si algún día miran alguna de las batallas me puedan responder y decir. “Albert, eso era la poesía”.
Sirva como preámbulo la existencia de un debate en la esfera del hip hop en español que gira alrededor del concepto “rimas disonánticas” y de un personaje dudoso que las ejecuta llamado Navas. Si eres filólogo y ya te has llevado las...
Autor >
Albert Gómez
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