Cinco miradas del cine en torno al Atleti (I)
Rafael Valentín-Pastrana 19/02/2015
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El Atlético de Madrid, a pesar de su pertinaz desequilibrio y estar desde siempre en plano de desigualdad respecto a su eterno rival (más inmortalizado en pantalla, especialmente en los tiempos de blanco y negro por las copas de Europa de Di Stéfano y por el glamour de Julio Iglesias en sus tiempos de tránsito de la portería de Chamartín al mundo de la canción), ha visto aun así tratada en numerosas ocasiones su temática en la gran pantalla.
Ahí va la primera entrega de películas españolas en las que, con más o menos protagonismo, con mayor o menor devoción, quedan filmadas las rayas rojiblancas.
Volver a empezar (José Luis Garci, 1982)
Los dos equipos del alma del director de cine José Luis Garci (Madrid, 1944) han sido siempre el Sporting (su padre era de Gijón) y sobre todo el Atleti (Garci nació en la calle Narváez de Madrid, muy cerca del que fue estadio colchonero antes de trasladarse al Metropolitano de la calle Reina Victoria). En la oscarizada película sobre el profesor exiliado que, sintiendo cercana su muerte, regresa a su país de origen aprovechando la restauración de la democracia para quedar en paz en su periplo vital y cerrar sus asignaturas pendientes, asistimos a una secuencia en la que los protagonistas (Antonio Ferrandis y Encarna Paso) asisten en directo a un enfrentamiento en el Vicente Calderón precisamente entre estos dos equipos. Eran los tiempos del gran Sporting de Gijón de Boskov, que contaba con jugadores de la talla de Mesa, Joaquín o Ferrero, mientras que en las filas del Atlético de Madrid de García Traid descubrimos en pantalla a Julio Alberto, Arteche, Quique Ramos o Dirceu. En palabras de Garci, "el Atlético de Madrid lo más bonito que tiene para el cine son los colores: el rojo, el blanco, el pantalón azul, el verde del campo...".
El director de El crack declararía con su característico desparpajo castizo una entrañable anécdota en referencia al Neptunazo, días después de la final de Copa del Rey que el equipo colchonero arrebató al galáctico experimento de Florentino Pérez y José Mourinho el 17 de mayo de 2013 (como ya hizo en las finales de Copa de España de los años 1960, 1961 y 1992 jugadas igualmente en territorio hostil contra el equipo blanco y en las que tampoco salía como favorito): "En la final de Copa, en el palco del Bernabéu, del Atlético de Madrid sólo estábamos Enrique Cerezo y yo". Real y triste como la vida misma…
Torrente, el brazo tonto de la ley (Santiago Segura, 1997)
El corrupto, machista y racista policía José Luis Torrente, encarnado por el guionista y director Santiago Segura (Madrid, 1965) y alma máter de este peculiar ejemplar de la raza, tiene además entre sus pasiones más inconfesables el ser fan del Fary y furibundo seguidor del Atlético de Madrid. Segura, que ni practica el fútbol, ni simpatiza especialmente con el Atleti, ni da puntada sin hilo, escogió el club rojiblanco para acentuar los atributos canallas y perdedores de su especial personaje. A lo largo de la saga Torrente, que ya va por la quinta entrega, hemos visto al personaje asistir a partidos de su equipo, cameos de significados jugadores e iconos colchoneros (Fernando Torres, Kun Agüero, Jorge D’Alessandro, Enrique Cerezo, Diego Pablo Simeone, Juan Manuel Montilla Langui...), coches deportivos con el escudo rojiblanco estampado en la carrocería, pines para las solapas del club del Manzanares que esconden claves encriptadas, imágenes apocalípticas del estadio Vicente Calderón en ruinas como metáfora del derrumbe de España y Torrente maldiciendo a la humanidad en cita cómplice de El planeta de los simios de Franklin J. Schaffner, visitas a La Peineta aún en obras (quizá algún día coliseo del Atleti...), etc. Y alguna frase para el recuerdo: "Yo, por el Atleti, daba la vida". Y por supuesto enarbolar (y esconder avergonzándose cobardemente...) banderas y bufandas del Atlético de Madrid. Aunque Torrente no sea una compañía muy recomendable, hay que agradecer a Segura que hiciera a su álter ego acérrimo seguidor del Atlético de Madrid. De mí que hablen, aunque sea mal...
Siempre hay un camino a la derecha (José Luis García Sánchez, 1997)
Segunda parte de la trilogía sobre esa especie de Don Quijote y Sancho de finales del siglo XX: Juan Peñasco (Juan Luis Galiardo) y Pepe Cardoso (Juan Echanove), creados por Rafael Azcona cuya primera (Suspiros de España y Portugal, 1995) y tercera parte (Adiós con el corazón, 2000) también dirigiría el salmantino José Luis García Sánchez (1941). Una de las subtramas de la película versa sobre Milena, una inmigrante búlgara (Adriana Davidova) de la que se encaprichan los dos tunantes… hasta que la chica se engancha a alguien con más futuro, un jugador de fútbol del Atlético de Madrid durante una secuencia en la que los tres asisten a la retransmisión de la final de Copa del Rey 1995-96 de La Romareda entre los rojiblancos y el Barcelona. Con motivo de una entrada que sufrió en ese partido el búlgaro Lubo Penev, que le obligó a ser atendido en la banda por las asistencias sanitarias, la realidad se ficciona en la pantalla y la muchacha se persona en el hospital donde está ingresado el jugador (que ya no es Penev: el delantero se pasa a llamar Bergachovic en la ficción, interpretado por el actor Jaroslaw Bielski) para interesarse por la salud de su compatriota. Eran los tiempos del Doblete y García Sánchez, simpatizante colchonero, saca pecho y exhibe en su película a la máquina de jugar y ganar de Radomir Antic.
Más pena que gloria (Víctor García León, 2001)
En su ópera prima, el hijo de José Luis García Sánchez y la cantautora Rosa León (Madrid, 1976) acomete esta historia iniciática (de la que es coguionista junto a Jonás-Groucho Trueba, hijo de Fernando y sobrino de David, otro significado militante de la causa colchonera) en torno a un tímido e introvertido adolescente (David, interpretado por Biel Durán) que se siente un bicho raro por sus gustos y aficiones alejadas de los de la mayoría de sus compañeros de instituto, entre ellas militar en el Atlético de Madrid en vez de en el Real Madrid. Película en cierto modo autobiográfica (García León era cuando rodó la película una persona con inquietudes ajenas a la de la mayoría de jóvenes de su edad y gran simpatizante atlético) que gira en torno a los años de la travesía del desierto del Atleti en el infierno de la Segunda División, y la trayectoria del protagonista se mueve por la épica y malditismo del perdedor, manejados y manoseados en exceso hasta hace bien poco en lo que respecta al club del Manzanares (con variadas muestras en cortometrajes -como Campeones, de Antonio Conesa, 1997, sobre la Liga 1970-71 que el Atleti desperdició en el último partido de la competición-, spots -especialmente algunos de los diseñados para las campañas de abonados, como aquel de la absurda pregunta existencial del niño a su padre, "Papá, ¿por qué somos del Atleti?"- e incluso en el propio himno del Atlético de Madrid encargado a Joaquín Sabina y Pancho Varona con motivo de su centenario -y su masoquista estribillo "¡Qué manera de perder... que manera de palmar!"...) pero afortunadamente arrinconada en los tiempos actuales desde el advenimiento de Simeone. Ahora, lo que son las cosas, son los colchoneros los que buscan rival digno para derbi decente...
El chocolate del loro (Ernesto Martín, 2004)
La comedia dirigida por Ernesto Martín (Madrid, 1971) juega también con elementos del Atlético de Madrid, especialmente en la figura de Salva, un liante pero entrañable buscavidas (protagonizado por Roger Pera), a la sazón taxista, que irrumpe en la vida de un tímido e inseguro opositor (Emilio, interpretado por Borja Elgea) del que era antiguo compañero de la Facultad de Derecho y a quien poco a poco va haciendo descubrir que en la vida no todo es recluirse y estudiar y que a veces es necesario lanzarse a la piscina para superar los otros exámenes de la vida. El peculiar salvador del estudiante pronuncia, ante la desconfianza de su amigo por una trola que le está intentando colar, una memorable frase: "¡Que vuelva a bajar el Atleti si te miento!". Recién recuperada la categoría de honor vergonzantemente perdida a finales de siglo, esta frase mienta a la bicha recordando, cual ponzoñosa maldición, uno de los más tristes y lamentables episodios en la centenaria historia de este club capaz de producir sudores y generar pesadillas a todos sus aficionados. En El chocolate del loro hay que estar atentos a algunos detalles y elementos de atrezo, como el periódico Marca desplegado por el padre de Emilio (Janfri Topera) y en el que la portada está dedicada a Fernando Torres, el escudo adherido a la guantera del taxi de Salva o el llavero de la casa del tío del opositor, donde se aloja el examinando en busca de tranquilidad y concentración ante los inminentes exámenes finales, y en el que se aprecia el escudo del equipo de la ribera del Manzanares. También que los productores y el director sean colchoneros declarados da a esta película el necesario marchamo para formar parte de las miradas del cine español en torno al Atlético de Madrid.
Rafael Valentín-Pastrana (@rvpastrana) es abogado, restaurador, guionista, productor, melómano y bloguero. Y lo más importante y por encima de todo: colchonero.
El Atlético de Madrid, a pesar de su pertinaz desequilibrio y estar desde siempre en plano de desigualdad respecto a su eterno rival (más inmortalizado en pantalla, especialmente en los tiempos de blanco y negro por las copas de Europa de Di...
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