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Algunos futbolistas tienen canciones dedicadas, como en su tiempo algunos toreros tuvieron pasodobles con sus nombres. Solo los más duros, los más carismáticos, los que tienen, o tenían, una biografía capaz de inspirar una historia, un verdadero relato lleno de fuerza, logran saltar a la música. Algunas canciones son simples estribillos más o menos pegadizos, que se olvidarán pronto, pero otras tienen el aire de romances medievales, que reflejan maravillosamente la extraña relación de amor extremo que existe entre un jugador y sus seguidores.
Imposible olvidar las cumbias villeras dedicadas por Los Pibes Chorros a Carlitos Tévez, el Apache. Quizás no sea un futbolista tan maravilloso como Messi, pero Lionel no será jamás capaz de inspirar el violento agradecimiento de los muchachos y muchachas villeros, los habitantes de los suburbios degradados y marginales de Buenos Aires, que contemplan a Tévez como su desquite con la vida. Tévez es el colega que obliga a los demás, los soberbios habitantes de los barrios lindos y limpios, a mirar hacia las villas y a hincar la rodilla, delante de todos ellos, los drogados, los borrachos, los empastillados, los amigos del Apache, que solos y tristes, borrachos, recuerdan "la voz de la mina que les decía: "Dejá el faso, las pastillas y el alcohol". "Aunque no nos quieran somos delincuentes, vamos con antecedentes, robamos blindados, locutorios y mercados. No nos cabe una; estamos re jugados". Pero "Carlitos metió un caño y tá disfrutando. Carlitos tá disfrutando" y ellos se reconcilian con la vida.
Es posible que para alcanzar estas cumbres haya que haber sido del Boca Juniors, como Tévez ("De niño soñaba que me metían preso") o como Maradona o como Juan Román Riquelme, que se acaba de retirar del fútbol sin que en España le dieran nunca el homenaje que se merecía un jugador tan extraordinario como él. (Menos mal que, por lo menos, el dúo Estopa le cantó una rumbita, con mucho sentimiento). Ser del Boca y no del River Plate, el equipo del que fue director técnico el Cholo Simeone. Las canciones dedicadas a Simeone son más pausadas, alegres, eso sí, pero tranquilas, poco dramáticas. La última la lanzó Chaito y Palosanto y anda rondando por la web. Claro, si alguien está dispuesto a escucharla, lo mejor es que busque la nueva versión que se encuentra en Ole. Imaginen, ¡está en chino! Sí, señor. La influencia del nuevo accionista, el multimillonario Wang Jianlin, se siente ya en todo. Hasta el pobre Chaito ha tenido que buscar a una cantante china para que le acompañe en su rumba chola. El señor Wang Jianlin no se anda con chiquitas.
Cada vez se saben más cosas de su biografía: por ejemplo, pasó 16 años en el Ejército Popular chino y salió como oficial. Dicen que allí aprendió disciplina, mejor dicho, cómo imponer disciplina y un consejo muy práctico: siempre hay que mantener buenas relaciones con las autoridades. Quizás si se relaciona bien con el próximo alcalde de Madrid consiga convencerle para que le deje colgar del edificio de la Plaza de España, que está a punto de convertir en un hotel y en dos bloques de apartamentos, un escudo rojiblanco tamaño Wang Jianlin, es decir, monumental. Podemos colocar el cartelón.
Algunos futbolistas tienen canciones dedicadas, como en su tiempo algunos toreros tuvieron pasodobles con sus nombres. Solo los más duros, los más carismáticos, los que tienen, o tenían, una biografía capaz de inspirar una historia, un...
Autor >
Soledad Gallego-Díaz
Madrileña, hija de andaluz y de cubana. Ejerce el periodismo desde los 18 años, casi siempre como informadora, cronista política y corresponsal. La mayor parte de su carrera la hizo en El País. Cree que el suyo es un gran oficio; basta algo de humildad y decencia.
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