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Han bastado unas declaraciones del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero sobre los asuntos internos del PSOE y un par de viajes al extranjero para que se reabra la veda. Es pieza de caza mayor y los tiradores se disputan el trofeo.
La caza de Zapatero empezó en 2004. Al principio, se creyeron que era una presa fácil, como un bambi, y que en poco tiempo acabarían con él. Pero resultó más huidizo y astuto de lo que ellos se imaginaban: no pudieron dar cumplida cuenta de la cacería hasta 2011. Muchos pensamos que después de 2011 se había extinguido la especie Zapatero, sobre todo durante la secretaría general de Alfredo Pérez Rubalcaba, quien hizo cuanto estuvo en su mano para borrar la huella de su predecesor, pero resulta que Zapatero seguía vivo. Ahora que ha asomado la cabeza, los cazadores, tan nerviosos como entonces, quieren volver a abatirlo.
Se ha organizado una buena montería. Los perros sabuesos de la derecha lo persiguen, mientras los señoritos de El País, situados en los mejores puestos, esperan cómodamente que se ponga a tiro.
No sólo se han lanzado insinuaciones acerca de una presunta actividad lobista sobre la que nadie ha sido capaz de aportar un solo dato hasta el momento, sino que se han desempolvado los más gastados tópicos y se ha vuelto a hacer mofa de las hijas del ex presidente (qué cachondos somos en España). Felix de Azúa merece mención de honor: hace poco escribió un artículo en el que asumía como propia una de las consignas que con mayor entusiasmo utilizó la derecha rancia, la de que Zapatero ha sido el peor gobernante español desde Fernando VII. A los pocos días El País publicaba una carta al director de un lector irritado que corregía al frívolo Azúa, apuntando que Zapatero había sido aún peor que Fernando VII.
Puede que no esté de más recordar algunos datos básicos a la luz de esta nueva avalancha de juicios sumarios sobre el expresidente y su gestión. No creo que mi opinión vaya a tener eco alguno, pero me siento obligado a intentarlo.
Pasados cuatro años de la derrota electoral del PSOE, no se ha descubierto ningún episodio de corrupción o abuso de poder en los Gobiernos de Zapatero. No creo que pueda decirse lo mismo de los Gobiernos de Felipe González, José María Aznar o Mariano Rajoy.
Zapatero ha sido el presidente más escrupuloso en el respeto de los procedimientos democráticos. Cumplió siempre las reglas y garantizó la independencia de los medios públicos de comunicación (a diferencia de Felipe González, José María Aznar y Mariano Rajoy).
Zapatero acabó con ETA sin hacer concesiones. Gracias al proceso de paz que impulsó, dejó claro en el País Vasco que el principal obstáculo para la paz era ETA y no el Estado, generando así los incentivos para que Batasuna rompiera con la organización terrorista y presionara a favor del fin de la violencia.
Zapatero sacó las tropas de Irak, corrigiendo el mayor error de la política exterior española en el periodo democrático. Además, incrementó la ayuda a la cooperación como nunca se había hecho antes en nuestro país.
Zapatero puso en práctica una reforma ambiciosa de los derechos civiles y sociales. Hizo posible el matrimonio homosexual, aprobó una Ley de igualdad, estableció el cuarto pilar del Estado del bienestar (la Ley de dependencia), preparó una Ley de plazos del aborto y reformó el divorcio. También regularizó a los inmigrantes que estaban sin papeles. Y, si bien muchos lo consideran una cuestión menor, el Gobierno socialista acabó con el humo del tabaco en los centros de trabajo y en los locales públicos.
Zapatero, gracias en buena medida a la presión de sus socios parlamentarios de izquierda (IU y ERC), se atrevió a legislar, por primera vez en la historia de la democracia española, sobre la memoria histórica, intentando corregir el desequilibrio entre las víctimas de los bandos de la Guerra Civil, así como garantizar un mínimo reconocimiento a las víctimas de la represión franquista.
Por supuesto, no todo fue positivo en la tarea de Gobierno. A Zapatero se le pueden reprochar también muchas omisiones. Pondré tres ejemplos entre otros muchos posibles: no aprobó una Ley de transparencia que ya estaba preparada y que se quedó en un cajón; suprimió demasiado tarde la desgravación fiscal de las hipotecas, que tanto contribuyó a la burbuja inmobiliaria; y no aprobó nunca, ni siquiera tras el hundimiento de los ingresos por el impuesto de sociedades, una reforma fiscal ambiciosa. Su gestión de la crisis fue muy controvertida y yo mismo he escrito páginas muy críticas con la misma. Y, quizá, su mayor irresponsabilidad fuera dejar el partido en manos de Rubalcaba, un excelente ministro y número dos que, sin embargo, como número uno no supo impulsar la renovación que el PSOE necesitaba, según quedó reflejado en las peores valoraciones públicas que ha tenido nunca el líder de la oposición en España y en los peores resultados electorales del partido socialista desde la muerte de Franco.
De todo esto deberíamos debatir, aunque no se hace. Ni siquiera en el PSOE ha habido un debate abierto y franco sobre el legado de Zapatero. Lo que resulta ridículo, a la vista de su trayectoria, es ese desdén indisimulado con el que periodistas y analistas escriben sobre su figura, especialmente cuando recordamos que es el presidente más limpio que ha tenido la democracia española. Su liderazgo nunca encajó bien en nuestra cultura política, tan masculina, que espera del gobernante una exhibición de poder y prepotencia, con opiniones rotundas y siempre dispuesto a pasar por encima de lo que sea para conseguir sus objetivos.
Han bastado unas declaraciones del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero sobre los asuntos internos del PSOE y un par de viajes al extranjero para que se reabra la veda. Es pieza de caza mayor y los tiradores se disputan el trofeo.
La caza de Zapatero empezó en 2004. Al principio, se creyeron que era...
Autor >
Ignacio Sánchez-Cuenca
Es profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid. Entre sus últimos libros, La desfachatez intelectual (Catarata 2016), La impotencia democrática (Catarata, 2014) y La izquierda, fin de un ciclo (2019).
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