El campo abandonado
Vetusta Morla: la tierra seca
Los candidatos a ocupar San Telmo muestran escaso interés en la búsqueda de soluciones a uno de los graves problemas del campo andaluz: la falta de agua
LUIS ARBOLEDAS Jaén , 18/03/2015
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Las fluctuaciones en las lluvias entre los años 2011 y 2014 han configurado una errática evolución de la producción agrícola andaluza, un vaivén de picos y valles igual de acusados en las cosechas y en los beneficios netos. La producción oleícola, por ejemplo, ha alternado en los últimos años grandes ascensos con descalabros absolutamente estrepitosos. A falta de los datos definitivos, las estimaciones para el 2014 apuntan a un incremento del 160%, cuando un año antes se desplomaba más de un 44%.
En 2013, la precipitación media en Andalucía se situó en 543,5 milímetros, un 6% menos respecto al periodo de referencia 1971-2000. Ya en 2012, según los datos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía, el Valle del Guadalquivir en su conjunto alcanzaba un promedio de lluvias de 492,7 milímetros, por debajo de los registros pluviométricos normales. Lejos de mejorar, la situación empeora ante la acumulación paulatina de falta de lluvia. Así, en 2013, la demanda efectiva de agua, tanto para consumo humano como industrial y agrícola, ha superado al total de los recursos hídricos disponibles en 717 hectómetros cúbicos. Con el 80% de la superficie de cultivo destinada a la producción en secano, se avecinan tiempos duros en tierras de labranza andaluzas: las predicciones más optimistas sobre la repercusión del cambio climático en la comunidad para los próximos 25 años apuntan pérdidas generalizadas de precipitaciones por todo el territorio de al menos 50 milímetros, que se sumarían a las que ya se están produciendo.
A falta de lluvias, las explotaciones andaluzas siembran pérdidas económicas y malos augurios, aunque los problemas derivados de la escasez de agua también entienden de clases sociales. Menos lluvias supone menos cosecha y menos producción, aunque no necesariamente menos beneficios para el propietario de la tierra. Según reseña el periódico Ideal, la nefasta cosecha de esta última temporada no ha mermado los ingresos de los agricultores. Al contrario, la baja producción ha disparado los precios, y en febrero de 2015, vendiendo 50 toneladas menos de aceite respecto al año anterior, los ingresos han aumentado un 4%. Paradójicamente, lo que también se ha disparado esta campaña es la tasa de desempleo del sector agrícola en Andalucía, que se sitúa en el 44% y destaca igualmente por su temporalidad, pues las labores de recogida que requieren más mano de obra se concentran en unos pocos meses.
El Ejecutivo nacional se ha visto en la obligación de rebajar de nuevo las peonadas necesarias -veinte- para acceder al subsidio agrario, como ya hiciera en 2012, ante el monumental desplome de la producción de la campaña 2014-2015. Para Andrés Bódalo, secretario provincial del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) de Jaén, la reducción resulta "necesaria pero insuficiente", puesto que la media de cada jornalero para este año no supera la quincena. La propuesta del SAT es la supresión de las peonadas necesarias para acceder a las ayudas de desempleo como medida excepcional para épocas de falta de labores agrícolas. En cambio, sería necesario justificar el pago del sello agrario durante los doce meses anteriores y acreditar, mediante el registro de vida laboral, que se ha ejercido como jornalero durante los últimos años.
La Vetusta Morla
Escribió una vez Michael Ende algo sobre el viejo campo andaluz, al que llamó Vetusta Morla, aunque puede que ni él mismo sospechase que acababa de dar nuevo nombre a la tierra allende Despeñaperros. Una reina sin oro pero con nobleza, parafraseando a Góngora; yaciente a causa de su enfermedad ante la generalizada indiferencia, pero todavía soberana en su palacio de la Montaña de Cuerno, erigido sobre sí misma, sobre su propio caparazón de tortuga. Allí, observa y aguarda que alguien llegue a San Telmo con el remedio a los problemas que aquejan a la ancestral sauropsida del cuento; solución que sólo ella conoce en su infinita sabiduría, por lo que aquel que pretenda conquistar el palacio tendrá que escuchar cuanto Morla tenga que contarle.
Aunque la progresiva pérdida de lluvia en el territorio y los problemas que comportará para el sector agrícola no puedan encontrar solución en una legislatura de cuatro años, ya la Vetusta Morla señalaba al héroe de La historia interminable: "Tú vives poco, pequeño. Nosotras vivimos mucho. Pero lo dos vivimos en el tiempo". Y el tiempo se agota para el campo andaluz, urgen soluciones. Por eso, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos de Andalucía (COAG-Andalucía) publicó hace unos días una carta abierta a los candidatos a la presidencia de la Junta de Andalucía en la que aportaba las que considera pautas necesarias para el próximo Plan de Desarrollo Rural. La más importante, la necesidad de reducir los costes de producción en las explotaciones, los mismos que están ligados en gran medida a la falta de lluvia. Pero quienes deben recoger el guante parecen estar preocupados solo por un sector muy específico del agro andaluz: la agricultura de regadío, la gallina de los huevos de oro de la producción agrícola andaluza, que dobla el volumen de producción agregado de cereales y olivo, los dos cultivos de secano más importantes.
Mientras el PSOE se propone "apelar al Gobierno central" para intentar reducir los costes energéticos de las plantaciones de regadío, Podemos Andalucía centra su interés en el "óptimo técnico" del uso del agua en las plantaciones de regadío. No obstante, no llegan a concretar si esa actuación supondría renovar los sistemas de regadíos actuales; actuación que, por ejemplo, el Partido Popular pretende acometer. Ciudadanos ve la apuesta y sube, aportando simultáneamente una solución y generando un problema, y la tensión entre ambos se conjuga en una contradicción insoluble. El partido de Albert Rivera plantea un "plan ambicioso" de transformación de tierras de secano a regadío "para mejorar su eficiencia y productividad". Difícil le resultará a la agricultura disminuir su "dependencia hídrica" implementando sistemas de riego que demandan agua tanto si llueve como si no lo hace.
Sólo Izquierda Unida asume la existencia de un déficit hídrico y, por extensión, la necesidad de gestionar más racionalmente la asignación de un recurso tan vital como escaso. Así, IU propone un Banco Público del Agua que garantice la correcta distribución de los recursos. Sin embargo, la medida persigue más evitar la especulación a través de las transacciones con los derechos del uso del agua que paliar el efecto de la escasez de lluvia. En cualquier caso, el problema de la escasez de lluvia, la falta de agua y las emergencias climáticas no son cuestiones que preocupen demasiado a los candidatos a ocupar San Telmo.
Llegados este punto, "¿Por qué no hemos de morir, tú y yo?", preguntaba el ancestral personaje de Ende al joven héroe de cuento que osó pedirle ayuda y consejo, a la que nada parecía importarle, hastiada de tan longeva vida y tantos años sometida a la soledad y el abandono. Morla no puede morir porque no hay vida en el reino de Vetusta Morla sin la Vetusta Morla. Porque, sin su avejentada sabiduría, la Nada se extenderá por Andalucía hasta que sólo quede oscuridad.
Las fluctuaciones en las lluvias entre los años 2011 y 2014 han configurado una errática evolución de la producción agrícola andaluza, un vaivén de picos y valles igual de acusados en las cosechas y en los beneficios netos. La producción oleícola, por ejemplo, ha alternado en los últimos años grandes...
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LUIS ARBOLEDAS
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