Campaña electoral.
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“Intentar definir el humorismo es como tratar de atravesar una mariposa usando como alfiler un poste de telégrafos”, dijo el gran Jardiel.
Aventuremos no una definición, pero sí un tropo: látigo o caricia (de mariposa), el humor siempre ha sido un contrapoder: el del bufón. Hiriente o encanallado, molesto o venal, vigilado y perseguido desde tiempos pretéritos, hoy el bufón campa libre en el Edén de la Libertad de Expresión, derecho fundamental y pilar de nuestra Democracia.
Sin embargo, de vez en cuando, saltan a los medios ciertos sucesos que harían sospechar a los malpensados que la tal Democracia se ha convertido en una más o menos encubierta cleptocracia y que la libertad de expresión no es tan fundamental como nos la pintan. Las trapacerías, embustes y burlas a la ciudadanía de los más ilustres prohombres del país resultan temas jugosos para algunos cómicos y bufones: ante una realidad disparatada o ridícula, la risa se postula como la última trinchera de la dignidad. Contra ellos se alza el poder de los solemnes, quienes suelen despreciar el humor e incluso considerarlo amenazador: la risa puede ser peligrosa, un “viento diabólico”. Valga recordar las palabras del monje ciego y asesino (y español) de El Nombre de la Rosa:
“-¿Qué es lo alarmante de la risa?
-La risa mata el miedo, y sin el miedo no puede haber Fe. Porque sin miedo al Diablo, ya no hay necesidad de Dios.
-Pero no eliminaréis la risa eliminando ese libro.
-No, desde luego. La risa seguirá siendo la diversión del hombre sencillo. Pero, ¿qué pasará si los hombre doctos declaran que es permisible reírse de todas las cosas? ¿Podemos reírnos de Dios? El mundo desembocaría en el caos... Por eso voy a sellar lo que no debe ser dicho.”
Y Jorge de Burgos se come, literalmente, el envenenado segundo libro de la poética de Aristóteles; la Comedia. El monje inquisidor prefiere empozoñarse de humor con un libro maldito antes que permitir que los demás conozcan la verdad. Como nos advierte Eco, la comedia es un asunto muy serio.
En el año 2003, Barbra Streisand interpuso una demanda millonaria contra un fotógrafo que había retratado su mansión sin su permiso violando su derecho a la intimidad. Se demostró que el fotógrafo tenía la intención de documentar la erosión de la costa de California, no la de robar imágenes de sus posesiones. La demanda no prosperó. El periódico San José Mercury News descubrió entonces que las visitas en internet a la imagen del palacio de la cantante (la que tanto ansiaba proteger) se disparaban, llegando a hacerse viral. Barbra se “comió” su fotografía envenenada, pero esta vez no sirvió de nada: los monjes medievales de Umberto Eco eran mucho más eficaces a la hora de hacer desaparecer una información. “El efecto Streisand es un fenómeno de Internet en el que un intento de censura u ocultamiento de cierta información fracasa o es incluso contraproducente para el censor, ya que esta acaba siendo ampliamente divulgada, recibiendo mayor publicidad de la que habría tenido si no se la hubiese pretendido acallar.“ (Wikipedia)
Ignorantes quizá del funcionamiento moderno de la información, en Televisión Española decidieron extirpar de su informativo principal la presentación del último álbum de Mortadelo y Filemón, en el que Ibáñez retrata al tesorero del PP Luis Bárcenas. El “efecto Streisand” multiplicó la no-noticia en las redes e incluso algunos medios: “El telediario de TVE censura a Mortadelo y Filemón para no hablar de Bárcenas” (Eldiario.es) Las ventas del álbum de los agentes de la TIA se han disparado, agotando las primeras ediciones. Poco después, insistían en ignorar el poder de la Streisand al hacer desaparecer una parodia de Rajoy en la reposición de “La hora de José Mota” con el argumento – o argumentario- de actualizar los contenidos. Ocurrió lo mismo: ola de comentarios en redes, medios especializados y diarios de tirada nacional (“Polémica bajo la alfombra de TVE”. El País). En el gag extirpado aparecía un Rajoy perdedor de elecciones entonando una cancioncilla de moda con esta letra:
Prometo bajar los impuestos una enormidad,
prometo quitar cuatro puntos en el IRPF,
prometo pagar 10.000 euros por hijo nacido,
y si quieres también…
prometo financiarte el coche.
Tenía tanto que darte,
tantos chollos que ofertarte,
si me hubieras votao…
pero has pasao de mí.
Prometo apretar a los bancos y no darles na,
prometo exigir que el G-20 nos ponga un sofá,
y prometo que siempre las hipotecas saldrán negativas,
prometo que la cerveza estará exenta del IVA.
Tenía tanto que darte,
tanto impuesto que bajarte,
tenía un gran tinglao…
montado para ti.
Tenía tanto que darte,
tanto plan que financiarte,
si me hubieras votao…
pero has pasao de mí.
El “efecto Streisand” le hubiera resultado muy divertido a un tipo llamado Samuel Langhorne Clemens, quien dijo en cierta ocasión que la raza humana tiene “un arma verdaderamente eficaz: la risa." Este periodista y escritor, además de gran humorista, firmaba como Mark Twain.
“Intentar definir el humorismo es como tratar de atravesar una mariposa usando como alfiler un poste de telégrafos”, dijo el gran Jardiel.
Aventuremos no una definición, pero sí un tropo: látigo o caricia (de mariposa), el humor siempre ha sido un contrapoder: el del bufón. Hiriente o encanallado, molesto...
Autor >
Pilar Ruiz
Periodista a veces y guionista el resto del tiempo. En una ocasión dirigió una película (Los nombres de Alicia, 2005) y cada tanto publica novelas. Su último libro es "La Virgen sin Cabeza" (Roca, 2003).
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