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Si el fútbol es una droga dura, los fichajes son la ración de metadona que mitigan el mono de fútbol en época estival. Suelen ser una mezcla de filtraciones interesadas, venta de humo, falsas expectativas, presuntas realidades y cábalas de bazar persa. Los del Atlético, año tras año, provocan una pereza directamente proporcional a las expectativas que generan. Aún no ha finalizado la temporada de manera oficial, porque falta por disputar la final de Champions, y con fecha 1 de junio, el Atlético ya ha “fichado” a más de 100 futbolistas profesionales, algo que debería hacer reflexionar a los medios de comunicación que propagan posibles llegadas y enumeran una lista de refuerzos que tienen más que ver con el PC Fútbol que con la realidad. Al Atlético, que tiene a Fernando Torres (cedido), Raúl Jiménez y Mario Mandzukic (en propiedad), ya le han vinculado una larga fila de candidatos para la próxima temporada. Nombres disparatados, regresos surrealistas, operaciones rocambolescas, nombres tirados al aire, quinielas con nombres y apellidos, venta de carne al por mayor, con titulares gruesos y pocos vestigios de realidad. Para el puesto de delantero, el Atlético ya ha contratado, hasta la fecha, a Reus, Agüero, Cavani, Vietto, Diego Costa, Tevez, Benteke, Higuaín, Icardi, Nolito, Lacazzette, Falcao, Lewandowski, Dybala, Jonathas, Inmobile y Bacca. Nombres que, reales o irreales, con posibilidad de ser fichados o propios del fútbol-ficción, ya son 17 cuando aún no ha acabado la temporada.
Conviene recordar que, en el último título de Liga del Atlético, el club apenas invirtió un millón de euros en refuerzos, los que pagó por Cebolla Rodríguez
Nombres que hay que sumar a los de otros candidatos para otras posiciones que, día sí y día también, aparecen en prensa escrita o en los digitales. A saber: Callejón, Quintero, Tielemans, Praet, Vidal, Mammanna, Kranevitter, Camacho, Cazorla, Mata, Konoplyanka, Gündogan, Schweinsteiger, Samu Castillejo, Parejo o Camarasa. No importa si el jugador en cuestión está realmente en la órbita del Atlético ni si el club tiene dinero para afrontar los pagos, ni siquiera si realmente entra en los planes o si el entrenador ha dado luz verde a la operación. Lo único que realmente parece tener una base sólida es lograr que el periodismo trate de saciar la curiosidad, el morbo y la ilusión de los aficionados que consumen, a falta de droga dura, su ración de metadona. Cuando la próxima temporada comience, allá por el 15 de agosto, convendría hacer una lista de todos los fichajes que, según se nos dice, ya están atados. Y después, comparar esos rumores, interesados o no, con la realidad de la plantilla finalmente confeccionada. Entre la pereza máxima que provoca la época de fichajes, más propia del PC Fútbol y de la ciencia-ficción que de la realidad palpable, la cortina de humo apacigua la ansiedad del hincha y le invita a soñar que, finalmente, su equipo será mejor que el del curso pasado. Resulta imposible dilucidar, entre tantos nombres disparados al aire, quiénes serán los refuerzos del Atlético. Lo único realmente cierto es que el club no tiene dinero para poder pagar el sueldo de esas muchas estrellas y que, por mucho que moleste a los aficionados, más importante que fichar resulta no vender.
Hoy que los cambios de cromos hacen su agosto, que los fichajes altisonantes son el pan nuestro de cada día y que la catarata de nombres sale a dos fichajes diarios e incluso tres, conviene recordar que, en el último título de Liga del Atlético, el club apenas invirtió un millón de euros en refuerzos, los que pagó por Cebolla Rodríguez. El resto fueron cesiones o incorporaciones a coste cero. No gustará, pero el Atlético, que se limitó a no vender en vez de a fichar por fichar, logró estabilidad, conjunción y competencia interna. Con eso, salió campeón de Liga y llegó a la final de la Champions, completando una de las mejores temporadas de su historia. Para cromos, El Rastro. Para humo, el estanco. Y para hacer un equipo, conviene usar la cabeza. Si el Atlético piensa fuera del campo como piensan el Madrid y el Barça, perderá contra ellos. Si apuesta por no vender y reforzarse con lo que pueda, tendrá una ventaja sobre ellos. Tendrá un equipo armado, que sabrá a qué juega y que no tendrá que acoplarse. La cuestión es elegir: cromos caros o equipo. Lo primero es apasionante y sirve para contentar oídos. Lo segundo hace mucho menos ruido, pero sirve para levantar títulos.
Si el fútbol es una droga dura, los fichajes son la ración de metadona que mitigan el mono de fútbol en época estival. Suelen ser una mezcla de filtraciones interesadas, venta de humo, falsas expectativas, presuntas realidades y cábalas de bazar persa. Los del Atlético, año tras año, provocan una pereza...
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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