Más contexto
Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y Viceversa
Ekaitz Cancela 10/06/2015
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La agenda mediática es ahora también la política. Los grandes medios ya no marcan los compases, sino que se limitan a tocar las notas que dicta el director de la orquesta. Apenas los hay que se salgan de tono, y si desafinan o eligen otra melodía, lo pagan caro. Tres directores se cobró la osadía el pasado año.
España es el segundo país de Europa donde más crece la pobreza infantil. “Siete de cada diez viven en pobreza de año en año. ” No lo dice Cáritas, Unicef u otras organizaciones sociales, sino La Caixa; un banco. Informes como el de 'La pobreza infantil se acentúa y se cronifica en España', explota, tiene su recorrido, deja un par de titulares en alguna que otra portada y después se pierde entre el ruido mediático. Esta vez, ni siquiera. Sólo El Mundo recogió sutilmente en portada que “uno de cada tres niños vive bajo el umbral de la pobreza”. Mientras, otros titulaban que “Rajoy acusa al PSOE de entregar el poder a la extrema izquierda”. Suficiente. A pocos meses de las elecciones, el papel de voceros gubernamentales se torna imprescindible.
La opinión publicada, aunque ahora en menor medida, define la opinión pública. En la sociedad del Sálvame, extraña que los mismos que deberían ofrecer las armas para combatir la ignorancia y la falta de memoria política sean los que cojan el altavoz mediático de la prensa rosa. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tuvieron la semana pasada su primer acercamiento. Fue opaco, sí. Rompe con el discurso de máximos y con la transparencia que predica Podemos, también. Pero las publicaciones que le siguieron, lejos de sentar un debate sobre la ley de transparencia o similares, prestaron uno marcado por la anécdota. Por un lado, los que exigían transparencia en un acto superfluo y ridiculizaban a los dirigentes por su cena austera (aunque eso era precisamente lo que ambos querían trasladar al público con “el pescado y la ensalada”). Por otro, los que acudían a la hemeroteca y decían: “Pablo Iglesias antes decía que … pero ahora dice esto otro”.
El debate mediático no puede ponerse a la altura del plató de Mujeres Hombres y Viceversa. Tampoco escudriñar la última cita del político de turno sin ofrecer una perspectiva amplia sobre el problema de fondo. España tiene pendiente una asignatura importante en materia transparencia (no tan gran como en pobreza infantil, claro).
La cortina de humo de que la transparencia es saber lo que cobra el alcalde ha inundado las tertulias y los platós. No, en cambio, cómo trabajan nuestras administraciones públicas. Con quién se reúnen los diputados. Por qué toman una decisión y no otra o qué informes se han tenido en cuenta para llevarla a cabo son aspectos de suma importancia. Más, cuando fundaciones, think tanks partidistas y lobbies mueven los hilos del poder legislativo.
Rajoy se reunió a puerta cerrada hace pocas semanas con el gran lobby Puente aéreo. Allí hablo con hasta cinco líderes de grandes medios de comunicación y cuatro entidades bancarias. Nadie puso el foco en su almuerzo, ya que ni siquiera sabemos realmente de qué hablaron. Los grupos de presión empresariales se pasean a sus anchas por la antesala de la Moncloa, el Consejo de Ministros y el Senado mientras los periodistas se agolpan para poner su micrófono entre los pasillos a los que tienen acceso. Este es otro aspecto de suma importancia, ni siquiera España cuenta con una regulación del lobby, y la única que está en trámite se dirige a los grupos de presión que influyen en el poder legislativo, cuando, especialmente en este país, la mayoría de la influencia se produce sobre el ejecutivo.
Se habla mucho de las cosas que dicen Gobierno y oposición. Pero no tenemos acceso a los textos que promulgan, ni a la información sobre quién ha influido en su redacción. En un país donde hace falta trabajar más de setenta horas cobrando el salario mínimo para salir del umbral de la pobreza, el debate no puede ser si Pablo Iglesias ha cenado pescado.
La agenda mediática es ahora también la política. Los grandes medios ya no marcan los compases, sino que se limitan a tocar las notas que dicta el director de la orquesta. Apenas los hay que se salgan de tono, y si desafinan o eligen otra melodía, lo pagan caro. Tres directores se cobró la osadía el...
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Ekaitz Cancela
Escribo sobre política europea desde Bruselas. Especial interés en la influencia de los 'lobbies' corporativos en la toma de decisiones, los Derechos Humanos, la desigualdad y el TTIP.
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