Cuando hay una confrontación de poderes se tiende a enfocar sobre el poder más débil, sobre el poder aspirante. Se le escruta con toda la precisión y potencia que las herramientas del poder en el trono permitan. Herramientas capaces, por ejemplo, de distorsionar la realidad amplificando la imagen de un microscópico tuit perdido desde hace años en el subsuelo de la red y hacerlo gigantesco, aumentando su tamaño a portada de diarios nacionales a cuatro columnas o apertura de telediarios de las tres de la tarde. De ahí lo novedoso y original de esta fotografía, que enfoca sobre el poder vigente y vigilante.

No sabemos si acudió a votar Florentino en las últimas elecciones municipales porque, como ya se sabe, es tradición de buen gusto entre los reyes no votar, sino gobernar sobre lo votado, pero por su gesto podemos intuir que si lo hizo no fue por la nueva alcaldesa de Madrid. Florentino más que observar intenta entrar en la cabeza de Manuela Carmena. Los reyes como Florentino son reyes porque tienen la virtud de saber mirar más allá de lo que gritan sus bufones. No intenta su mirada rayos x entender qué ha pasado con los tuits del concejal de Carmena porque lo entiende de sobra, sino conocer lo verdaderamente importante. Se coloca bien las gafas Florentino al tiempo que escruta en el cerebro de la nueva alcaldesa qué pasará con esas buenas relaciones que tradicionalmente han mantenido Ayuntamiento y monarquía económica. Unas buenas relaciones que se miden en metros cuadrados recalificables y adjudicaciones de contrato de obra. Un orden normal del funcionamiento de las cosas que se podría ver gravemente alterado, de ahí el matiz de preocupación en el gesto del poder, si a la alcaldesa recién elegida se le ocurre ir en serio con eso de implantar una política en la que prime el interés de los vecinos por encima de las buenas relaciones.

Aún es pronto para saber qué hará Carmena, pero mira mal Florentino a la nueva alcaldesa y es normal que lo haga. Cuando uno vive en las alturas en las que viven los reyes, uno desconfía de quien no está a sueldo. En esas alturas no estar a sueldo suele significar estar enfrente.